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  1. Mitologías de ausencias echando
    de menos, los muslos empapados
    de deseo.
    Los lunares dibujan las líneas suspensivas, por dónde ha de ir
    el trazo de tu auténtica identidad.
    Fuera caretas, los círculos redondean a las personas previo pago de cash
    para curarlas.
    La luz de gas es el deporte nacional
    los buitres no dejarán nada, sólo
    el nombre de tu taquilla intacto
    allí donde se guardaba una de tus pieles, mudará hacia otro cuerpo
    y será un uniforme más.




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  2. Viñedos en las venas del brazo
    la soberbia te hace adicto
    a la irascibilidad, esa que te avisa
    prolong de un misterio.
    Las tardes cercanas dejan noches con gestos de deseo, sólo los vicios contestan el diálogo que depreda en los perímetros.
    Los móviles motivan el interés pero se cansan antes los detectives de poemas suburbanos que los padres horadando nostalgias en sus hijos
    adentrándose en mágicos conceptos
    de revolución.
    La preñez del auditorio amplificaba
    los solos de guitarra y contrabajo
    la sedosa calidez del sitio hacía viajar rápidamente a la estima,
    aunque no hubiese conciertos
    el silencio era un motivo por el que ir
    y barrer toda la mierda que dejaban tras de sí, la piara de los últimos espectadores.
    Todos conocíamos nuestro estatus
    nadie quería ya servir de escudo
    pero el hambre manda.
    Haz tu paréntesis entre burbujas de indolencia, endurecer la llaga que palpita puede ser peligroso podrías perder tu poesía.





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  3. El vértigo aumenta con la decisión
    una alarma que se activa desde el miedo, tan hermético como el dolor
    de muelas. El sueño arbitra celosamente el castañeteo de los dientes, y cuando se acerca un abismo las piezas del coral empiezan
    a moverse, pareciese que te arrancasen los morales para un ajedrez, como si fueses una presa.
    aun sabiendo que la caza furtiva sobre ti está prohibida.



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  4. El implante de orgullo se desgastó como la dentadura postiza.
    El calibre de la autoestima castiga la buena voluntad
    marea que crece casi harina del mercader y mide siempre las gotas del néctar cayendo como un hilo
    de miel, su tamaño aspira a saborear
    la savia del cerco en un otoño
    muriéndose en lastre y duna la porosa delicadeza de las flores de otros mundos, capitalizan musgosas
    los deseos carnales de los hombres
    solitarios.
    Aprendiendo a amar.
    La dicotomía de la salubre indolencia
    que pellizca los días desnuda los cuerpos temblorosos de las imperfecciones que pueden ser una virtud, dependiendo del cristal con que se mire.
    Arrullos de cándidas bienales
    acarician los cuellos de cisne
    en deliciosa esencia los orgasmos
    se abrigan con mantos de terciopelos
    de seda pura y almizcle.





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  5. Caducaba el brío musitado
    donde la esponja ensucia más de lo que limpia.
    Es un sino edulcorado por ambiciones de telares construyendo
    la mentira.
    Así la enamorada y desquiciada
    percusión de los deseos demuele
    con el choque de los platillos la sinrazón.
    Cansino candor de la entrepierna
    entre ese deshuesar y el éxtasis desflorado se puede construir el mundo sin esperar una semana.
    Cada vez que miras tu rubor
    reflejado en la llaga del futuro
    el porvenir se construye azucarillo
    tras azucarillo levantando los muros
    añejos de la solemnidad.



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  6. Estriado desierto de mi dolor
    cantas sencillas cartas con rúbricas
    del sol en ascensión.
    Mira la militancia podrida del adiós
    abriendo en el libro las aguas como un telón.
    ¿sabías caudal de lo surrealista
    marcar caminos sin prejuicios dejando atrás a todo y a todos los
    que alicataron tu presencia con
    resquemor?
    Y ahora bufones del interés.
    Palidecen arcadas en el tiempo
    por el sinfónico túnel del delator
    sólo la silueta dice de ti. El tutor del diablo
    canta contigo un murmullo
    de ambición,
    la escalera escupe virutas de éxito
    Valiosas conjunciones de sentidos
    que capturan volubles acordes de réquiem.




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  7. Suburbios de venas regando
    prisiones de llantos
    campanas de llegada a los puertos
    vomitados, justa línea de ámbar
    que mece como cuerda de violonchelo la tardanza del verdugo
    que decapita el día con un hacha.
    Herrada en los balcones del tramoyista, que abre como un telón
    la noche y
    la vida
    acero del cuerpo
    busca entraña donde germinar
    la arcilla gris.
    Casi cada bloque de ladrillo
    tapia siempre el mismo muro.
    que rodea la vanidad
    escupida a la cara.






