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[​IMG] Mireya
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    Tal vez cuando emprenda anchura
    mire a la cumbre tal los ciegos
    o cierre los ojos solo superficialmente
    y sea día nublado antesala de lluvia,
    tal vez la congoja me lleve arrastra en su ramaje
    o yo tenga el alma alada y alegre,
    tal vez sea en el rato vespertino que nunca me gustó
    ese pálido ocaso cuya data su rostro mutó por amor,
    tal vez en ese fragmento del reloj
    acuñe mis instintos celestes
    en recién nacidas mariposas
    que volverán a oruga en primavera,
    tal vez estoy escribiendo hacia atrás
    donde se anula la cordura
    y el pecho erosiona de tanto amar,
    donde se pide indulgencia
    si por desear volar se es pecador,
    tal vez en ese entonces en lo alto una voz bronca
    resuelle y las venas de luz se multipliquen
    en mis espejos
    y regrese

    o me quede.
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    Federico García Lorca
    (Fuente Vaqueros, España, 1898 - Víznar, id., 1936)
    Poeta y dramaturgo español.
    Los primeros años de la infancia del poeta transcurrieron en el ambiente rural de su pequeño pueblo granadino. Delicado, angelical incluso, fue criado entre algodones por una madre hospitalaria, la maestra Vicenta Lorca, y un padre comprensivo, el hacendado Federico García. Su primitiva vocación fue la música y estudió guitarra y piano.
    En el transcurso de la «Edad de Plata» (1900-1936), la literatura española recuperó aquel dinamismo innovador que parecía perdido desde su Siglo de Oro; tal periodo tuvo su culminación en la obra poética de la Generación del 27, así llamada por el rebelde homenaje que sus miembros rindieron a Luis de Góngora con motivo de su tercer centenario. Sin embargo, pese a la inmensa talla de figuras como Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda o el premio Nobel Vicente Aleixandre, ningún miembro del grupo alcanzaría tanta proyección internacional como Federico García Lorca.




    Lluvia …Federico García Lorca

    La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
    algo de soñolencia resignada y amable,
    una música humilde se despierta con ella
    que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

    Es un besar azul que recibe la Tierra,
    el mito primitivo que vuelve a realizarse.

    El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
    con una mansedumbre de atardecer constante.

    Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
    y nos unge de espíritu santo de los mares.

    La que derrama vida sobre las sementeras
    y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

    La nostalgia terrible de una vida perdida,
    el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
    o la ilusión inquieta de un mañana imposible
    con la inquietud cercana del color de la carne.

    El amor se despierta en el gris de su ritmo,
    nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
    pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
    al contemplar las gotas muertas en los cristales.

    Y son las gotas: ojos de infinito que miran
    al infinito blanco que les sirvió de madre.

    Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
    y le dejan divinas heridas de diamante.

    Son poetas del agua que han visto y que meditan
    lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

    ¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
    lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
    lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
    la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

    ¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
    almas de fuentes claras y humildes manantiales!

    Cuando sobre los campos desciendes lentamente
    las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

    El canto primitivo que dices al silencio
    y la historia sonora que cuentas al ramaje
    los comenta llorando mi corazón desierto
    en un negro y profundo pentágrama sin clave.

    Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
    tristeza resignada de cosa irrealizable,
    tengo en el horizonte un lucero encendido
    y el corazón me impide que corra a contemplarte.

    ¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
    y eres sobre el piano dulzura emocionante;
    das al alma las mismas nieblas y resonancias
    que pones en el alma dormida del paisaje!
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    Juan Ramón Jiménez
    (Moguer, 23 de diciembre de 1881- San Juan, 29 de mayo de 1958)


    Fue un poeta español. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1956, por el conjunto de su obra, entre la cual destaca la narración lírica Platero y yo.
    Su lírica evolucionó desde las últimas derivaciones del modernismo hacia una poesía a la vez emotiva e intelectualista.

