Tocaya

En la casa de mi tocaya no es costumbre tomar mate, pero igual ella me va a hacer el honor de estrenar el contenido del cofre de madera que pinté con acrílicos y le regalé para su cumpleaños.
Mira con sus ojos vivaces los saquitos de té artesanal ordenados en los compartimientos de la caja y descubre que los elegí para ella, y de todos los sabores posibles.
Decide que esta tarde vamos a compartir el té de frutos rojos y aunque me encantaría que nos tomáramos unos mates bien dulces con las hierbas aromáticas que cultivo en mi huerto, le digo que su decisión es perfecta para mí.
Son sus parámetros, es su hogar, y la próxima vez, cuando le toque a ella visitarnos en casa y se quede por algunos días, no voy a descansar hasta convertirla en una degustadora profesional de mi infusión predilecta.

Dice que le encanta el diseño de flores celestes de nomeolvides que dibujé sobre la tapa de la caja y después me agradece y me abraza con un cariño fraternal que siento profundamente genuino. Diáfano como pocos.
Nos unen cuestiones mucho más importantes que el nombre en común, pero hoy no son los motivos inspiradores de esta breve página. Solo voy a agregar que nos ata una hermandad que pocos seres, incluso familiares de sangre, podrían experimentar de igual modo.
Somos colegas, estudiamos lo mismo, amamos los espacios naturales, veneramos a la poesía, y hasta algunas personas nos acusan de mentir cuando aseguramos que no compartimos parentesco, y argumentan que papá Dios usó ciertos elementos demasiado parecidos para planificarnos. A nosotras no nos sorprenden esas afirmaciones porque es incuestionable que sí lucimos como si fuéramos hermanas.

Sin embargo, no somos fieles reflejos, tenemos algunas diferencias que hacen más interesante el vínculo.
Ella es unos años mayor y si hay algo que la define, es la extensión de su sonrisa. Mi tocaya sonríe y se ríe con amplitud. Yo soy más discreta para exponer la dentadura, ya que estoy convencida de no verme muy agraciada si pretendo asemejarme a un cartel de promoción de pasta anticaries. Se me inflan demasiado los pómulos… no sé.
Mi amiga adora los peinados altos, esos que llevan cierta elaboración, que requieren turno previo con una peluquera, los vestidos con telas brillosas, los zapatos de taco muy alto y el maquillaje intenso, como suele decir, “pa que se note”.
Yo escapo de todo ese protocolo de vestuario, huyo despavorida, me desagradan las apariencias, los bucles armados con un rizador, las chalinas de gasa sobre los hombros y esas fiestas acordes que se celebran en lugares donde se necesita llevar un disfraz lujoso para asistir.
Mi tocaya dice que soy lacia, una clásica, bohemia, una simplona sin remedio; por supuesto que no la contradigo, y hoy además insiste en que me pruebe al menos uno de sus “disfraces”, ya que hasta tenemos la misma estatura y contextura.
Dice que por una vez en su vida necesita ver como luzco en modo evento formal.
Me río mucho con esa ocurrencia, y es que la quiero mucho. A pocas personas las quiero como a mi compañera de cuestiones más elevadas que la mera casualidad de compartir el nombre.
A veces parece una nena chiquita, es histriónica, muy actriz, tiene esa alegría que suele manifestarse desde adentro y como una rareza, cuando antes hubo huellas de un sufrimiento que pugna por sanarse.

