/Amaneciendo Enero//

Era el tiempo de jugar a ser grandes,​

tomados de la mano​

jugábamos en el jardín,
el horizonte era la promesa,
la llegada a los sueños
que nos mantenían unidos.​

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La vida era un arco iris,​

nubes de colores que se deshacían en la boca
entre risas el carrusel nos llevaba
en cada vuelta al universo,
al cielo cabalgábamos en nuestros potros de madera
con las manos enlazadas, porque nuestras manos
como nuestras almas, no sabían separarse.​

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Era el tiempo de jugar, no había prisa,​

el mundo nos giraba
nos miraba desde arriba
y nosotros con las alas extendidas,
sobrevolamos la montaña.​

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Pero llegó el día de no ser,​

tu risa se perdió
en lo absurdo de un momento
que no entendió más de juegos,
ni de cobijarte en mis brazos,
ni de darte mi aliento, mis ojos, mis manos,
y te fuiste,
tu cabeza recostada en mi regazo,
y yo, abrazada a tu último suspiro,​

donde me quedé atrapada.​

Ana Mercedes Villalobos
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