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  1. Le había mentido a Nicolás, sí lo había visto a la entrada del edificio, pero no quise interrumpir aquella escena íntima que tenía a Nicolás arrinconado contra un automóvil con la presencia de Vinicio haciendo mal tercio en medio de aquella calentura acaramelada que sucedía en la acera. Aquella muchacha abrazó a Nicolás y lo sucumbió con dos besos que hacían suspirar al más adverso al amor. Todavía iba yo subiendo por el tercer nivel de las escaleras y Vinicio estaba esperando a que dejaran respirar a su amigo.

    - No nos saludó en la entrada – me dijo Nicolás cuando por fin logramos entrar a la oficina, pero como dije antes no quise interrumpir.

    Justo el día en que Sandra decidió madrugar para llegar temprano, Isabel volaba rumbo a Uruguay por trabajo, así que las esperanzas de que ella abriera temprano se esfumaron rápidamente. Estábamos fuera de la oficina, un simpático grupo de ocho personas contando los minutos, Nicolás y Vinicio hablando de amores, Sandra al otro lado explicando los motivos por los que trataba mal a un conocido en común y yo a punto de dormir. En eso estábamos cuando al dar las seis y veintinueve se abrió el ascensor y salieron de él Leandro y Tadeo, este último con las llaves de la oficina. Tadeo llegaba justo a tiempo porque casi nunca aparece antes de las siete, llegó directo a la cocina a servirse un plato con cereal, algo ligero porque ya había desayunado en su casa. Evangeline y yo hicimos lo mismo, nos servimos el desayuno antes de sentarnos en nuestros puestos de trabajo a laborar como Dios manda a quienes le son fieles.

    Quiero aprovechar ahorita que la memoria me regresa y pedir disculpas a Amalia, aunque ella no sepa por qué ni se vaya a enterar, tuve la impresión de verla discutiendo con Tadeo durante el team building, pero fue solamente eso, una impresión. Tal vez es porque ando en mis días y el humor y la visión se ven alteradas, cosas que los hombres jamás entenderán. Lo siento, linda.

    El pobre Vinicio anda resfriado, pero ¡claro!, eso es lo que le pasa a uno si se cambia de ropa dentro de un carro en plena montaña a las tres de la mañana, el aire frío entrando por el cuerpo que está caliente, esos cambios de temperatura no son tan buenos, al menos andaba ropa en el carro, imagínate cambiarte de ropa porque estás contra tiempo a esa hora, mientras que Sandra anda indecisa entre un cuarentón, el hijo de este, el vecino del cuarentón y el hijo del vecino, porque Sandra sabe que en la variedad está el gusto y el paladar de ella es muy delicado, no logra decidir su sabor favorito a la primera. Porque Sandra es como una ONG, ella disfruta sin fines de lucro, lo suyo es por ayudar al prójimo y ayudarse ella si acaso se puede, por eso mismo la veo buscando compañías que compartan sus ideales de comportamiento social, de dar a los más necesitados y que los más necesitados le den a ella, es aprendizaje mutuo. Aquí el asunto es que ella no lucra de manera económica, no lo necesita, ella lucra, si es que cabe el término, con favores, lo suyo son las especias sociales.

    Camino a la reunión diaria sentí un leve masaje en los hombros, cerca de cinco segundos, era Enrique, tan atento este muchacho, lástima que no fuera mi querido abogado, porque para estas cosas de relajarla a una tiene mejores manos, pero hay días en que no podemos tener todo lo que queremos. Ya en la reunión el aire estaba helado, Paolo se situó en la esquina, pero la oficina estaba tan fría que en cuanto vio que el sol comenzaba a asomarse, se fue a sentar entre Donato y Evangeline para calentarse un poco los huesos.

    El día lo terminé angustiada, pensando en Tadeo, ese muchacho entró en la sala de juegos cuando Evangeline y yo jugábamos, pero entró con los ánimos por los suelos, los hombros bajos, la mirada perdida y la boca seca de palabras, lejos de las sonrisas que acostumbra. Paolo estuvo jugando con nosotras, pero se retiró minutos antes de terminar porque el tiempo apremiaba y ya había gastado su hora de almuerzo.

    Es martes cuatro de diciembre y sigo sintiendo el mismo temor cada vez que escucho una patrulla en la calle.
    A Alde le gusta esto.
  2. El fin de semana lo empleé para descansar un poco después del team building, actividad sobre la que escribí en mi borrador anterior, con conversaciones varias. Sábado y domingo solamente necesitaba levantarme tarde, no preocuparme por el reloj ni por nada en especial y así lo hice hasta que al encender la televisión estuve viendo una película cuyo nombre ahorita no recuerdo pero que trataba sobre un chico que no se da cuenta de la protagonista está enamorada de él. Así con los hombres, nunca prestan atención a lo que se encuentra a su alrededor, motivo por el que pocos saben darse cuenta de cuando una mujer les está coqueteando, tampoco alardeo mucho porque hay mujeres que tampoco se dan cuenta cuando un hombre quiere con ellas, pero de momento voy a enfocarme en esas cosas que las mujeres hacemos para llamar la atención de un hombre, para bien o para mal, porque nadie es capaz de leer el futuro.

    Punto Uno. Conversaciones. Sí es lo más obvio y por lo mismo es difícil de creer que algunos hombres no lo sepan, pero hay casos. Es lo más simple, la chica coquetea contigo por texto o chat, por lo que, en la mayoría de los casos, cuando tienes a una mujer con la que mantienes ese tipo de conversaciones es muy posible que ella esté interesada en ti. Las mujeres interesadas en un hombre no tienen problema en hablar de manera sensual sobre la intimidad, porque no hablamos así con todos los hombres, nosotras solamente lo hacemos con aquellos con quienes nos sentimos en confianza. Aquí también entran las bromas o insinuaciones sobre el sexo. Las mujeres usamos esta estrategia desde que la Tierra es redonda.

    Punto Dos. Buscar tiempo a solas. La mujer debe sentirse muy cómoda para querer pasar tiempo a solas con un hombre, demasiado cómoda, por lo que, si la chica te permite que la visites o viceversa, significa que has ganado puntos en ella. Si acepta pasar la noche, ¡Bingo! Has pasado al siguiente nivel con esa mujer. Yo sé que es muy de película romántica, pero esa escena donde la mujer invita al hombre a tomar una taza de café pasa con mayor frecuencia de la que la gente cree, cuando un hombre se da cuenta de que la mujer quiere pasar tiempo en exclusiva con él, puede significar la luz verde que buscan para algo más.

    Punto Tres. Tocar con frecuencia. También es muy obvia, pero cuando una mujer busca tocar al hombre con frecuencia, el cabello, los hombros, el abdomen, es señal de querer algo más y hay hombres que no entienden. ¡cómo es posible! Aquí lo que hacemos las mujeres es muy sencillo, buscamos marcar nuestro territorio. Las tímidas buscan tocar el brazo o la espalda, otras menos relajadas buscan el regazo o el rostro y las más descaradas, cuando te abrazan tratan de rozar su pecho contra el tuyo.

    Punto Cuatro. Contacto Visual. Una de las señales más claras del interés de una mujer e incluso de sus deseos de llevarlo a la cama es la manera como lo mira, o ¿acaso los hombres no han escuchado aquello de que una mirada dice más que mil palabras? Los labios pueden decir lo que sea, pero los ojos nunca mienten, con mucha frecuencia los ojos nos traicionan. Porque donde nuestro corazón tiene el deseo, los ojos lo encuentran y si de casualidad no te mira los ojos cuando habla, sino que en vez de eso busca mirarte los labios, ¡qué esperas!

    Punto Cinco. Está de humor. “Con usted sí me siento bien”, una de las frases más delatadoras que existen en el hermoso idioma español y que las mujeres utilizamos para obtener nuestra recompensa. Otra frase que usamos es cuando en general le decimos a un hombre que llevamos tanto tiempo de no acostarnos con alguien o que hacía mucho no nos divertíamos con alguien, esa es una gran pista para ir acelerando el camino.

    Punto Seis. Te muestra el cuerpo. Y no hace falta que las mujeres nos desnudemos en este punto, no seamos tan fáciles. Pero también es cierto que cuando estamos cerca del hombre que nos interesa tratamos de que nos descubra, que mire nuestros dotes, aquellos que la naturaleza se encargó de darnos con tanta maravilla. Si la mujer está interesada, créanlo hombres, se vestirá para la ocasión. La ropa demuestra muchas veces el grado de interés que una mujer tiene en ustedes.

    Punto Siete. Te alienta. Alentamos al hombre a seguir, a nosotras nos gusta dejarles varios “no sé” en la cabeza solamente por el placer de verlos intentar conseguir un “sí”. Cuando no tenemos ningún tipo de interés, casi de inmediato soltamos un “no”, pero cuando queremos hacerlos sufrir para no ponérselas tan fácil, es porque en el fondo queremos que lo obtengas, así que no desesperen ni se sientan derrotados, un “no sé” es positivo la mayoría de las veces.

    Punto Ocho. Se acerca todo el tiempo. ¿Se han preguntado por qué esa mujer quiere pasar tanto tiempo con ustedes?, sí es por eso, de nada. Esa mujer que parece que está en todas, que invade tu espacio, que siempre llega donde están ustedes. Ya lo dije antes, las mujeres marcamos nuestro territorio y si nos aparecemos en todos lados no es por simple casualidad, es porque queremos que nos noten, porque queremos con ustedes, así sin tapujos, no sean idiotas, nadie está en todos lados porque sí, hay un motivo, nos gustan, nos atraen.

    Punto Nueve. Te elogia más de lo normal. No es que ustedes los hombres sean la parte perfecta del universo, pero a menudo cuando los elogiamos cuando otros no lo hacen, cuando les levantamos el ánimo, cuando estamos ahí para ustedes, es porque queremos que lancen una buena bola en su turno. Hay mujeres que dicen “qué rico se ven esos labios”, “qué buen trasero”, sí no solo los hombres usan esas expresiones, nosotras también, a nosotras nos gusta ser sugerentes, así que pongan atención.

    Punto Diez. Lo dice sin tapujos. ¡Por Dios! Si una mujer te dice de manera directa que quiere contigo, no hay nada que explicar, ya ella explicó todo. Hay quienes dirán que esa mujer es una lanzada, que es esto y lo otro. Pero no, la verdad es que es una mujer que sabe lo que tiene y está segura de que lo va a conseguir.

    Este miércoles vuelvo a la oficina, porque este diciembre he hecho un desbarajuste en mis horarios y estaré yendo días que usualmente no asisto. Hasta la próxima página.
  3. Las Vueltas de La Guácima, Alajuela, Costa Rica. La actividad del team building estaba programada para iniciar a las nueve de la mañana, yo iba temprano, en el centro de Alajuela, a unos once kilómetros del sitio donde sería el evento me detuve para desayunar una taza con café y un gallo pinto con salchichón y huevo frito. Tenía buen tiempo, restaban aún treinta y cinco minutos para que saliera el bus, aproveché el descanso para comer tranquila, relajada. En el salveque llevaba un juego de ropa adicional porque Amalia había escrito la tarde anterior que habría partido de futbol y varias chicas estábamos apuntadas para participar, el condominio donde estaríamos, que es donde vive Romeo, también cuenta con piscina, pero no llevé mi traje celeste de dos piezas, así que la piscina quedaba descartada.

    El bus me dejó a unos trescientos metros de la entrada principal del condominio, distancia que caminé y en la que pude apreciar las bellezas de esta zona, incluyendo áreas de ganadería y montañas. Después de mostrarle mi identificación al guarda y de que este verificara que yo estaba en la lista de invitados, pude entrar. Allí venía Isabel hacia la salida, en busca de estacionamiento, porque los campos cercanos al rancho estaban ocupados.

    - Espéreme, para no subir sola – me quedé de pie en la acera mientras la veía bajar y subir del auto para acomodarlo de manera correcta, esta mujer debió llevarse diez minutos en eso, casi al mismo tiempo llegaba Leandro con una de las compañeras y los cuatro nos fuimos caminando y charlando hasta el rancho.

    - Yo no podría vivir aquí, necesito jardín, espacio – y entonces, Leandro movía sus manos mientras hablaba.

    - - Yo también, todas las casas están pegadas – Isabel ya había entregado lo que nos correspondía llevar para el almuerzo y ahora subía con nosotras.

