1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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[​IMG] Mireya
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  1. Mi paz, tu paz
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    Acaso estamos zarandeando
    al llanto afónico,
    al que pulsa en alto
    tañendo a la hermandad.

    Digno es el verbo natural
    esparciendo su fecundo semillero
    sobre el arrogante cemento urbano;
    vernáculos bríos zigzagueando gemidos
    revelando sus estampidas en oleadas irisadas.

    ¡Quizás el hueso humano escoria trocó;
    su tuétano de exuberante arcilla dorada
    trasmuto a fango indolente!

    Los ecos individuales hacen el latido universal,
    se dice,
    pues por qué no orquestamos al unísono
    tan linda melodía auspiciando equidad.

    ¡Oh esperanza! Qué la voz aldeana
    amanse sanamente las fieras del fuego
    en empalmadas conveniencias de angélicas voces.

    Mi paz, tu paz,
    se hacen imposibles
    sin dormir el egoísmo
    y despertar a favor del sufrido.

    Mi paz, tu paz,
    se hacen imposibles
    sin amor, sin respeto en la morada.​


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  7. Siluetas de amor
    AndreyMorca / spring

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    Sus ojos fueron fuego y el alma pasión,
    en distintos lados de su ser su marca dejo
    y su sonrisa, era la llave...
    sus caderas fueron ríos de agua dulce,
    eran tormenta y calma y sus labios, savia...
    Sus manos fueron polvo de estrella,
    magia sedienta brillando por doquier,
    su cabello viento salvaje y sus senos; vida.

    Bastaba una ardorosa mirada suya,
    un tímido roce del ameno manjar piel a piel,
    y centelleaba el fluir en las venas ¡Vida sí!
    Tibio músculo era su envolvente ramaje
    y sutil el jadeo de su galante voz …
    vals selvático apareando los cortejos
    embriagando cual licor de manantial azul
    en danzas aterciopelados.
    Sus pechos eran nubes,
    sus ecos rayos primorosos
    arrullando los anhelos;

    de dos cuerpos inundados, de locura; y pasión.



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  8. Un canto a Mireya ...

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    ¡Si te tuviera de frente, te daría una canción,
    por el tan sólo verte, Mireya de mi corazón,

    e iluminaría tus labios, con un beso de amor,
    que nos diga atados, que no es más ilusión! ...

    Anthua62
    México 27-09-19


    Serenata a la luna ...

    ... Afuera,

    ¡un grillo tocaba
    y al cielo elevaba
    con su inspiración,

    un beso que llevaba
    de amor a su amada
    con todo el corazón!

    ¡Y ella coqueta
    tomando de la letra
    sus flores de ardor,

    arrojaba en cometa
    su lazo contenta
    abierto su balcón! ...


    Anthua62
    México 28-09-19


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    Elizabeth Schön. Biografía.

    (Caracas, 30 de noviembre de 1921 - Caracas, 15 de mayo de 2007) fue una poetisa, dramaturga y ensayista venezolana. En 1994 fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura.

    En 1953 publica su primer libro y empieza a colaborar con el diario El Nacional como reseñista y crítica. También desarrolló una obra dramática significativa desde la década del cincuenta.

    Su poesía trata sobre temas vinculados a los valores, la filosofía, es poesía de lo íntimo, poesía donde prevalecen procesos mentales que hablan desde el ser más complejo de la conciencia humana. Su dramaturgia hace énfasis en la necesidad de la presencia del otro y se vincula al teatro del absurdo.

    Muestra de su obra literaria:

    Andar con la mirada atenta…

    Andar con la mirada atenta,
    poseyendo la densidad del mundo,
    la intimidad del follaje.

    En cada pupila,
    en cada penumbra,
    se vierte lo que anhelamos.

    Porque nunca la luz es otra
    ni la oscuridad distinta.

    Ráfagas del establo

    No eliges
    el abismo, el caos, la nada
    Llegan a ti

    en agua que corre lenta
    para que no te asombre
    la carencia de materia a tu alrededor

    junto a la luz del alma llamando
    el aleteo pasajero de la tierra que vives.

