1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Las soledades erizan la piel
    creando durezas en la coraza del pecho,
    con surcos de viajes en procesión
    la aventura del drama humano
    continúa con un depósito de alejadas tibiezas
    el salva tierras indica dos orillas de un río interno que vibra mecido
    por sueños de travesías,
    cruzando la lealtad sobre un alambre
    de realidades,
    unas certezas ampliando el eje
    de gravedad que escoltan entre muslos de mujer, el dígito del control
    adherido al deseo y siempre el amante menguante deja sobre un púlpito de orquídeas frescas,
    como luna de orgullos supurando
    el delicioso néctar, su simiente.
    El brote de la vida, reescribe en los vacíos la chispa de un relámpago
    de leche.





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  2. Soliloquios delante del espejo
    como un rastro de estupidez.
    Pregunta tras pregunta
    la sombra delimita los perfiles del acusador.
    En un preámbulo de juicio
    antes de saberse señalado
    la búsqueda de la transigencia
    encuentra plenitud en los dorsos
    del sí ignífugo.
    Aunque sea una verdadera mentira
    el amplio abanico de veleidades
    no alcanza la forma, si no es por la sutura del anochecer,
    que calcina el lloro de los antihéroes
    justificados por doctrinas de pelele, con dádivas de fe esparcidas
    como migajas de pan.
    O tal vez reflejos de un premio
    con un brillo de piel, lustrando
    la capa metamorfoseada en la imagen, de ese mismo espejo que siempre nos
    quiso.




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  3. La burla anestesia los egos
    y apacigua la hermandad
    de silencios y conjeturas
    es breve la iluminación de los focos
    después del mirlo en cautividad,
    nadie sueña con aliviar sinfonías
    de preludios hambrientos como una llama voraz.
    El bulo oculta la lace-ración que otros
    disputan en circos de encuentros domesticados, donde la rama se abriga de experiencia, en nudos
    de pacíficas ensoñaciones,
    candados en la baraja
    la suerte del azar confecciona
    un traje de hipócrita desgana.




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  4. Yo me desnudo de la piel que habitaste creando memoria
    sólo un recuerdo de catarsis merodea
    la fractura que fronteriza mismos
    hemisferios, me hace victimizar
    la soledad de mi cuerpo,
    que te pide somnolencia en la hiena
    del dolor, robando la presa del
    crepúsculo a las panteras de la sutura
    noche incendiada de ósmosis.
    Que siembra detalles de lírica en la
    vigilancia del azar.



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  5. En los atriles del mundo
    observa una lectura anciana
    con el desdoble del arquitecto
    construir miedo, para tener el control de todo.
    El espejo, no es espejismo,
    es reflejo soñador del indemne iluso
    que intenta feroz la intransigencia de los mapas de tristeza atravesarlos, pero que consigue la misma indiferencia que en,el fondo quería encontrar en esas ilusiones, de la doble cara de los días en el arpegio de
    la indecisa neura del cono familiar.







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  6. Rastros de tiempo amarillo
    persiguen sombras en la delgadez
    del litoral, con patrones de ilusos.
    La perla de la noche, está abrigada
    de soledad, su ostra oscurece como luna hambrienta, la deudora e ingrávida segadora del pálpito
    domesticado en efervescencias
    de sino decapitado y crepuscular
    ceniza del viento que amarga a las panteras la sutura del calcinado rincón
    del dormitorio. Como cuerpo de mujer, se alza ámbar la melosa delicadeza del sueño.






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  7. Desde ese rinconcito
    de la vida, que habitaba en el desnudo de mi realidad,
    comprometí las decisiones del surco
    que guiaba la herrumbre del descanso,
    y pensando en la lejanía del turbio
    desorden del mundo.
    Vi en esa sombra del túnel un rumor
    de soledades que sellaban la corriente del sufrimiento irse
    como lo hace el orín en los sumideros de los escenarios.
    Donde pisé mi vergüenza.