    El sitio es bastante bonito, el rancho es un área amplia con jardines alrededor, una piscina hacia el Norte (que creo que nadie usó), una cancha de futbol al otro costado, que estaba embarrialada y un área en construcción de la que luego debatimos el uso que le darían, yo creo que será una cancha para baloncesto y voleibol. Después de saludar, tomamos asiento en una de las esquinas de las mesas que formaban una enorme c, donde se encontraban ya Vinicio, Nicolás y Sandra. Algunos como Regina y Amalia tuvieron que trabajar un rato debido a sus puestos de trabajo.

    - Me estoy muriendo del hambre – me dijo Isabel que estaba sentada a mi derecha.

    - ¿No ha desayunado?

    - No, estoy esperando que nos den de desayunar.

    - Yo pasé a Alajuela y ya vengo desayunada.

    En eso comenzaron a jugar a las cartas, Vinicio, Nicolás y Sandra, un mazo de cartas negras que bien podría ser un tarot y debo confesar que no recuerdo bien, pero algo comentaron sobre unas nalgadas y entonces Isabel se volteó hacia mí y me dijo riendo.

    - Yo creo que Sandra ni lloró al nacer.

    - No – le afirmé – de seguro cuando la nalguearon pidió que le dieran con más fuerza.

    Entonces nosotras dos nos sumamos a jugar ron, pero hace muchos años que no juego a las cartas.

    - Sandra lee las cartas – nos contó Nicolás, pero atreverse a que Sandra le lea a uno las cartas, es un juego de doble filo.

    Nos sirvieron entonces un plato con frutas, manzana verde, banano, kiwi e Isabel calmó un poco el hambre. No sé si alguien lo notó, pero de pronto, Leandro le dio un golpe en seco a la mesa y entonces lo miré, sorprendida.

    - Me están comiendo los zancudos.

    - Yo creo que es una avispa.

    - Yo no sé qué es, pero voy a salir comido.

    Donato pidió la palabra y entonces explicó que nos iban a dividir en equipos para un rally donde él y Paolo estarían a cargo de dictar justicia.

    - Chiquillos, yo sé que hay gente muy competitiva, pero es solo un juego.

    A continuación contó en qué consistía, eran seis estaciones de juego, nos dividieron en seis equipos de entre cinco y seis miembros.

    - Hay que vigilar a ese equipo – dijo Romeo en clara alusión al equipo en que yo había quedado.

    Antes de iniciar, fuimos llamados al área cerca de la piscina para sacar una fotografía grupal, de la cual Regina era la encargada de tomar, pero creo que a Regina eso de ser fotógrafa no le queda, porque hubo que posar seis veces, porque por algún u otro motivo las fotografías no salían como debían, por suerte no se gana la vida de esa manera.

    Era obvio, nosotros ganamos y hay que ver lo que discute Tadeo, ese hombre se peleó con el universo completo, porque no era justo que perdieran, porque aquél equipo había hecho trampa, porque así no era, porque no lo explicaron de esa manera, Tadeo anduvo buscando contrincante para un combate de lucha libre y yo hubiera pagado palco para verlos pelear.

    Resultó que luego del rally quedaba una hora de tiempo antes del almuerzo, sirvieron unos snacks que las que jugamos futbol no alcanzamos a probar, y aquí es donde hago protagonista a Amalia. Esta muchacha escribió la tarde antes en el chat de la oficina para recordar que habría una mejenga, por lo que debíamos llevar zapatos adecuados, ya fueran tacos o tenis, para departir un rato jugando el deporte de O Rei Pelé. Pero a la hora de la verdad, cuando estábamos listas entre otras, Isabel, Evangeline y yo, resultó que Amalia que era la encargada no había llevado ropa para jugar, o al menos eso nos dijo, no supimos si el barro la echó hacia atrás o si de verdad le había fallado el closet, la cuestión es que nos dejó plantadas como los novios que no llegan a la boda. Lo confieso, a los veinte minutos estaba totalmente fundida y tuve miedo de que me diera un ataque al corazón, lo mismo Evangeline, por lo que nos retiramos de manera vergonzosa a la zona de desahuciadas deportivamente hablando, para luego ir cada una a buscar sus cosas para hacer uso de la ducha y volver a las mesas.

    A los pocos minutos Donato anunció que el almuerzo estaba listo y que podíamos servirnos de manera ordenada, en fila, el bufet disponía de pavo (en trozos con hueso o en rodajas), pan, puré de camote (delicioso), salsas, elotes con mantequilla (para quitar los antojos), refrescos, ensalada, ponche de frutas y licor por si alguien quería ligar el ponche de frutas.

    - No doc, yo soy mentiroso, yo puedo ocultar cosas, pero mentir no – Paolo estaba detrás de mí haciendo fila, con el plato en la mano.

    Luego vi a Alfonso que estaba recostado junto al ponche de frutas riendo a más no poder, imagino que el ligue que hizo con el licor fue demasiado para él. Algo me dijo Vinicio cuando volví a mi lugar, pero no lo escuché, no lo noté o mi cerebro simplemente hizo caso omiso de su presencia.

    - Martina, ¡Martina! – entonces lo miré – no me ignore – es la segunda vez en cuestión de dos semanas que Vinicio se siente ignorado por mi persona, perdón.

    Vinicio estaba en medio de Nicolás y Sandra que estaba vapeando con total libertad, tenía frente a ella tres vapeadores diferentes con los que estaba formando círculos de humo, Sandra estaba en otro mundo, un mundo donde no cualquiera podía llegar. Entonces Nicolás le hizo conversación y los tres rieron con fuerza.

    - Pero es que…

    - Sandra, ¡suave!, le estoy hablando – Nicolás detesta que lo interrumpan, pero no era culpa de Sandra, como dije antes, Sandra estaba en su propio mundo.

    - Doc – me dijo Vinicio riendo y mirando de forma cómplice a Nicolás – usted sabía que Nicolás y yo somos …. (se me acabó el lápiz justo a tiempo antes de seguir escribiendo).

    - Sí – dijo Nicolás apretando los labios.

    - Por el video que Sandra me pasó del paseo a la playa, parece obvio.

    - ¡Sandra! ¿Qué video le pasó usted? – gritaron los dos al unísono.

    - Ay, no sé, esperen, ¿fue este? – me preguntó Sandra mostrándome el teléfono.

    - No, no fue ese.

    - Sandra, ¿cuál fue? – los dos estaban alterados – preste para ver – le dijo Nicolás quitándole el teléfono - ¡por Dios! En este se me ven los calzones.

    Sandra siguió en lo suyo, Amalia se acercó para ver aquellas fotos y Donato también llegó a nuestro lado.

    - ¿Cuántos ha probado? – le preguntó a Sandra.

    - Ya los probé todos.

    - ¿Todos?

    - Sí.

    - Golosa.

    - Es que no he podido probar nada más.

    Poco después se puso de pie, dejó los vapeadores y se fue con el plato donde había comido a los baños.

    - ¿Qué se fue a hacer Sandra con el plato al baño? – la situación había sorprendido a Vinicio y a Mateo que llegó a sentarse junto a nosotros.

    - ¿Por qué el puré tiene que ser de camote?, pudo ser de papa – qué poco gusto culinario el de Mateo, el puré es de camote porque tiene que ser de camote.

    Resulta que Nicolás cumple años este fin de semana y hoy en la noche van a celebrar a la Calle de La Amargura, una zona que se encuentra en San José y donde hay varios bares de mal vivir, pero donde Vinicio, Sandra y Nicolás se sienten en su ambiente.

    - Están cordialmente invitadas – nos dijo Nicolás a Isabel y a mí.

    Isabel hizo ademán de hablar, pero entonces se quedó callada, se acercó a mí, puso su mano en mi hombro y me dijo.

    - Iba a decir algo.

    - Pero…

    - No, no creo que sea algo que nunca hayan hecho en su vida, por supuesto que ya lo hicieron.

    Durante esta actividad me di cuenta de que a Isabel le da miedo entregar los anillos o que se los entreguen a ella, por eso sigue soltera.

    Pasadas las dos de la tarde, la actividad se dio por terminada, el día fue sumamente divertido, además de Leandro, Sandra también fue picada en los brazos por zancudos (creo), imagino que no amanecieron en sus casas y si así fue, no creo que se levantaran antes de mediodía del sábado, yo regresé a mi casa con algo de comida que sobró y de la que uno podía disponer, una bota navideña con rompope y queque, además de algo de cansancio, pero con la ilusión de que el otro año, Dios me permita continuar aquí, para volver a disfrutar de una linda jornada como la de este día.
  4. - Buenos días, no se acostumbren.

    Venía bañado, con el cabello húmedo, parecía despierto. En el tiempo que llevo acá es la primera vez que veo a Donato en la oficina a las seis de la mañana. Es más, yo no sabía que Donato era capaz de estar despierto a esas horas, definitivamente el paseo a la playa había transformado a este hombre en una renovación.

    - ¿Eres tú o el fantasma de tú? – alcanzó a decirle Isabel recordando a Chespirito, pensando que tal vez solamente era el cuerpo de Donato el que había llegado a la oficina y el alma y la razón aún estaban envueltos entre las cobijas esperando que el reloj diera las ocho ante meridiano.

    Donato de madrugada en la oficina un martes, la muchacha de IT también había llegado a trabajar, tuve la intención de levantarme para ver por la ventana si venían bajando los cuatro jinetes del Apocalipsis, pero supuse que, de ser así, escucharía a la gente gritando en las calles, cosa que no sucedió.

    - ¿Cuándo la ha decepcionado Vinicio?

    - Evangeline, si me da chance, abro Excel y reviso las fechas en que me ha decepcionado.

    Isabel me miró de reojo, Nicolás y Vinicio giraron sus sillas y Nicolás agachó la cabeza para que no se notara que reía.

    - Es cuestión de actitud.

    - Es que hoy se ve hasta con vida – le respondió Isabel.

    - Sí – le reafirmó Vinicio – es cuestión de actitud.

    - Entonces ayer en la tarde le dieron la dosis de actitud – alcancé a responder desde mi silla – porque ayer venía con cara de entierro – Nicolás volvió a reír y Sandra se acomodó los auriculares, pero era apariencia, porque estaba escuchando toda la conversación.

    Regina me había sorprendido, llegó hasta el cuarto piso todavía con los ojos cerrados, no sé si tenía noción de dónde se encontraba o a qué iba, porque no estaba despierta, el sábado no había logrado conciliar el sueño en el hotel, pasó despierta hasta el domingo y el cuerpo todavía estaba resentido por aquella salida.

    Justo el día en que Donato conoció el amanecer, Enrique llegó tarde, tanto así que cuando le escribió a Isabel para que le comprara el desayuno, esta ya estaba de vuelta con el plato en la mano escuchando el audio de Enrique, que por cierto olvidó el color negro y se declinó por colores que le lucen mejor. Vinicio cocinó desayuno para él, Sandra y Nicolás, no le vi las yemas de los dedos, pero debe habérselos quemado porque la cocina no es lo suyo (palabras suyas, no mías), Paolo entró por la puerta principal con los párpados caídos, con alergia, en estado somnífero, poco después se enteró que era martes y Tadeo amaneció con dolor de cabeza. En resumen, la madrugada de Donato alteró el mundo de la oficina con tal magnitud que no hizo falta ningún cataclismo de la naturaleza.

    Hoy se anunciaron varias cosas, este viernes es el Team Building (un día de oficina sin estar en la oficina), o sea que es un día para socializar, llevarse lindo, jugar, divertirse, comer con los compañeros y sacar lo mejor de cada uno. Luego la vestimenta para la fiesta de la empresa que será en tres semanas, preferentemente con abrigo o ropa bien cubierta, nada de mostrar las carnes o seducir con ropas ligeras de hilos.

    Este sábado se gradúa el abogado, yo hubiera querido estar allí para felicitarlo en persona, pero dada la clandestinidad de lo nuestro, deberé felicitarlo en otra ocasión y no sé si diciembre alcance para eso, ya veremos.

