Poema XLVI: Un padre en el cielo...

No llores...
la soledad es amiga de la nostalgia,
desata esos nudos de tus dolores,
se compañera de la felicidad y su magia,
por eso, ya no llores.

Es difícil olvidar...
un alejamiento repentino como aquello
un terrible episodio que invita a sollozar,
habrá momentos para llorar
pero también momentos fugaces y bellos,
no te dejes consternar.

Muchos no entenderán tu duelo y soledad
y tus heridas no lo hallaran,
quizás lleves una pena y culpa en el corazón
cuando te sientas triste, vendrán recuerdos de felicidad
pero al final sonreirás, sin encontrar razón,
y él con la voz de su alma, en tu oído te hablará.

No llores...
pesa mucho esa cruz para ti,
esa persona estará en el infinito del cielo
pero en ti dejo sus eternos amores
y con tus sueños le podrás decir: ¡te quiero!.

jamás se fue, quizás sea mentira...
cuan grandioso es un regalo la vida,
un cuento mágico de los sueños,
solo tú sabes, cuan amargo es esa despedida.

Sonríe toda la vida...
regálele siempre esa sonrisa
y él también podrá sonreír,
a veces es difícil y no hay…
no hay ese motivo para vivir
pero él te acaricia con la brisa,
eres aún su pequeña niña,
no lo dudes, y empieza a sonreír.

Él también extraña tu voz...
no llores, a veces la vida cansa y sobra
él jamás dejará de quererte
y algún día estarán juntos,
allá en el cielo los dos.