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  1. En esos juncos en flor corren
    entre sombras la delgadez de un tallo
    dormido, primario desliz de antiguo
    melodrama que quiere ser tu amigo.
    Dentro de la severa mirada,
    duerme ocasiones trágicas y medulares como columnas vertebrales de los rascacielos,
    robando parcelas al viento.
    Y en esas cabriolas del mundo,
    te enseñan los pétalos la risa
    que la avenida de la fiebre
    sepulta caprichosa como gaviotas
    absueltas del puerto donde
    siempre llegan todos los suicidas.




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  2. No puedo comprender como se rompe el mapa sonoro con lágrimas
    de dulce traición.
    sólo la desgana del elefante muerde
    vital el anuncio de las cosmogonías.
    Las que rompen con mendicidad mi cariño
    también roto en la obsesión
    la absenta disgrega la planta
    como niños de ansias por abrir regalos.
    Madre cautiva horadando
    jirones de miedo,
    miel derramada sobre un pedazo de queso fresco.
    Coronas de noche preambular
    luciendo en mimosa desgana
    el ruido de ese mapa sonoro
    amarillento y lleno de grietas.



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  3. Bisagras de realidad quieren ocultar
    La claridad en cajas de tiempo.
    El viento desnuda claros en su
    raspado merodear, del cielo.
    La absurda complicidad de la multitud nos convierte en oscuras
    auto marginaciones por donde
    las ovejas discurren en su camino
    como baldosas de un terreno
    abrigadas de lana, un manto de lana virgen.
    Que nos llama y lleva por el surco
    distraído de lugares comunes.
    De ansia palidez cuando encuentra
    Y nos miente.



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    A luna roja le gusta esto.
  4. En ese ovillo que nos lame la
    nocturna desazón del viajero
    se enreda de noche, como un
    escalofrío entre cuerpos cuando se aman.
    Un pecho dona leche como
    hilos tensados de suero.
    se desenreda y luce brillante en los
    balcones del horizonte cubrimos de amianto las azoteas
    para construir en los rascacielos
    jardines rosados.
    Llenos de victoria.
    palpable llena del miedo de los pastores. Las ovejas resguardadas
    en los zocos se silencian prematuras
    como en un duelo, balando la incógnita del lobo. Que sigue
    el desenredar del ovillo, jugando,
    entre hilos.

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    A LunahSwarovsky y MARISOL PÉREZ les gusta esto.
  5. Rapaces del junco en los Abriles cazan
    cánticos del preludio nacarado
    en esa benevolencia asistida
    del catèter de la carretera se retuerce como subiendo puertos de montaña azules,
    Invadidos de hemorragias plañideras
    involucrando los estertores del silencio que ama virtudes llenas
    de lírica.
    Ambrosía nevando lujos de miradas
    cacerías bilingües dentro de bizcochos con nata
    un postre de desamor capitulado en
    prefacios dormidos anclados a las derivas del mundo.

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  6. Rapaces del junco en los Abriles cazan
    cánticos del preludio nacarado
    en esa benevolencia asistida
    del catéter de la carretera se retuerce como subiendo puertos de montaña azules,
    Invadidos de hemorragias plañideras
    involucrando los estertores del silencio que ama virtudes llenas
    de lírica.




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    A MARISOL PÉREZ le gusta esto.
  7. Pernocta talismán la rueda
    en su giro infinito,
    La noche sucia begonia
    que florece el amarillo
    del trémulo diván
    angosta tibia mentira que envuelve
    la resaca del otoño estúpido.
    Di silencio que abarcas la vida
    del sereno, del roto soñador
    anclado en la vitrina, mirando
    sólo mirando la vejez del tesoro.



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  8. La lluvia raíz con
    resaca del mundo turbio, es el
    vapor de luna rota, ajando a la
    piel del sonido,
    que pudre la vegetación
    en su soledad, en
    el oscuro nudo
    del descorrido telón.
    Que el sastre de la psicosis enhebra
    por los decorados y también en los párpados del ruiseñor
    me hicieron un perdedor
    entre brillantes vencedores.
    La veraz mutilación de la sombra.
    Y supe que
    no hay victorias
    sin huellas de vinagre.
    La agridulce velada de la mantis macho. Y su sacrificio.



