El blog de Víctor Mileo

Los lugares no escritos dejan estelas
como miguitas para ser encontrados
acarician los timbres del pasado hasta tomar forma nihilista del momento, así nace poco a poco
la musa, de una resaca del Sábado
y un despertar que regresa a la llaga
temblando con el acartonamiento
del cuerpo, que hace de molde al alcohol del interior, recogido en forma de gajo.
Gajos exprimidos.
en una bolsa de té, esperando el amanecer del nudo y del desenlace.



Reservados todos los derechos©

Bellos ataúdes decoraban los sótanos
de la funeraria.
En poco tiempo elegirían uno de ellos
la burocracia del nacimiento, tiene su sentido, cuando llega el fallecimiento.
Entre esas dos transiciones, el papel
se viste de su forraje.
La vida anuncia un decorado,
que devora trámites de envolturas
y misivas anocheciendo entre celulosa y tinta.
El perlado camina burocrático por sendas de hilaridad
la pantalla aboceta trinos de humildades llegando a su final
todo el derroche del sorbido momento, plañidera enjugando
el camino de los trazos no dibujados.
En ese último olvido el nácar de los ojos se blanquea cerrando las conchas del mar mundano
donde los trámites dejan letras doradas en cada lápida.


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Y los mustios rencores quedaron atrás,
con un filtro de inflada digestión,
cuando desde ese punto el cruce de caminos se convertiría en una equis tachando esa dirección.
Dejada en el mapa curtiendo sin saberlo el destino de mi viaje
despreciando las hostilidades con sus
mal paridas madres, y los rumores
unidos como riachuelos a su río central fluyendo decisiones huidizas
que dejarían por disimulo la otredad
insumergible de la victoria.


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Los muertos desfilan por azoteas
de equilibristas ganándose el rumbo.
Los astros no se alinean entre tersos plumajes de Pigmalión.
Secretos de hilos plurales, en la diana
del estiércol, procrean mentideros
de absoluta deserción,
en excusados de alpiste, donde los loros afilan los picos, y devoran las lágrimas de la jungla.
La cuna ha mamado hirsutos bigotes
de harina endurecida.
Todo el surco caliente del tiempo
horada trapecios de milicias cosechando las armas de irascibilidad.
El pacifismo se preña
de profecías declarándose a falta de estímulo y seducción, el enigma inmaterial, del combate sin armas.


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Voladuras de pigmentos anochecidos.
Transitan dolores de líricas suntuosidades.
Ver esa piel de ocaso curtiéndose
en cada ola callejera,
que inunda el revolver de seda con
graznidos del tumulto no conocido.
Es ver vibrar tu belleza aflorando
los diamantes de celosías y corrompidas veleidades de infartos
cerebrales.
El rumbo que hemos de tomar
se absuelve al nacer con tráqueas
piadosas al rojo vivo perdurando
en solitarias flamas casi dormidas.



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El rostro de pánico, se llena de rojiza
vergüenza, por los restos mutilados
de la desgana,
así el viento envenena la razón.
Puede soplar hasta perforar, la voluntad iridiscente de avanzar
y llevar a los centauros a enloquecer.
La primaria esencia del timo, se abyecta de anarquía.
Pulso del legado absorbido por la
lana no concebida sino tejida de rostros erosionando la vida.




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Muere entre el cielo y la tierra
la rojiza traición.
La llama que alumbró las cosechas
de la integridad separadas del grano
y de la paja, ahora revuelven en el instinto, la forma en distancias cada vez mas anónimas.
Todo el dolor líquido
recorre mi cuerpo como un río
solitario, donde no hay puentes
sólo cicatrices del camino.




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Lencería mojada. sobre una manta
de terciopelo, el placer se distensiona, como una balada
de saxofón, que escala con el impulso
de las miradas en un infarto
de soles impenetrables, irradiando
su luz vigía, con los cestos de las yugulares, palpitando, mezquina
la herrumbrosa dolencia de la argenta, brillo del viento en los orgasmos del cielo, son capicúa.




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Desnuda el rizo entre tirabuzones
con sus manos pequeñas.
Rotos todos los corazones
piden recoger, la siembra.
La melodía del mundo requiebra
un molinillo de viento displicente
que enfoca la distancia repetida
como si volara en alfombra y sin suerte.



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El berenjenal de los bulos e injurias
medra en los hogares que comen miedo.
La suspensiva pregunta se esparce
por la hoja, como si fueran ramificaciones de un tumor, hiriendo
la vida, absorbiendo su esencia y manipulándola en un enjuto dominio del rencor.
Sólo la superficialidad, conmueve, el
pastoreo del borreguismo atroz,
nadie mira más adentro, la verdadera belleza del escrito y quién lo escribe.
Lo superfluo domina el juego,
y gana temporalmente.
Pero en la distancia la fealdad se esconde entre versos, y poética
que se enreda con los hilos
del escaparate, fácil de etiquetar.
Entre fachadas todos los pétalos
caen sumergidos en el afrodisíaco del yo,
la absenta.
El mirlo blanco transige duramente
todos quieren ensuciarlo,
los rumores arrancan sus plumas
en una teatralidad bélica,
Cada instante en el que no te defiendes, es un mensaje codificado
a la pelota de mierda que se ha formado, llena de toda la malicia,
imposible de parar.
Y esto sucede cuando no se sacan
las manos.




