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  1. Tienes razón, no debí decirlo... pero, bueno... a veces, una quiere hacerse la fuerte. No me mires así, lo reconozco, no vivo en el país de las maravillas, ¿contento?. Sabes, hay ocasiones en las que me siento frustrada, sí, esa es la palabra. Podría acompañar esa palabra con muchas otras: defraudada, agotada, confusa.

    Tengo estabilidad, cosa que a mis treinta y un años, es un bálsamo, pero lo que se dice felicidad, ese es otro cuento, porque es tan difícil ser feliz, soy creyente, cristiana, pero confieso que me parece que Dios toma vacaciones, justo cuando yo necesito la oficina abierta. Con mi esposo trato de aparentar tanto como es posible, gimo las veces que él quiera, lo beso y le respiro "te amo", pero ese respiro es muy caro para mi salud mental.

    Mi futuro lo vislumbro sola, con mis chicos, sin pareja, por lo menos sin ningún hombre de los que conozco, todos buscan lo mismo y no todos lo merecen, me cuesta conciliar el sueño, abuso de mi celular, del Facebook, del ocio. Vuelvo a disculparme, no estoy en el país de las maravillas. Volveremos a vernos, cuando sea feliz, cuando supere estos traumas que me hacen compañía, volveremos a vernos.
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  2. Siempre lo supe. Lo mío no podía ser sencillo. Y obvio... tú ibas por el cuchillo, yo decidí ir por las pastillas, pero me habían traicionado. Oliver sabía que la desgraciada enfermera venía y aún así no dijo nada. Dejó que entrara, Clarice sonreía mientras me empezaba a intoxicar, pero no funcionó.

    Lograron salvarme... así llaman a esto, "salvarme", ¿de qué? ¿de morir?, todos lloran aterrados mientras les mencionan la muerte, yo no, hace mucho entendí que morir era liberarse, por eso lloran los que te entierran, por envidia. Han pasado siete años... siete desde aquello... endurecieron las medidas, mi comida viene sin cucharas, ni tenedores, somos las paredes y yo... Clarice me abandonó cuando le dije que su amo había hecho bien en disfrutarla, se fue, junto con Oliver, el chico entendió que no existen amigos, esa palabra es una abominación.

    Pero anoche, todo cambió anoche. En esa sala sucia, donde me meten a duchas de agua fría, a medianoche... ahí llegaron Clarice y Oliver, mis dos sabuesos, Clarice me tocó y susurró groserías a mi oído, era su forma de volver, Oliver me señaló el suelo, había un clavo, era lo único que necesitaba, lo puse en mi boca..

    En mi habitación esperé cambio de turno, yo no podía morir así, éramos los tres malditos sabuesos, con el clavo abrí la puerta, me moví sigiloso con el clavo en la mano hacia el primer guarda, se lo clavé seis veces en el cuello, lo repetí con el segundo, pero ocupé clavarle siete veces, sin ruido, estoy fuera, veo el sol, Clarice ya no ve las sogas y Oliver, Oliver corre en el jardín.

    Pensé en colocar el clavo en mi pecho y golpearme contra la pared, hasta clavarlo en mi corazón, pero no hubiera liberado a Clarice o a Oliver, los bastardos habrían ganado y nosotros nunca hubiésemos conocido la libertad.

    Para Clarice, Oliver y P.

    Fin.
  3. Tenía que matarlo, no había más, tenía que hacerlo, era necesario para poder avanzar, esta relación ya era demasiado tóxica. Sí era la palabra, era tóxica, esta palabra de origen griego, usada por Aristóteles definía la relación: tóxica.

    Hay personas que nos envenenan el alma, no importa que nos jodan el corazón, es un músculo y con seguridad puede curarse si se trata a tiempo, pero el alma.... el psique, el soplo vital no se cura, es una mariposa que se transforma en declives.

