Poema CLXXXIX: Viudo

El anillo ya se resquebraja,
la flor lágrima orna la tumba,
inquieto el corazón zumba,
mi chillar por siempre se calla...

el sepulcro: su casa eterna,
muere y su tez parece porcelana;
entre locura e impotencia: la amalgama
de esta vida que sin piedad condena...

si al menos ese corazón volvería a latir,
si tan solo pudiera vocalizar mi nombre:
¡pero no!...su ataúd es un crudo roble;
un joyero que le invita a dormir...

ahora Dios le da cuerpo de ángel,
ya no se amará sin explicación;
y cada día pensaré en su defunción,
y rogaré mi vida por ella en canje...

las manos nerviosas cerrarán sus ojos,
los de ella miran el cielo, mío la tierra;
el ataúd la tiene justamente prisionera,
negrura, café y gimoteo, sirve de poco...

la palabra de Dios deja en tal libertad,
ya no será pecado mirar a otra...
pero su perdida, mi "yo" no soporta..
pues nadie puede entender esta mortandad...

pesa no físicamente la caja, aquella maldita,
entre estrés, locura y... desprecio
la amalgama del terrible precio
donde la vida por eso nos grita...

se resquebraja el anillo de compromiso,
y ese dicho "hasta que la muerte nos separé";
esa frase ¿para qué ya nos vale?
porque morir y vivir son lo mismo...

ella en el cielo tocando su lira,
yo, en tierra en réquiem lloriqueando,
los sinsabores tal vez saboreando
de esa terrible y eterna despedida...

si el niño preguntase por su mamá,
secaré mis lagunas por lloriqueo
le diré: ¡hijo mío pide un deseo,
no temas tu mamá pronto vendrá!...

y toda la vida las esperanzas
se consumirán como un cigarro;
cada paso, cada aurora, será lejano,
entender que vivir a veces nos cansa..

y toda la vida hasta caduco sonreiré,
tosiendo por su luz que destella,
pensando en estar de nuevo con ella..
y en otro ataúd ¡¡con ella me juntaré!!...