    Cuánta tierra transita por la sangre
    cuantos oídos retienen
    los cuernos quebradizos de la niebla

    una luz entra en el vestíbulo de la espera
    Llega el blancor del principio
    abierto entre las aguas.
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    Ida Gramcko. Biografia

    (Puerto Cabello, 11 de octubre de 1924 – Caracas, 2 de mayo de 1994) fue una poeta, dramaturga, ensayista, narradora, cuentista y periodista venezolana. Se inició en las letras desde muy joven con el poemario Umbral (1942). A los diecinueve años se convierte en la primera reportera de periodismo policial y cronista en el diario El Nacional. A los cuarenta años egresa como Licenciada en Filosofía de la Universidad Central de Venezuela en donde dictó la cátedra de Poesía y Poetas en la Escuela de Letras.

    En su primera publicación, año 1952, Poemas fue prologado por el escritor e historiador Mariano Picón Salas, quien describió en su momento que la poesía de Ida Gramcko se destacaba por su alta coherencia lírica y cerrada.

    Dicha obra ha sido valorada a lo largo de los años por diversos críticos y escritores. Como el caso del poeta Alfredo Chacón, quien ha expresado que la obra “es un libro sumo de la literatura escrita en el siglo XX. Nadie hasta ese momento había logrado una resolución tan recia entre rigor y densidad y temperamento lingüístico”.

    Muestra de su obra literaria:

    VOZ
    Hay alguien que llama desde remotas cimas,
    hay una voz profunda que me pide estar cerca.

    Los aires se arremansan en corrientes continuas
    hasta fundir los ecos en la dormida piedra.

    El camino es un paso que dio el gigante mundo
    con sus botas de angustia, pensativas y negras;
    era un viajero entonces, desamparado y rudo,
    y con su andar de nave fue duplicando huellas.

    A veces tengo alas. Los cabellos furtivos
    se fugan entre ratos de las furias del viento,
    las manos, como arañas, van tejiendo en sus giros
    una red infinita de locura y de ensueño.

    ¡Llegaré hasta la cumbre! Tendré todas las flores
    azules y mojadas que habitan en las cuevas,
    y habrá un concierto claro de pájaros y voces
    en la garganta virgen de la desnuda tierra.

    Hay alguien que me llama desde remotas cimas
    y voy tras su llamado como la humilde sierva:
    manos y pies descalzos...entre luces y vidas,
    hasta la voz profunda que me pide estar cerca.


    Cámara de Cristal

    Cámara
    de cristal
    mi lágrima.
    Y el mar.
    Y alcoba pálida
    mi sollozo.

    Mundo de celofán.
    Pecera de hondo
    movimiento estelar.
    Niebla de otoño.

    Y algo más
    que naufraga en mi llanto misterioso.
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    Cruz María Salmerón Acosta. Biografía.

    Nació en El Guarataro de Manicuare el 3 de enero de 1892 y murió el 30 de julio de 1929. Fue un escritor y poeta venezolano conocido como el «poeta del martirio» y «solitario de la cima de Manicuare». Su obra –la mayoría sonetos– estuvo influenciada por la corriente del modernismo.

    Con 18 años de edad se va a la Universidad Central de Venezuela a estudiar la carrera de Derecho. Una vez en la capital, Cruz María se hospeda en una residencia de estudiantes. Con él dos compañeros, uno de éstos su amigo Ramos Sucre, quien es compañero de promoción.

    Conocido como “el poeta del martirio”, Cruz María Salmerón Acosta sufrió la penuria de una terrible enfermedad, el mal de Hansen o lepra, que afectó su vida desde temprana juventud. El poeta vivió un aislamiento voluntario en la desolada playa de Manicuare. Allí se refugió en una pequeña casa construida en lo alto de una colina, en donde pasó los diez últimos años de su vida. La habitación, de una cama sencilla, también tenía una bañera de cemento para que el poeta pudiera bañarse cuando la invalidez le impidiera hacerlo en las aguas del mar. Allí, postrado, sin poder levantarse del lecho, escribió –dictó– hermosos poemas que transitan desde el amor más intenso y sublime hasta la más profunda tristeza y soledad.


