¡Más maderaaa!

¿Que el oído no se estrese!
El aviso llegó tarde
pues no hay madera ni arde
el fuego para que huyese.
Jamás pensé que se fuese
tan escaldada la Musa,
me iré con la semifusa
de mi música a otro lado
o golpearé en el tablado
mi iracundia de medusa.

 

Mi iracundia de medusa
mata poco y pica mucho,
es más lija que serrucho,
es una ruleta rusa.
Si, con cariño, me atusa
la cabeza mi mujer
pronto gana mi querer
y me olvido de picar
no se vaya a molestar
y a mi vera no volver.

 

Y a mi vera no volver;
¿sabe usted lo que me haría?,
¿cuànto me entristecería?
¡Eso no podría ser!
En cuenta debe tener
que esta ausencia no ha sido
algo que yo haya querido,
que fue por obligaciones
y por variadas cuestiones...
¡No me deje compungido!

 

No me deje compungido
el vacío de tu boca
que con sus labios provoca
amenazas sin sentido.
Las palabras que no han sido
nacidas del corazón
tienen corta duración
y terminan solitarias
como las almas gregarias,
camino a su perdición.​

 

Camino a su perdición
acompañaré a cualquiera
porque es la mejor manera
de agitar el corazón.
Por huir de la desazón
una noche de ternura
así fuerte su cintura
y besé su dulce boca.
Todavía hoy evoca
su sabor a mi locura.

 

Su sabor a mi locura
fuera como dulce encanto
y el brebaje, por lo tanto,
más me mata que me cura.
Quien así dice conjura
el gusto del bebedizo,
pues por más que lo analizo
no hallo ningún veneno...
¿Por qué será que es tan bueno?
¿Qué le puso quien lo hizo?

 

¿Qué le puso quien lo hizo?
unas cuantas alcaparras,
unas uvas de sus parras
dos pimientos y chorizo.
Sí, primitivo y rojizo
el brebaje debe ser
de cereza del ayer
y mitigar en mis días
las pitanzas a mis tías.
Vaya letras para ver.

 

Vaya letras para ver
y paisajes que estudiar,
dos cielos que descifrar
y fortunas que leer
en tu esencia de mujer,
misterio, don y bonanza.
Creo que tu semejanza
a todo el mármol divino
de Roma me dio el destino
del que ofrece amor a ultranza.​

 

Del que ofrece amor a ultranza
solo quedan piel y huesos,
se desgastó dando besos
sin conservar la templanza.
Recordemos su enseñanza:
Se requiere contención,
amigos, moderación,
es mejor ser comedido
que acabar entumecido
por locuras de pasión.
​

 

Por locuras de pasión
puede que, efectivamente,
se nuble tanto la mente
que se pierda el corazón.
Por esta buena razón
quien se cierre a cal y canto
estará a salvo, por tanto,
pero también es verdad
que en esa comodidad
se perderá cierto encanto.

 

Se perderá cierto encanto
si al llegar de la mañana
en tu afligida ventana
del ave niegas el canto.
Son las notas de ese santo
resurgir de cada día
la glosiosa melodía
que te asegura que hay cielo
aunque te inunde hoy el hielo
de tu aurora triste y fría.​

 

De tu aurora triste y fría
me quedan tumbas marchitas.
Frente a una lápida gritas
lo que en vida se moría:
este amor se merecía
más que el mundano egoísmo.
Ahora sé que no es lo mismo
amar como transacciones
que ver que las emociones
nos restallen su flogisto.​

 

Nos restallen su flogisto
y nos quemen el "sarao"
por partir el bacalao,
por querer echarse el pisto.
¿Por qué se pasa de listo
quien la sartén por el mango
tiene por ser de más rango?
Aunque siempre se equivoca
no hay quien le calle la boca
hasta no caer al fango.

 

Hasta no caer al fango

seguiré por mi camino,

pues no me importa un comino

que me dejes sin un mango.

Si quiero bailar el tango,

no me faltará un teniente

que pida una boda urgente

entre compases y ochos

con anillos y bizcochos

como un serio pretendiente.

 

Hablan más que una cotorra
las vecinas de escalera
de mi amiga la soltera,
me tienen hasta la gorra.
Como las mande a la porra
se me va a caer el pelo,
su reacción me la huelo,
no quiero ser enemigo
de esa turba que maldigo
¡Qué desgracia, santo cielo!

 

El maldito brivonzuelo
corría como un cobarde
porque si llegaba tarde
se le iba a caer el pelo.
El maestro Don Marcelo
no perdona a los tardones
ni a los niños remolones,
les castiga sin salir
al patio para reír,
pero no da mosquilones.

 

Al final de la partida

nada tengo que agregar:

yo viví para soñar

con una isla perdida

y no es muy fácil la huida,

si el mundo te ajusta el grillo:

apretado en un anillo

se camina tambaleando,

es mejor seguir cantando,

aunque sea en un altillo.

 

Porque estoy desesperada,

cansada de responder,

mas no veo a otra mujer

que esté bogando en la rada,

ya que estoy aquí varada

pues el género lo exige

y la ortografía rige

en temas de concordancia.

Tendré que tomar distancia

para ver si otro corrige.

 

Sin llegar a la demencia,

mi discurso no fue claro:

quise decir que es muy raro

ver señoras en la audiencia,

y empezaba la sentencia

con "estoy desesperada".

Miré en torno y no vi nada

de mujer más que mi pelo,

entonces mordí el anzuelo

y contesté la tirada.

 

Y contesté la tirada

sin tener mala intención,

aunque de esa condición

a veces no importa nada.

Siempre que haya una mirada

más atenta y cuidadosa

puede que halle alguna cosa

que los demás nunca vieron

porque mis dedos sufrieron

con una tecla horrorosa.

 

Con una tecla horrorosa
te aseguro, no se sabe,
puede dar uno en la clave:
"El efecto mariposa".
Porque no hay ninguna cosa
que no tenga su importancia,
hasta el cero en su ignorancia
sabe que si va después
pone la cuenta al revés
y el balance da ganancia.​

 

Y el balance de ganancia
suma menos que el contrario:
las pérdidas del sumario.
A ver cómo se financia.
No es ninguna extravagancia
que el rojo sea el color
de la sangre y del amor,
del balance negativo
cuando no me siento vivo
porque falta tu calor.

 

Porque falta tu calor,
porque todo es frío y hielo,
porque me puede el anhelo
de un estío acogedor.
Me pregunto cuál error,
cuál torpeza fue la nuestra
que tan rotunda se muestra
en no jurarnos veranos.
Inviernos no fueron vanos...
¡La primavera es maestra!​

 

¡La primavera es maestra!
En desengaños y alergias,
son malignas sus sinergias,
las razones nos secuestra.
En atontarnos es diestra,
con su lluvia y estornudos:
todas viudas, todos viudos,
se regalan con las rosas
bacterias pernicïosas
¡Contra las flores, escudos!