    A Tadeo este martes lo tomó mirando a una doctora que pasó por el pasillo hacia la oficina del fondo, pero su masculinidad había sido inspirada días antes por culpa de una extranjera que se paró frente a la puerta a conversar por teléfono y que saludó a Tadeo, pero este le dio un tímido saludo y escondió su rostro detrás del monitor de su computadora, era la primera vez que una mujer lo intimidaba, la extranjera estaba muy guapa y Tadeo flaqueó ante aquella belleza.
    A Alonso Vicent le gusta esto.
  5. Resultó que la charla de primeros auxilios fue aplazada nuevamente (como las esperanzas de tanta gente en el planeta de conseguir novio antes de Navidad) por motivos varios, por lo que debo confesar con las manos en el corazón que al inicio me dio tristeza, cuántas anécdotas no iban a ver la luz durante el dos mil veinticuatro, me entristecí por Romeo, porque no iba a conocer nuevos universos, por Nicolás, porque al rato y ya había practicado la manera de parecer un moribundo, por Regina, porque luego de la toqueteada que recibió la vez pasada, posiblemente esperaba algo más estimulante esta vez, un registro más a fondo, por Amalia, porque tenía una oportunidad de revancha practicando con Evangeline, en fin, por tantas cosas. Pero luego de analizarlo bien me sentí feliz, porque quizás era la oportunidad de que le regalaran algo de maquillaje o algún vestido sexy y desafiante durante la Navidad, a la señora que da esas charlas, para que empiece a verse como las reinas de belleza que engalanan a diario esta oficina y ante cuyos cuerpos sucumben los hombres como náufragos sedientos de amor en cualquier puerto. Poco más tarde y según indicación de Donato, será a mediados de diciembre la charla, por lo que los astros podrán hacer sus labores antes de recibir el dos mil veinticinco.

    Isabel fue la encargada por unanimidad de llevar los juegos de mesa a la playa, aquellos amistosos y aquellos donde los juegos llevan al camino inevitable de hacer enemigos, al menos durante el tiempo que tarda cada partida. Pero Donato hizo una observación adecuada y apuntada, la culpa era de Evangeline, sí, porque resulta que Evangeline es la que más tiempo dedica a los juegos de mesa fuera de la oficina, pero parece que la vista se le nubla al momento de leer las instrucciones, por lo que un día es permitido un movimiento y al día siguiente resulta que no se puede, Donato ¡tú muy bien!, me alegra que empieces a hacer uso desmedido de la observación.

    Tomemos un poco de incienso, limpiemos nuestro espíritu y cerremos los ojos para imaginar las escenas que a continuación detallaré. La cosa estuvo así: hace varias semanas Alfonso se ofreció a contarme los detalles del paseo a la playa, el miércoles anterior (tres días antes de dicho paseo) fueron Vinicio y Nicolás quienes se ofrecieron, lo recuerdo porque fue justo cuando me despedí de ellos, después de darle un abrazo a Donato y aclararle que entre el Cielo y el Infierno existe una línea divisoria, destinada a aquellas almas que pecan pero que no se exceden en el pecado.

    - A usted no le digo que se porte bien, porque sé que así lo hará.

    - Gracias por tener esa imagen - Amalia se lo había ganado.

    - Y a mí ¿no cree que me porte bien? - entonces le di un abrazo a Donato.

    - Donato, usted sabe la imagen que tengo de usted - e inclinó su cabeza recostándola sobre mí.

    Pero resulta que no fueron las conversaciones con Nicolás, Vinicio o Alfonso las que borré aquel domingo en la noche. Otros dos pares de ojos habían tenido visión panorámica, mente de investigador y oído ágil, cada uno por aparte me escribió la misma versión de los hechos, el Diablo da lo que Dios le permite dar, por eso el placer es de Dios. La carne fresca bien condimentada con la sazón de la playa resulta más nutritiva. Por mi parte borré todo, siempre he escuchado que un buen periodista nunca revela sus fuentes y además lo que pasa en la playa, se queda en la playa, algo así como lo que pasa en Las Vegas. Ya lo canta Paulina Rubio “tu química con mi piel hace carga positiva”.

    - ¡No, doc! – e Isabel se deshizo en la silla, como escurriéndose – y estoy esperando que llegue Sandra, porque no debe ni moverse – y se tiró al piso cual serpiente – porque ella todavía cree que es joven.

    - Sí, yo sé, se hace ilusiones de juventud, es culpa de Vinicio y de Nicolás.

    Pero Sandra sí amaneció con vida, llegó tarde, pero con vida, no con buena imagen, pero con vida, que al menos era lo importante.

    - Pero podemos decirle al esposo de Sandra, él se lo hace a ella.

    - Sí Vinicio, pero nosotros no ocupamos que el hombre se lo haga a Sandra, ocupamos que cocine – Vinicio me miró e Isabel y Evangeline soltaron la risa, en este caso valía la aclaración. Porque ocupábamos a un chef que nos ayudara a elaborar una guarnición para llevar al almuerzo del team building.

    Vinicio tenía una cara que dejaba mucho que desear, desvelos atrasados le cerraban los ojos de manera automática, no había taza de café que funcionara para despertar a aquel cuerpo que caminaba errante por la oficina.

    Según Amalia, de haber asistido yo al paseo, habría tenido para escribir tres libros de psicología, con todo lo que mis ojos pudieron haber visto, pero como dije antes, dos fuentes me resumieron algunos detalles que escaparon a los de los demás, quizás de haber ido, yo tampoco habría notado tales cosas.

    - Yo algun día quiero casarme, aún no, pero algún día.

    - ¿Para qué?

    - Para que todo lo de esa persona sea mío y lo mío sea de esa persona – Tadeo estaba sumido en el romanticismo juvenil.

    - Tadeo, para que todo lo suyo sea de una mujer y todo lo de una mujer sea suyo… no ocupa casarse – y los lentes se le nublaron ante aquel pensamiento que desfiguraba su idea romántica de la relación con una pareja.

    Entonces miré aquel pasillo que estaba frente a Tadeo, por fuera de la oficina e imaginé la presencia de dos ángeles que acompañaban mis oraciones, aquellas que desfilaban conmigo camino al escritorio.

    - ¿Por qué va tan contenta?

    - Porque llevo el catolicismo al tope – no sé si la respuesta le satisfizo a Mateo, pero era cierto, el pecado no había pasado por mi cuerpo durante el fin de semana, esta vez tuvo otras compañías.
  6. - Buenos días, doctora, vengo a alegrarle la mañana, bueno… el día – luego se sentó en el lugar que venía siendo habitual en él las últimas semanas, venía de negro, con el atuendo correcto para el clima que estaba corriendo durante los últimos días, pero a diferencia de la semana anterior, esta vez Alfonso llegó con un café en la mano, ya había cauterizado su problema con las muelas. Luego se puso a conversar con Isabel sobre el triunfo que su selección de Honduras había logrado contra México el viernes anterior.

    Los problemas técnicos hicieron de las suyas, consiguieron lo que parecía imposible, la esquina del terror se había separado, Enrique estaba sentado en frente mío, lo que mandó a Evangeline varios campos hacia la derecha, al otro lado de Isabel, Vinicio y Sandra compartieron la isla de escritorios más pequeña de la oficina, parecían dos periquitos de amor, sentados sin más compañía que ellos mismos. Luego cambiaron sus cosas a otro sector, donde podían regodearse de mejor manera, de espaldas al comedor.

    Al volver con el desayuno al escritorio, me topé con Isabel y Enrique platicando sobre los tiempos que dedican los hombres y las mujeres para conversar, siendo notable la diferencia, pero es que hay que ser sinceros, ¡qué poco comunicativos son los hombres!, en cambio, nosotras detallamos las cosas importantes, tampoco es que conversamos solo por conversar. Los hombres ven de más profundizar las cosas, son tan simples, tan poco humanos, ojalá pensaran un poco más como nosotras y se atrevieran a sensibilizar sus sentidos y su comunicación con su yo interno y con los demás.

    - Pasa una vez, pasa otra vez y así va creando un círculo vicioso.

    - ¿En serio?

    - Sí, es un círculo vicioso.

    Pero esta vez, Tadeo estaba equivocado, no era una constante, aunque sí era la segunda vez en cuestión de dos semanas que olvidaba los ID badges a la hora de salir, la anterior, él había estado en la recepción, esta vez tuve que tocar el timbre y esperar a que alguien se apiadara de mí para entrar nuevamente.

    - Eso es como una ETS – la comparación era exagerada, pero por la risa que mi respuesta provocó en Amalia después de su comentario, pareció que ella me daba algo de razón. Entonces dejó de lado aquellos susurros que la habían traído a donde yo estaba y regresó a su lugar.

    Llegó el miércoles, también llegó algo de sol con este día y además es la fecha de la segunda charla de primeros auxilios, a la espera de ver lo que deparará en esta solemne ocasión. El universo había hecho su trabajo y la esquina volvió a nutrirse con los cultivos que la tierra le proveía, entonces Vinicio, Nicolás, Sandra y Enrique volvieron a su hábitat natural, volvieron a sus espacios privados.

    Sandra estaba dando clases privadas de filosofía, del poder de la mente, de la necesidad que tiene el ser humano de conectarse con su interior, porque el universo conspira para concedernos aquello que pedimos de corazón, aquellas cosas cristianas o no, que anhelamos con todas nuestras fuerzas, entonces Nicolás puso atención y Sandra la retó a pedir las cosas, a revelarse contra sí misma, a no sabotearse, a no interferir en la felicidad que la vida le tiene destinada a uno. Tal vez, Sandra no era consciente de que hay cosas que cambian, planes que uno hace y de repente aparece un viernes trece que acaba con las agendas que tenemos predispuestas, como si la vida fuera una rueda mágica, hay gente que por más que la gire nunca ganará la lotería.

    - Le puse demasiada sal – y yo diría que sí, por la manera en que arrugó la cara.

    - ¿Eso no es café?

    - Sí, pero si el café queda muy fuerte, uno le pone un poco de sal para que recupere el sabor a café.

    - De algo sirve estar casado con una chef.

    - Me ha servido de mucho.

    - Yo me refería a la cocina, Leandro – aquel muchacho con el cabello teñido de morado era la primera persona a quien miraba ponerle sal al café, sin que esto fuera un accidente.

    - Ah sí, bueno, especifique.

    Dos cosas sucedieron hoy que son dignas de mención, los lentes que Tadeo lució hoy ante su necesidad de ver las cosas de cerca y evitar así meterse en el monitor, la otra, el arete que lució Sandra, que, aunque es mujer es bastante esquiva a lucir estos detalles, de hecho, ni Amalia ni yo recordamos verla así anteriormente.

    “Le rompen la ilusión a uno, la vez pasada me manosearon toda en la práctica y hoy era respiración de boca a boca”, así describió Regina su decepción porque la capacitación fuera pospuesta para la próxima semana, imagino que debió haberse depilado, por aquello de que el toqueteo fuera un poco más extensivo, digo, por si acaso. Hoy era la segunda charla de primeros auxilios, pero la señora a cargo no pudo asistir, imagino que se durmió o intentó maquillarse y la falta de experiencia le jugó una mala pasada, será la siguiente semana.

    Almorcé en la paz y la tranquilidad de una mesa donde estábamos Romeo, Paolo, Evangeline y yo. Mateo estaba libre porque era su cumpleaños, y Donato tenía sus ojos puestos en el monitor de su computadora, pero tan solo eran sus ojos porque sus oídos estaban en medio de la lista de estupideces que estuvimos hablando antes de almorzar.

    El equipo se prepara para el paseo a la playa del fin de semana, hoy era perfecto para la charla, por aquello de que alguno presente alguna emergencia, esperemos que no.
  7. Hay algo buscando salir en este muchacho, lo sé y más que saberlo, lo veo. Detrás de aquella cara de chiquillo hay algo que quiere salir, pero se abstiene de hacerlo. A Tadeo lo delata esa risa nerviosa que explota sin que él quiera revelarla, lo delata aquella mirada que parece mantenerse fija y cuyo desvío es casi imperceptible a la vista humana, pero, sobre todo, lo delata esa manera de ser, donde tiende a esconderse para no encajar en un mundo plagado de infecciones.

    Era tarde de videos, realmente era tarde de martes, pero eran dos los casos que apoyaban la denominación anterior. Tadeo, a sus años aprendió a desconfiar casi de todo, aludiendo a reflexiones que lo llevan a pensar que la humanidad es más perversa de lo que aparece en noticieros, hasta llegar a considerar el hecho de que existe multitud de personas fabricantes de pensamientos intrusivos, algunos de ellos, tan cercanos de él, que en su caso, prefiere no salir de su casa más de lo estrictamente necesario, así salva su mundo y evita exponerse a temores que no ocupa tener, sus mascotas se encargan de hacerle el mundo más llevadero. Y tiene razón, las hay. Los pensamientos intrusivos son ideas o imágenes que aparecen ante nosotros, de forma involuntaria y que pueden ser desagradables, inapropiados o molestos. Pueden ser repetitivos y pueden interferir en la vida diaria de una persona. Estas imágenes o maneras de pensar pueden ser catastróficas, escandalosas o incluso inmorales, desarrollados por diversos temas como agresiones, el temor a pecar y pueden causar ansiedad de tal manera que perdemos la calma.

