Al través del ramaje el sol poniente veíase brillar, tal como brilla de una española la mirada ardiente tras el bordado tul de la mantilla. Tendime sobre el césped, y liada 5 mi manta coloqué sobre una piedra convirtiéndola en rústica almohada al pie de un tronco preso entre la hiedra. Y allí miré, del cielo en los profundos espacios encenderse las estrellas 10 que desde que me han dicho que son mundos como este mundo, ya no encuentro bellas. Del cáliz de una flor que se entreabría como si bostezando despertara, vi de pronto, asombrado, que salía un ser de forma peregrina y rara. Ceñía por corona una sortija, y un alfiler servíale de espada, y su boca en un cuerno estaba fija que era un fragmento de una sonrosada. Al sonido que el cuerno produjera sobre sus labios diminutos rojos se conmovió Naturaleza entera y un nuevo aspecto revistió a mis ojos. Y vi a un clavel borracho de rocío; 25 las flores a mirarlo se inclinaban y al verlo en tan extraño desvarío entre sí y al oído murmuraban. Un ruiseñor estaba entretenido cogiendo una luciérnaga, y a guisa 30 de farol la llevaba hacia su nido para dar a sus hijos miedo y risa. Un lagarto, arrastrándose suave, iba jadeante y loco por el suelo persiguiendo la sombra de una ave que volaba tranquila por el cielo. . . . . . . . . . . . . . . Con terror junto a mí vi reposaba un cráneo, entre otros lúgubres despojos, que con fijeza extraña me miraba por los huecos sombríos de los ojos. Y una voz que del cráneo a mí venía, helándome la sangre de las venas, oí, muerto de espanto, que decía con un sonido perceptible apenas: «Nadie, nadie al morir se muere todo, »aún persiste en el muerto la conciencia, »de su ser, sin que pueda de algún modo »revelar a los otros su existencia. »Hija sólo del cerebro, nuestra alma »vive mientras un átomo subsiste 50 »de su cuna, y en vano busca calma »que ni el no ser es cierto para el triste. »Y sufre sin que a nadie decir pueda »su íntimo, su profundo sufrimiento, »y ni el consuelo de esperar le queda »en la muerte total del pensamiento. »Do sus átomos van, allí les sigue, »y es un tormento su existir eterno, »que, por su inmenso horror, vencer consigue »a todos los tormentos del infierno». . . . . . . . . . . . . . . Tiñose Oriente del color de rosa, encendida, fragante y hechicera, que tienen las mejillas de la esposa al tálamo al saltar por vez primera. Fuente: biblioteca Cervantes
http://hoyteviayermedoliste.blogspot.com/2018/08/biografia.html Sábana espectral Bruma desciende su lengua con caballos famélicos que el suelo y cielo blanquean, murmullos congelados a gritos pálidos entre espumas florece un aliento extraviado, carne de agua, profundidad de soto y acordeón de viento; de olmo secuaz desmochado, viva su entraña, aguarda el mes tercero que abra en lluvias el idioma oculto que gritan sus raíces. Es un camino al paraninfo, bordeado por pilares cipreses que bruma y su nieve cubre el pulmón del aire, sábana espectral que afila los dientes de frío. El Castellano
Eterna lanza sesgada Cóncavo cielo de la pradera de tu ceño, orfandad de estrellas convexas que se besan por rubes que rutilan, y lamen sombras vanas a morir. Soto de perdidones y su proporción de alas de tierras, cepas en guadaña, aligustres sargentos, la noche que la luz negó a morir, luna de luto corría linde absuelto, despojada su compostura de alumbrar la llama que mi pecho hiende, luna gitana acuartelada partida por cuchillos verdes de siglos dormidos y cipreses iguales, somos la historia que escriben muertos de sus vidas, engendrados cuerpos incompletos, carnes de la mesa del creador, somos lo que vemos o somos lo que tenemos, para inefable cena caduca como otoño reposo del gris árbol, aventaré mi lustre perdido demigajando lamentos fríos, mi yerto sombrero de campos de idea brillarán acequias como molinos de tierra, el agua será besos de luz efímera, destartalada, dispersa como lluvia que ilumina, y la sangre de tierra camina. El Castellano
Dark silence Mi oscuro silencio si te tocara sombras mirando la luna abierta descendencia clamando por luz soledades caminadas en ojo de tormenta caricias derretidas en la noche tenue mirando la luz la muerte está en el risco de la supremacia clamada y bebiendo su sed cuervo buscando silencio estático yerto negra la mañana, brillante la noche abrigada madre oscuridad que todo teje y mece sólo manténme lejos de sus ojos vida fuera de absorbente mentira fiebre del corazón luz líquida en las venas mirando nervios que se comen por dentro como el humo de mi cigarro fallé al mirar y aquella danza de astros venía despertando a la caricia del cielo siete reinos ardiendo su nombre siete venas en tus ojos es el ruido, mis ancestros caminando la sangre en tus ojos nos sufrimos en la morada que desliza verdades amarnos lamentando ruinas del quieto alambre que nos sostenía en emoción oscilante he renacido, renacido en lo salvaje lejos de ser tu príncipe sano soy la noche que te hace el amor con todas sus criaturas sedientas. Pulchra vere dilecti El Castellano
Barbecho arado, Selección de poemas, una década escrita, 177 páginas tamaño cuartilla a5, encuadernación Chanel tapa dura, prensado, índice con poemas numerados, 150 poemas, 9/07/2018.