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  8. Los potros del esquile cabalgan
    en lustros atados a los nervios
    de los zapatos.
    La mama del lloro apezonado con multitudes en la ajada melancolía
    con un versar somnoliento
    que hace equilibrismo desde una orilla a otra.
    Y descubre tácitamente el invierno
    de los dos,
    en un añejo de catedrales palpitantes de
    tendones claroscuros como autovías
    de alambre espino, donde la rapaz
    clava sus presas en viudas de añiles
    victoriosos.
    Para engullir en el buche
    los orfebres dactilares de sus carnes
    y el oro de los susurros que en los vientos azuzan veletas de un tramo desnudo.



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  9. En la dolorosa nostalgia,
    se comen los recuerdos y dejan las miguitas
    las hileras de la perdición,
    con los anzuelos del mimo.
    lanzan goteos de perezas
    ancladas a los preámbulos
    del viajero que sueña, que sueña
    la tardanza del adiós
    y mira cómo cambian
    las rayas de su mano
    mientras el tiempo descansa
    del largo día, la premura de los dos.



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  10. Lienzos de orgullo
    pintados de pliegos desvaneciéndose
    en brillos de copas de champagne.
    La llegada de los días ausculta síes
    en paredes de deseo,
    donde duermen las hijas tapándose con las manos frías su sexo.
    Piedras de llanto sudorosos la alvina
    dentadura del invasor que hiere los horizontes socava la plenitud
    de los amaneceres naciendo en las
    espaldas los dedos puntiagudos que en brillos mutilados por la sombra
    del pan.
    Adquiriese el hambre en esas sombras
    de estómagos palidecidos por el rubio
    sol del desayuno.




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  11. Las veces que me he muerto
    al ver matar a una madre.
    Cuando el aullido ingresa
    en los desvanes donde juegan los niños, la intransigencia hereda
    lacras de humillada paciencia.
    Princesas de premios edulcorados con donaires en estribillo,
    la canción del pajarico
    ilesa desnudez en tejidos de un mutismo
    que mata más rápido que la
    violencia doméstica.
    El maltrato nos rompe en mil trocitos
    sin embargo guardamos la forma
    como lo hace la naranja escondiendo
    sus gajos exprimidos.
    Guardamos la apariencia
    la plástica de un mutismo
    que nos come la reputación
    cuando nuestra vergüenza
    no explica nada, si no que esconde
    sin saber que la ilusión se convierte en una dureza en el corazón.
    Procreando perezas en la inmaterialidad del sueño.






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  12. La pereza del insomnio
    decapa una corteza mundana
    que maquilla la versada multitud
    del poema, en lonchas de madera.
    Como añascar latitudes en sacos
    de dolor que reúnen grupos de
    rozas como venas que la pared
    anuncia al auscultar su silencioso
    insomnio.
    El muro rodea la pereza marginando
    los astilleros del mutismo.
    Y su veraz pereza duerme el dolor
    en mapas de tristeza.





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  13. El ronquido del viento
    se come el vuelo caído
    del pájaro, que revolotea
    sin miedo, los dorsos
    de los candados que atraviesan
    las barajas como cerrando
    la suerte al que desembarca
    en una orilla llena de relojes dormidos y cadáveres de segundos
    desenvueltos como mazapán.




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  14. Ese despojo de la traición
    descompuso el trapecio
    que se movía como un péndulo.
    preguntando en cada extremo
    por la inocencia.
    Esa carcasa del sonido inventaba
    un vuelo de astucia fugaz
    que planeaba las marismas
    en asideros donde se preñaban
    los silencios de ruido.
    Y supe que las pistas del circo
    donde actuaban los traidores
    eran los escenarios crédulos
    del drama de la vida
    Zigzagueando el orgullo
    por todo ese esplendor
    que chantajeaba el gallo
    en su gallinero.




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  15. Sé lo que el miedo construye
    alrededor del cariño fallido de un niño.
    Sé lo que el rechazo destruye en las inválidas ternuras del odio.
    Los acantilados que sube el amor
    y empuja al vacío la indolencia
    cebada por las latitudes
    del rencor
    no son más que añicos de sitios
    hechos de papel por los disturbios , del acróbata en el arpegio del cono
    familiar, donde la crueldad de un padre hace su nido
    en la ternura de los regazos.




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