    Mi desabrimiento, mis jaquecas, mi infortunio, todo era derivado del mito urbano de que conocemos a las personas por algún motivo. Nuestro motivo había sido por la cruel burla de la naturaleza humana, por ese insípido talante que nos conduce a hechos que no sabemos cómo suceden.

    Habíamos surgido juntos después de dos psicólogos, un intento de suicidio, de la homeopatía y de un expediente clínico en el Hospital Psiquiátrico. Habíamos hecho una vida juntos, con altos y bajos (más bajos que altos), habíamos retado a la vida, al destino (si es que existe), al tiempo y al mismísimo Dios. Pero tocaba separarnos, por las malas, porque por las buenas no había funcionado. La mezcla llevaba seis cápsulas de antibióticos, cuatro analgésicos, cinco ansiolíticos, siete antipiréticos y tres antiinflamatorios. Los efectos comenzaban, era necesario, la relación era tóxica, esta vez no iba a fallar, yo ya no podía vivir conmigo, yo ya no me soportaba, si no me mataba yo, nadie iba a hacerlo.

    FIN
  4. Le llevaba la cuenta de las veces que me había mentido, las veces que no sabia dónde iba a parar el dinero, las veces que íbamos en barcos distintos.

    - Zeidy, mi amor - decía otra vez, ¡otra vez! - es increíble lo que pasa en el mundo - yo me hacía la desentendida.

    A los hombres hay que creerles la séptima parte de lo que dicen y ni confiar en un juramento, ni siquiera por su madre, los hombres son capaces de declararse huérfanos si con eso consiguen una enagua ligera de pasos.

    Damián y yo llevamos meses de discusiones, por cualquier cosa, casi siempre por culpa mía, por paranoia, por estar en mis días, por estúpida.... en fin... por tantos epítetos que ya no me caben en la cabeza. Pero esto de ser mujer, no sé, creo que de princesas y brujas todas tenemos un poco.

    - ¡Carajo!... ¡por Dios Zeidy!... - cerré la llave del fregadero, sequé mis manos y volví a verlo. Estaba con las orejas rojas, por su expresión supe que otra vez era culpa mía. - esta cena está fría-.

    Se levantó con el teléfono en la mano, a mi parecer era lógico que la cena se enfriara, llevaba quince minutos en la mesa y no se había despegado de su celular. Caminó hacia la puerta, la abrió y al cerrarla se despidió... o algo parecido, yo sabía dónde iba. Hace un mes le descubrí varios mensajes en su WhatsApp, dos fotos explícitas, una de unos pechos talla 36B (a mi parecer) y la otra de su miembro masculino.

    Ahí terminaban mis opciones, mis cuatro años de vivir juntos, con Angélica durmiendo, a sus once meses no se da cuenta de nada, lo que seguía iba a hacerlo por ella, más que por mí.

    Ayer es pasado. He visto muchas películas, muchos dramas y comedias románticas, he llorado tantas veces como me ha sido posible, he estado sola durante mucho tiempo, mi vida es una escalera, el amor me llevó del Cielo al Infierno, escala directa.

    - No entiendo cómo sigues con Damián, lo de él son las mujerzuelas, nunca va a cambiar. - Sara tenía razón, yo esperaba algo que nunca iba a suceder, las personas no cambian, acomodan sus estados de acuerdo a la ocasión, se sirvió otra taza de café.
    - Por eso hago esto Sara, al fin voy entendiendo.
    - Es mejor tarde que nunca, la verdad ya aguantaste demasiado.

    No he olvidado mi promesa, la que le hice a Angélica el día que nació, no quiero ser solamente su madre, quiero ser su heroína, quiero que me vea como un ejemplo a seguir, yo puedo encargarme de ella. Sí, sé que estoy mal, a veces siento que asesino a la abogada que soy profesionalmente, pero en mi casa, frente a Damián soy una gata mansa, las leyes en esta casa no las pongo yo.