    También debo mencionar algunas cosas que pasaron entre lunes y martes, pero que antes no tuve tiempo de escribir, se me borraron de la mente o simplemente estaba cansada, en cambio, ahora estoy recostada, con una cerveza ligera en la mesita del dormitorio y un snack a base de galletas, mayonesa y atún.

    Dice la matemática que el orden de los factores no altera el producto, por lo que en este caso empezaré de atrás hacia adelante, recordando el punto del martes y este, me llevará inmediatamente al punto del lunes.

    - Esas cosas son básicas – Donato se refería a cosas que consideraba como normales en la intimidad de una pareja, como darse de nalgadas o jalarse el cabello.

    Donato se había despedido hacía cinco minutos, pero se quedó de pie para escuchar la conversación que teníamos Vinicio, Sandra, Nicolás y mi persona, sobre las cosas que activaban la chispa del placer en la cama, la duración del acto y otros puntos relacionados entre sí.

    - El promedio, aunque no lo crean es de siete minutos y medio – nos dijo ante la cara de asombro de Vinicio.

    - ¿Tan poquito? – Vinicio debía ser de esos superdotados que rinden una hora al máximo nivel.

    - Sí, o sea, en el mete y saca, puramente hablando – entonces Donato se sonrojó con sus propias palabras.

    - ¿Sin estar solo en el misionero? – le indiqué – hay gente que vive así.

    - ¡Ay no! Qué aburrido - luego se volvió a despedir y se marchó pacíficamente.

    - Doc, doc – y sí estaba escuchándolo - ¿por qué usted nunca me escucha? – el tono de piel en el rostro de Vinicio había cambiado.

    - Porque tiendo a ignorar ciertas voces.

    - Doctora, respéteme.

    - Yo lo respeto Vinicio – y así lo hago, de hecho, pondría mi mano sobre el fuego para sostener lo dicho.

    - Yo solo espero que tenga una buena impresión de mí – alardeó Sandra desde su esquina, ¡una buena impresión!... no Sandra, no se le pueden pedir peras al olmo.

    Esta conversación tiene referencia con un episodio del lunes, del que fueron observadoras omisas Isabel y Evangeline durante el almuerzo, cuando nos encontrábamos en medio de una partida de videojuegos.

    - Espero que esté guapo.

    - ¿Quién? – le respondí a Evangeline, antes de que Isabel llegara a la sala.

    - El hombre con quien se escribe.

    - Sí, está guapo.

    Era el abogado, teníamos exactamente once días sin escribirnos, sin saber nada del otro, ese tiempo había transcurrido desde la tarde de Halloween, tan placentera y, sin embargo, con un final tan doloroso. Estaba agobiado, ya no podía más, ya no soportaba tener que intimar con su esposa, así tal cual me lo confesó. Parece ser que la dama en cuestión cronometra su actividad sexual, limitando a un minuto la acción previa (oral incluido) y a cuatro minutos el resto, y el resto, incluye un abrazo final, sea que el abogado haya concluido o no. Esos cinco minutos ya no bastaban, porque no le daba chance al abogado de planificar ni improvisar prácticamente nada (este es el ejemplo que le debí dar a Donato, sobre la gente que se limita al misionero, por un lapso de tres o cuatro minutos y luego, nos fuimos). ¿Qué consejo podía darle yo?, le dije lo único que podía dada mi posición con él, que siguiera allí, por las apariencias, hasta donde estas le dieran oportunidad y por sus hijos, yo tal vez no era de mucha ayuda, pero podíamos distraernos mutuamente, estuvo de acuerdo. No sé por qué, pero me dio por mencionarle sobre estos paupérrimos borradores donde trataba de describir aquellas escenas censurables que protagonizábamos y le dio curiosidad leerlos, entonces le pasé una parte de los escritos y quedó encantado con la narrativa, a pesar de estar claros que nunca voy a ser escritora, porque la literatura no se me da bien. yo solamente trataba de levantarle un poco el ánimo y creo que al final lo conseguí. Luego vino lo de la videollamada, pero la misma tuvimos que cortarla al par de minutos, porque su esposa estaba llegando a la casa y la castidad hay que cuidarla.

    Ahora toca hacer la aclaración sobre la tarde de videos a la que hice referencia al inicio de estas hojas. Camino a la casa me escribió Tadeo, me envió un video sobre gente inescrupulosa que estudia psicología para hacer eco de los chismes ajenos y luego publicarlos en libros o blogs ¡qué infelices!, lo peor es que debe existir gente así, luego vino lo de su análisis de la gente y un grupo de gifs que respondían a la conversación.

    Dos horas antes, Sandra me envió un video y ante la carcajada que se me vino casi al instante, me preguntó el motivo de la risa.

    - Esta gente del colegio que le pasa a uno cada cosa.

    En realidad, el video en cuestión me lo enviaba ella, era Vinicio, al mejor estilo de Luis Miguel, sosteniendo el micrófono en un karaoke, plácidamente sentado, sin parpadear para que la letra no se le escapara de la pantalla. Si La Llorona fuera real, Vinicio podría ser su banda sonora.
  8. No, no amanecieron juntos, ni durmieron juntos la noche del sábado, pero el domingo se esmeró en tenerlos juntitos apenas empezando la mañana, para pasar el día en el Parque de Diversiones (como diría Isabel, Sandra tratando de seguir el ritmo de la juventud que vive en Vinicio). Al sitio llegaron, Vinicio enfundado en un short de mezclilla, gorra y camiseta sin mangas y Sandra con blusa negra y lentes oscuros, aunque el sol no hizo acto de presencia durante todo ese día. Ese mismo domingo en la noche me escribió Evangeline, para corroborrar que yo asistiera el día siguiente a la oficina, como si mis deudas las pagara alguien más.

    Lunes por la mañana. Las clases fueron suspendidas en todos los centros educativos del país, debido a la alerta amarilla que cubría el territorio costarricense por las fuertes lluvias, cuando llegué a la oficina antes de las seis ante meridiano, no se distinguía ni un espacio celeste entre aquel cielo nublado, estaba lloviendo y el calor aún estaba pendiente de llegar a mis manos, con ese frío también se me antojaba un café.

    Evangeline me quiso como moneda de cambio, ofreciéndome a Sandra para ayudarla en lo que esta creyera necesario, incluso a domicilio, si era que Sandra así lo consideraba mejor. Estuve a punto de dar mi opinión, pero entonces me detuve, dado que, si contestaba lo que tenía en medio de la boca, iba a terminar diciendo alguna estupidez que podría, inevitablemente, llevar a otra estupidez de mayor tamaño.

    Entre el trajín del martes, cuando Alfonso tenía la cara tensa por el trabajo, tuve una videollamada con el abogado, pero tan breve, que fue más lo que tardé en salir, que lo que tardó Tadeo en abrirme la puerta para volver a ingresar a la oficina. Eso sí, la videollamada tuve que retrasarla un par de minutos, mientras Isabel se despedía y el ascensor llegaba al cuarto piso.

    - Yo siempre digo que no, pero luego termino diciendo que sí.

    - Espero que no a todo – la mirada que me hacía Tadeo significaba que entendía mi respuesta, que ya le daba por segunda vez en cuestión de un minuto, y luego, me llevó dos minutos explicarle a Tadeo por qué había que alejarse de cierto tipo de personas.

    A Enrique le habían despedazado el corazón, al llegar el martes a la oficina le llegó el turno de buscar campo en otro sector, porque su espacio estaba en cuarentena y no había recibido el visto bueno de Donato para sentarse en su lugar acostumbrado. Lo que sí recibió fue la condolencia por parte de Nicolás, Vinicio y Sandra. Vinicio en cambio, estaba abrumado por un sueño donde le reclamaban atenciones ausentes, cosas que los enamorados se suelen decir sin querer. Dicen que el amor es ciego, pero yo voy a actualizar esa frase, el amor además de ciego es idiota.

    Este martes le regresó la educación a Sandra y se atrevió a saludar a los pocos cristianos que estábamos, seguro se dio cuenta que saludar no mata a nadie, como el sexo, el ejercicio o la comida saludable, que dice Regina que son detonantes que asesinan a cualquier persona sin piedad.

    - ¡Me dijo ridículo! – estoy seguro de que cosas peores le deben haber dicho a Vinicio, pero prefiero no preguntarle.

    Alfonso estaba alejado del café, no lo había probado durante la semana, estaba a puro puré, avenas y bebidas a temperatura ambiente, nada frío ni caliente. El fin de semana le habían sacado la segunda muela del juicio en la dentadura de abajo y estaba todavía adolorido, según mis cálculos y mi experiencia en esos terribles pasajes, le debían quedar al menos cuatro días más de dolores. Entonces Alfonso recordó los males que tuvo por culpa de sus dientes durante su niñez allá en su querida Honduras, con Doña Yolanda, la señora encargada de sacar las muelas valiéndose de sus uñas y un trozo de hilo.

    Donato se rascaba la cabeza tratando de entender las matemáticas de su vida. No lograba razonar la manera en que Vinicio y Sandra podían ir al Parque de Diversiones, salir del país y darse otros placeres mundanos, mientras que él había salido el sábado en la noche y había quedado en modo Adán y Eva hasta el viernes que Mateo se atreviera a depositar el salario, hasta entonces Donato estaba destinado a pan y agua, como San Juan Bautista en las celdas de Herodes. Y mira que Mateo pudo depositarlo hoy, que sí, yo sé, tres días previos es mucho tiempo, pero hoy vestía de camisa blanca y pantalón azul, me recordó a un personaje de caricaturas, pero la memoria me falló y no recuerdo el nombre del personaje.

    Paolo entró en el salón abrazándose a sí mismo y se sentó junto a la ventana intentando agarrar algo de calor durante la reunión, lo que yo creería que no logró, puesto que el clima afuera era de absoluto invierno, por lo que aún debe tener las manos frías.

    A Amalia todavía le dolía el alma de no poder compartir cama, digo habitación con Evangeline durante el paseo que estaba por venir en dos semanas y así lo hizo saber en la reunión. Dice Sandra que lo que se manifiesta con bastante fuerza en el pensamiento, sucede, algo así es la frase, la cuestión es que, si se pide algo con pasión, eso está destinado a suceder, tal vez eso le falta a Amalia, pasión a la hora de querer compartir la habitación con Evangeline, quizás le toque en un futuro cercano, ¡Dios quiera!, para que se aparte de ella ese sufrimiento.

    Casi es el almuerzo y pasó lo increíble, Alfonso estaba todavía en sus cinco sentidos sin probar una taza de café, como si se estuviera desintoxicando. Once y cuatro minutos de la mañana (creo, porque como no hay sol), el estómago de Donato empieza a alimentarse de sí mismo.

    - ¿Y si adelantamos el almuerzo? – sus manos sujetaban el estómago, que parecía tener vida propia, pero se sostuvo hasta mediodía, debió perder al menos medio kilo de carne en ese lapso. Entre tanto se conformó con un snack, pero el piso de la cocina estaba húmedo y entonces recordó su infancia, aquellos tiempos en que su mamá lo regañaba por pasar por el piso mojado y le tocaba agarrarse de las paredes para caminar por las orillas.

    Mi abuela murió hace dieciocho años, pero siempre decía que el Libro del Apocalipsis anunciaba tres días de oscuridad por los pecados de la humanidad, como sean estos no me dará tiempo de arrepentirme de mis pecados. Ni modo, quedará el arrepentimiento para otra vida.

    El martes terminó normal. Vinicio delatando a Sandra, le habían dedicado “Me bebí tu recuerdo” en un karaoke durante el fin de semana, pero no sé si el hombre se bebió su recuerdo o lo escupió, por la cara de Sandra creo que no se lo bebió con gusto. Evangeline dice que ella nunca se niega, es como un vaso de agua, disponible para todos sin excepción, hay cosas a las que es inevitable negarse. A Vinicio le vaticiné un futuro como el de Sandra, donde los anillos se los suenan a su antojo y cada campanada abre la iglesia. Nicolás se quiso ver serio, pero esa mirada de ángel caído no puede quitársela de encima. Por cierto, Donato anunció que el lunes estarán en cuarentena los asientos donde se sitúan Vinicio, Sandra y Nicolás, bienvenidos a los juegos del estrés.

    Una y treinta nueve pasado meridiano, Alfonso tiene la cara de angustia, de las seis tazas habituales de café, no probó ni una, me pregunto cómo irá a desaparecer el estrés este muchacho.