Vieja escuela sembrada Cierra los ojos es nuestra creencia, por la que no hay rosa sin espina, línea de destino, déjame sembrar luz en la retina, que caiga mi gota quebrada, viviendo tus memorias lejos de la letanía enroscada, crepitan los labios grises entre crujidos por despertar leones del nuevo día, Noche, noche tus minutos erizados vencen pasan las horas y las horas la misma pesadilla tejida, en vilo en vela de navegante sin mar sin barco, sin puerto, viviré una vez más esta soledad del párpado despierto, muy alto, muy hondo, todo se retuerce en sol mayor, hasta la cima me verán cabalgar, resume este papel un furor oxidado, soy yo, soy yo su raíz que ni yo mismo entiendo dichos soterrados en alma difusa en corazones sedientos su fría caricia entre espadas ni yo hago empeño solariego ay la tierra perdida de tu raíz quien osado sólo la viera de viva materia rompiéndome sucumbiendo sobre los filos hirientes hondas espumas riéndo en camino vivo, en un sentido con bordes de rosas y cebollinos y senda de espinos fugaces al alba, brotando imperecederos que enriquecen los pliegues sembrados de esta mi sonrisa de esta voz en calma y en tormenta de desnudos sigilos que te nombra y nombra si no estás lo hace sin cuenta Poeta Haces la ruta sin pena ni sangre que no sea portada en tus venas de solana hacia el sol en un ovillo giras en tornasol allí donde sus esposas amarillean y tu sien gotean en canto al amor alzado en rayo de Thor será un caracol cuando nos vamos solos sin nosotros con o sin Dios nació un vespertino albor ocultando el dolor secando lo que plañía la sin razón Se duda entre las cosas por la vaciedad de las cosas vacuas, vanas de fatuos alambres en fanal hoguera del hambre de oblícuas espinas y los nuevos castillos que sin su castellano chozas son destruimos si nos miramos vencer o vencer otra vez Oh raíz ay de tu tierra que te vio nacer qué guardas en tus bases en las grietas que te clavan que estiran tus lágrimas del ayer que no nos dejas ir por caminos distintos a los limpios valles de oscuridad reposo y sosiego que clava el camino ¿Será cómo es por siglos de siglos? De este tiempo oxidado que latirá el son con forma de tu siniestro corazón. El Castellano
Tus acres por pechera Lontananza, de luz en vida sed de alma torna abre sus crispados, suaves labios en tersura de espada. Salvaje árbol velaba sus frutos con ordenanza del mañana. Acostado en su dicha, el fantasma del Bien sembrado aguardaba. Asilo en mi pecho, donde combate mi mujer no besada, nublados los rayos de Sol, canta el llanto de la lluvia y ciega atronadora su beldad. Afilaba una adelfa sonata de luna recta, voz extinguida que abre mi férreo ciprés. De voz y filo militar fallecidos. Murmuran frente y rejas el vestido de mi castellana que baila con batiente viento innoble mi ojo de tierra porque perece, yo nunca más. Derredor en silencio cansado acuso los hierros de tu franca para escalarlos y tu anhelante sombra poseer y así a silencio cállame. Abre esta cal procelosa donde yago, sin tu manto. Con más de mil palabras encanto repletas, dulzura en claro frío, bien nuestro, aura satisfecha tuya correrá mis venas. El Castellano
