1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Trazos de lluvia dibujan bocetos
    del tardío , desencofrar
    ese dibujo de una postal se duerme
    en el anclaje del minuto, día de misiones cautivas, y flores del jardín
    en preñez, los bosques cautivan
    los perfiles, la vorágine del llanto
    amplía velocidades de recuerdos
    sin sentido.






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  2. La insalubre negación de cada deseo
    interno
    se resquebraja por las bolsas de los sentidos, que se lanzan e inmiscuyen rotatorios en pleamares del rigor.
    Casi un curso de alfarero me autoriza
    a campear la sombra del instructor.
    Que nos vigila de la sumisión traicionera se adueña de ti
    sin permiso. Y no te olvida
    hasta relamerse las heridas de la traición.




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  3. Las lumbres de los insultos,
    se desvanecen con la corrosión
    entre soliloquios y una falsedad con
    patitas cortas, que escala por las paredes de la memoria.
    Y desde allí la fría multa del recuerdo.
    Ansía llover la reputación del dolor
    casi al rubio sol del mimbre deshilachados, como rayos de vida
    piedad del muro, parca y llanto
    y suelos llenos de piel.




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  4. Cuando el silencio acude a castigarte
    sólo los recuerdos te hablan de
    angustias y miedos, de arena y cielo.
    Se desnudan las palabras del sonido
    en tu autismo bautizado en las zorreras.
    las mutuas migraciones de tu corazón
    lo han despoblado de la empatía
    y de la conquista herida en la faz
    oculta del mundo.
    Pero directos a la línea de flotación, intentan hundir con rumores el ecosistema del mercader
    de ausencias e insalubre techo
    sin pintar el mutismo de los cielos.





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  5. El cobijo de un psicótico
    no puede ser su bosque interno
    el escribano, que goza del material
    surrealista para utilizar como terapia
    su eclosión de momentos, que en voladuras comprende la vasta castración del deseo.
    Sin embargo sí su propio eco
    habita los versos que imprime
    son alivio y desalojo del mundo
    en el que nace la paranoia para
    transformar todo el turbión de
    la locura en belleza.





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  6. Se fue ese extraño sentimiento
    ajeno a mí.
    Me utilizó como envase mientras iba contaminando de dolor mi sueño
    mi brillo.
    Y cuando se ha desprendido de mi coraza, como lo hace una costra, cuando cura la herida.
    En vez de sanar
    ha continuado la difteria de la sangre.
    Rabiosamente irrigada por este corazón roto.
    Que prendió fuego a los tuneladores
    del carácter lleno de la misma mentira del sentimiento hecho.
    Piedra.




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  7. Riachuelos de color blanco,
    dibujan una cascada congelada como una capa brillante de roca preciosa
    o precisa.
    Notamos la ingenua marea del rumor. Chocando contra los gigantes de piedra, la sustancia brava astuta
    y vasta nos confunde con diamantes de nadie. El preámbulo del decoro
    nace militante lleno del duelo de jactancia y precocidad.





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  8. Los focos alimentaban su belleza
    en el sigilo de la noche la playa
    del oro era larga cabellera donde.
    Los animales del tributo
    ronronean el signo del pescador.
    El sonido se desliza fragmentado
    en el discurso su voluble imagen
    estalla como un petardo, la salinidad
    del invento plural de nadie, surcos
    de trinos y sabor vuelven locos a los cuerdos nacidos después del dolor.
    Sabía allí fragancias de nube picoteada por el mundo, que tiene aguijones de sal y sueños de celuloide
    campestre nube del lector.




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  9. En el singular nombre del lloro
    astillan refugios bajo lencería húmeda.
    La intransigencia del dolor
    amplía verdades sin foco
    Un punto de fractura y de fuga
    que alimenta docente la inmaterial
    aureola del cobarde.
    Todos los flojos de valor
    somos inocentes ante combates
    en las distancias cortas
    sin embargo luchamos como jabatos los rounds que la vida insulta
    en nuestras matrículas.




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  10. Lloro del trigo ajeno
    en su pelo, luces de cerámica pernoctan toda la metamorfosis
    del día, tras el telón, de la sustancia
    año de delirio , sin harina realzada
    por tus miedos que se descorren del suspiro no dañado,
    tus delgadas miradas engordan
    los paladares del mito
    anclando los susurros desquiciados
    por pérdidas de volutas y panes.




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  11. En un terrible mapa de tristezas
    habita mi sendero,
    busco caminos que me lleven
    al centro de los oasis.
    Para desde allí adorar con
    el dolor de las princesas de diadema azul y piernas alicatadas, un sabor
    a la muerte de los nervios y caricias
    de pinceles sin rabia.
    Así los días se exprimen como trapos
    mojados cayendo en el suelo del techo de cada horizonte, donde
    ahogan los cobardes de la multitud
    las cruces que marcan los tesoros de mi identidad, encuentro tu perfume con mi nombre escrito
    en cada gota resbalando por tu cuello
    pétreo de sirena.




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  12. Los silencios directos
    como puños,
    golpean las preguntas
    sólo el interrogante que desvela.
    La culpable desgracia del bulo
    se resigna en el amperaje
    de sí mismo.
    La desgracia tiñe toda la sutura
    de la esperanza calcinada que perpetra en la culpabilidad
    un designio de mentira
    tras la soledad del acusado
    que genera toda la rabia
    de la impotencia,
    y desde ese momento un combate
    sobre
    algo personal.
    se decreta.



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  13. El invierno de mi memoria
    crea siluetas congeladas
    en la clausura de mi intención
    desbordante en el silencio
    del hollar, ahí la calma titubea una
    batuta decisión del turbio tallaje
    horadando la intención de los nombres en recuperar sus apellidos
    en cánticos de luz, pleamares marisqueando en el vocabulario
    un singular destello del jugo victorioso, que pelea entre entes de desorden
    palidez en la vida cautela del trono
    donde la sanguínea efervescencia
    nos llama autómatas del declinaje
    capitulados de áspera felicidad.






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  14. La negación turba los deseos del
    aprendiz.
    Sólo los jugos de una flor fresca,
    recién abierta seduce al colibrí
    polinizando el habla del apuntador
    que entre actos, descansa la sierpe del telón en una
    hiedra de versos elevándose como
    El acordeón del monólogo.
    Un misterioso abrir y cerrar de
    la sabrosa mezcolanza de la mulata
    bailando y bailando, la seda de tu nombre.




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  15. Los claveles de rojizo pendular.
    Esnifan todo el Ártico en una bolsa dolor
    la herida ahueca la mala sangre.
    Sempiterna delgadez aullando
    la mirada del deceso capricho
    del duelo.
    Una balanza queda perfectamente
    alineada para torturar la suerte del
    culpable, así la necedad se edulcora
    con caprichosos mundos del agua.
    Equilibrios de la profunda herida
    en un alambre pálpito que dicta las reglas de la gravedad.






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