    Y la próxima semana es la siguiente charla de primeros auxilios, desde ahora espero con ansias la cara de asombro de Romeo ante lo que va a aprender y espero que, si Nicolás va de voluntario, esta vez sepa ser un moribundo con dignidad y no se ría en medio del accidente.
  9. Hay gente que nunca aprende a callarse, gente que nunca aprende a soltar su niñez, gente que nunca aprende el valor de las cosas. Vinicio no había aprendido nunca a andar en bicicleta, por eso cuando Nicolás y Sandra lo invitaron a distraerse con el deporte del ciclismo que atrae a millones y millones de personas alrededor del planeta, Vinicio dio una respuesta negativa. Y, sin embargo, aquí sentada con un café, juraría con la mano en La Biblia, que a Sandra el aire de los pulmones no le daría para pedalear más de doscientos metros, ¡Wao!, Nicolás en cambio, creo que es de los tres, quien mejor condición física posee.

    Con Evangeline e Isabel, conmemoramos el Día de Muertos contando historias curiosas sobre almas penitentes y enredos que los difuntos le dejan a sus familiares que continúan con vida.

    El cuerpo deseado del día fue Evangeline, aquella mujer cuyos atributos frontales podían alimentar a aldeas enteras, y que según lo que dijo Donato, durante el paseo de la empresa a la playa compartirá sábanas, digo, compartirá habitación con Amalia, la chica de la sonrisa eterna, quien estaba feliz con la noticia. Sandra se ofreció a compartir la noche con ella, pero creo que la noticia le provocó un cierto mal cosquilleo o una contractura en el cuerpo a Evangeline. No importa, porque al parecer, Sandra ha quedado en la habitación con Nicolás y Vinicio, dos hombres y una mujer, ¡peligro de incendio!, no, no creo.

    Sin embargo, aún quedan un par de semanas y con suerte, Evangeline logre desatar algún otro deseo de alguien que quiera quedarse con su compañía durante ese viaje. Donato, Amalia y la misma Evangeline trataron de convencerme de unirme al grupo, Amalia incluso se ofreció a hablar con mis padres o con quien fuera para pedir permiso (como si a mis años ocupara que alguien respondiera por mí). Pero mi postura desde un inicio ha sido declinar la invitación, no tengo problema con ninguno, pero tampoco me destaco por ser el alma de la fiesta, en el fondo sé que disfrutarán más sin mí, si me conozco un poco, no me conocen por ser la que pone a girar el mundo.

    - Dice Sandra que, si quiere, ella le apaga la vela.

    - ¿Me apaga qué? – entonces Vinicio soltó la risa, Nicolás giró la cabeza y Sandra alzó la vista.

    - Por el cumpleaños.

    - No, yo creo que ya se la apagaron – la observación de Nicolás iba dirigida con doble sentido, al parecer por su mirada.

    Debo confesar algo triste, que en las veces que salí al pasillo frente a la oficina, no observé ninguna de esas muestras de amor que Dios suele poner a mi vista cuando me dirijo a los baños. ¡Qué lástima!, con lo lindo que se mira ese pasillo cuando Dios muestra su grandeza. Lo noté yo y también lo notó Tadeo, que miraba con sonrisa mi mirada algo somnolienta.

    - ¿Qué pasó?

    - Nada – echaba su cuerpo hacia atrás en la silla – no voy a pelear, a no ser, claro, que usted quiera pelear – este muchacho debe esconder algo en aquella mirada de chiquillo inocente, es solamente cuestión de ver más allá de sus ojos, lo anotaré como tarea pendiente.

    La verdad es que a media mañana tuve que ir a enjuagarme el rostro, porque de otra manera iba a caer dormida encima de los monitores, la noche no fue tan generosa conmigo a la hora de conciliar el sueño.

    - Este día, es lo más largo que he tenido en mi vida – Vinicio echó sus manos sobre su cabeza ante la mirada desafiante de Sandra.

    - ¡Wao! – fue la respuesta de esta, quien con seguridad ha tenido cosas más largas entre sus manos, por no mencionar otras partes de su cuerpo.

    Era exactamente la una y cincuenta y ocho minutos de la tarde, cuando el ángel que se posa en mi hombro derecho me dio un jalón en la oreja y me pidió que me volteara. Parecía que yo era el centro de atención de Nicolás y Vinicio, que me miraban sin parpadear, me sentí deseada entre los hombres, hasta que Vinicio abrió su boca.

    - El jueves se fue sin despedirse – tenía una mirada seria, como político que pierde las elecciones.

    - Sí – lo secundó Nicolás – ni siquiera un hasta luego nos dijo.

    - Seguramente llevaba prisa, ¿verdad?, porque me quedé esperando que se despidiera – lo cierto es que el jueves mi cabeza estuvo en muchas partes (literalmente), por lo que no recuerdo si me despedí o no, pero no voy a dudar de la palabra de estos hombres.

    Así que cuando cumplí con la jornada laboral, guardé mis cosas en el bolso, me levanté sin mucha prisa, me despedí de la poca gente que todavía quedaba en la oficina, Amalia, Mateo, Sandra… entonces me dirigí hacia aquellos que reclamaban una despedida formal. Vinicio tenía una risa extraña, le cubría la mayoría de su cara. Alzó su mano derecha como quien pide permiso para hablar y siguió sonriendo.

    - Es que yo no abrazo – miré su mano alzada – choquemos los cinco, va a ser como si yo la abrazara – dudé un momento, pero bajo la mirada de Dios que cuida a esta sierva y dado que he visto El Exorcista tantas veces y pocas cosas me dan miedo ya en esta vida, le choqué la mano, la tenía más tibia que fría, creo que es primera vez que saludo a Vinicio más allá del simple “buenos días”.

    En cambio, el otro, Nicolás, ni siquiera me respondió cuando le dije hasta luego, así son los hombres, pasan reclamando que las mujeres no les prestamos la atención necesaria y son ellos, los que se ganan el trato. Benditas seamos las mujeres, porque nunca se dirá que nosotras reclamamos lo que no merecemos por derecho. Así se ha escrito, que así sea.

    Dice Mateo que yo debería hacer el esfuerzo de tratarlo bien para que me deposite de primero el aguinaldo este otro mes. Pero eso me lo he ganado con el trato amable que le he dado durante todo este año, ninguna mujer lo ha tratado nunca como yo lo trato, de eso estoy segura.

    Tuve la confianza suficiente de que el día que coincide con la fecha en que nací iba a pasar desapercibida, pero ¡ah no!… a Paolo no se le olvidó… gracias.

    Postdata: debo recordar recomendarle alguna medicina a Enrique, el pobre lleva quince días con tos y a estas alturas, su tos parece sacada de un libro de Stephen King. También empiezo a temer por su salud mental, debido a que hay unos cables eléctricos que necesitan atención, por lo que el campo en que se sienta Enrique va a ser puesto en cuarentena hasta nuevo aviso, que Dios lo socorra. Ahora sí, esta princesa se va a dormir.
  10. Vinicio me escribió apenas pasado el alba del viernes, quería recriminarme cosas del amor, que las mujeres estábamos cortadas con la misma tijera, que los hombres no se merecían ese trato. Lo siento Vinicio, pero las mujeres estamos en nuestro derecho de externar lo que pensamos, o ¿acaso los hombres no juegan con los sentimientos de las mujeres? ¿los hombres no buscan satisfacerse en detrimento de alguna chica que se enamora de ellos?, ambos bandos tenemos que lucir nuestras banderas de guerreros de vez en cuando.

    Ese mismo viernes en la tarde, empezando a prepararme la cena (brócoli con sal y fideos con queso y mantequilla), Amalia me escribió desde el extranjero, había perdido el teléfono (así que no sé cómo me escribió), le di el mejor consejo que podía darle, que dejara esas conversaciones ardientes con hombres de mal vivir, así su esposo no se vería en la necesidad de atacar su teléfono.

    - Yo soy pésima ligadora – ahí estaba Regina, sentada en el piso al lado afuera de la oficina, sin café, justo hoy que amaneció lloviendo a cántaros, el día que más necesitaba calentarse había encontrado la cafetería cerrada.

    Alfonso llegó justo a sentarse a mi lado, a mano izquierda, con su hospitalidad acostumbrada. Aún no había ido por su primera taza de café.

    - Vine a ponerle color a este espacio – apenas estaba acomodando su bolso en el escritorio.

    - Me parece bien, la gente positiva es bienvenida aquí – yo estaba encendiendo la computadora, con cara de sueño.

    Evangeline se sentó, se acercó con unos trozos de papel en la mano y las puso a mi lado.

    - Estoy creando un juego de mesa nuevo, pero ocupo saber si se lee claro. O sea, está en español, pero ocupo saber si se entiende.

    Pues sí, sí se entendía, era algo sobre el apocalipsis zombi que ella lleva tiempo esperando, pero que aún no ocurre. Entre Alfonso, Evangeline e Isabel, montaron una conferencia sobre comidas, las maneras de preparar desayunos, tamales, las salsas que no eran del agrado de Alfonso, los condimentos que Evangeline utilizaba para dar sabor, si hubieran tenido tres minutos más, habrían hecho su propio recetario.

    Las malas lenguas habían llegado a los oídos de Tadeo y entonces, en lugar de darme los buenos días, me dijo que ya sabía que yo lo cambiaría a ojos cerrados por el moreno que atendía la recepción en la planta baja. Pero no era mi culpa, aquel moreno podía llevarme al Infierno el día y la hora que él quisiera, por toda la eternidad si así lo tenía Dios dispuesto.

    Sí, lo admito, posiblemente tuve algo de culpa. Le envié una imagen al abogado para dar los buenos días y lo único que obtuve fue una reacción de un pulgar hacia arriba. Ni una palabra, ni una maldita letra. No le escribí hoy, le quise dar espacio para pensar, yo también lo ocupaba, pero al menos yo, lo había saludado, sin que el saludo fuera correspondido.

    - La Legión del Mal, no vino hoy – Donato estaba sorprendido viendo aquella esquina vacía.

    - No, no quisieron vernos hoy.

    - Es que vinieron ayer – les aclaró Isabel a Donato y a Evangeline que miraban ese espacio frío como el clima que estaba trayendo el martes fuera del edificio.

    Donato estaba ahí, de cuerpo presente con un sobre en la mano, lo abrió y sacó la parte del premio en efectivo que me correspondía por ser parte del equipo de las trivias de Halloween y ganar el segundo lugar. Aún quedaba otro pendiente, pero este quedó entre Paolo y yo, en voces imperceptibles, sin ecos más allá de su escritorio, como un secreto de dos.

    Despues de la reunión, Donato vino, cruzó los brazos y me dijo:

    - Quiero invitarla a algo.

    - No es a una iglesia.

    - No, me quemo.

    Luego me dijo una tarjeta para un café, apenas para el clima que teníamos, para calentar las penas ajenas que se quedaban como propias.

    Creo que Romeo quería comentarme algo sobre Halloween, pero luego, la prudencia dijo presente y omitió su comentario.

    Hoy, Jesús abrió mis ojos y puso en mi mente la idea perfecta, ocupábamos girar el escritorio de recepción, así Tadeo no se distraería mientras yo llevaba a cabo mis momentos de oración cuando un alma en pena apareciera frente a mí al abrir la puerta. Esa idea había que elaborarla.
  11. Halloween empezó a las siete de la mañana cuando llegué a la oficina y vi el lugar lleno, Alfonso estaba en el lugar donde normalmente me siento, estaba buscando otro asiento cuando se ofreció a cambiar de puesto, caballeros hay aún. La esquina estaba cambiada, lucía un aspecto más tonificado, más juvenil. Sandra estaba sentada en el campo donde suele sentarse Evangeline, que no asistió porque la placa de su carro tenía restricción vehicular. Batman estaba a mi izquierda, Pugsley Addams estaba al final del escritorio, luego vi a Cruella de Vil. Nicolás llegó con un traje de Oogie Boogie cosido a mano por él mismo.

    Sandra y Vinicio estaban vestidos de demonios (en mi opinión el disfraz debería caracterizar algo que no se es), el disfraz de ambos incluía lentes de contacto y un tridente en el caso de Sandra, para verse más a tono con su espíritu. Luego fueron al salón de juegos y llevaron a cabo una sesión fotográfica donde el Infierno brilló en su apogeo.

    Romeo llegó repartiendo el espíritu de Halloween, aprovechó que Isabel andaba una blusa celeste y le obsequió una diadema con orejas de gato del mismo color y a mí me regaló una de color azul que me puse al instante, bueno, Vinicio estuvo atento y me dijo dos veces que estaba mal colocada. Más tarde aterrizó Paolo, elegantemente vestido, como si estuviera celebrando el Día de Muertos en México, con un traje tan detallado que daba gusto ver. Enrique llegó con un disfraz menos elaborado, llegó vestido de los tiempos del Covid, con una mascarilla celeste cubriendo su boca.

