1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Suspiros de siempre, maquillan
    en el invierno de los sauces llorones, la verdad oculta, una vez encontrada
    tiene que reposar por su porosa piel
    de naranja el humillante color del trino que suena a hambre, a muerte
    para alimentar ese hambre
    y a sucio adiós, calidez de la noche
    abrigando el trueno nocturno.
    La perdiz del camino.





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  2. El desaliento de la vida común
    enciende antorchas del júbilo en
    los primaverales desencuentros.
    Minuciosamente tardíos
    la tentativa nula diseñando
    perturbaciones sonrojadas
    que atrapan
    entre microscopios de resignación.
    El gen de la voluntad que rotatorio
    ha amplificado, la neurosis del
    celador, y entonces se mira al espejo
    y el intruso trás el blanco de los ojos
    piropea dañina la balanza del niño
    roto.





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  3. Vi los músculos del día estirados en el
    horizonte, cómo luchaban contra,
    la oscuridad
    de la que yo había sido juez y parte.
    Sólo las incubadoras de los días,
    donde se criaban, crecían y los soltaban emergentes como rayos, que traían la luz vaporosa, contra la noche en el interior de la montaña
    disputando la partida una y otra vez.
    Sólo ellas sabían quién era el padre, y la madre de los días, y de las noches en las incubadoras, el viaje, de la luz
    era tierna y contundente, cuando se juntaban se mezclaban, los colores
    de los sueños y los resortes del ocaso
    o la mañana cicatrizando cada combate que era trivial, hablar de ello.
    Era inútil, pero un coágulo de preguntas, casi afirmaciones severas
    con toda la ira del absolutismo, no dejaban lanzar incógnitas.
    ¿Quién sería el padre y la madre,
    del día y la noche? El magnetismo
    la rotación de los planetas.
    La ciencia lo explica con contundencia
    pero la magia, del descubrimiento
    en uno mismo de la nocturnidad
    y la claridad, el ritmo de los planetas
    su musicalidad, la poesía interna
    entre una piedra del río, y el propio río de tu interior, donde tanto uno
    como otro, pulen la roca interna
    en una erosión de los años, donde la flaqueza acaba secando el río,
    y uno muere a la orilla de su propio
    Hallazgo, comprender, la cirugía del tiempo.
    ¿Y por qué el mecanismo que mueve el mundo es milimétricamente perfecto? Y dentro es como estar en una jauría de lobos, un manicomio de marionetas
    cobrando vida.





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  4. Fuego prendido con una mecha
    de piñatas,
    el rugido deletrea ficciones que escalan las torres del mundo
    Cimas de auténtico dolor, pavimentan el entorno castellano.
    Los campos duermen el tiempo
    de la vela agotándose, lleno de la locura de los asideros tambaleándose
    en un eje de arcillosa venganza.
    Los mentideros aúnan el grueso
    del daño, pellizcando el insulto
    entre ejes de memorias desalineadas.







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  5. Noche de ti
    en un triángulo de emotivas
    preguntas y de deseo plausible
    rezumando, conos de llama, las
    directrices de los puntos erógenos
    reciben un aplauso dominical
    para en el ralentí, disociarse de todos
    los ungidos llamamientos,
    llenos del milagro ansioso del delirio.
    Que el éxtasis direcciona, en el
    candor de la vela, llevando la embarcación hacia el estuario de
    las traiciones.








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  6. Nos dimos tanto miedo, entre la piel
    la fría estación encajaba dolor en presencia tuya.
    Y cuando no estabas el miedo desatado dentro de la vulnerable
    cremallera de los dos disfraces
    pegados como seda desenredándose
    caían en los retratos del dolor ajeno
    Ni contigo, ni sin ti.
    Fue, es y será, un juego peligroso
    donde arrebataba el corazón
    sus últimos pálpitos.
    Un pinzamiento como una estaca
    clavada en el pecho.
    Una estación de paso, donde nadie paraba.
    Y preguntándonos si hubiésemos
    sido más valientes, nuestro nexo
    de unión nunca sería ya el miedo.
    Y estaríamos juntos.
    Disfrutando de caricias en la piel
    de nuestro ocaso.