Estoy en su casa y encarno el rol de confidente, de espejo de sororidad, y ya sé de antemano lo que va a decirme. Conozco bien el tema que va a traer. La trastienda de sus risas como ejercicios necesarios.
Después del té, en lugar de llevar las tazas a la cocina y recoger la mesa, me acerca unas fotos que escaneó y que pasó a papel; que necesitó hacer tangibles.
Me las va mostrando como en una secuencia de escenas ordenadas, desde la alegría a la desidia, como una línea de tiempo, y yo veo lo que ella no visualizaba en los ojos de aquel que la abandonó después de nueve años de vida en pareja.
No lo llegué a conocer, pero escruto sus ojos de fotografía, esos ojos impresos, y es como si lo estuviera viendo en persona.
Un escalofrío recorre mi espalda. Es impresionante notar como ella seguía sonriendo en toda su saga de amor de años y el hombre se tornaba más y más adusto en cada imagen que presagiaba el epílogo.
Y vuelve a llorar por él. Todavía lo extraña y tiene la esperanza de que regrese. Y le vuelvo a decir que lo tiene que soltar, que amor y traición no son dos conceptos compatibles, que ella sabe como son las cosas, que nadie puede ir en contra de su naturaleza o sus pasiones, que hubo, hay y habrá más caídas en batalla… esas frases que se enfatizan para que alguien entienda y se libere por fin de ese halo de fantasía que hiere.
Y por un momento siento ganas de romper esas fotos, de invitarla a caminar por la ribera para que el pasado la deje tranquila aunque sea por un rato. Pero el clima no colabora y la casa se convierte en la única opción, al menos hasta que deje de llover.
Y comprendo que igual que el clima, ella necesita tiempo. Tiempo para pensar, y que debo respetarla. Querer bien a alguien incluye el respeto por todas sus facetas, aún por aquellas con las que no se está de acuerdo.

Entonces la abrazo fuerte y ahora yo saco a relucir una sonrisa de propaganda de dentífrico. Me dirijo a su cuarto y abro el guardarropa. Soy capaz de probarme todos sus vestidos horribles, el azul eléctrico espantoso, incluso este que acabo de descolgar de la percha, por lejos el peor, largo, muy largo, de un estridente verde limón que hasta me hace doler la vista. Soy capaz de prestarle mi cuerpo a esta obra del mal gusto textil con tal de que vuelva a la boca de mi amiga esa sonrisa amplia que la define.
Hasta que vuelvan a iluminarse esos ojos que se parecen tanto a los míos.

-Y… ¿Cómo me veo, tocaya?- le digo envuelta en esta fea bolsa verde.

Cumplo con mi causa noble.
Ella se ríe otra vez.

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Nota: copyright 2021, relato breve cuya única finalidad es el entretenimiento.

 

Querida
tan querida
en tus escritos hay un guión en la superficie y otro por debajo. No pasa nada aparentemente pero pasa todo. Es muy fuerte compartir nombre con una persona, me da que tarde o temprano van a haber situaciones que se van a unir.
Es un relato que se lee ágil, tema de códigos y hermandad.
De lo que me dijiste de subir poemas, nop.
El lema es here for you.
Leerte.
Kiss in your hand.

 

Así es en la vida, estamos hechos de historias que a veces se ven y otras veces se insinúan.
Es sin dudas muy fuerte compartir nombre, pero la intensidad variará de acuerdo a las circunstancias. Sí creo que hay nombres que se nos repiten por algo, sílabas... uff si me pongo a hablar de este tema te dejo una devolución de 400 km y no te quiero aburrir. Además no es tema para un foro literario.
Gracias por tu paso por acá, por ver códigos y fraternidad en el relato y por sentirlo fluido.
Me gustaría leer tus obras, pero si no querés, está perfecto.
Y gracias por hacerme sentir espeshal.
Abrazo.

 

Puedo mandarte trabajos míos
lo que no quiero es publicar.
Esperé mucho para leerte de nuevo y es lo que disfruto.
Gracias dearest y sorry for el horario nocturno del coment.
Good night

 

Es un agradable relato Cecy, he logrado colarme en esa estancia como personaje invisible. Has cumplido a cabalidad con tu propósito de reponer la sonrisa de tu tocaya. Me ha gustado la secuencia de las acciones y la energía imperante entre ustedes, tan iguales y tan diferentes...Parece tenemos entretenimientos comunes, yo también hago cofres de madera y los decoro para diferentes propósitos..
Un cálido abrazo

