El blog de Víctor Mileo

La apatía merodea cabizbaja
por un trazado de arcos que
glorifican las envidias segregando
oportunas velocidades.
Aunque la equilibrada felicidad
acumule apáticas densidades de mineral no extraído.
La piedra se talla de oxigenada
libertad, entre yunques de forjadores
alimentando en crisoles las brumas
de la humildad.
Hasta que encontremos diamantes
en las cuencas del desayuno.
como copos de maíz absorbidos
de la blanca pureza de la leche.
Las madres descansarán tranquilas
cuando entre nervios todos sus hijos
aprendan la talla de valores que la vida tatúa de experiencia en los espacios donde graban sus nombres
los artistas no consagrados.
Y los plurales adverbios del superviviente.



Reservados todos los derechos©

Los sinsentidos la impermeable voluminosa sombra que se tatúa
de fría piel de abrigo, maquillada
de soledad, desde la pura vida
hasta la pura muerte.
Los soldados juntan cadáveres en la
papiroflexia de la tortura y la taxidermia de la voluntad,
todos quedaremos en jardines de piedra, plantados en el silencio
de los armisticios echando raíces en cepas de amarilla vejez.


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La permeable llovizna de la psicosis
traspasa la sombra de la agudeza.
Los solitarios comprenden mejor
la caída de las hojas, el vibrar del giro, y la inmersión de la luz,
en las cuevas.
La edad del tiempo, cicatriza con su
cirugía las latitudes del compositor,
del movimiento de los planetas y su
musicalidad eterna.
Carencia de acorde en lisonja de los mismos,
en belleza tatuada en la mirada
está ese desborde del capricho
musgoso, que altera las márgenes
del simulacro de la vida.
Ensayo del pensamiento de la ignorancia y tendones de los días.
Nerviosos.




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El futuro echa raíces por donde
los destinos vuelven a pedir tiempo extra.
Cada rama crecida ,cada nido
pinta con un único pincel.
Su caricia
es un trazo,donde llora mutilada,
la mirada abocetada de las imágenes.
Los concursos llaman atenuados
las palabras de los días en la ineptitud
el peregrinaje por la tejida flora de los nervios y la soga en el horizonte se marcha.




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El imaginario del ciudadano
te va sometiendo entre renglones
de esclavitud,
abrirse camino desde cero
es más bien una epopeya susurrada
con velocidades que atraviesan
la reglas como huyendo de ellas.
Desde el simulacro de vida
amparando los sorbos del
peligro, qué salidas tiene hoy por
hoy la juventud, es más difícil encontrar oro entre las piernas de una mina,
que sobrevivir.




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El silencio daña la burocracia de las
relaciones humanas,
Los trámites del pensamiento
infinito, empiezan con borrar ese silencio y urdir un simulacro
que ampare tu mapa de tristezas,
ahí lo encontrarás direccionando
los lugares comunes, asideros donde,
los artistas puedan descansar, de la violencia con la que el mundo arremete
contra ellos.
Pero no con el silencio, aunque digan tanto que puedan favorecer a ambas
latitudes de los
delirios y hemisferios de la baraja
repartida.
Tu suerte,
nunca encontrará, lo que perdiste
por ser mal jugador.
Hazte a la idea.



Reservados todos los derechos©

Me he perdido en el follaje de un
laberinto conectado a ti.
Vuelves por la tejida flora de mi barniz, a una sabrosa duna que amarillea,
los mensajes del dolor que nos unieron.
El peregrinaje de la mentira camina
es más rápido que el soplo de la ineptitud.




Reservados todos los derechos©

Me he perdido en el follaje de un
laberinto conectado a ti.
Vuelves por la tejida flora de mi barniz, a una sabrosa duna que amarillea,
los mensajes del dolor que nos unieron.
El peregrinaje de la mentira camina
es más rápido que el soplo de la ineptitud.




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No miro atrás
El futuro te elige en cada capítulo
empiezas el libro de tu camino
y verás que no sólo
eres el protagonista.
la balanza merodea por un simulacro
de densidades ,
el tránsito del río
fluye, como vaivenes de un sanguíneo dolor, porque alguien te
pescó en ese río de la vida, y no te soltó, de nuevo en el agua.
Morirías devorado, por la sumisa
reacción del delirio que quedó escrito
en uno de esos capítulos.




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Mezclando contigo la paridad del
insurgente, nadie revela sus ideales
sin divisar espejismos de victorias.
Te sigo las huellas
en los estuarios del miedo.
Que se abren como
abanicos, en las soledades platónicas.
Disgregándose leves verdades con
cardíacas deserciones de los mitos
gritando abusos y pleitesía al incubado gen del desertor,
Que averigua la manipulación
del poder sobre las trizas de semilleros que pudiesen revolucionar en algún momento,
la llaga total del mecedor.




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Nunca abras la esclusa de los perímetros, que te aislan de tu porvenir.
Ahí siempre vuelve la rogatoria
con péndulos de delirio
a resonar campanas del cielo
sobre tu sacrificio.
Y las huellas rompiendo las olas
se borran candentes del tamiz de oro
cuando sus leyendas negocian paladares de exquisita veleidad.
Tiernas avalanchas de música
fiera nostalgia del féretro
donde te depositarán.




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Nadie compuso pétalos de anís
en la efervescencia taciturna del querer.
Alguien dio su nombre verdadero
cuando en las salas de paritorios
de la policía, te hacían volver a la inocencia, tras un interrogatorio.
Otros eran tirados al profundo azul
medio drogados, sin oportunidad de
desdecirse, o incluso testificar y evidenciar que no sabían nada.
Las triangulares caricias en los
asideros de lágrimas, profundamente
horadaron nidos de pieles y absurda
nostalgia, tan llana que se enredaron
en los cruces de caminos, y quedaron varados sin memoria.
La tortura calibra balas de amnesia.
Pero en los recodos infiltrados clandestinamente en la herida
nosotros no olvidamos.






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Mi único lujo es ver de nuevo
esa mirada tuya remarcando
Los relieves del abecedario
en busca de las letras de mi nombre.
Y también las densidades de los nervios cuando detectan peligro y
se estiran cromados en
guitarras del delirio de las canciones
que nunca te compuse,
El brote de los días en el horizonte se
dan ,con el silencio y el eco del vacío
susurrando palabras desoídas e indoloras. Pero que tan sólo, yo sufría.






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Soy el gramo de oro, con cara de ausencia, el ribete de lilas despidiéndose de la mina
Aquel niño hambriento palidecido
por el trato, rasgado de la furia.
Que te robaría la sonrisa.
Sólo sé que el trazo del dibujante
que caracolea con mis rizos de lluvia
y barro, floreciendo en las dunas de cristal, no cuenta con la médica incógnita de sucias
demoras que pelean entre gigantes por el último pétalo de mi sonrisa.
Ella la tiene ganada.






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La luna rota por el disimulo del sol
se añeja fecundidad del vino en cautiverio. El patriarca del mundo
dormido, sanguinaria esbeltez del cigarrillo, fumando un rubio.
En esa densa brea de cariño
resbala con tranquilidad,
la desgastada llama del horizonte
que en su tráquea de lumbre
admite coral del nicho, la unidad
plañidera del ocaso.
Cuando la epilepsia de la rabia cimbrea.
Mi cuerpo aun recuerda todavía
el tuyo.






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