    Aunque inicialmente quiso ser pintor, pronto se orientó hacia la poesía, animado por la lectura de Rubén Darío y de los escritores románticos.
    De carácter melancólico y depresivo, la repentina muerte de su padre le causó fuertes crisis nerviosas que lo obligaron a pasar largas temporadas en sanatorios de Burdeos y Madrid. A esta época corresponden los libros Rimas (1902), Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904), que configuraron una poética más en la línea de Gustavo Adolfo Bécquer, impregnada de musicalidad, nostalgia y amor por la naturaleza, con metros sencillos en los que predomina el octosílabo y un ritmo fluido.





    Estoy triste y mis ojos no lloran


    Estoy triste y mis ojos no lloran
    y no quiero los besos de nadie;
    mi mirada serena se pierde
    en el fondo callado del parque.

    ¿Para qué he de soñar en amores
    si está oscura y lluviosa la tarde
    y no vienen suspiros ni aromas
    en las rondas tranquilas del aire?

    Han sonado las horas dormidas;
    está solo el inmenso paisaje;
    ya se han ido los lentos rebaños;
    flota el humo en los pobres hogares.

    Al cerrar mi ventana a la sombra,
    una estrena brilló en los cristales;
    estoy triste, mis ojos no lloran,
    ¡ya no quiero los besos de nadie!

    Soñaré con mi infancia: es la hora
    de los niños dormidos; mi madre
    me mecía en su tibio regazo,
    al amor de sus ojos radiantes;

    y al vibrar la amorosa campana
    de la ermita perdida en el valle,
    se entreabrían mis ojos rendidos
    al misterio sin luz de la tarde...

    Es la esquila; ha sonado. La esquila
    ha sonado en la paz de los aires;
    sus cadencias dan llanto a estos ojos
    que no quieren los besos de nadie.

    ¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
    ya hay fragancias y cantos; si alguien
    ha soñado en mis besos,
    que venga de su plácido ensueño a besarme.

    Y mis lágrimas corren... No vienen...
    ¿Quién irá por el triste paisaje?
    Sólo suena en el largo silencio
    la campana que tocan los ángeles.
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  13. Otra dádiva de la naturaleza para el humano.
    Foto cortesía de un patio por ahí.
    Santa Bárbara del Zulia, Venezuela.

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    La jardinera

    Por los rosales camina la jardinera
    viendo siempre lo triste de la gladiola
    la clavellina se arrulla de primavera
    el pensamiento conversa con la magnolia
    pero la dalia bonita solo quisiera
    ser compañera del tulipán
    decirle piras hermosas a la violeta
    y andar inquita por el rosal.
    Margarita soltera siempre callada
    del geranio besarse con la cayena
    la rosa viste de novia recién casada
    con brillo, ropa, perfumes y alhajas buenas
    entre la orquídea tan bella soñando pasa
    frente a la casa del girasol
    por ella el nardo se vuelve triste y enfermo
    y el crisantemo llora de amor.

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    La Jardinera

    Para olvidarme de ti
    voy a cultivar la tierra
    en ella espero encontrar
    remedio para mi pena
    aquí plantaré el rosal
    de las espinas más gruesas
    tendré lista la corona
    para cuando en mí te mueras.

    Para mi tristeza violeta azul
    clavelina roja pa' mi pasión
    y para saber si me corresponde
    deshojo un blanco manzanillón
    si me quiere mucho, poquito o nada
    tranquilo queda mi corazón.

    Creciendo irá poco a poco
    los alegres pensamientos
    cuando ya estén florecidos
    irán lejos tus recuerdos
    de la flor de la amapola
    seré su mejor amiga
    la pondré bajo la almohada
    para dormirme tranquila.

    Para mi tristeza violeta azul
    clavelina roja pa' mi pasión
    y para saber si me corresponde
    deshojo un blanco manzanillón
    si me quiere mucho, poquito o nada
    tranquilo queda mi corazón.

    Cogollo de toronjil

    cuando me aumenten las penas
    las flores de mi jardín
    han de ser mis enfermeras
    y si acaso yo me ausento
    antes que tú arrepientas
    heredarás estas flores
    ven a curarte con ellas.

    Para mi tristeza violeta azul
    clavelina roja pa' mi pasión
    y para saber si me corresponde
    deshojo un blanco manzanillón
    si me quiere mucho, poquito o nada
    tranquilo queda mi corazón.