 

Es una narración preciosa. Habla de la amistad, de la compenetración, confianza con la amiga. Nos va llevando de la mano desde ese inicio que habla del regalo, hasta la realidad íntima del trato que se tienen ambas tocayas. La razón la expresas genialmente, "A pocas personas las quiero como a mi compañera..." Ese querer, el cariño que se profesan es quien hace que una se refleje en la otra, que compartan experiencias, gustos, confidencias y que las diferencias se tornen en anécdotas. Ese querer es básico en cualquier tipo de relación humana; te abres al otro y el otro se abre a ti y sus alegrías las compartes y sus penas pasan a ser tuyas. Porque se quiere uno se disfraza con tal de sacar del otro una sonrisa que borre, aunque sólo sea por un instante, el pesar del otro. Son excepcionales esas amistades, uno se puede considerar afortunado si llega a disfrutar de ellas en algún momento.
Así, tu relato, que ignoro si tiene algo más que la invención de la autora, es magnífico, pues dibuja de una manera magistral una realidad que a muchos se nos escapa. Y lo hace con sencillez, con palabras llanas, que llegan a todo el mundo, con fluidez y convirtiendo el relato en una historia interesante. He disfrutado mucho con tus letras. Un cordial saludo y un feliz inicio del fin de semana.
Nota: no sé por qué yo tenía la idea de que el mate era amargo. Un abrazo.

 

Me alegra poder lograr que el relato sea verosímil
En cuanto a los cofres de madera o cajas, reciclé varias en casa, es una muy linda actividad.
Y muchas gracias por leerme en prosa. Sabemos que de este lado menos popular de la casa, cada visita se aprecia el doble. Asi lo siento yo.
Un abrazo y muy feliz finde.

 

Buenas noches
Un maravilloso relato pones a mi alcance
gracias
Un beso

 

Me alegra que te haya gustado, Luis. Es muy importante para mi, cada tanto, expresarme en líneas largas.
Como muy bien dijiste, es una historia de amistad. De esa amistad que describiste en tu comentario.
Me gustan las palabras sencillas para que el relato se deslice y no se haga denso.
Quiero agradecer tu tiempo, tu dedicación, tu lectura comprensiva y cuidadosa, en sí todas tus características que te hacen tan importante para mi.
Es valiosa tu presencia de este lado de la casa y en todos los sitios donde tengo la suerte de encontrarte. Nunca me voy a cansar de decirlo.
Infinitas gracias con el corazón.
Abrazo y nuevamente, feliz fin de semana.

PD: el mate es amargo, sí. Solo que los inmigrantes que llegaron a Argentina, como no se adaptaban a ese sabor fuerte, le incorporaron el azúcar para tolerarlo mejor. Yo soy un pedacito de Italia por donde se me mire y tengo incorporado el mate dulce. Le pongo hierbas aromáticas además.

 

Gracias por pasar por aquí, Fabiola.
Un abrazo y muy feliz fin de semana

 

Gracias por tu explicación del mate. No lo he probado nunca, ya que por aquí no se estila. Pero por tu tierra y alrededores creo que hace furor. Muy buenas noticias. Un abrazo.

 

Te comparto un mate virtual.
Y gracias Luis, por TODO

 

Igualmente para tí
Un beso

 

Encantador relato y encantadora tú, Cecy, no tengo ninguna duda de que te muestras tal cual en la vida real.
No he querido leer ningún comentario anterior para no dejarme influir
Yo creo que es una oda a la empatía, a la solidaridad, al amor que somos capaces de dar a los demás y que tanto bien nos hace a todos.
Te felicito y aplaudo enormemente, y también felicito a tu tocaya por tener la suerte de disfrutar de una verdadera amiga.
Recibe un abrazo lleno de admiración.
Javier

 

Muchas gracias, amigo por llegar a este relato.
Diré mil veces que agradezco el doble que me lean en líneas largas.
Efectivamente, es una historia de amistad, de empatía, de acuerdos.
Creo que escribo bastante acerca de la empatía porque el noventa por ciento de las personas no la tienen.
Incluso a personas que queremos mucho, les cuesta ponerse en el lugar de los demás y sentir eso que los demás sienten.
Gracias por tu presencia que me anima a seguir estando.
Un abrazo y una sonrisa.