Delirium. Joaquín María Bartrina siglo XIX Al través del ramaje el sol poniente veíase brillar, tal como brilla de una española la mirada ardiente tras el bordado tul de la mantilla. Tendime sobre el césped, y liada 5 mi manta coloqué sobre una piedra convirtiéndola en rústica almohada al pie de un tronco preso entre la hiedra. Y allí miré, del cielo en los profundos espacios encenderse las estrellas 10 que desde que me han dicho que son mundos como este mundo, ya no encuentro bellas. Del cáliz de una flor que se entreabría como si bostezando despertara, vi de pronto, asombrado, que salía 15 un ser de forma peregrina y rara. Ceñía por corona una sortija, y un alfiler servíale de espada, y su boca en un cuerno estaba fija que era un fragmento de una sonrosada. 20 -122- Al sonido que el cuerno produjera sobre sus labios diminutos rojos se conmovió Naturaleza entera y un nuevo aspecto revistió a mis ojos. Y vi a un clavel borracho de rocío; 25 las flores a mirarlo se inclinaban y al verlo en tan extraño desvarío entre sí y al oído murmuraban. Un ruiseñor estaba entretenido cogiendo una luciérnaga, y a guisa 30 de farol la llevaba hacia su nido para dar a sus hijos miedo y risa. Un lagarto, arrastrándose suave, iba jadeante y loco por el suelo persiguiendo la sombra de una ave 35 que volaba tranquila por el cielo. . . . . . . . . . . . . . . Con terror junto a mí vi reposaba un cráneo, entre otros lúgubres despojos, que con fijeza extraña me miraba por los huecos sombríos de los ojos. 40 Y una voz que del cráneo a mí venía, helándome la sangre de las venas, oí, muerto de espanto, que decía con un sonido perceptible apenas: «Nadie, nadie al morir se muere todo, 45 »aún persiste en el muerto la conciencia, »de su ser, sin que pueda de algún modo »revelar a los otros su existencia. -123- »Hija sólo del cerebro, nuestra alma »vive mientras un átomo subsiste 50 »de su cuna, y en vano busca calma »que ni el no ser es cierto para el triste. »Y sufre sin que a nadie decir pueda »su íntimo, su profundo sufrimiento, »y ni el consuelo de esperar le queda 55 »en la muerte total del pensamiento. »Do sus átomos van, allí les sigue, »y es un tormento su existir eterno, »que, por su inmenso horror, vencer consigue »a todos los tormentos del infierno». 60 . . . . . . . . . . . . . . Tiñose Oriente del color de rosa, encendida, fragante y hechicera, que tienen las mejillas de la esposa al tálamo al saltar por vez primera. Fuente: Biblioteca Cervantes
La última cuerda Joaquín María Bartrina (1850 -Reus-1880) La última cuerda: Cuatro cuerdas rompí de mi lira, hiriéndola lleno del afán de volar y alejarme del mundo y su cieno, cual el ave que quiere ser libre, lanzando mil quejas, hiere, ciega de cólera, el áureo metal de sus rejas. Amo y sufro; la cuerda que sólo le resta a mi lira de mi bien al oído no llega por más que suspira. A su arco ha de atarla Cupido, la cuerda ya arranco..., mas tal vez al tenderla se rompa sin dar en el blanco. Si al extremo sutil de una caña a atarla me atrevo y mis sueños de amor y de gloria coloco por cebo, y a pescar voy la suerte en el mundo... es fácil la pierda; que es posible que un monstruo arrebate el cebo y la cuerda. ¡Ah!, ya sé... Si no alcanzo fortuna, ni es mía la bella, a mi cuello la cuerda yo anudo y me ahorco con ella.
