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Barroco (En homenaje a Denzil Romero en El Invensionero)

Publicado por malco en el blog El blog de Malco / El solar de la palabra.. Vistas: 803

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En homenaje a
Denzil Romero
en

El Invencionero.

Barroco

Cercano al castillo de Marueth en los campos de Perigord
bajo un bochornoso calor vagabundeando un verano
bajo un sol tirano a una taberna entré,
de románica hechura y empedrada pared
su techumbre abovedada de cañón seguido
con arcos de medio punto y germinadas columnas sostenido
hiciéronme sentir ilusorio a muchos siglos de distancia
hasta percibí las fragancias de bálsamos sanatorios.

Gonfalones y arambeles de colores desvaídos
ornaban inánimes los muros, en volátiles hilachas raídos,
una anciana chimenea de años sempiternos,
a la espera del invierno,
aguardando a su lado, en bultos acomodados,
podaduras de naranjos, olivos y castaños
arderán con fuegos francos como en tiempos antaños.

En repisas de madera de troncos añosos,
descansan in illo tempore,
innumerables cacharros, de cobre patinoso
cerámicas de Beauvais, lamparas de peltre,
de mármol, figuras ecuestres,
llevaronmé
en el viento a épocas rupestres.

Mohosas tiras de embutidos,ristras de ajos apergaminadas,
vejigas llenas de manteca con cuerdas se hallan colgadas,
banderas amarillas, indigas y azules con enseñas feudales
pendían en el techo como en tiempos medievales.

Pareciamé un brumoso sueño, aquél encantado lugar,
que no quisiera despertar, de este barroco ensueño,
en presencia del tabernero, un anciano barbilimpio,
de largo cabello cano, en sus ojos radiante brillo,
bonete de colorada lana,almilla de bayeta verde,
ajustados calzones de punto, no hay nada, que en él concuerde,
recostado indolente, sobre uno de los mesones, pareciendo estar ausente,
se dedica a pasar el tiempo con desaire displicente
sin esperar a nadie, ver pasar las horas, simplemente.

Quizás para ahuyentar su propia modorra
con súbito azoro y cansada ajorra
vino a darme la bienvenida y con mirada perdida
estrechándome la mano en actitud agradecida,
dijo que en muchos años, difíciles de recordar
ningún pasante había entrado, ni por asomo, en aquél lugar,
en contenta ceremonia y a largos trancos,
buscó una hogaza, de pan blanco y enseguida me previno,
en un instante le consigo una jarra de espumante vino,
sentados sobre escabeles nos dimos a la conversa
con voz aguardentosa,milenaria y añosa de gruesos cascabeles,
fue tartajeando una historia del antiguo lugar,
antes si que era éste un sitio concurrido
poetas,trovadores y auténticos juglares
de apartadas regiones y distantes pejugares
y en competidas justas de interminables noches
y frenéticas embeodadas, como cosa encantada, eran grandes los derroches.

Ante el compartido embeleso de reyes y señores
hidalgos de gotera,burgueses lombardos y nobles redentores,
garrulos,rufianes y artesanos menores,
damas de linaje,pelanduscas, militares,
soldados mercenarios, crueles, sanguinarios
entre otros los peores, dispuestos en francachelas,
dejar la cruz de sus pagas, entre vino y mujerzuelas.

Danzas y baladas,cantigas y sonetos,
coplas,desacuerdos, razós y cuartetos,
saludos de amor,serventesios y tercetos,
en torneos de veranos, en sus noches con sus días,
las horas transcurrían, en interminables retos.

Barricas de generoso vino del Ródano y la Provenza
vinos blancos burbujeantes y exquisitos entremeses
entre bombos y platillos el gran festín comienza,
perdices trufadas de Burdeos,arenques ahumados de Borgoña
erizos del mar Cantábrico,jamones de Paderbon
salchichones de Gotinga,vinos de graduación
hongos de Alsacia,embutidos de Lorena
foie-gras de cebados ganzos,finos pates de morenas,
asados de ternera,faisanes y gacelas
lechones,jabalies y venados en cazuelas.

Alojados en las ventas y posadas o en simples tarantines
en improvisadas tiendas o sucios carromatos
participes y mirantes van llegando de ha por ratos,
de Aquitania, de Turena, de Barcelona o Lombardia
se llegan sea de noche se llegan sea de día o de cualquier rincón,
de lejuras o cercanías o más allá del Rubicón,
los grandes señores, en altos corceles
seguidos de cohortes y avivados lebreles
con armas enhiestas,
recubiertas todas, con alardosas sobrevestas
y una caterva de heraldos, trompeteros y bufones
entre danzas y canciones
anunciaban la llegada de sus amos señorones.

Y yo vulgar mesero, moviéndome muy orondo,arduo y vaporoso
con mi jofaina repleta de vino espumoso que algún mozo generoso,
haya dejado al descuido, codeándome con la flor y nata de la realeza
y la nobleza de la más alta alcurnia y con damas de linaje,
en súbito viraje bajo la luna y las estrellas,
compartían, su nobleza entre colchas del follage.
































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