    En el año 1911 escribió su primer poema dedicado a su inseparable amigo, el también poeta, José Antonio Ramos Sucre. La enfermedad lo destinó a la soledad. Ser leproso en aquellos tiempos era exponerse al más absoluto desprecio por temor al contagio. Comienza entonces su aislamiento, y con él, la renuncia a todo lo que amaba. Su vida estuvo signada por la desgracia, el diagnóstico de su enfermedad, la muerte de una hermana y el asesinato –ordenado por el jefe civil de la localidad- de un hermano, marcaron para siempre la vida del poeta. El pueblo tomó la venganza del crimen y muchos fueron perseguidos y enjuiciados. En consecuencia, Salmerón Acosta sufrió también los rigores de la prisión. Fundó en 1913, en colaboración con José Antonio Ramos Sucre, la revista literaria Broche de oro, y allí publicó la mayor parte de su poesía, cuyo contenido y rasgos formales se enmarcan en la etapa de transición entre el clasicismo, el modernismo y el romanticismo.

    Los temas predominantes en sus poemas son el tormento, la esperanza, el amor, el pesimismo y la muerte, tópicos que acercan su escritura a la corriente romanticista venezolana. Fue un poeta de sentimiento profundo, que cantó en sonetos bellísimos a la amargura del amor restringido por las penurias, pero también al azul eterno y al inmenso mar de su limitado paisaje. Para el año de 1923 otro poeta cumanés regresa a su terruño de regreso de Madrid. Se trata de Andrés Eloy Blanco, quien llega triunfante con su Canto a España en un buque que se aproxima por el golfo de Cariaco. Desde su solitaria ribera, Cruz Salmerón le declama el poema Bienvenida, el cual escribe y se lo envía con un pescador de la localidad.

    Hoy en día, la casa donde pasó su destierro el poeta Cruz Salmerón Acosta y la casa donde vivieron sus padres se conservan como testimonio de una vida excepcional, que supo inmortalizar su desamparo en la palabra, inmensa y serena como el eterno azul del mar. Fue colaborador en publicaciones como: Satiricón, La U, Claros del Alba, Élite y Renacimiento, de Cumaná. También escribió para El Universal y El Nuevo Diario, de Caracas. Escribir poesía, para este intenso poeta, fue anhelar amor y elevar una plegaria. Su vida estuvo signada por una fuerte energía creadora y una profunda espiritualidad.

    Muestra de su obra literaria:

    Advenimiento

    Vierte entre las florestas silenciosas
    un resplandor, su aparición de estrella,
    y acariciando va todas las cosas
    su mirada que la hace ser más bella.

    A su paso deshójanse las rosas,
    la luz del sol baja a besar su huella,
    y hasta las mismas flores olorosas
    quedan por algún tiempo oliendo a ella.

    Yo la miro perderse entre las flores,
    y con la voz de todos los amores
    voy a llamarla, pero me da miedo

    verla venir hacia la angustia mía,
    porque yo, que la sueño todavía,
    quiero amarla como antes y no puedo.



    Caricia postrera

    Su balandra arriba a mi ribera
    lirios de espuma sobre el mar deshoja,
    y luce al sol la tricolor bandera
    cual una llama gualda, azul y roja.

    Soy feliz cuando me habla la viajera
    a pesar del pesar que me acongoja,
    y del llanto que ayer vertí en su espera
    y que hoy aún mis ojos moja.

    La tarde abrió sus múltiples pendones,
    y ante el adiós de nuestros corazones
    lloramos juntos como dos hermanos;

    ¡mas, me alivié al notar que ella tan mía,
    era al fin la mujer que recibía
    la última caricia de mis manos!

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    José Antonio Ramos Sucre. Biografía

    Uno de los más notables poetas venezolanos, nace en Cumaná el 9 de junio de 1890 y muere en Ginebra el 13 de junio de 1930. Políglota, autodidacta, ensayista, educador y diplomático. Con sus poemas en prosa, este venezolano se alejó de toda corriente al punto que pareciera que no leyó a nadie de su época y se concentró en crear un universo poético directamente de los griegos y desarrollándolo desde sus dolores más íntimos.