    Ningún sábado es como hoy, la cena fría de anoche no se vuelve a repetir. Estoy en la sala, escucho donde parquea el vehículo, seguro no esperaba ver sus cosas en la acera. Tengo que respirar, un poco más. Me levanto por un vaso con agua y justo cuando camino tres pasos, Damián rebota la puerta contra la pared.

    - ¿Me perdí de algo? - pregunta eufórico mientras lanza las llaves del carro a mis pies.
    - Damián... esto...esto no func..
    - No, tranquila, hace más cerrando esa boca, ya le fue a llorar a esa amiga suya, ¿qué es?, ¿le falta un hombre?.... ay no... pobrecita la abogada va a llorar.
    - Ya no puedo - Sara se había llevado a Angélica, ya sé por experiencia que sus humores me van a afectar.

    Dio la vuelta al sillón, se sentó y lanzó un florero al piso, luego se agarró la cabeza y me miró.

    - ¿Y?, puede hablar, para que no diga que esta casa es una dictadura.

    Pensé en sentarme, en tomar las cosas de manera tranquila, en hablar como seres civilizados, pero con él eso es misión imposible, nunca toleraba que lo trataran como igual, él era omnipotente.

    - Se va - sí, se lo dije a secas-.
    - Qué bueno, la señora al fin toma decisiones.
    - Es en serio, me quedo con Angélica.

    Se levantó del sillón, se acercó a la ventana y abrió la cortina.

    - Está empezando a anochecer, noche de sábado - estaba de pie, tranquilo, sin levantar la voz - ¿ya lo pensó bien?.
    - Sí, no quiero esto más.

    Dio media vuelta, me eché un poco atrás al verlo acercarse, entonces abrió la puerta, no dijo nada, me señaló el camino, sus maletas en la acera, la cerró de golpe y di dos más hacia atrás.

    Recuerdo haber recibido dos golpes a puño cerrado, sin tiempo a reaccionar y poco después tenerlo encima clavando en mi pecho el cuchillo de la cocina. Mis últimos pensamientos van para Angélica, para que sepa que la amo y que nunca quise dejarla así.

    FIN
  5. - ¡Míralo! - gritaba mi abuela tan fuerte que la escuchaban seis cuadras a la redonda - ¡Míralo! ¡lo mataste! - siempre tendía a exagerar, ¡lo mataste!, dijo esta vez con una voz tan baja que era apenas perceptible, mientras caía de rodillas.

    Para mí era otro plato que se rompía contra el suelo, cuántos platos se rompían en el mundo en un día, en un mes, en un año... supongo que a sus casi noventa y dos años veía cosas que eran imposibles de ver a mis seis.

    - Abuela, en la noche le digo a mamá que te compre otro.

    Se enderezó como pudo, apoyada en la vieja silla de madera, cuyo asiento estaba roido por el tiempo.

    - No - me dijo tratando de sentarse sin despegar la mirada del suelo - las cosas a veces no son lo que parecen.

    Aquella tarde no lo entendí, para mí era un simple plato, en cualquier supermercado conseguía otro. Tres años después lo comprendí, cuando llegamos a casa después de enterrarla. Me acerqué a mi madre y le pregunté si recordaba la escena del plato, me dio un beso en la frente llorando, me invitó a sentarme a su lado y me contó la historia. Mi abuelo había muerto tres años antes de nacer yo, la noche en que lo velaban en la sala, mientras mi madre y mi abuela preparaban café, mis tíos se repartieron las cosas de mi abuelo, zapatos, ropa, relojes... cuando mi abuela y mi madre vieron aquello, se armó una trifulca, pero ya se habían desaparecido todas las cosas... todas excepto una, el plato preferido de mi abuelo, donde siempre cenaba su sopa de fideos, mi madre logró rescatarlo y entregarlo a mi abuela, quien lo guardó como un tesoro hasta que yo sin querer, lo rompí. Hay cosas que no son lo que parecen.