    Halloween también marca la salida de Augusto, que puso la renuncia para partir a nuevos horizontes, bien por él, aunque confieso que me quedaron pendientes varios puntos que tratar con su persona. Suerte.

    Faltaba ver a Nicolás y Vinicio darle consejos sobre amor a Sandra, dos tuertos guiando a una ciega.

    - Es que eso me molesta tenerlo en la boca – tenía razón Sandra, eso de los tratamientos odontológicos son molestos.

    - Eso le molesta tenerlo en la boca, pero otras cosas… - también tenía razón Vinicio, había cosas que Sandra disfrutaba tener entre sus labios, aunque fueran de una talla más.

    Durante el desfile de disfraces hubo de todo: Game of Thrones, It, un juego de carritos chocones que montó el equipo de Alfonso, Romeo y sus otros chicos, que por cierto no tuvieron competencia, porque nadie más participó por equipos. Hubo también un ancianito super simpático, que llegó y no paró de decir que aquellas cosas eran obra del diablo. Cuando estaba empezando el desfile se me acercó y con aquellos ojos brillantes que tenía, me dijo:

    - Hijita, ¿se puede poner música? – porque había escuchado la participación del primer concursante (Pugsley Addams).

    - Sí – le dije de manera que pudiera escucharme.

    - Ay, ¡qué emoción! Entonces voy a pedir que me pongan un bolero, para recordar – seguramente quería acordarse de alguna muchacha que en sus tiempos mozos (hará unos sesenta años), le quitaba la respiración en algún salón de baile.

    Cuando fue mi turno de salir a escena, Donato me hizo el favor de poner la música, pero el hombre tenía prisa, la puso apenas empecé a caminar y tuve que decirle que esperara a colocarme el gorrito de Navidad. El último en salir a escena fue Nicolás, le quitó el tridente a Sandra e hizo un par de movimientos atrevidos a mi alrededor. Con él terminó la pasarela. Luego hubo chalupas con pollo y ensalada, queque, tres leches y refrescos. Nos sentamos en la sala de reuniones, Donato (que había llegado como un deportista de alguna película de parodia) hizo la conexión para que jugáramos a las trivias, y, aunque Evangeline estaba inscrita con nuestro equipo, no pudo jugar, porque no se admitían equipos híbridos. Todos debían estar en la oficina o todos de manera virtual, así que el jefe se unió a nosotros. Pugsley Addams se comunicó con Evangeline y le informó de las reglas para formar equipo y el jefe hizo lo mismo. Al final quedamos en segundo lugar, después de cincuenta preguntas y logramos uno de los premios en efectivo.

    Más tarde en los baños quedaba el último susto, Sandra abrió la puerta de los baños, con tan mala suerte que golpeó el carrito de limpieza que llevaba uno de los muchachos de mantenimiento.

    - Es para que vea lo terrible que son las mujeres – alcancé a decirle al pobre muchacho.

    - Sí, por eso es mejor seguir soltero – y volvió a acomodar el carrito.

    Saliendo de la oficina recibí un mensaje “Suite 1, Hotel de Paso Estrella, Uruca”. Llegué a San José desde Escazú, tomé el primer bus que pasó hacia Uruca y me dirigí al lugar de encuentro, llevaba el disfraz de Samantha en el bolso, de haberlo llevado puesto, todos me habrían mirado raro en el bus y no faltaría quien riera. A los pocos minutos lo llamé porque estaba algo confundida con la dirección del lugar, pero luego de hablar, tomé un taxi y me condujo sin problemas hasta el lugar.

    De los sitios donde estuve hasta el momento con el abogado, aquel era el más fino, tenía las paredes acolchadas con tonalidades rojas y negras, espejos en el cielo para ver la acción de reversa, un jacuzzi, un sillón tantra color rojo, al lado derecho de la cama Queen y una pequeña cesta con siete chocolates.

    El hombre me pidió disculpas por la ausencia a la última cita, pero yo no estaba ahí para jugar al sacerdote, ni para escucharlo disculparse. Cogí uno de los chocolates rellenos que estaban en la cesta, lo puse en mi boca, lo mordí y puse algo del relleno en mi dedo pulgar derecho. Me abrazó, pero lo aparté un poco, hizo a hablar, pero con mi mano izquierda tapé su boca y entreabrí mi blusa, expuse mi seno izquierdo y lo cubrí con el caramelo que tenía en la mano, entonces le hice una seña y comenzó a probar aquel dulce, yo parecía una madre amamantando a su bebé. Luego fui desprendiéndome de la blusa, me tomó entre sus brazos y me llevó al sillón, o yo lo llevé a él, no recuerdo bien.

    Me giré, él se acostó en el sillón, yo le ayudé a quitarse la camisa mientras nos besábamos, hice lo propio con su pantalón y él hizo lo que debía con mi ropa, excepto por mi cachetero que soportó unos minutos más en su lugar, lo mismo que su ropa interior. Íbamos sin prisa, con los teléfonos en modo vibración por si alguien interrumpía y luego de unos juegos previos que causaron una montaña rusa en ambos cuerpos, tomé las riendas para divertirnos. Con el abogado recostado, hice una especie de striptease (dentro de lo que cabe, porque como dije solo llevaba puesto el cachetero), me acerqué, comencé a recostarme sobre él y entonces, apoyé mis piernas en sus hombros para alivianar mi peso y que fuera lo más placentero posible. Luego me senté encima suyo mientras arqueaba mi cuerpo apoyándome contra la butaca, en el sillón concluimos con lo que llaman el beso de la mariposa.

    El tiempo es tan relativo que cuando la estamos pasando bien, los minutos solamente tienen treinta segundos, por eso se pasa de manera tan rápida.

    La lujuria es un pecado capital que al igual que el resto de ellos, promueve un placer en quien lo comete, no la cometemos porque sí, lo hacemos porque el cuerpo necesita sentirse deseado, y en ciertas ocasiones, mancillado. No recuerdo que cruzáramos palabra alguna, ninguno de los dos había ido a charlar. El segundo asalto, en la cama, lo iniciamos con un “Launch Pad” que es extremadamente delicioso para la mujer, debido a que la penetración puede ser más profunda que en otras posiciones, y desde ahí quedaba fácil cambiar a la postura de la mantequilla, que puede ser molesta para algunos si no se hace de la manera correcta. “La libélula” fue el cierre de aquella tarde de Halloween, donde pasé de ser Samantha a ser vampiresa, dispuesta a acabar con cualquier forma de vida que existiera en el abogado. El jacuzzi fue lo último que probamos, para relajarnos. El abogado se encargó de hacerme gemir y yo, me encargué de que no se acordara de su esposa o de cualquier otra mujer.

    Habíamos terminado abrazados. Estaba terminando de abrochar mi brasier cuando sonaron las únicas palabras que recuerdo de aquel sitio:

    - ¿Hay algo malo si empiezo a sentir algo más?

    - Sí – le dije después de tres o cuatro segundos y aun con mis manos en la espalda – porque yo no quiero nada más.

    Ambos terminamos de vestirnos y aunque cruzamos un beso al abandonar el lugar, no se sintieron las llamas del Infierno como cuando nos besamos en la habitación.

    Cuando entré a mi casa, el reloj marcaba las ocho y dos minutos, un poco más tarde de la hora en que solía llegar. Contrario a lo que pensaba Sandra, había ocasiones en que no se podía amanecer con aquella persona. Tampoco sé si Vinicio y Nicolás entenderían, porque ambos son de la idea de que no disfrutan un rapidín, ocupan tiempo para desarrollar la escena completa e imagino que también ocuparán amanecer abrazados.

    Las mujeres no fuimos programadas para mentir y tampoco fuimos programadas para estar aguantando las inseguridades de los hombres que piensan que cada amigo con el que conversamos está pensando en hacer el amor con nosotras o viceversa, o que cada mujer tiene pensado enamorarse, nosotras también buscamos algo de placer.
  12. Espero que cuando el hombre correcto llegue a mi vida, yo pueda tener el suficiente crecimiento emocional como para mirarlo a los ojos, darle un beso y decirle “lo siento, pero estoy casada”.

    Tadeo me escribió el viernes temprano, antes del desayuno, cuando estaba todavía a medio vestir después de bañarme, quería quejarse por un comentario que hice sobre el amor, sin darse cuenta de que yo solamente trataba de ayudarlo a sacar esa ira que le estorbaba en el corazón y que en una parte oscura de su inconsciente le hacía daño. Entonces, dimos por terminado aquel tema, creo que aprendió que hay cosas que escapan de nuestras manos y que no debemos darle espacio a ciertas personas que buscan en nosotros, más de lo que podemos ofrecerles.

    El fin de semana yo lo ocupé en cosas de la casa, Augusto en cambio, lo usó para observar la F1 por televisión y cambiar un poco aquel paso tranquilo que lo caracteriza por la alta velocidad.

    Actualicemos datos, Donato regresa mañana miércoles de vacaciones, Enrique volvió ayer lunes y Amalia partió fuera del país el viernes anterior, por lo que esta semana no la veré. Y si mis cálculos no me fallan, este sábado cumplo treinta y cinco, y parto sin novedad porque no tengo planeado ni un café por la tarde.

    Halloween empezó varios días antes, por fecha era jueves, pero comenzó a sentirse desde el lunes, Vinicio reportó que no había electricidad en su casa y casi en un suspiro, Nicolás hizo lo mismo, habiendo varios kilómetros de por medio. Hubo varias posibilidades que se me cruzaron por la cabeza: los demonios estaban haciendo de las suyas, Vinicio y Nicolás habían comenzado un aquelarre para conseguir el verdadero amor o simplemente era circunstancial, vaya Dios a saber cuál de esas opciones era la causa. Parece que al final fue el aquelarre, porque tardó Vinicio en informar que iba camino a la oficina, cuando Nicolás lo secundó con el mismo mensaje, ¿cuántas flores habrán quemado para quitarse el agua de calzón? Sandra me comentó entre corredores que ambos viajarían en escobas, pero yo lo dudé, eso ya sería el colmo, ambos viajaban siempre en carro.

    Esperé cerca de dos minutos hasta que Regina apareció frente a la puerta principal del edificio, yo ya estaba ingresando cuando miré hacia atrás y la vi donde venía cruzando el puente que separaba el edificio de oficinas del parqueo, entonces me quedé allí de pie, para abrirle la puerta.

    - Parece un hotel cinco estrellas, bueno, uno cuatro estrellas – afirmó cuando ingresó, luego nos separamos por unos minutos, yo subí por las escaleras, ella hizo uso del elevador.

    Dieciocho minutos, eso le llevó a Sandra limpiar su parte del escritorio, desinfectarlo, porque había espíritus que habitaban aquellas tierras los días en que ella se ausentaba.

    - Iba a decirles buenos días, pero es que ustedes no saludan – así nos saludó Sandra a Evangeline, Isabel y a mí. ¡Qué fea actitud la de esta mujer!, comenzar así un día, cuando es sabido que es de nuestro agrado, que nos reímos con ella y que nos llevamos bien, por lo menos hasta donde yo sé.

    Cuando llegó Paolo a saludar, Evangeline estaba aún medio sonámbula, y al saludarlo le llamó por el nombre de Donato, a lo que Paolo le respondió con una sonrisa mientras Evangeline terminaba de despertarse, era el martes, cerca de las siete y media de la mañana, dos días antes de Halloween.

    - ¡Me llamó Donato! – me dijo Paolo con una risa que se escapaba de sus labios, mientras colocaba sus manos en su pecho.

    - Es que todavía estoy medio dormida, no tuve buena noche – eran las palabras de Evangeline para aclarar aquella confusión.

    Entonces le hice a Paolo la observación de que él le llevaba cerca de veinte centímetros de altura a Donato y que así se dificultaba más el confundirse.

    También Enrique llegó a saludarme, con cierto recelo, porque creyó que yo aun recordaba el episodio de hace dos semanas, pero no, ya tengo eso olvidado, es más, ni me acuerdo de esa tarde de risas y comentarios descabellados que surgieron de parte de él, Nicolás y Vinicio. Las mujeres no tenemos memoria Enrique, pero cuando se nos activa, somos capaces de causar inundaciones en los desiertos.

