Caballos.

De las benditas calideces, de los cafés…

y de las benditas ubres, que cuelgan de los cielos…


del tiempo lento, por la gotera del piano del mar;

de las caravanas que llegaban, cantando, por la ladera negra…


y, nosotros, a la sombra de los olivos,

con nuestra brasita de los sueños,

con el tabaco Virginia;

cuando me dijiste:

Oh!, que linda la mañana…

oh!, como me queman, esos caballos!

 

Este poema está lleno de cálida compañía y de gratos aromas y sonidos. Un placer leerte, muchas gracias y saludos.

 

Muchas gracias, amigo Chema, un honor y una alegría tu compañía para estas letras. Un cálido saludo, con mis mejores deseos.

 

La alegría también es mía. Saludos y abrazos afectuosos.

 

A veces es todo lo que se necesita estimado poeta, algo pequeño logra hacer gradezas.
Abrazos fraternos en la distancia, siempre me gusta estar en sus letras,

 

Muchas gracias, querida amiga Guadalupe, me das una gran alegría, con tu compañía a mis letras. Toda mi admiración y afecto, amiga. Un abrazo.

 

Me gustaron tus versos, TribuZen, tienes figuras que se descuelgan del cielo y otras que aparcan en el fulgor de la mañana
haciéndolos muy amenos. Un gusto pasar, saludos.
Azalea

 

Muchas gracias, amigo Azalea, es una alegría tu compañía para estas letras. Saludos, con mis mejores deseos.

 

Muchas gracias, querido Maestro Luzyabsenta, siempre es un honor. Un cálido saludo.