    FIN
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  6. El diecisiete de septiembre me dijeron que mi palabra no valía la pena, se rieron, me dijeron que mi palabra no merecía ni el tiempo. Pregúntale a cualquiera, nunca hablo bien de mí, no soy persona de fiar, no se me puede creer ni el nombre, soy persona destinada a hacer infelices a los demás. ¿Mis audífonos? te diré la verdad, la mayoría del tiempo están apagados, los utilizo para aislarme, para mantenerme dentro de mi burbuja, para no interactuar con los demás. A veces me levanto y me encierro en el baño, dos o tres minutos, lloro un poco, luego mojo mi cabello y si me preguntan, diré que me cayó agua en los ojos. No gasto en mí más que lo necesario, mis fuerzas no son mías.

    Escribo para despejar mi cabeza, para liberarme de los demonios que no me dejan dormir, mi último pensamiento siempre es el mismo, en mi mente me repito que pasaré una buena noche, lo repito hasta dormir, antes de despertar tres o cuatro veces.

    Mi destino es hacer infelices a quienes me conocen, el diecisiete de septiembre me dijeron que mi palabra no valía la pena.
  7. Lo habíamos logrado. Era un éxito, cinco horas sin que me discutiera, sin que me alzara la voz para reclamarme por mis faltas como mujer, cinco horas sin escucharlo blasfemar sobre mi familia, era una noche perfecta.

    Había llegado alterado del trabajo, las mismas quejas de siempre, sus mismos humores y arrebatos que cumplían ya trece meses. En este tiempo yo me había convertido en la mujer más miserable del planeta Tierra. La ilusión con la que me había unido a él, eso ya no existía.

    Y vamos, no es que antes fuésemos la pareja perfecta, no, ni la sombra de ello. Pero desde que comenzó a tomar licor con más frecuencia, todo se fue a la mierda. Yo era la que pagaba los platos rotos, llegaba enardecido a la casa, me reclamaba por tonterías, por cosas que ni yo sabía, por chismes de sus amigos borrachos, llegaba y esperaba que le complaciese como una mujerzuela de la calle. Acá no nos hagamos los estúpidos, la mujer que disfruta con un borracho es igual de desgraciada que él.

    Y hoy pintaba la misma historia, pero hace cinco horas que no me levanta la voz. Y justamente hoy, que los chicos están con sus abuelos de paseo, justamente hoy que podían ser testigos de mi triunfo personal, de esta victoria sin precedentes, yo sola había sido capaz de hacer que este hombre ya no me alzara la voz. Mi triunfo era épico, debía estar a la misma altura del Maracanazo o de la llegada del hombre a La Luna (si es que alguna vez sucede).

    Y ahora, ahora, aquí estoy, sentada a la mesa, degustando un delicioso trozo de carne al ajillo. Es mi primera vez probando carne humana, la corto con el mismo cuchillo que le clavé diez veces en el pecho, antes de descuartizarlo. Míralo, está mirándome fijamente, con su cabeza servida en el centro de la mesa, en su plato favorito, brindemos a tu salud, mi amor.
    A Lorelizh Beye le gusta esto.
  8. La primera vez debo admitir que tuve cierto pánico, me resultaba asqueroso mirarlo de frente, el solo tener su presencia frente a mí, su aspecto no denotaba cosas buenas. Hay personas que en cuanto las ves, sientes una terrible conexión emocional, es como un carbón esperando por la chispa que lo active, a punto de encenderse en cualquier momento.

    Mi momento era ahora, recién empezaba a conocerlo, a ver su verdadera cara, no la que ofrecía a sus amigos, ni la que daba en la calle cuando contestaba con un buen gesto el saludo de algún conocido, ¡no!, yo me refiero a esa cara que solamente se muestra en la intimidad, en ese pequeño círculo privado que todos tenemos. Y ahí estaba, conmigo, sonriéndome como si fuésemos amigos de antaño, con esos dientes con cierta tendencia a blanco hueso, con las encías rosadas, mirándome con cierto aire de persona correcta.

