Ecos de tu voz lejana

Título: Ecos de tu voz lejana
Autores: Malco / María Rentería

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Cuando en los silencios de las noches despejadas
se asoman en el alma temerosos los rielos
y soplan vientos altanos en sus radas
quedando los sueños atrapados en los desvelos,
las noches se hacen largas y lentos los consuelos.


Lentos vienen los consuelos cuando en ti pienso;
en mis sueños te miro, en mis días te canto,
aromatizas mis sueños como un dulce incienso,
te percibo tan cercano y me colma el llanto
pues sé que tú estás lejos y yo te extraño tanto.


Cuando con cercanos ecos tu voz se siente lejana
y tu presencia se esfuma entre las sombras,
desde las cimeras cumbres nirvanas
siento una lluvia de ansias cuando me nombras.


Porque así, amado mío, te nombro con frecuencia
y el eco de mi alma se escucha en lontananza;
es como un río bravío, de caudalosa afluencia
que en largo recorrido, en silencio, tu mar alcanza.


Cuando en las penumbras dispersas de aromados humos
danzan con rituales pasos los arcanos,
me envuelven como gasas tus sahúmos
con los lazos de tus embrujos gitanos.


Magia es mi cariño de encanto y sortilegio,
el recuerdo de tu presencia varonil y amorosa
adorna mi existencia, ya que amarte es privilegio
evoco los besos tiernos de tus labios, suaves, cual tersa rosa.


En los bordes de tus labios de manglares coralinos
me disuelvo con mis versos
cual oleajes marinos,
y sobre los musgos tersos
de tu piel, tibias espumas,
en sus crestas y burbujas
soy la sal de tu destino,
y cuando llegan los ocasos
y el horizonte se aluna
creo venir tus pasos
y mi pecho se abruma,
palpitando desbocado
como estampida de corceles,
como canto de cristales
cuando rozan los caireles.

Gozo con las caricias de tus manos,
pareciera tan solo que fue ayer,
aún si tus versos resuenan lejanos
mi universo llenan por doquier.
Tus ojos brillan cual la luna,
son mi riqueza, mi fortuna.
Tú, mi caballero, yo tu princesa,
mi amado fiel, mi gran amigo;
Cupido mi corazón atraviesa
cada vez que sueño contigo.
Tú, mi bella flor de alhelí,
eres mi pan, mi azúcar, mi vino.
Cúbreme cual suave lienzo de lino.
¡No te olvides nunca de mi!

Amalgama inevitable de cordura y de locura
el amarnos la espesura del frondoso boscaje
tus besos son ramaje y savia de mis raizales,
mi tibieza los sombrajes de tu alma la tintura.

Es perenne este amor, es un canto a la vida.
Nada podrá vencerlo, ni siquiera la distancia;
eres mi roble y tienes de pino la fragancia…
¡gracias a ti soy feliz y me siento protegida!