Oscuro haz, luz sembrada Larga sombra me abarca, larga sombra me abraza, larga sombra que me envuelve yo quisiera meterla en un mundo más bello, yo quisiera librarla de hielos que aguardan, quisiera retornar a un mundo que era negro sumergirme más profundo que los mares y encontrar mis verdades, yo quisiera fundirme fraguas de hierro ser justicia izada de ser en luz intensa pero ya no siento nada, asolada mi estirpe con nombre agujereado, yo camino descalzo sin miedo ni quietud, sin estos clavos que me impusieron camino lejos, lejos sin mi nombre por si despierta mi azada con la que sepultar al Miguel Esteban que no nació todavía, por si una dicha me aguarda, no osarán en buscar portentos a esta larga sombra que avanza, no cambio sus males solo servirla flores silvestres así enamorada torne princesa de profundidades hada dueña de la sombra, hada fiel de embeleso en umbrales por tragar esta mi tierra que me avanza la despedida, cuántos pájaros volaron para ser único pájaro enfundado en trino, rajado, ultrajado, cuantas notas se escucharon hasta ser estrofa de agua por todos los que estuvieron, al acecho yerto de esta sombra mía, que no posee medida, solo una senda deshaciendo lo trazado, al firme astro alzo mi perplejo por toda oscuridad que fusiló mi partida, me apodero de este jardín de mi sangre sembrado, para latir en espejo asomado, y que viva siempre siempre esta sombra fría, vacía, llena en soledades, completa sin tapiales, hueca de mi carne, despeñada en vivencias soterradas, que yo alzaré para sembrar en ella esta vida que yo le debo a ella, para que viva siempre mi luz tejida con ella, hasta erizarla y que me responda cuando nombre a la belleza. Que sin ella queda sin aliento. El Castellano
Niebla de flor profanada: Voy serpeando la tierra, mis pasos que jamás yerran, jamás altivos cercenan, una estaca en mi corazón que conseguí separarla un día, un hondo surco labrado de sangre desvalida me azogó profusa y hondamente, pero ya no te siento dolor, quizás tu vago recuerdo profano, para llegar, para deshacer tu sendero, de áspero color y sus azafranes amarillos de la tarde, ya no caigo por tus amplios lindes de niebla y cuchillo, aquí en mi alma se yergue el umbral, la sombra me abandona para besar, espíritu de agua dime si el devenir de mi vida sostienes, por qué angosto lo atrincheras en diáfano cuarto umbrío, yo que horizontal vago, por encontrar un día el vertical disparo de mi enhiesto ciprés con verdes refranes de hojas con acrisolados cristales de savia a su altura quiero yo blanderme , velando a mis muertos abrojos, devorando la calma de sotos, ansiando la voz que me habla la voz que yerta me domina, preparé un lecho de cardos para llegado el día escribir un epitafio que ponga, que diga heme yo brotado de la espina aquí yace, aquí reposa todo el amor que sentí un día, y esta estaca conseguí arrancármela en su día. El Castellano
Ahora que el día se ha ido, ahora que navego letras absorto a la espera de una nueva palabra capaz de crear revolución capaz de hundirse y resurgir. De flotar y deshacerse en mundanal ruido de sueño, temblando su frío sentido, un recipiente y un vaso de muerte, una visión y una explosión de todo lo que prevalece, de todo lo que incapaz perece, un maullido de tejado, un siniestro azar de suerte, esperé y esperé y todo lo negué como este verano frío y helado que todo lo inexistente surqué, que mi destino se doblaba en mi sien, era un día en solar negro, era como un tenebrio que camina, como una poza sin aljibe, como una hora cronometrada sin reloj, era una súplica teñida de sed, un grillo y un aguacero despierto de sol, una montaña sin hielo, un glaciar sin temperatura, un brazo sin alcanzar, una tormenta sin sonar, era la vida una caricia en mano helada sin sangre sin nombre, mutable horizonte sin linde un pájaro de cemento que aturde, una noche callejera y olvidada en la tela de araña, era tu surco algo más era vena era rabia desplomada en el barrio de la quimera despierta, quizás hoy quizás mañana jamás prenderás mi alzada palabra en otra alma en otro nombre porque esta es mi lumbre, esta es mi estaca. El Castellano