    Estuve un tiempo sin dirigir palabra, un tiempo que creí prudente para centrarme en otras cosas que solicitaban mi atención, cosas que en ningún otro momento de mi puta vida me hubiesen importado, cosas mías, por un segundo puse mi mirada en sus hombros, decaídos, tal vez por el mismo peso de la vida que probablemente no le había tratado de la mejor manera que hubiera querido, sus hombros haciendo una especie de arco con su cuello, si las matemáticas siempre tienen razón, estaba destinado a pasar situaciones fuera de lugar, incapaces de almacenarse en algún buen punto de su vida terrenal, era probable que los demonios estuviesen comandando legiones para venir a buscarlo.

    Entonces hice lo único que encontré necesario en ese escenario, lo único que se me ocurrió, a veces hay que actuar como un cobarde para tomar otra bocanada de aire…. me aparté del espejo, mi reflejo tiende últimamente a jugarme algunas malas pasadas y veo un poco más de lo normal.
  9. Todos dicen que prefieren ángeles del cielo pero apenas pueden van y buscan un demonio del infierno,t odos dicen esta boca es mía y hacen publica cualquier tontería, todos le dan like a lo que escriben en el muro y si te vi por la calle no me acuerdo, todos dicen que no hay nada seguro pero llevan agenda llena hasta el invierno.

    Todos dicen que es mejor hombre prevenido y que no hay mal que dure cien años, todos dicen y cuentan laberintos para sentirse un poco más humanos.

    Y yo soy el primer rey de los hipócritas, al menos el primero en admitirlo, yo soy el que tiene que lavarse la boca porque la honestidad hiere todos los sentidos.

    Todos dicen creer en el amor eterno y vivir en un cuento de hadas como protagonistas, pero dentro de las paredes surge un cementerio donde no los salva ni siquiera un exorcista, todos dicen que hacen falta más amigos porque entre todos es menos la miseria, todos dicen y llevan lista de enemigos a los que ya declararon en guerra.

    Y yo soy el primer rey de los hipócritas y tengo lista de espera para ejercer en consulados, tíos, primos, conocidos y locos de feria ¡apiádate Dios y alejalos de mi lado!

    Pero todos dicen que soy el primer rey de los hipócritas y puede que tengan razón, pero el día que me muera, por no verlos se alegrará mi corazón.
  10. Aquí estoy, sentado en un rincón de la sala, pensativo, ese ataúd de madera brilla bastante, el vendedor dijo que recién había llegado a su inventario tres semanas atrás. A diferencia de otros productos, un ataúd no caduca y por lo general su uso es casi asegurado, tarde o temprano llega el cliente con la talla necesaria para llenar el espacio.

    Hay varias personas en esta vela a las que no reconozco y otras a las que solamente las veo durante los funerales, que suelen ser más seguido que las bodas. Todos tenemos amigos o familiares así, a los que solemos ver en actividades fúnebres o matrimonios y el resto de la vida no coincidimos ni siquiera en una llamada telefónica, en otros tiempos tal vez los veíamos con más regularidad, pero eso ya pasó.

    Ya era hora, por fin alguien se acuerda de los hambrientos, esos panes van a tener buen uso, recuerdo que en el funeral de mi abuelo tuve que ir a comer una hamburguesa a una soda, es cierto que hay que respetar a los muertos, pero también es cierto que todos merecen al menos un café y un trozo de pan, pocas personas van de excursión a la vela de un difunto, muchos van a socializar, pero de excursión o vacaciones no conozco a nadie, de allí que agradecer la compañía con una taza de café, resulta un acto de simpatía.

    Me parece que a pesar de todo, el ambiente es relativamente tranquilo, la gente conversa en medio de los rezos y allá en el corredor puedo observar dos sujetos que hasta ríen en medio del velorio, ahora sirven el café, con o sin leche, un pan relleno con mantequilla y queso y pan de elote. Ya se ha comentado lo suficiente sobre la manera en que el difunto pasó a mejor vida, o lo que suponemos ser una mejor vida.

