El blog de Víctor Mileo

El insomnio del oso
cuando se acerca el invierno,
la vejez del jardín nevado,
con canosa dilatación, del suspiro
añascando un silencio dando bofetadas, al ruido.
Brusco rapto del nudo
que enmudece las playas rejuvenecidas de la plácida victoria
en ella se empalman,
los mástiles de banderas que son togas del sueño circular que construye, el movimiento del fracaso.



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La pereza muerde la energía
como castores la madera para construirse sus presas.
No sostiene tu reputación, el éxito
conseguido, si no, las envidias que todavía no te han podrido, con los trapos sucios
de toda tu vida. Ahora la línea de flotación es más elevada, y los pórticos están llenos de orgullo,
Hoy no defenderé yo solo mi altruismo,
mi vena palpita como un cable
Un cable que llama, que vive, en el anzuelo, y que tensado engancha comida, es una especie de equilibrismo, parental.
Donde el júbilo del desertor
toma respuesta cuando llega
al hogar.





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Mundo de malos consejos con
playas casi morenas, y un
turbio anhelo, del cómplice,
arañazo del júbilo triunfo
de la aspereza entre comensales.
Y si entonces mal querer del trino
deambulando el apogeo de las canchas, triunfales de cestas de. Navidades y mitocondriales segmentos de pértigas
paciencias del simulacro del protagonista.
Que hiere el horizonte cuando se va.
La mancha humana rasga el velo sangriento de la puesta de sol,
Un arrebol mitológico donde pulsión
y tersa dulzura que se esparce, en antídotos plurales del ocaso.
Ya no nos harán de menos.



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Las bisagras del miedo, guardan despensas llenas de diablitos,
las papillas del ronco desnudar de la piedra tallada en la agonía, forman
yunques para el
patíbulo del huésped en discordia
y flora trémula del día que la ilegalidad del mundo no arraigue en el tiempo del dolor insecto ,del patriarcado.
Que nos atizó duramente,y en peregrinaje
el sabor a victoria cimbreando, como pinceles nuevos, nos dijo pacíficamente, volver al atril del dorso
donde la paz se preña del negro cancerígeno terminal, para robarle las aduanas al cielo.




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Desde los atriles de la vergüenza
ningún discurso penetraría tanto
como el agradecimiento
del actor cuando recoge su premio.
La cuarta pared del disimulo
esconde las bambalinas, y los sueños taciturnos,
embotellamientos de carruajes, con caballos. generando mucha mierda
de caballo,así sabían que mucha mierda es sinónimo de mucha gente
Yendo al teatro, por eso en los estrenos de teatro, se dicen entre ellos, mucha mierda.




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Los verdes valles del insulto, se rasuran con la ironía, templanza de astucia demolida por el rencor,
Hay que batir y deshacer los grumos
del rencor.
La salsa puede corromperse,
añiles del cielo rompen la salud
edificando el curtido de las alforjas
llenas de silencio, para llenarlas de gritos.




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Mi mundo se entremete por las costillas de la noche,
La erosiona hasta ver un rostro
con piel de ocaso, que se suaviza entre polaridades del centinela
aturde su involuntaria presencia,
en candente caída, pero breve disimulo del amperaje que el sueño
maniquí premura del trovador
hiératica mano del mundo
dejándonos calibrar el lloro.
de su suerte.




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La flama de tu presencia
mutila la hierática descomposición
donde la entropía mimetiza
el sendero con obstáculos.
Pardos los ojos del búho vigilan
las entradas y las salidas,
para ser ratones sin orgullo
no merecemos, el laberinto
dentro de otro laberinto.
Si no, el siete de velos
multiplicado por un sucio desenredar
del lazo, trampa del mimo.
Nos drenará de lógica.



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El verde sinuoso, que hace clima
en el descorrer de la noche,
palidecido de hermandad.
Resta
paliar el desnudo de la sangre
con árbitros y medidores candentes
para la palabra.
Un singular nerviosismo
espera que todo lo ocurrido
en la granja urbana mida
los quehaceres y obligaciones de cada animal.
Y perdure el armónico rastrear
del sonido pululando, por los
asideros de la negación.



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El cetro de los moteros
en el roto capítulo del viento
traga esencias de gasolina quemada
en su cubilete,
escuchando el pitido
de los domingueros
poniéndose vacunas
contra la infelicidad.




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El collar de la noche avisa
en el roto candor
cuando mutila la vida
su esencia,
escuchando el pitido
de los perros de la guerra
poniéndose vacunas
contra la felicidad.




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Invento soliloquios premuras de un
silencio agónico.
Perdura en mí, la anestesia.
El choque de trenes mal dibujados
tienen márgenes , fuera de ellos
sabrán del victimato del resquemor más anacrónico y salir
afuera de los desvanes , de los baúles de juguetes, donde siempre estoy planeando mi fuga, escaparme
de la micro sociedad, que me ha hecho
un juguete roto.
Se ha quebrado el dulzor
de la aventura del azar campando
el sino del sueño.



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Puedo romper las cadenas de tu mirada, puedo avivar
el fuego del sabor a nada y cultivar
en tu vientre de barbecho,
el olivo, la añada, el asidero de deseos reparados cuando destruyeron la cabelleras, de
las sábanas, sus flecos,
como piel ajena.
del hirsuto , candil de desesperanza.
Que es áspero como pinceles de un bote lleno de olvido.
Descascarilleando la pintura en su fragua.


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El trémulo ayer mareado y con ganas
de vomitar, palidece en el sordo
penacho del camino, todos ocultan
llamas de equipaje donde la llave
del insomnio trepa por enredaderas
que parecen coronarias.
Y la rabia se llena de espumarajos
con la muerte acechando el camino
del poder.




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Pellejos de una piel, sin curtir
Cueros de la mañana
ansiando la verdad del mundo.
Nadie oculta el verso que acaricia
la laguna interna.
Por lágrimas derrotadas en
señales del turbio y ajeno
nervio, los seniles, los ajenos, los
dementes
duermen silencios del sol.
amparando, las caricias
del rumbo que se toma.




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