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  7. Porosa piel del tambor.
    Las ligaduras del terciopelo
    acarician los fuegos
    saturados en privilegios
    de nobleza.
    Canta por dentro la hebra de la
    hoguera donde vanidades copulan
    con dramaturgia y sollozo.
    Casi el reemplazo de los cortejos
    brillan entre franjas de aluminio
    con la laxitud del látex
    funcional en coros y lloros.
    En un intento desesperado
    de redención, aunque el brillo
    de sus candentes ojos, hagan pucheros, con el son
    del pan.





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  8. Busco el azar, algo coincidente
    que no obedece a misticismos
    ni revelaciones,
    con el argumento cansino de energías devoradoras,
    filtrándose en el origen de los deseos.
    Tan guiado por simulacros
    que todos quieren pelear
    por tu espíritu
    tu sustancia, la que moldea
    el envoltorio dando forma
    al recipiente de gozos y sombras.




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  9. Las sombras cubren los sueños
    no realizados, como capas escolares
    alzándose con la iniciativa batida
    por el sol y el viento.
    Desde ahí, la ingenuidad está
    atrapada en una tela de araña.
    Será devorada con rapidez y crueldad
    los viejos encuentros,
    la nuevas amistades, no cuajan, por el prejuicio.
    Las etiquetas se alimentan
    de la envidia, del cromo, manoseado, y rebuscado para álbumes persona o tribus de enajenados.
    Con intención de
    humillar algún íntegro, tan frágil.
    Que hay que desandar los rumbos
    tomados por el azar.
    Y recomponerse entre barricadas
    para no tocar fondo.





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  10. La discordia menea el insulto
    ajando su fogonazo efímero.
    Traslucir el compromiso
    es numerar el tacto,
    como llaves de un buitre negro
    rondando los polígonos.




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  11. Puedo corromper las directrices
    del sueño con la hiel soltando la venenosa parábola de los intereses
    puedo huir de la realidad, pero para esconderme necesito que la cima del mundo tenga un hogar en las aristas y yugulares del subterráneo campo
    del trino.
    para anunciar mi incompetencia
    salud del lloro, en el amperaje
    símbolo del nutrir cansancio
    de la delicada sombra del ruido.




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    A LunahSwarovsky le gusta esto.
  12. Ausculto las paredes heridas que sangran,en el yeso
    fresco, mandobles
    de insalubre desaire que a gotas
    del delirio nos recomponen
    sin el trigo del molino
    girando, girando en el recodo del
    universo.
    Sin planes de aunar el delito
    manoseado, de la mentira.
    Los ciertos hongos del látigo
    abrasan caracolas de notable inventiva, pero sollozan después
    al cicatrizar las paredes auscultadas
    Llorando, yeso. Tierno e irregular.




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  13. La sombra de un ruido araña los viajes, encandila ,
    el suero de los lloros y en primarios deseos de astucia nunca deja de escuchar
    escala las paredes, rompe los sueños
    del intruso, que espía las lunas del rugido paternal.
    Antes de las comas, caídas en los simulacros del viajero.
    Nunca nadie ni su plural, dejó que se entregasen al orgullo,
    estos días en peligro y paciencias, hasta atarnos en la agonía de su fiebre.




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  14. Cimas subterráneas gobiernan mis sentidos, desde allí entierro en sus
    coronas, la belleza incomparable
    de mi dolor.
    Minucias de un satélite campando
    en los solsticios del mundo.
    Casi el escalofrío del horizonte
    cuando choca con el tren que lo penetra, disuelve el origen del
    incauto viajero.
    Hasta que se pierde.




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  15. Si mi último verso fuera una espada
    y la flor durmiendo su larga llaga,
    el roto desamor, intentando
    nadar, casi ahogándose
    en la vena del río pellizcando
    la tenue brisa sin el mar
    candiles de miedo oscuro
    palabras del múltiplo y ninguno.
    El perdón de los huesos,
    el desierto sin candor en la herviente
    tierra del adiós. Sin promesas, despierta.





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