 

"Querer bien a alguien incluye el respeto por todas sus facetas, aún por aquellas con las que no se está de acuerdo."
Es un narración repleta de instantes hilados, como un collar de perlas.
Cada esfera es diferente en color, o dureza. Cada una posee un brillo y textura diferente.
Poder hallar el punto donde iniciar el orificio, para llegar al centro, para avanzar al otro lado... es un arte y ciencia. La capacidad de atravezar la capa externa, lo visible, lo apreciable con simpleza, atravezando por su eje, su núcleo central, a la pequeña materia que fuera base a ser recubiertas por contínuas capas de nácar. Esto es una afinidad por la vida en todo cuerpo y no únicamente en la propia envoltura del espíritu.
El poder reconocer eso en una perla es ya un don, pero hacerlo con varias diferentes implica una amplitud de sensibilidad que escapa de la afinidad amistosa y se proyecta a cielos más elevados... a una visión más genérica sin perder precisión.
Y luego, el encontrar nexos, el establecer relaciones que concatenen una vivencia a otras almas ampliando a cada uno la intimidad compartida en complicidad y comprensión... con hilos de ternura.
Las telarañas de los hechos y recuerdos fortuitos se van hilando en una secuencia que ata sin lastimar, pero se siente un dolor aliviado en la silenciosa compañía, de ojos ajenos que ávidos caen dentro de las letras de destinos por fuera de paredes y puertas y ventanas en el espacio inmedible de una pantalla... o una hoja.

Ya me puse metafísico... perdón.
La palabra empatía es más precisa y sencilla.
Me gustó tu arte en este collar.

 

También suelo ponerme en modo metafísica, pero para serte sincera, solo con algunos pocos, muy pocos, que pueden comprender las cosas a ese nivel sin mirarme como si fuera rara.
Bueno,aunque prefiero el calificativo de rara antes que el de superficial.
Tu comentario es una prosa interesante, y en cuanto a la empatía, escribo sobre ella porque sí puedo darla, aunque a decir verdad, es un porcentaje muy pequeño de las personas que conozco, que la practican conmigo. Pero esa es justamente la gente que amo, que quiero y que me hace feliz.
Muchas gracias por tu tiempo dedicado a leerme. Valoro el tiempo que alguien me brinda.
Muy feliz inicio de semana, que sea con alegría y cosas buenas.

 

¡Qué hermoso relato! Está lleno de sentimientos generosos. Es maravilloso poder compartir con alguien afectos totalmente desinteresados. Más hermoso aún cuando hay que salir de uno mismo para hacerlo feliz. Me ha encantado y me ha dado hasta un poco de envidia. Felicidades por ésa entrega.
Un abrazo,
Luz

 

Todos tenemos en la vida a esas personas que queremos mucho por diversos motivos y a quienes jamás quisiéramos ver sufrir.
Sucede que a veces quien está en un círculo de engaño o sufrimiento, no puede ver la realidad y solo nos queda aceptar sus tiempos interiores.
Salir de uno mismo, salir del yo, entender al otro, es verdad. Coincido al cien por cien aunque no sea fácil. Si la persona es buena, se merece la empatía.
Otro abrazo y gracias Luz por tu tiempo de lectura y tus comentarios generosos.

 

Agradezco que de un modo un otro levantes mis viejos temas que me recuerdan cuando todavía tenía ganas de publicar y compartir. Aunque fui más feliz con mi cuenta anterior.
Esta es apenas un reflejo.
Muchas gracias, Alde, saludos y buen viernes y fin de semana.