    Debería acercarme al féretro, nunca me ha gustado ver a los muertos en su ataúd, pero en este caso haré una excepción, la ocasión lo amerita.

    Pensé que iba a ser peor, realmente el cadáver no se ve tan maltratado, claro, estaría mal que yo lo dijera, en vida fue mi cuerpo.
  11. Hubieron tiempos mejores, definitivamente, tiempos en los que lo importante no era defender un metro cuadrado de terreno, lo importante era defender la causa, el género, la raza humana. Antiguamente se luchaba por el instinto de humanidad, de supervivencia existencial, a diferencia de hoy donde todo se sustenta en adquirir, sin que medie un ápice de sentido humanitario.

    La raza humana, así como si fuéramos unos perros o unos animales de carga (la raza humana) se dignifica hoy en atentar contra la igualdad, en irrespetar los derechos que adquirimos al nacer, en infringir miseria y repartir calamidad tanto como sea posible. Las reglas de conmisericordia y pulcritud han languidecido de forma apática hacia un irrefutable estado de somnolencia, aturdidos todos sin notar las pestes que derramando sangre hemos regado por los continentes.

    Hubieron tiempos diferentes y difíciles, de extinción, pero también de renacimiento, hubieron periodos de paz dentro de las guerras y tiempos terribles en plena época de paz, espantapájaros que apartaron el cultivo del semillero que se miraba fértil y progresivo.

    La dignidad muere al cobijo de la desgracia, el amor a la sombra del poder y las buenas costumbres mueren cuando nos acostumbramos a los males. Nuestra historia propia no debería recordar ni conmemorar batallas, como si con eso consiguieramos mejorar lo que somos. Los intereses de unos pocos no deberían predominar sobre losde seos y necesidades de las masas subyugadas al dominio de la minoría.

    La política, los servicios públicos y los derechos humanos, pasaron a ser utopías que se calcinaron dentro de los hornos hirientes de la ambición, haciendo tambalearse al séquito de virtudes y analogías que sirvieron para la concepción y desarrollo de sus ideas al servicio del pueblo, que maltratado se refugia en la decepción y la intolerancia, hermanos ambos del odio y la desesperación, sentimientos que envilecen el alma de la humanidad.

    Lo que es del pueblo es dado por derecho de
    la naturaleza, sin deseo alguno de superioridad abstracta, valiosa para empobrecer a quienes poseen más carencia de júbilo.
  12. Lo vi de frente a los ojos, su lengua había sido una víbora toda su vida, había sido un charlatán, un hombre dedicado a confundir a todos con sus maneras, con su doble vida, con su obsesión de sentirse bendecido por la mismísima Virgen María, por su colección de altares, porque ante los ojos de los demás, siempre era el bueno, el sabio, el digno de besarle los pies a Jesús.

    Ahí estaba, sin decir nada, esta vez no le salían las palabras de la boca, y yo estaba ahí, en el momento justo, en el segundo exacto, deseando decirle todas las verdades a la cara, desnudarlo ante el mundo, decirle que a Dios le daba asco la gente así, esos que le hacen altares con rosas y girasoles y que hablan y chismean sobre todos los demás, escudándose en la oscuridad, en la falta de hombría para dar la cara, que le faltaba eso que ponen las gallinas... y que los demonios lo iban a esperar en el Infierno.

    Y entonces lo hice. Le dije todo lo que se me ocurrió y todo aquello que pude recordar, le dije que siempre lo había odiado, que mis “buenos días” no eran sinceros, que era la peor persona que había conocido, se lo dije en frente de todos los que estaban ahí, las veces que, por no hacer pleito, me quedaba callado, le dije que siempre supe que fue su culpa que hubiera distanciamientos y problemas entre los demás, no quise dejarme nada dentro, era mi momento, seguía sin decirme nada, sin contestarme.

