A la luz de la vela

La luz de la vela, humilde y generosa,
oportuna, ocasional y silenciosa,
disipa de las noches la oscuridad,
trae alivio, ánimo y utilidad.

Su cuerpo lúcido, chorrea cera derretida
en cálidas gotas a sus pies reunidas
sobre un viejo plato desportillado,
siempre en el sitio más apropiado.​

Su llama inquieta, tremolante,
su sombra en la pared oscilante,
con el viento fresco danzante,
es como la vida, vívida o agonizante.

No compite con las lujosas lucernas,
ni con las brillantes lámparas modernas.
Su felicidad es traer alivio en un frangente
pues sabe que su luz no es permanente.​

Esta noche otra vez me acompaña su claror,
ahuyenta de las tinieblas el temor,
pero cuando se extingue su llama tremolante
no olvidaré esta humilde vela flameante.

Venga pronto el eléctrico bombillo
con su intenso, radiante brillo.
Se apagará la vela mientras tanto
pero quedará su servicio, su poesía, su encanto.​

Fredmore, abril 2019

 

Un buen poema, un placer leerte.
Un abrazo fraterno poeta.

 

Muy complacido y honrado por su apreciación con su generosa opinión y aporte a mis sencillos versos. Un abrazo .

 

Gracias por su valioso apoyo a mis sencillos versos y muy honrado por su opinión. Un caluroso saludo.