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Después de desoír los mandatos del
dios aluminio,rasurando el surco
de la gota, entre el gong despertador
y la adicción de los muñecos levantando solsticios como pompas de agua,
el sendero se ensancha matriarcal
los silencios procrean con el orgullo
del cielo gelatinoso, temblando antes
de descargar su dolor,
sobre las cabezas de alfileres que sujetan faldas hechas a medida.
Ahí llegué caminante a recalcar
sin delirio que la espuma es la barba
del agua, pero el día mutilaba las horas con rapidez, las desmenuzaba
como miguitas echadas a los gorriones, los cuales picoteaban los segundos con avidez y así se ganaban
el tiempo suficiente, para poder sobrevivir.



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Salvas en honor a un soldado
casquillos de bala cayendo a un charco de lágrimas.
El rodar de la catástrofe, se adhiere
como espagueti demasiado cocido
a una pared, que transita por un camino olvidado, hasta encontrar
en ella un mensaje en forma de nombre completo,
Memoria a todos los caídos. Y después el nombre....
La guerra no la gana nadie
infringen el dolor suficiente, para no
apoyar el belicismo, nunca más.
Ese detritus del ser humano, que hace de salvavidas ,y común a la guerra dueña de la sobremesa, convirtiéndola en la normalidad del hombre cuando la utiliza como manera de expresión artística, y da como útiles las muertes de personas.
Individualmente soñadoras, con deseos, de medrar en la vida, e ir superando, sus etapas.
Matar no es un arte, aunque los toreros consideren la tauromaquia
un medio por el que darse medallitas vinculadas al arte, o a, quién entra a matar mejor.
Ni en la de selección de las fases
en la escala de la sociedad, que como anillos giran en espiral hacia arriba y hacia abajo, y siempre,los que van a la guerra son de suburbios etiquetados como marginales. A otros marionetas que se han creído la propaganda, cuadriculados,
cuando la espiral de anillos, empieza a moverse, las esferas de la sociedad
seleccionan el residuo, la pérdida
de los etiquetados y los que se elevan
con los intereses del sistema.
Para unos la fiesta nacional
es matar.
Para otros es amar a cualquier precio
en la escalera se sube y se baja, gracias al aparato motriz, inercia.
Pero sólo los libros te enseñan el edificio lleno de caminos, de escaleras, de rumbos, te enseñan a pensar y seleccionar tú. A elegir, y seguir tu elección.
los libros son mapas que te guiarán siempre, en cualquier momento, te harán pata, para apoyar la edad, de la aventura de vivir.
Aunque sigamos viendo corridas de toros, y los soldados reciban sus salvas de honor y un hueco en el muro para siempre.



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Todas las teclas del piano
ascienden o descienden
en un baile nostálgico
en el que se sube o se baja
la escalera hipnótica de la música.
Vestidas de frac son primas de las fichas de dominó.
Y tanto unas como otras dibujan
caminos entre calzadas de tablones
de dirección, como en Rayuela de Julio Cortázar.
Andamiaje del terso plumaje
los ebrios del viento sufren cuando llegan con él el diálogo de los pajaritos, donde reverbera la audición instantánea,
y dispara el egocentrismo y el narcisismo a un turbión de nervios
donde tu captura escucha una distorsión de la realidad equivocada.
Una, dos y tres, tiro la piedra y giro.




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Lluvia de segundos sobre el molde del agua,
todo ese tiempo mojado rebosa belleza antes de perder su cuerpo.
Antes de realizar la condena giratoria
del reloj.
Fuera de la soledad del mundo
el código temporal se distorsiona
con la lejanía y la cercanía
del medidor que se enciende y se apaga dentro de las oportunidades barajadas de cada uno.
Así las clepsidras que miden el tiempo con agua, sugieren, que la forma moldeable de ésta representará cualquier forma
que esté hecha de ese elemento.
Y al mismo tiempo será sólida cuando
se congele y gaseosa cuando le entre
aire.




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La grasa de la mentira
engorda como homicidas
relajados antes de ser atrapados.
Los ojos que inspiran silencio
maquillados de lirismo, taponan
el camino del chota perímetro
del confidente, donde toda escapatoria se hace un hueco
en los árboles secos.
Desde ese lugar donde los mitómanos
celebran, custodias, las elites nombran nostalgias a todas las olas que llegan, pioneras, en esas playas
dominó, donde el agua rige caminando por el tiempo la vacuna
para no pensar.




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