    En 1956 el Ministerio de Educación edita sus obras en la colección Biblioteca Popular Venezolana, pero será hacia los años sesenta cuando llegue el reconocimiento y las nuevas generaciones lo convirtieran en una de sus referencias más válidas. Para Juan Liscano, Ramos Sucre es un refinado, un aristócrata del lenguaje, un hombre nutrido de una cultura clásica y romántica cuya escritura asume en tono trascendente y suscita sentimientos nobles de desespero, soledad y elevación. Para Francisco Pérez Perdomo es el más admirado por las últimas promociones poéticas del país, es el poeta del dolor, un poeta que siente una hipnótica fascinación por lo oscuro y los abismos, un poeta alucinado que sufre en su soledad. Ángel Rama considera que en el proceso fabulador de Ramos Sucre, el hijo dilecto de los equívocos, se establece una suerte de extraña corriente y reciprocidad entre lo real y lo imaginario... y su adjetivación es suntuosa, solemne y muy precisa dentro de la intemporalidad e impersonalidad buscadas en sus textos.

    La obra de Ramos Sucre ha sido publicada por Monte Ávila Editores en 1969 y 1985; por la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela en 1979; por la Biblioteca Ayacucho en 1980. Pero será en 1988 cuando Ramos Sucre llegue finalmente a Madrid. En una edición a cargo de Katyna Henríquez Consalvi, con prólogo de Salvador Garmendia, la prestigiosa Editorial Siruela publica su obra bajo el título de Las formas del fuego, «una de las obras más interesantes que se pueden encontrar en las letras hispanoamericanas del siglo», según comentario de José García Nieto de la Real Academia Española; en el suplemento de libros de El País, de Madrid, Almudena Guzmán, crítica española, considera que Ramos Sucre es poseedor de «una prosa poética impecable, ejemplo de musicalidad y elegancia, llena de construcciones tan insólitamente bellas...». Después de la edición en España, donde impactó ese perfecto dominio del lenguaje y su mundo melancólico y desolado, su obra es traducida al portugués por el reconocido hispanista José Bento, y publicada en 1992 bajo el título As formas do fogo, con prólogo de Eugenio Montejo.

    Muestra de su obra literaria.

    Discurso del contemplativo

    Amo la paz y la soledad; aspiro a vivir en una casa espaciosa y antigua donde no haya otro ruido que el de una fuente, cuando yo quiera oír su chorro abundante. Ocupará el centro del patio, en medio de los árboles que, para salvar del sol y del viento el sueño de sus aguas, enlazarán las copas gemebundas. Recibiré la única visita de los pájaros que encontrarán descanso en mi refugio silencioso. Ellos divertirán mi sosiego con el vuelo arbitrario y su canto natural; su simpleza de inocentes criaturas disipará en el espíritu la desazón exasperante del rencor, aliviando mi frente el refrigerio del olvido.

    La devoción y el estudio me ayudarán a cultivar la austeridad como un asceta, de modo que ni interés humano ni anhelo terrenal estorbará las alas de mi meditación, que en la cima solemne del éxtasis descansarán del sostenido vuelo; y desde allí divisará mi espíritu el ambiguo deslumbramiento de la verdad inalcanzable.

    Las novedades y variaciones del mundo llegarán mitigadas al sitio de mi recogimiento, como si las hubiera amortecido una atmósfera pesada. No aceptaré sentimiento enfadoso ni impresión violenta: la luz llegará hasta mí después de perder su fuego en la espesa trama de los árboles; en la distancia acabará el ruido antes que invada mi apaciguado recinto; la oscuridad servirá de resguardo a mi quietud; las cortinas de la sombra circundarán el lago diáfano e imperturbable del silencio.

    Yo opondré al vario curso del tiempo la serenidad de la esfinge ante el mar de las arenas africanas. No sacudirán mi equilibrio los días espléndidos de sol, que comunican su ventura de donceles rubios y festivos, ni los opacos días de lluvia que ostentan la ceniza de la penitencia. En esa disposición ecuánime esperaré el momento y afrontaré el misterio de la muerte.

