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No hay perdón para la muerte ( En recuerdo a Eduardo León de la Barra, Edelabarra)

Publicado por Luis Prieto en el blog El blog de Luis Prieto. Vistas: 788

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Yo me acuerdo de tu marcha
aquella tarde serena
de vientos y luces suaves
cual tonos de tu paleta
llenando de vida el lienzo
en trazos de vehemencia.

Yo me acuerdo de tu marcha
mientras ando por callejas,
por fontanas verdinosas
en las viejas plazoletas
con su dulce melodía
resbalando por la piedra
escoltada por fragancias
enmascaradas de letras
y porque la sombra quiso,
hoy viven las horas muertas.

¡No hay perdón para la muerte
ni a la vida desatenta,
no hay perdón para los cielos
aunque el corazón quisiera!

Hoy el dolor sigue su
paso triste por la tierra
y las flores se entristecen
de una terrible manera
y me acuerdo de tu marcha
a pesar de que me duela...
cuando en la sombría noche
a verme vienen estrellas
extendiendo sus fulgores
tan calladas y tan bellas
cual derramasen sus lágrimas
acercándome tu ausencia.

¿Qué haré yo por estos campos
dejando mi sementera
si no puedo recibir
la irrigación de tus letras?
¿Qué haré yo cuando me llore
afligida la tristeza?

Mi alma camina abrazada
por el manto de la pena
y ando sin calor de nadie
con la penumbra en mis cejas
recordando tu partida
en la triste tarde aquella.

Mis láminas siguen blancas
aguardando algunas letras
alejadas del gemido,
mas la luna no platea
el cristal de mi ventana
y cuando las voces llegan
calladas al paritorio
por nacer, nacen ya muertas.

Han pasado ya seis meses
desde que te despidieras...
¿Recuerdas aquella carta
que hizo temblar a la tierra
y que sumió corazones
a los pies de las tinieblas?

Las hojas ya no son verdes
y el río canta en la niebla
el peregrinar del tiempo
que en el horizonte humea
a las copas de los árboles
que en silencio se clarean.

¡No hay perdón para la muerte
ni a la vida desatenta,
no hay perdón para los cielos
aunque el corazón quisiera!

A ti, que diste enseñanzas
más allá de las fronteras,
que dejaste tu recuerdo
como el mar en las arenas...
Regresarás a tu lienzo
con tu pincel y paleta
en angelicales trazos,
como la azada a la tierra
vuelve a golpear el campo,
y escribirás en tu mesa
inmaculadas estrofas
cantando a la primavera
y endulzarás mi amargura
como la miel de la abeja,
volviendo de nuevo la
claridad sobre mis cejas,
que has de enseñarme más cosas
mi compañero y poeta,
al menos en mi recuerdo.

Luis

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