    Entonces sentí que me agarraban, me sujetaban por ambos brazos y mientras tanto, yo le escupía en la cara.

    - ¡Respete, hombre! – me dijo uno de los tipos que me sujetaba - ¡Deje que los muertos descansen en paz!

    Volví a ver el ataúd, una señora limpiaba mi saliva del vidrio, me solté de quienes me tenían agarrado, y me retiré del lugar riendo a carcajadas.
  13. -¡Señor! el enemigo está haciendo la retirada.
    -¿Está seguro de lo que me está diciendo?.
    - Sí señor, empezaron a movilizarse cerca de las quince horas, un soldado dio el aviso. ¿cree usted conveniente que los ataquemos?.
    - ¿Atacar? ¿bajo qué contexto creería usted conveniente atacar?
    - Señor, están de retirada, podríamos tomarlos de sorpresa, ninguno de ellos está en posición de ataque, sería una victoria segura.
    - Sabe teniente, nadie puede derrotar a quien ya se dio por vencido, tendríamos que ser unos bastardos cobardes para atacar a quien ya entregó la derrota. Mis hombres no son cobardes, y sólo los cobardes te atacan por la espalda cuando no puedes defenderte.
    - Disculpe señor pero pensé que estábamos acá para obtener la victoria.
    - Y ¿a qué precio quiere usted obtener esa victoria? a mis hombres los conozco desde siempre, he comido con ellos, he vivido con ellos, he luchado con ellos. Usted posiblemente sólo vea un ejército y como tal es comprensible su ignorante pensamiento. En cambio yo veo hombres, veo un grupo de hombres que no van a dar cacería solamente por darla.
    - Pero señor...
    - La victoria debe ir de la mano con la dignidad teniente, y no habría dignidad en luchar solos, a quienes llamamos enemigos ya se cansaron de luchar, pudimos, fuimos más y emprendieron retirada, esa, teniente es mi victoria. Tenga la amabilidad de llamar al soldado López.

    Dos minutos más tarde:

    - A sus órdenes señor.
    - López ¿usted tiene dignidad?.
    - Sí señor.
    - Y sus compañeros ¿la tienen?.
    - Puedo hablar por todos señor y decir que sí.
    - Le pregunto López porque hay un cobarde dentro de nosotros que cree que nosotros somos unos carroñeros que no tenemos dignidad. Alguien que cree que somos unos cobardes, un buitre acechando a los moribundos. ¿Usted creería que es debido que alguien así esté con nosotros?.
    - No señor, no lo creería.
    - Reuna al pelotón y escolte al Teniente Cervantes a su fusilamiento. Asegúrese de que se cumpla la orden López.
  14. Esto que escribo no es una carta de amor, así que no voy a poner frases bonitas ni románticas, ni las esperes de mí. Llevo tiempo pensando en la forma de hacer esto y como sinceramente no tengo la necesidad ya de verte de frente, y Pamela siempre está presente cuando hablamos, voy a hacerlo de esta manera y no es por cobarde, es porque ya no tengo la necesidad de muchas cosas.

    Dicho esto, voy a pedirte que dejes de hablarme como si todavía tuviéramos una clase de relación entre nosotros, si no tienes dinero, si el carro está en el taller, si te pasa esto o lo otro, eso no me interesa. Yo no puedo esperar nada de alguien que ha puesto tanto empeño en hacerme sufrir y peor aún, en hacer sufrir a Pamela, porque, aunque no lo creas yo tengo que verla sufriendo cada vez que le incumples una promesa y eso no es justo, ella no se merece que le falten el respeto de esa manera, ni yo necesito saber que te acostaste con Cristina, Fernanda o Carolina.