    Ella vendrá, en lo más callado de una noche, a sorprenderme junto a la muda fuente. Para aumentar la santidad de mi hora última, vibrará por el aire un beato rumor, como de alados serafines, y un transparente efluvio de consolación bajará del altar del encendido cielo. A mi cadáver sobrará por tardía la atención de los hombres; antes que ellos, habrán cumplido el mejor rito de mis sencillos funerales el beso virginal del aura despertada por la aurora y el revuelo de los pájaros amigos.


    Ocaso
    Mi alma se deleita contemplando el cielo a trechos azul o nublado, al arrullo de un valse delicioso. Imita la quietud del ave que se apresta a descansar durante la noche que avecina. Bendice el avance de la sombra, como el de una virgen tímida a la cita, al recogerse el día y su cohorte de importunos rumores. Crecen silenciosamente sus negros velos, tornándose cada vez más densos, hasta dar por el tinte uniforme y el suave desliz la ilusión de un mar de aguas sedantes y maléficas.

    Envuelto en la obscuridad providente, imagino el solaz de yacer olvidado en el son de un abismo incalculable, emulando la fortuna de aquellos personajes que el desvariado ingenio asiático describe, felizmente cautivos por la fascinación de alguna divinidad marina en el laberinto de fantásticas grutas.

    Expiran los sones del valse delicioso cuando el sol difunde sus postreras luces sobre el remanso de la tarde. A favor del ambiente ya callado y oscuro disfrutan mis sentidos de su merecida tregua de lebreles alertos. Y a detener sobre mi frente el perezoso giro de su velo, surge del seno de la sombra el vampiro de la melancolía.
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  13. SOL de PRIMAVERA

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    Brillante primavera, amanecer.
    Al sol de tus fragancias y poemas
    levantas cada día tus emblemas,
    permites nuestras almas florecer.

    Ligeras son tus ramas, remecer
    de vientos, que acarician con fonemas,
    regalas sentimientos en grafemas,
    bailando va un sol cálido al nacer.

    Germinas en tus causes y semillas
    al ritmo vas pintando camposantos,
    de voces cantarinas por tus villas

    impregnas con tu magia y tus encantos,
    la lluvia que estremece tus mejillas
    son dulces melodías de amarantos.


    Dvaldés


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  14. Era primaveral

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    Esplendido llega el anhelado florecer,
    hace feliz torbellino en los aires y jardines,
    hay cantos de aves en serenata de violines,
    crece el verde suave en el copioso boscaje,
    senderos de enamoradas miradas y andares.

    Brotan huellas de flores sencillas y exóticas,
    las vastas praderas el húmedo verdor asoma,
    se mecen esparcidos los selectos aromas,
    el colorido festival al arcoíris hace espejos
    y en los latentes amores ¡vivaces reflejos!

    Noches cálidas de abundantes luceritos,
    en destilados fulgores la complaciente luna
    su rostro amartelado es de las musas cuna,
    amaneceres de juegos y sonrisas infantiles,
    de platicas juveniles y renovados abriles.

    Tiempo de siembra, cosechas y esperanzas,
    ¡cálido sol! su esplendor es de épocas hermosas,
    llegan alborozas en su vaivenes las mariposas,
    haciendo del polinizado festejo fértil encuentro,
    motivos para el escritor, pintor y su concentro.

    El paisaje de este ciclo vital es seductivo;
    quisiera detener el reloj en sus mañanas,
    atrapar la brisa del lago y las montañas,
    guardar la tibieza vespertina y matinal,
    y atesorar la diversidad del matiz floral.

    Asirme quiero en la magia de su bostezo,
    y en el equilibrio de sus noches y sus días,
    celebrar siempre en el sentir del alma mía
    el espíritu de una era primaveral para dar,
    y en las espumas de su nidal con júbilo poder brindar.





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  15. Por amor ¡Varón de primavera!
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    Multiplicaría mis cabellos
    si estos se hiciesen manantial de amor,

    encendería las estrellas de tus instintos
    si estos procreasen las alegría en la tierra,


    repartiría mis frutos, flora, fauna y caracolas
    si en tus vírgenes apetitos dieses voz de bonanza,


    pariría las pérdidas de fe y esperanzas
    si me preñases de tu exuberante magnificencia,


    moldearía mi hálito al tuyo ¡Varón de primavera!
    Si Pachamama de nuevo, integra reluciese.


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