    Durante la reunión de hoy, noté que Vinicio y Sandra pusieron sus retratos hollywoodenses como foto de perfil en la aplicación de reuniones, así se lo hice notar a Isabel y esta disimuló su risa detrás del monitor lo mejor que pudo.

    Evangeline me pidió que la acompañara a comprar el almuerzo, porque no había llevado nada, así que fuimos a Rostipollos, compró unas chalupas con arroz y luego subimos, fuimos matando el tiempo conversando sobre cosas que observábamos y otras que quisiéramos observar, pero que la divinidad no ha querido compartir con nosotras.

    En el almuerzo alguien nos convidó al guacamole y Evangeline y yo no dudamos en servirnos un poco, luego Isabel y Enrique (que llevaba puesta una mascarilla para no contagiarnos con gripe), se nos unieron a los videojuegos y a petición de este último, terminamos jugando Super Mario Kart, pero fui demasiado lenta y acabé de última.

    Dice Nicolás que él irá disfrazado con traje entero y ya me lo imaginé con corbata, saco negro y zapatos formales, sé que Tadeo va de Shaggy, el inseparable amigo de Scooby Doo. Sandra me preguntó si yo adivinaba de qué iría vestida, pero decirle mi opinión habría sido muy atrevido, así que me abstuve, hay disfraces que espero con ansias, pero tendré que aguardar al jueves para corroborar. Junto con Regina y Evangeline, estoy inscrita para jugar trivias, a ver si somos capaces de ganar unos cuantos dólares, que no vendrían nada mal a las cuentas bancarias. Hay concurso de disfraces y dice Nicolás que irá por el premio del primer lugar, pero he escuchado un par de opciones más que no estarían fuera de la pelea por ese puesto.

    - ¿De qué va a venir usted disfrazada? – me volteé hacia Nicolás para responderle de manera educada.

    - De persona sociable.

    - Y eso ¿cómo sería?

    - Vendré con una gran sonrisa.

    - Vaya, eso sí es novedad.

    Estuve conversando hoy con el abogado y me pidió un favor, que escogiera el outfit que él llevaría el jueves, yo voy a ir de Samantha, el genio de Bewitched, y él irá de asesino serial, específicamente de Jason Voorhess. Así podrá hacer conmigo lo que le plazca y como le plazca. En cambio, yo podré hechizarlo, porque quiero, porque puedo y porque me lo merezco.

    Al salir del edificio me encontré con el recepcionista en la puerta, lo dejé pasar, me saludó y me pidió con una sonrisa que le hiciera el favor de cerrar la puerta, porque iba camino a los ascensores. Cuánto bien me haría un trío con el recepcionista y el abogado, pero la gula es pecado y yo soy creyente.
  13. He estado pensando que existe la posibilidad de que el grupo de Vinicio y Nicolás tenga razón esta vez, tal vez sí necesito algo, algo que claramente no consigo en su totalidad con el abogado, porque con él no tengo la frecuencia de esparcimiento que necesito para escapar de mí misma. El ser humano es una especie animal demasiado domesticable, por eso la religión y la política siguen ganando adeptos a nivel mundial, ambos bandos nos ofrecen la solución futura a nuestros problemas, la esperanza de que las cosas pueden ser mejor de cómo son en este momento, aunque pasemos toda la vida esperando esa mejoría. Y, aun así, yo entraba en ese grupo de esperanzados, por eso me vería con él durante la tarde de Halloween, después de salir del trabajo, para espantar ciertos demonios que la abstinencia coloca en la mente de la humanidad.

    Justo el fin de semana Vinicio había ido a desestresarse al concierto de aquel grupo del que dedicaba las canciones a las mujeres que lo despechaban, Morat. Me lo imagino coreando mientras recordaba a algún amor que había pasado sin pena ni gloria por su joven vida.

    Apenas era lunes, amaneciendo, un lunes donde ni las gallinas ponen y Augusto empezaba la semana recordando anteriores etapas de su vida, etapas donde conversaba con los muertos y donde los piercings y el trabajo lo habían llevado a los caminos de la corrupción, de los que no sé si es capaz de salir (su madre tampoco lo sabe). Esta semana el equipo estaba disminuido, Enrique tenía toda la semana libre por vacaciones, así que sus risas eternas y aquellos colores cálidos y claros que usaba al vestir, no nos acompañarán, y Donato viaja el jueves fuera del país como regalo por su cumpleaños, regresa hasta el miércoles siguiente, para celebrar Halloween en la oficina. Va en viaje familiar, cosa que no evita que sus locuras viajen con él. Durante la ausencia de Donato, Regina será la encargada de ayudar a solucionar todos aquellos líos que pudieran presentarse, su subcomandante a bordo designado es Paolo, o eso entendí.

    Evangeline llegó ese martes con dos juegos de mesa, uno que en mi opinión servía para convocar espíritus, con mensajes en pentagrama y referencias a Mefistófeles. El otro, sobre vampiros y cosas más livianas y espirituales.

    - Cuénteme ese trauma.

    - No es ningún trauma – le aclaré. A Tadeo le daba cierta gracia el que yo cerrara la puerta de esa manera, con cuidado, como si al soltarla fuera a romperse en mil pedazos, como los corazones cuando son traicionados. Lo había hecho así desde que entré a trabajar y pensaba continuar de esa manera.

    Cuando más tarde regresé de los baños, estaban Paolo y Tadeo en la recepción atendiendo unos asuntos, entonces Paolo me miró y riendo me advirtió:

    - La estamos viendo.

    Dichosos, qué suerte tienen de que una mujer como yo se aparezca frente a ellos para iluminarles el día, cuántos hombres desearían estar en su lugar. Mientras tanto, en el escritorio de Nicolás no se escuchaba ni un latido, aquello era el silencio, un alma joven que no movía los labios. Las aguas volvieron a sus cauces naturales el miércoles, cuando Vinicio y Sandra aterrizaron en la esquina impulsando el ánimo de Nicolás que corrió para observar aquellas fotografías libidinosas que Sandra guardaba en la galería de su teléfono y de las que Vinicio se encontraba ya aprovechando la vista. El miércoles había casa llena, porque durante tres horas teníamos charla sobre primeros auxilios, yo quise llamar al abogado para practicar con él o al morenazo de recepción de la planta baja, ¡uy papito!, pero no se podía.

    Lo que sigue a continuación, trataré de narrarlo todo lo mejor posible que se pueda, puesto que durante la charla no se permitió el uso de teléfonos móviles, por lo que no pude tomar notas, así que ruego que mi memoria me ayude.

    La señora encargada de la charla llegó puntual, para iniciar a las nueve de la mañana como Dios mandaba, pero le faltaban mis piernas contorneadas, aquella sonrisa erótica de Amalia, las caderas de Regina, la vestimenta atrevida de Sandra, la melena refrescante de Isabel y aquellos pechos indecentes de los que presumía Evangeline, es decir, no estaba tan mal, pero andaba muy lejos de los cánones de belleza de la oficina.

    Durante los primeros veinticinco minutos, Tadeo se deslizó por el lugar en un ir y venir, entraba y salía, entraba y salía, parecía un ratoncito ansioso dentro de una cocina repleta de comida, hasta que, por fin, cayó en razón de que debía tomar una silla y poner atención, justo cuando eso sucedió entró Mateo, que hasta el momento no había asomado las narices por aquel sitio, se sentó junto a Tadeo, al lado derecho de la puerta de la sala de reuniones. Regina fue designada como asistente en jefe, tomada para los primeros ejemplos de los ejercicios y aquí debo ser sincera, temí que luego de la tercera vez que se acostaba en la alfombra no pudiera levantarse, pero lo logró sin mayor esfuerzo.

    Treinta minutos y la encargada ya le había pedido dos veces a Donato que no emitiera respuesta ante sus preguntas al grupo, dado su estudio en enfermería, pero aceptémoslo, cualquiera que conozca a Donato sabe que él y el silencio no se conocerán nunca en esta vida. Entonces llegó lo inconcebible, tomaron a Sandra como ejemplo sobre una carrera de cien metros, yo no la pondría a correr ni veinticinco metros, me daría miedo que cayera desmayada al suelo por el esfuerzo. Mientras aquello pasaba, Alfonso estaba jugando con su silla, llevándola en reversa para dar campo a los que se iban acostando para los ejercicios, parecía que estuviera practicando para su examen de manejo.

    Cuando Regina terminó de servir como conejillo de indias fue el turno de Tadeo y debo admitir que al momento de acostarse pareció ganar altura, pero la ilusión óptica terminó cuando volvió a ponerse de pie.

    Durante su época escolar, Amalia debió ser la chiquita que interrumpía la lección, porque cada cuatro minutos levantaba la mano izquierda y daba un saltito para pedir la palabra. Entonces se explayaba durante dos minutos para hacer una pregunta que al final podía formular con cuatro o cinco palabras. Se nos explicaron los conceptos de los dos tipos de consentimiento que existen en primeros auxilios: implícito y explícito, pero a mí en particular, me sonó más el segundo, porque la mayoría de las cosas explicitas son más divertidas para la vista y para el cuerpo.

    Giré mi cabeza hacia la derecha de la mesa y ahí estaba Romeo, extasiado con aquella charla, porque se le estaba mostrando un mundo que él desconocía, estaba maravillado con la terminología de los primeros auxilios, con todo lo que aquello incluía, se sentía como un niño que solamente conocía el sabor de las verduras sin sal y de pronto alguien le daba una hamburguesa o un trozo de pizza, para que su paladar degustara otros sabores. Lo de Romeo era amor a primera vista, era ilusión y así lo mencionó un par de veces, para que a nadie le quedara duda. Por eso cuando la charlista le pidió que la ayudara con uno de los ejercicios, Romeo no lo pensó dos veces, se puso de rodillas junto a Regina y comenzó con lo que se le pedía, que era examinar el cuerpo para corroborar la ausencia de hemorragias o huesos fracturados, pero la pena le ganó y le falló el ímpetu para tocar el cuerpo de Regina, la caballerosidad acababa de dar un paso al frente y la tocó con la mayor prudencia posible.

    Fue el turno para Amalia de acostarse en la alfombra para ser examinada por Evangeline, pero la memoria le jugó a esta una mala pasada y Evangeline terminó por olvidar el diálogo y las acciones que debía llevar a cabo. Aquí Donato hizo un par de observaciones sobre todas las acciones de vandalismo que Evangeline podía ejercer en aquel momento, como si esta tuviera la cara de un asesino o un ladrón desalmado. Ya eran cuatro las ocasiones en que la señora a cargo le pedía a Donato no responder para darle la oportunidad a otros de aprender, y Alfonso entretanto, decía de la forma más descarada que esperaba temas más interesantes, luego aclaró que la charla era de su agrado, pero ya era algo tarde.

    Llevábamos poco más de dos horas en estado claustrofóbico, veinticinco almas en una sala de cincuenta y cuatro metros cuadrados y el ambiente le pasó la factura a Augusto, que divagó poniendo un ejemplo de qué hacer en un eminente caso en que alguien estuviera lastimado durante una balacera.

    - Lo primero que yo hago es esperar a que termine la balacera – le dijo la mujer, que detuvo su charla por el sudor en el rostro de Augusto mientras analizaba aquel caso hipotético. Con eso aprendí que, en un caso de emergencia, Augusto no era la mejor compañía que uno podía pedir.

    Se acercaba el último ejercicio, la postura lateral de seguridad, también conocida por sus siglas PLS. Al llegar aquí, la encargada miró hacia la izquierda de la sala y encontró en Vinicio y Sandra los asistentes perfectos para llevar a cabo aquello, habían pasado toda la charla en absoluto silencio, lejos de las risas y el ambiente que los caracterizaba. Y todos estuvimos de acuerdo, todos menos ellos dos, claro, se miraron un segundo y con una sonrisa contestaron que pasaban de lejos por aquella aventura, pero estaba Nicolás justo a la izquierda de Sandra y fue a Nicolás a quien le tocó servir como herido en ese último ejercicio.

    Pero resulta que Nicolás es un pésimo moribundo, estuvo riendo mientras lo giraban y hubo que repetir el ejercicio tres veces, hasta que por fin pudo resistir la risa y le pidieron a Paolo que colaborara. Ahora bien, Paolo había estado aquella mañana envuelto en sus propios brazos, con frío y para cuando le solicitaron ayuda, el enfriamiento que sentía ya era algo extremo, se levantó, se fue al lado de Nicolás y con un modo elegante y acertado hizo lo que debía. Con eso se daba por finalizada la primera charla sobre primeros auxilios, sí, la primera, porque parece que recibiremos una charla mensual durante al menos un año, para que certifiquen a la oficina.

