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  1. Se viste el mes de agosto la sandía
    como la luna roja incandescente,
    redonda y fresca lleva en su alegría
    el beso de una boca efervescente.

    Partida en dos al sol del mediodía
    estalla como el agua de una fuente,
    guarda en el corazón su lozanía
    y en los ojos un negro reluciente.

    El gañan y el pastor con sus navajas
    hacen de medias lunas las rodajas
    para calmar la sed que les calcina,

    y al llevarse a la boca el fresco fruto
    ofrece el buen manjar, mejor tributo,
    con el dulce sabor que se adivina.
    A Bernardo de Valbuena le gusta esto.
  2. En lágrimas y tristes pensamientos
    se ahogan mis penurias a caudales
    navego entre tormentas infernales
    que rugen por tu muerte y mis lamentos.

    Si un barco a la deriva busca vientos
    y mares con escasos temporales,
    mi corazón divisa en los raudales
    un mar donde cinglar padecimientos.

    De este vacío en ti me brota sangre,
    su herida es tan profunda, tan ajada
    que hace que en carne viva me desangre.

    Esta ausencia de ti me deja en nada
    preso mi corazón en un palangre
    de cárcel, y esta horrible marejada.
    A Alonso Vicent, Anamer y Efectomariposa les gusta esto.
  3. Es este mi retiro que procura
    soledad y oración omnipresente
    bajo una luz que enciende mi escritura
    aislada, solitaria y penitente.

    Cuando me encuentro solo, la prodigo,
    y aislada de murmullos resucita
    al otro yo que siempre va conmigo,
    donde el alma de dos, su paz habita.

    Escribo así esta nueva partitura
    de una vida encerrada en el presente;
    el claustro es su mejor arquitectura
    para orillar las dudas de mi frente.

    Es mi encierro del mundo, diferente,
    y la calma del cielo su armadura,
    ¡tan extraña! me dice mucha gente
    sin saber del silencio su hermosura.
    A Anamer y Efectomariposa les gusta esto.
  4. En mis ojos cerrados se diluyen
    los amores que van a la deriva,
    y mis ojos abiertos, mientras viva,
    recordarán los tuyos que rehúyen.

    Con ojos entornados te recreas
    en recuerdos brillantes de un pasado
    y en los iris sin luz que ya han llorado
    hoy se extinguen mis brasas como teas;

    yo quiero hallar fanales donde abunde
    el calor incendiado de una pira
    que reclame mis ojos a su lado.

    Este asunto en los ojos me confunde
    pues veo en la distancia del que mira
    mi corazón ya ciego y apagado.
    A Anamer y Efectomariposa les gusta esto.
  5. El tictac del reloj con su lamento
    me conduce a una pena sin sentido
    y al compás de su breve recorrido
    late mi corazón, le da sustento.

    El tictac del reloj es sentimiento
    pues me altera y me deja confundido.
    El tictac del reloj ha enloquecido
    y a mi ser ha dejado sin su aliento.

    El tictac del reloj se ha detenido
    al perder de su ritmo el movimiento.
    El tictac del reloj ha sucumbido.

    ¿Qué pasará? pregunto yo abatido.
    Con su tictac ausente, mal me siento,
    inseguro, fatal, desprotegido
    A Anamer le gusta esto.
  6. Si miro de dentro afuera contemplo un mundo agobiado,
    si observo de afuera a dentro escucho mis soledades,
    por eso mirando al cielo estoy siempre tan callado.
    Y al mirar el Universo con sus únicas verdades,
    percibo que en mis silencios soy un hombre afortunado.
    A Anamer le gusta esto.
  7. Me acompaña una sombra que me da su silueta
    y a mis pasos perdidos siempre sigue encantada,
    si me quedo parado ni siquiera se inquieta
    ni tampoco se inmuta pues me espera callada.

    Tantas veces dejé en mi sombra alojada
    la vida como un sueño, como en una maleta,
    y en mi viaje compruebo que la vida no es nada
    si a la sombra se queda como triste muleta.

    Cuando llegue la hora, la verdad del ocaso,
    y el andar envejece y se vuelve más lento
    otra sombra distinta sobre el suelo aparece.

    Me refugio en la noche y me sirvo un buen vaso
    y a esa sombra siniestra la despido contento
    pues mi vida comienza cuando el sol amanece.
    .
    A Anamer le gusta esto.
  8. Abridme las ventanas
    con la voz del silencio,
    que cerrando estos ojos
    y sin fruncir el ceño
    vea al cielo llorar
    sobre el mar donde abrevo.
    Sentid mi corazón
    y escuchad sus gorjeos
    agudos y dolientes.
    Atended a mi ruego.
    ¡Abridme las ventanas!
    pues mi paz no la encuentro.
    A Anamer le gusta esto.
  9. Esos versos de azul que como hermanos
    vais dejando en la noche de Granada
    es un cante, una zambra de gitanos
    que alegra en su calor la madrugada
    y encienden poesías a seis manos
    en un juego de amigos. ¡Casi nada!
    Mi corazón en la distancia espero
    que llegue con mi abrazo, pues os quiero.
    A Anamer le gusta esto.
  10. ¿Cómo decir adiós a tanta brisa?
    A tanto cielo azul y al mar brillante,
    o a la puesta del sol que en este instante
    se irá a dormir con Dios sin mucha prisa.