    Yo ya tuve bastante de humillaciones contigo, como para tener que seguir escuchando tus pendejadas sobre cosas que a mí ni me vienen ni me van. He estado pensando mucho y tienes razón, yo he cambiado muchísimo, no soy la misma Gloriana a la que conociste, en eso te doy la razón. Pero he cambiado a fuerza de golpes (desgraciadamente), golpes que en algunos casos me he llevado por estúpida, como los que me he llevado contigo, siendo yo cómplice por mucho.

    Contigo tuve que haber terminado relaciones hace mucho, desde la primera vez que me di cuenta de que me eras infiel, pero no hice caso a las evidencias y en vez de eso, te hice caso, a tus habladas de que los demás no querían que yo fuera feliz, en realidad eres tú el único que no quiere verme feliz. Yo no tengo claro lo que va a ser de mi vida, pero tengo claro que no vas a estar en ella, si quieres estar en la de Pamela, yo no puedo detenerte, los exámenes de sangre dicen que eres el padre, pero ya en la mía no te necesito, yo ocupo a alguien que me de lo que nunca vas a darle a alguien, tiempo, pero tiempo de calidad. Ese tiempo tampoco lo tiene Pamela contigo, porque ella no entra en tus prioridades, espero que la vida nunca te lo cobre, porque si llega el momento en que tengas que pagarlo, no puedo imaginar lo que te espera.

    Las decepciones tienen punto final en este momento, este 2022 va a ser muy bueno conmigo, pero para eso tengo que ayudarme yo, primero Pamela, primero yo…. y listo. En este 2022 estamos en películas separadas y así pienso quedarme.

    Que Dios te bendiga, si te lo mereces, lo que creo que ocupo con Pamela, ya te lo había escrito anteriormente, te agradezco que no me escribas para nada que no sea el horario de visitas. La lista de cuentos que una vez me creí, quedó con otra Gloriana, una mujer que estaría muy orgullosa de lo que soy y de hacia dónde voy.
  15. ¡Amados míos! no lloreís por mí, la triste e infame Eunice, hija de Rejat y el Rey Sedar. En mis labios brotaron versos de guerra y de amor, y de mis pechos se alimentó una nación sedienta de sueños y enferma de generosidad.

    Mis manos fueron escudos desviando las lanzas que cobardemente fueron arrojadas contra mis protegidos, pero he sido incapaz de desviar la lanza que ha cruzado mi pecho y que como podéis ver me tiene tendida en este lado de las laderas.

    Si he de ser culpable, soy culpable de no tener en este momento las fuerzas necesarias para levantarme y defender a mis queridos dragones, hijos de los sueños de quienes creen en ellos, más que mascotas, mi familia. ¿Quién los defenderá de la negra mano de la humanidad?, ¿quién les abrirá los Jardines del Sol para que brillen sus alas?.

    Custodios de mi reino, vaticinaron las mujeres ancianas que antes del próximo congelamiento del mar, desaparecerían, "los hombres no merecen tal compañía, en sus entrañas viven la envidia y el mal, los dragones no pueden existir en un mundo así", las palabras de la anciana Guye hacen eco en mi mente mientras inútilmente trato de tapar la hemorragia con mis manos.

    Ni un trago de agua tiene la hija de Sedar para calmar su última sed, siento un dolor en mi corazón, como estacas, y un temblor que comienza a nacer en mis piernas, a lo lejos sólo miro el humo en lo que fue mi tierra, ¡malditos sean los ejércitos de Frot que se cegaron por el poder! ¡malditos y mil veces malditos!.

    Mis hermosos y gentiles dragones, caballeros de ancho linaje que comprenden que no seguirán en este mundo, sin mí son tan indefensos y los hombres tienen el corazón tan malvado, tan cruel.

    Estas estacas cada segundo ponen más fuerza en mi cuerpo y aunque ya no tiemblo, no siento mis piernas... ¡qué hermosos jardines!... ¡mis dragones son libres ahora!, libres igual que yo que ya no tengo dolor y me siento tan joven y feliz, te saludo muerte, con respeto y alegría. Gracias.