El blog de Víctor Mileo

Deshollina la crudeza los ramilletes del rumor,
en vuelo picado hacia el nudo del descorrer
plácidos muelles de argenta, que con sus brillos
remueven la plata del atlas traficando la voluble
amazonía.
Allí donde el cóndor majestuoso
rasura los vientos del mordido arenal
buscando la picadura del bello amanecer
que a todos nos infecta
y la noche a todos nos desinfecta.


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Ese brusco nacimiento delataba
el origen de las criaturas.
Todos campaban en el ruido
del diálogo , ideas que sobrevivían
a los tediosos mutiladores de la palabra
que plantaban destinos de hombres sin suerte,
candil de digestión alumbrando
la desgastada llama obturada con el
temblor de la ignorancia.
Pero que no ayudaban a nadie, eran
muros de encofrar con la envidia
de la ignorancia, el silencio de la ciudad campando libre en el deshuesar podrido del sueño
tendiendo la magia en las cuerdas
del mito donando la pobreza del hombre.



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La pelusa de los nervios
cuando se destensa
y entre ellos hay hilos deshilachados la rabia con mutiladas descargas
ampara la edad de los prisioneros,
en un canto de desorden,
Llamados informes minoritarios.
Todos los desórdenes del insomnio
cantan como gorriones el eterno horizonte al que nunca llegaremos.
Quizás la pelusa sí lo haga.




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Luces de intermitente delirio
penan desfilando la ansiosa pasarela
desde el honor, donde después
la tristeza pide prisa en la llegada
con la actitud de los contornos
Afilándose el pico en las piernas
capitulando la virtud del gorrión.
cantar, y volar.




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Cruce de caminos, que son arterias
en los recodos de las letras.
Una transacción de la mudez
que siempre opera como una sonrisa delicada en su rostro.
La ebullición de la mente ancla
un desasosiego penal de una mentira
que se cuenta del revés.
Matrículas del sónar, buscando el delirio campestre en la humillada
Imagen que te vuelve a salvar.




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Cuando los puertos no llaman a nadie
en el escrutinio del deseo manipula
la voluntad.
Las ingratitudes en la cama forrada de memoria, y es
el placer el que se alimenta de caricias suturadas en la edad, al no haber horario
para esta digestión del mundo cuando vibra rotando la inercia de la
naturaleza,
la madre incuba vida y crea la identidad de los barcos apreciando
los muelles en la ida y en la vuelta.
Navega solitario con el empuje de la sutura con la que cura
las infectas orillas de la maldad
contagia la dirección y la directriz.
De los viajeros en su sana realización.





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Mentideros de artistas donde engloban nubes de narcisos en
la huella vaporosa del ruido
canta la hilera del musgo
cutánea raspadura que la piel
miente en su muda.
También hiedra trepadora y
calcárea mirada de esbozo que
en un dibujo revelado por
la performance alicata el,
escenario, de los orfanatos.
tal vez.
Herir matrículas.
Candadas a la baraja.




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El dolor es cuna de hombres
es salvaje cautela de la sonrisa que
dibuja arlequines en su papiro de espalda y ebullición. Siempre el destino dispara balas contra la línea
de flotación.
Pero la sonrisa delimita auspicios
de siembra no caduca.
Los enemigos hieren en lo hondo
el abrecartas con el que se abrirá
La dilatación nunca buscada
de la última carta.




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Intento rasgar mi puma encerrado
en el ente de mi inspiración
sólo cuando está dócil y se deja acariciar prematuro adquiere
la salvaje comunión de la hoja en blanco.
Y es pureza del rezo que no consigue
educar la necesidad por la que nunca tuvo respuesta.
Llamando a una puerta siempre cerrada.
Y era más cercano
el cáncer, con el que convivía
que al dios al que rezaba.




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Versar el globo lleno de lírica
bóvedas aceradas entre ascensiones
del brío capitular, gaviotas cantando
la llegada al puerto, ningún hogar.
Adhesión del claro vibrador del múltiple de argenta , en paz barajada
deshuesada de nervios y pellizcos de sal.




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Las impermeables frecuencias
del dinamismo, se revolotean premiando la inquietud artística.
Lagos en los ojos, peregrinos sentidos
de inflamación te ayudan a echar de menos la languidez de los corazones heridos.
Sucio rencor que rompe el hojaldre
del asfalto, lo convierte en aristas
de pizarra techada en el último
confín, hasta la alta cumbre merodea
la victoria su escocida desilusión.






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Los jardines del cosmos
son perennidad de simulacros
adheridos al vergel de tus lágrimas.
Ratonera la silenciada ceremonia
del arte
preconiza respuestas al candor
donde ejercitan soliloquios
los aprendices del amor no resuelto
los cupidos afilan flechas mojadas
en veneno,
el principio del delirio
empieza por perder los papeles con
recetas de boda avinagradas en
la salvaje atracción del mutismo,
que concede arbitrarios desplantes
de negaciones.




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Sólo la mentira alquiló viviendas
en el edificio de la amistad.
Aquellos amigos que me juzgaron
por un simulacro de libre lumbre
a causa del bulo y de una etiqueta
llena de indigestión,
Se desvanecieron como humo
reptando por el río.
Ese edificio lleno de mortalidad,
se rasgó huido como hojas blancas
dispersas en lo remolinos
del tiempo, marcado con humillada
cerrazón, la soledad es un viejo y nuevo abrigo que te cubre como una
segunda piel,
las reglas que tu admitas serán
el rasgado y curtido de tu coraza
para que la voluntad abrigue
tu ingenua persecución de los
principios habitando en orillas
de marionetas construidas con el rumor.



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De entre la construcción del silencio
amarga la consecuencia de la sumisión.
Adquiridas las vitolas del germen pícaro ilustramos el robo como algo
con maestría, sólo la falta de talento
nos reboza en un alpiste subliminal
cuyos pajarracos ingieren mutilando la admirada prudencia del vuelo,
con tan solo unos cafres con militancia
de viciosos bien apollinados en la
jauja del poder, estructuras de la
la tesorería del gozo y la
prosperidad de los que empujan su carro hacia el abismo de la honradez.
A ellos nunca les sonríe el azar.
Toda la desgracia que pastorean
entre comunidades de visillo
ocultando su silencio con sumisa
e inerte admiración les reprochan entonces a los culpables advenedizos
del saqueo en su herrumbre dictada
con mandatos de absolución
la vieja disputa de la digestión
del pastel, que deja
los mapas llenos de grietas,
y las fronteras llenas de paredes.






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De entre las burbujas,
crean añejas esperanzas, los sueños. de la realización
el sino del diamante
es ser encontrado.
La dulcificación de lo escrito una vez escrito tiene vida propia.
Rodando por ser escuchado
dentro de cientos de cementerios de gritos que crearon millones de palabras y aprendieron los susurros
del silencio, calcándose en las memorias del escritor.
Quizás nunca descubierto.



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