    Antes de irnos, Evangeline pidió la palabra y preguntó si la sangre era parte del cuerpo humano.

    - Pues sí – le contestó con asombro la encargada de impartir la charla.

    - Es que verá – le contesté yo con buenos modales – nuestro querido enfermero dice que no.

    - ¿En serio?

    Así quedaba demostrado que aquel almuerzo de unas semanas atrás lo habíamos perdido de manera injustificada, mediante un robo vil y descarado. Y colorín colorado, este borrador se ha terminado.
  14. Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


    Querido Diario:


    Escribo estas primeras líneas para recordar que tengo cuentas personales que cobrar con Enrique, Vinicio y Nicolás. Asuntos pendientes que me encargaré de cobrar uno por uno, o de lo contrario dejo de llamarme Bianca Luengo. Y contigo Enrique, sé cómo cobrarla.




    Borrador Setenta y Tres




    Desperté con sangre en la frente, había quedado inconsciente, la gente estaba en pánico, habían chocado el autobús en el que me trasladaba hacia la oficina, frente al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, nos habían enviado contra el zacate, habíamos descarrilado y los carros se habían detenido para ver aquella escena aterradora para un martes, cerca de las cinco de la mañana, cuando aún no ha salido el sol. El chofer estaba en medio de la ventana, completamente golpeado, apenas podía respirar, los paramédicos estaban tratando de sacar a las personas… está bien, rebobinemos.

    Nos habían chocado, apenas fue el susto, un camión que transporta postes de concreto para el servicio eléctrico nos golpeó, afortunadamente el chofer del autobús metió el freno a tiempo y el camión solamente había golpeado la parte delantera y aunque el parabrisas quedó reventado completamente, nadie salió golpeado, eso sí, si el chofer no frena, hubiera pasado tal como lo conté en el párrafo anterior.

    Enrique había decidido heredar sus pertenencias, mientras él lucía un elegante color gris, Vinicio y Nicolás vestían de suéter negro, Vinicio lo había combinado con sus zapatos, en cambio, Nicolás llevaba tenis blancos. Y no sé por qué, pero Vinicio llegó ese día sin su alegría natural, con una cara de pocas amistades, tan lejana de aquellas sonrisas que robaban miradas. Pero al rato le volvió el aire de la juventud y regresaron las risas. El día anterior, Vinicio hizo su buena acción del mes, en medio del pánico quitó una araña que estaba haciendo nido en la cabeza de Nicolás y este casi colapsa del susto, así son los hombres.

    Contrario a lo que creí, aquel desayuno de Regina no era compartido, era individual. Ahí tenía frente a sí, tres empanadas doradas, hechas en casa, envueltas en papel aluminio y servilletas, acompañadas con una taza de café, Evangeline a su lado con el desayuno, charlando sobre experimentos que se podrían hacer con materiales de cocina y que, si se atrevieran a hacer, podría significar el final de las cejas de alguna de las dos.

    Dio la casualidad, que antes de ir a comprar su desayuno con Isabel, Augusto y yo escuchábamos a la misma banda musical, Café Tacvba, él escuchaba “Volver a comenzar”, yo escuchaba “Rarotonga”, un éxito más entrado en años y que al consultarle a Isabel, esta sí conocía.

    Romeo cambió de imagen, ahora traía el peinado rizado y aunque no recuerdo haberlo visto nunca así, admito que no me desagradó, es más, sacó su lado felino, ese que parece encantado de esconder, pero que en ocasiones escapa de la jaula para buscar libertad. Yo no logro cambiar de imagen, pero debo ser honesta, para la celebración de Halloween quisiera aparecer con un traje omnipresente que saque la fiera que es esconde en mi piel y que es traslúcida a los amaneceres de luna llena.

    Bugs Bunny estuvo ayudando a Elmer Fudd a quitarse el abrigo, mientras miraba aquella escena no pude evitar pensar lo que pasaría si a Elmer se le volcaba la silla y caía de cabeza. Me estallo de la risa, Elmer estaba representado por Vinicio y Bugs Bunny por Nicolás (es segunda vez en estos borradores que relaciono a Bugs Bunny con Nicolás, debo revisar mis anotaciones y dejar en paz al pobre Bugs).

    A Alfonso lo sorprendieron enviando un archivo de sonido durante la reunión de hoy y lo negó en medio de la risa que le dio. Hablo de esa reunión donde Enrique se atrevió a quitarme la esquina donde yo me sentía tan a gusto, atravesé la oficina, pedí permiso a Romeo para no golpear su silla y me instalé de pie en la esquina que da a los amplios ventanales del edificio y desde donde puede algún que otro hombre interesante pasar por las calles. En esa esquina recibía un rayo minúsculo de sol en la punta de mi zapato izquierdo mientras Donato leía una larga lista de anuncios parroquiales que hacían referencia a las fiestas que se avecinaban durante los próximos meses que darían fin al dos mil veinticuatro.

    Durante el almuerzo, Augusto, Isabel y Mateo salieron a comer, Enrique pasó por alto el almuerzo, Vinicio y Nicolás almorzaron en su escritorio, mientras que Evangeline y yo, fuimos a la cocina, calentamos el almuerzo en el microondas y un par de minutos después, se nos unió Paolo. Casi me convenció de asistir a la fiesta de fin de año, misma que él organiza junto a otro grupo de personas. No soy de asistir, porque aceptémoslo, ¿a quién le interesa que la psicóloga asista a la fiesta? ¡a nadie!, pero el horario no pinta mal y es relativamente cerca de mi casa, así que podría existir la posibilidad. A estas alturas del año, Paolo se mira agotado, deseoso de salir adelante con lo que queda y con la confianza de que ha dado lo mejor de sí.

    En la tarde recogí mis cosas, las guardé en mi bolso y di media vuelta para marcharme.



    - ¿No se va a despedir de mí? – ahí estaba Vinicio apretando los labios, no le contesté y entonces, volvió a formular la pregunta - ¿no se va a despedir?

    - Hasta luego, Vinicio.

    - Hasta luego, que tenga una linda semana.



    Enrique y Nicolás estaban mirando, me despedí de ambos y luego me dispuse a marchar, me despedí del resto de gente que estaba ese día en la oficina. Di la vuelta por el escritorio de Paolo, me acomodé el bolso en el hombro y cuando iba a cruzar la puerta me detuvieron.



    - Espere – se levantó de su asiento, se puso frente a mí y continuó – necesito hacerle una pregunta intelectual.



    Ahí estaba aquel hombrecito de no más de metro y medio de estatura, entallado en su chaqueta negra, con aquellas facciones que le hacían aparentar tres o cuatro años menos de los que en realidad tenía. Porque andaba en la misma edad de Vinicio, pero aparentaba mucho menos.



    - Usted dirá, Tadeo.

    - ¿Por qué no me ha incluido en su consulta?



    Lo miré de pies a cabeza, podría decir que se sonrojó, no supe la mirada que hice.



    - Porque no sé si va a tener el tiempo para que yo lo agende.

    - Está bien – mentira, sus ojos, la manera como metía sus manos en la chaqueta y como movía su pierna derecha decían que no estaba bien – dejemos esta conversación aquí.

    - A no ser que usted me diga que va a tener el tiempo.

    - No, tranquila, dejemos esta conversación aquí.



    Pasamos de que él comandara la conversación a comandarla yo.



    - ¿Hay posibilidad de que lo trate el tiempo que se necesita?

    - No sé, tal vez – me miró y soltó una risa que ocultó de inmediato.

    - Voy a tomar eso como un sí, lo voy a agendar, espero no arrepentirme.

    - ¿En serio?, gracias.



    Yo estaba ya en la puerta, ahí dejé atrás aquel pensamiento del trío que comandaba Vinicio y secundaban Nicolás y Enrique. Tanto es así que ahora que me preparo para dormirme, ni recuerdo qué fue lo que se conversó.
  15. Catorce de octubre de dos mil veinticuatro. Dos y veinticinco pasado meridiano. Yo empezaba un conteo oficial, dieciocho días para mi cumpleaños número treinta y cinco, una fecha que yo no celebraba desde que cumplí dieciséis, ese día el chico que me gustaba en la secundaria me dio un beso, pero casi de inmediato les dijo a sus amigos que yo no sabía besar, había sido el hazmerreír durante varios meses, esa fama se llevó mi felicidad de celebrar esa fecha.

    Cierto es que cuando en la oficina no queda más que un alma y el silencio es abrumador, puedes escuchar los teclados donde comienzan a escribir sin visibles manos que los manipulen, yo misma he sido testigo del fenómeno, al igual que lo han sido Amalia, Evangeline y otros. Pero hay un fantasma amistoso, sí, hay un fantasma bromista que marca a la primera persona en entrar a trabajar, no importa quien sea, en el momento en que alguien marca la primera entrada del día, ese espíritu aparece y de la nada coloca un emoji de saludo, únicamente a la primera persona, así sea las tres de la mañana o las cinco, el horario se suspende cerca de las seis ante meridiano, por lo que debe ser un fantasma nocturno. Tan nocturno como aquel que salía de la boca de Augusto durante la noche que pasaba entre jueves y viernes en el asiento trasero de un automóvil, cerca de las diez, cuando iba camino a la fiesta sin necesidad de esperar a que fuera fin de semana.

    Vinicio le había dedicado la música de Morat a una de esas chicas que le habían dejado el corazón despechado “elimíname, bloquéame, múdate del país si quieres, pero cuando escuches a Morat te acordarás de mí”, porque dicen que los hombres aman tanto que lloran cuando se encuentran solos.

    Ahí estaba Mateo, cómodamente sentado en el escritorio del consultorio médico, con su computadora instalada. A mí me daría miedo atenderme con él, no sé, creo que anda un poco lejos de tener un aspecto de médico, tal vez sea solo perspectiva mía. Isabel había regresado ya de su viaje a Uruguay, de su estancia en ese país al Sur del continente, y había regresado con el mismo semblante, el mismo peinado (cabello suelto) y aquella cara de tranquilidad, en el tiempo de conocerla nunca la vi estresada.

    En mis tiempos, cuando alguien terminaba una relación amorosa, simplemente se dejaban de hablar, sin conflictos más allá de lo necesario. Eventualmente los tiempos cambian, ahora se hacen celebraciones. Que lo diga Vinicio, que había asistido a la despedida de exmaridos, porque los romances de Vinicio y Sandra eran un desastre.


    - ¿Por qué lo toma por ese lado?

    - Siempre se lo he dicho – Nicolás le contestó entre risas a Vinicio.

    - Nunca me lo ha dicho.

    - Qué conveniente para usted que no se acuerde.


    Isabel tocó una fibra sensible de Sandra con uno de sus comentarios, pero a favor de Isabel hay que decir que Sandra se destaca por ser sensible y no del modo calmado, es como un cerillo esperando un poco de combustible para tirarse a arder.

    Si existen en esta oficina dos mujeres capaces de hablar sobre las relaciones estables de pareja, son Evangeline y Amalia, dos damas en ese tema. Yo aporto mi conocimiento, pero en vista de que sigo soltera, mis comentarios van más dirigidos desde un punto de vista profesional.

    No era culpa de nosotras que a Augusto le diera por perder en las cartas, sus pecados lo consumían en la derrota, pero nos tenía a nosotras, a Evangeline, Amalia y a mí, para enderezar sus caminos y llenar sus días de aprendizajes, eso era motivo para sentirse agradecido. ¡Augusto, hay que aceptar la derrota!, algún día será de sol, tal vez no… quién sabe. Lo cierto es que no es que Augusto sea malo jugando a las cartas, pero nosotras tenemos la virginidad de nuestro lado y el aura cuenta, si se sigue juntando con nosotras, encontrará los caminos del Señor.

    La pasada noche de jueves tuve yo un metasueño, que es un sueño dentro de otro sueño, en esta etapa el cerebro nos conduce a un nivel de conciencia más profundo de lo habitual, y nuestro cerebro tiene la capacidad de salirse o continuar dentro de aquella fantasía. En mi caso, empecé soñando que estaba en una playa del Pacífico costarricense con mi familia, pero a la sombra de una palmera me dispuse a descansar un rato y terminé por dormirme. Entonces apareció el abogado, estábamos en una habitación, con un sillón tantra al lado derecho de la cama, que yo no alcancé a usar, estaba atada a la cama, cabeza abajo, con una manzana en la boca recibiendo unos cuantos latigazos antes de recibir al abogado. La teoría dice que cuando se sueña con relaciones sexuales, es porque en ese momento te conectas con aquella persona. A Dios gracias que estábamos en la misma frecuencia.