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  8. Sal

    Soy una astilla del árbol nacarado
    de la soledad que se ha clavado
    en tu mente blanca como luz de
    sanatorio.
    Brillo del tamiz insano hecho
    leña en tu estío, búsqueda
    del campo donde dedo y mano
    se unirán.
    Arquitecto y arquitectura.
    Arena y reloj.
    Hidalgo y gigante.
    Molinos y escudero.
    En el destierro del deseo
    los grumos de la noche
    dejan de espesar pálidos
    tendones de bruma para
    decir desde siempre que
    la escama de la muerte
    invade dulces cánticos
    de pleamar y sólo echa los anzuelos
    cuando encuentra belleza en la sal.




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  9. Mi voz no duerme silencios
    habita la piel de los gritos
    campando meticulosos
    don aires.
    Un brío cantando sólos de guitarra.
    Con punteos que me hacen hervir
    en el vaso de la medicina
    la efervescencia capitular
    de mi locura.
    Un rombo es el cuadrado estirado
    por dos de sus puntas, algo que dejó de ser cuadriculado y empezó a pensar en ti.





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  10. En los años nerviosos llenos de escalofríos la tardía mañana se desmenuzaba en trozos de hielo
    sobre las cabezas de los alfileres,
    brillando, la nunca deseada
    tormenta de prejuicios y envidias.
    Después los mitos dormían en los albores de los S.O.S
    Y nuestros trajes de la seda de los
    gusanos, que debían ser luego mariposas amarillas haciendo cabriolas,
    se carcomían por los puños, un diablo desvistiendo capa a capa
    el silencio de la prosperidad.
    Un difunto de visita a su propia
    identidad que recogía las alas de las polillas, cuando éstas se quemaban con los candiles de digestión.
    Esas llamadas de socorro
    eran el reflejo de quién se mira por dentro, por primera vez y encuentra.


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  11. Abismo de yugulares
    vaivén de suertes rojiza
    campo que habita la miel del mundo.
    Di tú espiga del vino
    caprichosa templanza del rito
    música que mece la nada
    en el puente que nace cada noche
    del miedo insultado a la cara del
    horizonte donde contesta la luz
    la doble cara de los días.




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  12. Felina fiebre del delator
    lluvia en la noche
    tejidos que la nocturnidad
    inflama justo antes de atacar
    los cazadores habitan la sombra
    relámpagos de leche lunar descargan
    la ira sobre el mapa de la llaga,
    que palpita irradiando nostálgicas
    horas definitivas.
    Tras esa lúcida y analgésica tempura
    todos los nervios se empanan de suicidios como capas de alienación
    se pellizcan carbonos tentadores
    de sucios prismas y adioses delgados
    en la rota deuda del nacimiento
    campa sin tregua la vida.


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  13. La duda del sonido
    embellece la partitura cuando se compone la inspiración recortada como en un patrón del vestido multidiverso de la naturaleza.
    Los renglones donde las corcheas
    hacen una calle de cada uno, tendidas como en terrazas de música,
    una carrera de caballos sinfónicos
    acelera la composición que va dando saltitos en el rocoso mimbre del diálogo.





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  14. La soledad preña los silencios
    de anarquía, un deseo construye
    más silencios imposibles de abandonar,
    Sólo el abrazo del sonido,
    puede crear música.
    Un sonido que muere cuando llego
    a mi interior y empiezan, las voces
    a murmurar el tiempo de lucidez
    una gran estafa que el ente vuelca
    sobre mi esquizofrenia.
    Una luz negra que mancha mi mundo
    siempre controlado por otros.
    De todas esas voces rescato la tuya . Y es como recoger molinillos de polen en medio de un huracán.
    Sólo para decirte te quiero,
    aunque en realidad me lo diga a mi mismo,
    La medicación controla el turbión
    de mi jaula abierta y vacía
    de mi cementerio de gritos.




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  15. La astucia de los roedores acampa
    en llanuras de color amarillo
    un deseo que los hace inflarse
    de rojizo tiempo a cambio de orgullo.
    Los trenes reptan como culebras entre montañas de luz
    que engullen ratones como descanso de apeaderos donde pareciese que recogen esquiadores con retardo.
    La nieve es esa nata del cucurucho
    protegiendo su cima
    varios desnudos que entrelazan
    las galletas con punta de chocolate
    enconadas de brillo y sabor.



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