Eco, ruido, palabras-.

Entre el ruido, vino el eco.

Palabras llenas de humaredas,

de huecos, de ululares inciertos.

De sombras o cánticos como rincones

anegados por el fuego. Llamaradas

que fulgieron entre estatuas, limbos.

Ante el ruido, el eco, la palabra.

Y luego, el cuerpo-.



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Parece el conjuro del mismo génesis humano. El eco de un silencio. El ruido primigenio, la palabra de un soplo... Finalmente el cuerpo que guarda la vida por un tiempo. Un gusto siempre querido BEN.

 

Intento muchas veces, no sé si consiguiéndolo, dotar al poema de cierta estructura interior un tanto metafísica. Gracias por percibirlo, Danilo, y por tu muestrario de inquietudes que tan bien encajan con mi poesía. Un abrazo!

 

Buscando profundidad, para expresar de que hay cosas superiores
de las cuales nunca escapamos, mi estimado ben.
Un placer saludarte por tus espacios.

 

Muchas gracias amigo Iván, en verdad es así, de ellas nunca escapamos ni nos evadimos, un gran abrazo!!

 

Y el cuerpo que viene del ruido, el cuerpo que viene del verbo... me gustan esos juegos metafóricos, me ha parecido sumamente interesante esta poesía. Un abrazo, amigo Ben.

 

Gracias por tus hermosos comentarios, tribuZen, es un placer leerlos, un abrazo fuerte!!