    Si amplío el horizonte, se divisa
    la playa de Barreiros y Reinante
    mirando desde Foz, y es una amante
    que al río Masma entrega su sonrisa.

    ¿Cómo decir adiós? Si tengo miedo
    a escapar prisionero en la mariña
    y en los tojos que adornan sus riberas.

    Se va mi corazón y yo me quedo
    escribiendo estos versos con morriña
    al recuerdo de tantas primaveras.
    A Anamer le gusta esto.
  11. El centollo en Malpica, a mi me pierde,
    y en A Guarda langosta, Dios mediante.
    Si es de Rinlo prefiero el bogavante
    y en Burela, merluza en salsa verde.

    Al pasar Finisterre la lubina,
    con el suave sabor a mar bravía,
    y llegando a Coruña propondría
    la argentada humildad de la sardina.

    La cuna del percebe está en Cariño
    que en la brisa profunda de Galicia
    te deja con su beso la caricia
    y un abrazo en la copa de albariño.

    El cielo va enredando sus madejas
    de nubes silenciosas entre mares,
    otro día hablaré de calamares
    me espera un triste plato de lentejas.
    A Anamer le gusta esto.
  12. Tira la lira. Y tira
    también la pluma con la cual escribes
    Lee, comprende y mira
    al sabio autor. ¿Percibes?
    Ay, musa casquivana, ¿por qué escribes?
    A Anamer le gusta esto.
  13. Cargaron sus fusiles.
    Pocos fueron testigos:
    su temblor, y el temblor de las estrellas
    que en su luz apagaron los candiles.
    Bajo el cielo el mayor de los castigos.
    Cinco fueron las balas, y con ellas
    un vómito asesino
    lo dejaba a la vera del camino.
    ¡Cómo la miraría
    tan de frente a la muerte que venía!
    Ay, Víznar maniatado
    a las zarzas que tiene la memoria.
    Ay, Víznar señalado,
    y su cuerpo es el índice en la historia.
    Un hedor de la pólvora quemada
    hubo en el olivar.
    Nadie pudo llorar,
    nadie lo supo, nadie en su Granada.
  14. Incipiente en Duruelo
    eres un garabato
    que se pinta en el cielo
    de las peñas cimeras,
    y en los picos de Urbión
    saltas a sus balcones
    convertido en regato
    de las altas riberas.
    Fluyes luego y te encierras
    dejando tu canción
    con aire maragato
    junto a las parameras;
    y en esas pardas tierras
    de trigo y de centeno
    das de beber a Soria
    que alumbra pan moreno.

    ¡Oh, Duero generoso,
    como aquel Nazareno!
    Con tus giros de noria
    avanzas de soslayo
    entre Garray y Numancia,
    y el aire del Moncayo
    admira tu arrogancia
    de potro desbocado.
    La curva de ballesta
    que te cantó Machado
    dibuja en tus orillas
    azafrán y ginesta
    llegando a Tordesillas
    con la fuerza de un toro,
    para vestir en oro
    la luz de dos Castillas.

    Durmiendo mansamente

    como echando la siesta,
    en otras aguas lloras
    y escancias tu pasado.
    Con el alma dispuesta
    portugués y doliente,
    de Oporto te enamoras

    al escuchar un fado:
    " Oh velho Douro que vens
    de tão longe pra morrer,
    deixa-me cantar meu fado
    que sabe do amor ciumento,
    dum profundo sentimento
    de céu cinza e pecado,
    deixa a lágrima cair
    se vai no Mar já partir"
  15. (A mis padres)

    Recuerdo que al poner las zapatillas
    en el zaguán cercano a mi ventana,
    soñaba levantarme en la mañana
    para encontrar carbón y peladillas.

    Fueron mis Reyes Magos que a hurtadillas,
    entraban al arrullo de una nana,
    tan tierna, familiar y tan cercana
    que eran besos de luz en mis mejillas.

    Con manos de algodón y de ternura
    y un saco de emociones compartidas
    mis padres los juguetes me dejaban.

    Desperté contemplando su figura
    bajo el zaguán mirándome a escondidas.
    Mis zapatillas en su mano estaban.​
    A malco le gusta esto.