1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Telares, guirrios, atropajos, garabatos y cosinas varias

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  1. En las dunas de sus pechos
    quise calmarme las ansias
    de pasados reprimidos
    e ilusión que se desangra
    por sobrepasar los límites
    que nos marcan las distancias.

    Lejos de mí la sirena,
    se sofocó nuestra llama,
    faltos de tecnología
    nos escribíamos cartas
    sobre amores o lindezas
    con besitos adornadas.

    Dibujos adolescentes
    junto a pasiones prosaicas,
    cuidando mi ortografía
    era horrible la gramática
    No sabía describir
    y tampoco me importaba,
    suficiente mi lirismo
    al pensar en abrazarla.

    Buenos días. Estoy bien.
    ¿Cómo ha sido tu semana?
    Echo de menos tus besos,
    tus mejillas sonrosadas
    las risas que compartimos
    hasta que llegaba el alba,
    tus canturreos alegres,
    tus risas, chistes y gracias
    ¿Seguirás siendo la misma,
    tan cariñosa y simpática?

    De una dirección perdida
    albergaba la esperanza
    si no venía el cartero
    con noticias de la amada,
    del error en el remite
    o que viniera mañana.
    Buscaba todos los días
    en el buzón de la entrada
    una dosis de cariño,
    unas letras que callaran
    mis vacíos por la ausencia
    de un amor que se acababa.

    Son envidia de escritor
    aquellas veraces cartas,
    no todos logran leer
    misivas enamoradas.
    Nada dura para siempre
    y las promesas son vanas
    al llegar nuestro final
    mojan el papel las lágrimas,
    se mezclan en tinta azul
    palabras de amor, palabras.

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    Siempre llegan los otoños
    después del feliz estío,
    un pupitre de otra escuela
    y buscar nuevos amigos,
    otro pueblo en mi infancia
    y al lado nuevos vecinos,
    en su rostro la extrañeza
    ante aquel frágil y tímido
    con el miedo reflejado
    sobre sus ojos vacíos.


    Sí, procuraba ocultar
    el espíritu más crítico
    que albergaba en mi interior
    por no pasarme de listo,
    al llegar la Navidad
    cuando fuesen conocidos
    ya sabrían perdonar
    las tontunas del “listillo”
    que no quería estar solo
    por eso que hubiera dicho.
    Con el paso de los meses
    ya podría ser yo mismo.


    En el cole lo de siempre,
    entre sueños y el hastío,
    tabla de multiplicar
    replicada por los niños,
    capitales de provincia,
    cordilleras y sus picos,
    los golfos, cabos y mares,
    los afluentes y los ríos
    de memoria los sabía
    por ser tan competitivo.


    Ser primero de la clase
    es un fracaso, un suplicio,
    no conseguía evitar
    levantarme de mi sitio
    si la "profe" preguntaba
    responder era lo mío
    pues lo complejo y difícil
    me parecía sencillo,
    resultaba ser más arduo
    seguir mi propio camino.


    Por suerte había recreos
    para jugar un partido,
    el esfuerzo por el gol
    ilusiona a cualquier crío
    los colegas del balón,
    ganadores y vencidos,
    perduran toda la vida
    y sortean los abismos.
    Al balón sigo teniendo
    considerable cariño
    porque me salvó en el patio
    de soledad y vacío.




    A Maramin y Eratalia les gusta esto.


  3. Qué descansada su vida
    en la vejez verdadera,
    en los albores del fin
    cortejando los noventa.
    Son tiempos de soledad,
    son tiempos de ser abuelas,
    son las mías, mis razones
    para vivir la postguerra.


    Se educaron en el hambre,
    superaron las miserias
    a base de su constancia,
    de su trabajo y su fuerza.
    No eran días para el lloro
    de las desgracias y penas,
    eran días para arar
    o servir a la condesa,
    condesa de quita y pon,
    vencedora de una guerra.


    Niñas de pan y cebolla,
    de cartillas a la espera
    del alimento soñado,
    de un arroz, unas lentejas.
    Niñas de normas y misas,
    niñas sin pisar la escuela,
    niñas de juegos ocultos
    que no se saltan las reglas.


    Son mi Carmen y mi Rosa,
    ahora tienen bisnieta,
    les alegra su sonrisa,
    sus ojos de infancia tierna.
    Ahora lloran naderías,
    se quejan de no quererlas,
    de cuidarlas o agobiarlas.
    Yo sí sé por qué se quejan,
    no es pesar y no es desgana,
    no es llanto ni tristeza,
    son ganas de compañía
    y de olvidar sus ausencias.


    Crecí en sus dulces hogares
    alrededor de sus piernas,
    fueron mis otras dos madres,
    educaron mis maneras,
    más permisivas y blandas
    pero iguales en riquezas
    Agradezco sus amores,
    sus cariños y paciencia,
    Son mis recuerdos felices
    del día a día con ellas,
    de los juegos de niñez
    y querer a mis abuelas.
    A Maramin, Eratalia y Bernardo de Valbuena les gusta esto.
  4. [​IMG]

    Nací en un pueblo sin mar,
    en unos brazos amantes,
    tras una noche de otoño
    miré unos ojos iguales,
    de tonos miel avellana
    y la ternura de madre,
    así con fuerza sus senos
    y fui su tierno lactante,
    al separarnos lloré
    tan endeble como frágil.


    Me levantaron del suelo
    aquellas manos gigantes,
    me enfrentaron la mirada
    y sentí el amor de un padre.
    Se deslizaron mis párpados,
    soñé con caricias suaves,
    besos de labios eternos
    y arrullos de sus cantares.
    Desperté con más sollozos
    y entendieron que era el hambre.

    Hambre de leche materna
    y hambre de su tacto amable.
    Nos alejamos del mundo
    aislados en los Ancares,
    en esa sierra crecí
    un año sobre retales.
    El aullido de los lobos
    acompañaba la tarde,
    el Río Burbia asentaba
    las aldeas sobre el valle,
    adornadas por pallozas,
    estructuras formidables.

    No conocían calor
    aquellas gentes tenaces,
    consiguen sobrevivir
    entre mil calamidades,
    entre nieves y montaña
    frente a los lobos salvajes
    que amenazan su ganado
    con tal de quitar el hambre,
    es la lucha más feroz
    por vivir y alimentarse.


    Mientras, yo me cobijaba
    buscando sus brazos hábiles
    que retiraban mis lágrimas
    y cambiaban mis pañales.
    Entre letras y canciones
    nunca me falto mi madre,
    maestra de pueblos perdidos
    que forjan mi vida errante.

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  5. Cuatro cacos muy simpáticos
    son la banda del Pitufo,
    quieren robar a los ricos,
    sobre todo a los corruptos,
    para dárselo a los pobres
    y arreglar un poco el mundo.
    Pero son feos y torpes,
    no les sale plan ninguno
    por mucho que lo trabajen
    pues tampoco son astutos
    Piensan que son James Bones,
    se llaman Pitufo, El Mulo,
    Zacarías y Pepote,
    de su barrio los más brutos.
    El más pequeño es el líder,
    se lo ganó en el concurso,
    que crearon para el caso,
    de hacer oes con canuto.