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  9. Esa pequeña luz candente
    vibrando en el estertor de los brazos de la noche.
    Lucecitas de velas con miedo a apagarse
    son el despliegue de mi mundo.
    Zarandeado por la mirada íntima que me lanzaste.
    Creo que te tuve
    o era una de esas alucinaciones
    urdidas por las mujeres, cuando
    son ellas las que nos ligan, y nosotros quedamos ante el espejismo lleno de
    falsa victoria, ilusos, pobres infelices.
    En ese arpegio del idilio los trastes
    del dulce sonido de derrota ingresaban en mí como hilos solitarios, mecidos en las hamacas.
    de mi raquítico amor no correspondido.
    Yo no ligué a nadie.
    Mi pañuelo se secó de todo el jugo
    que me reescribe en los vacíos,
    toda esa inspiración que había nacido gracias al desprecio
    de la micro sociedad de gente inútil
    y amollinados incubando su huevo
    mientras malmeten y esperan su turno.
    En fin toda la vertebraciòn
    del entorno de la reina del baile.
    Que se llevó mi corona.




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  10. Sal, migaja del ojo otoñal
    pellizco del mundo desnudándose
    en el atril de los mapas ciegos.
    La décima merodea haciendo camas
    de aguas, remueve la salinidad de tus
    cromosomas, involuciona, hasta el
    Huevillo de luciérnaga
    y no te mientas.
    Preñez del roce candado a la caricia.
    Hijo de la indiferencia, tu luna
    es el foco de la habitación,
    donde las torturas se ligaron
    a los cuerpos, como las últimas caricias de verdugos absueltos.




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  11. La delicada llamada del trino
    desde los nidos que abrigan
    la marea de los pliegos tangenciales
    los rostros se abren de sus máscaras con sombrero de copa,
    entre telones la imagen
    se destruye por reveladora
    en una astuta trivialidad
    tres caras de, señores maniquíes.
    Teatro, que todavía habla de un espejo
    que ofrece un reflejo
    con dinastías de burocracia.
    Tres rostros en una misma cabeza
    despierto, soñando y muerto.





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  12. Los jirones del color rasurado
    como nudos de un hambre solitaria
    en playas de enajenadas zarzas
    con los pálpitos de los nombres llaga
    aquellos del silencio de los ruidos
    que imploraban místicas y delirios
    abriendo camino en los lazos palidecidos de los rotos astros.




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  13. Dentro, y a veces como una fina capa
    de piel.
    Está el pañuelo de la inspiración
    y del celo.
    Se humedece institucionalizado
    entre muros.
    La roca del exterior protege mi musa
    su deseo de invención.
    Tengo que evitar que no se corrompa
    que siga suministrando gota a gota
    verso a verso, la ideación. La imagen.
    Los aforismos
    son la hiedra cubriendo la pared
    los muros, el contorno, el árbol que crece recién plantado
    riego la semilla
    estrujando el pañuelo hasta secarlo
    y horadar entre los muros del cuerpo
    el nacimiento de mí poesía.
    Así nacen mis poemas.



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  14. El solsticio de la hilaridad
    cambia como los soles
    cuando el arrebol fusiona
    la lealtad del tramoyista,
    que levanta telones
    en la dramaturgia del ser humano.
    Una pereza gris te intenta
    deformar el cuerpo,
    es la nostalgia que destensa
    los nervios de tu ausencia.
    Para cuando te encuentras
    la nervadura del tiempo
    ha hecho de ti un generador
    de mierda.



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  15. Los estertores del habla llegan
    cuando el silencio cierra la cremallera de la boca.
    Caballos de palabras
    disuelven vocabularios
    en la sopa como una pastilla
    que enriquece el guiso
    del diálogo.



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