Lado de otro sitio Un aguilón de arpa que se duerme sobre la jofaina, sin las usuales conversaciones que lanzaba el alba, aguzo mi repentina fogata, un calor que sujetaba mi primavera, se abría la rosa que había tardado un año en despertar, sobre un lecho terruno crispaban ya las solas amapolas, saludando un mayo carrizo que ya entraba por la avenida que acicala la vida, una luz sin día descansado sobre la música, acecha mi ausencia revertida abriendo vaporosa esta mi sangre, llamando a mi voz muerta que ya no encara su brea, armonía que inspira grises neblinas, acumulando estos pastos jóvenes de su alarido de cópula. II Jamás oíste el postrar de mis azures sarnosos, abriendo sin palpar los cardos hermosos. Un soñar que la primavera era carne de mi doncel espera, quizás solo canto como canta el azul despidiendo, encontrando que el cielo es y será por los siglos azul, "Aquel día, fuimos como una sola de sus parejas atormentadas , sin habla hasta que habló por ellos, cazadores de silencios al mediodía era un profundo carril que era sexual con helechos y mariposas, " Seamus Heaney Campo abierto. Irlanda del Norte era mi cadillo despierto orando un sol oscurecido, sin acre de invierno, deslizaba ginebra desenroscando azares furtivos, Sin quieta, amarga doctrina de arbusto, lloraba que era endrino al cabalgar de savia, fiable destrenzo mi cadena funesta apunto mi ballesta a disparo puro, liso y duro que el alma atraviesa. III Resoplaba nuestro silbido estacional, una melodía sin garrote, que acongojaba el corazón, nuestro brillante patio erizado por lenguas de irisadas luces enraízadas, en su timidez perseveraba como perseveran las rocas por deshacer, quizás tenga miedo de lágrima esquiva que encuentra su huida, me ahondaba mi herida donde yago sin percatar lo que percata el tiempo, es mi azur una desquicia temprana que no pide que calle, este hijo poema que desnuda mis blancas manos rosáceas, es como un clarín y un solitario violín de astros menores, siendo alimento de este fuego propio. El Castellano
Flor de destino Requiebro olas en fragor de colmenas alzadas, sembradas en horizontes yertos, al fugaz aleteo de la luz, en fulgor de sombras erizadas, todo lo sentido más que un haz carcomido, fiebre en destello de mis astros, todo lo dicho más que un cielo sin aurora, más que una navaja de filos por pestañas, hilvano que trenzo la sangre dormida, es una cabaña de cielo donde cobijo sueños y quebrizos, en la cabaña que Dioses abandonaron, siembro escarchas de hiel, todo lo que me dijeron es una verdad, allí donde la puso el hombre, bajar acaso puede, grazna mi vida una vez más, trenes pasan por estas sierras de nubes, el destino informe ya cansado se apiada, toboganes de esta bruma gris me cuentan, me dictan, del sentir de la maraña, hasta que lleguen mis flores del mañana, entre el palpitar de azucenas frías de la tarde, pataleó el latir exhausto de la silvestría del azul del sueño, del racimo de mi jacinto, extraviado, un sol de invierno que ya se marcha, por cuencos serranos por alientos en carne de colores, abriendo rectas sienes el crepitar de los vientos, bienvenido a mi mundo, yo no estoy despierto. II Ama de esta casa, el alma fría, de mundos retorcidos, ingrávidos al peso de flores, destartalado, por gentiles gestos, azares difusos de mi reino, saludando a la quema del rastrojo, un iris por desenclavar, corona de caléndulas en soles por doblar, al rayo seco, tornado en gesta y sus candilejas fulguradas, ríe y pasa, pasa y ríe esta espada, hendiduras febriles de mis verdes ojos entre sus cauces la verde grana, la verde espiga, un romance del labrador con su granate amapola, llora sangre de aquellas santas, esquiva de obreras guirnaldas, se cava en rayos seculares del rey astro, Estallando de luz su rocío primero. III Resplandece el día, entre zarzas salvajes y sus espinas, duerme que dormita un sueño enhebrado en blanca cordillera, entre grillos que soterran saetas dormidas, al trinar de los cardos en estepas cabalgadas de verdes y sus trampas entre erizos de campanulas que ya no amarillean, gimen abrojos el suelo que los vio nacer, llegado el día del topillo y su cernícalo que le da digna muerte, entre este patio de arañas grises descubro que me hincho de colores estacionales, perennes, mutables, caducos en crepitar de savia y duende, se blande, se rige, se descubre que todo duerme. El Castellano Miguel Esteban Martínez García en 5.3.17
Linde quieto abierto Derecho firmamento entre filos de gentes, es una piedra que camina, piedra aventurera, seca y umbría, reposa y duerme cantares del linde, centellea rayos irisados se riza con los besos de lluvia, acaso quiso ser otra, ella tan yerma, tan plácida, imperecedera, cerrada como se cierran los rayos de luna, acantonada, de estéril estampa, dejas muda alabanza, el día que te hice de voz, piedra bella, sola, estridente sin patio de sonido, y esta voz que te di voz dorada como tu piel de minera, como un soto sin perdices, avanzabas solo tú, la vida quieta, sembrándote allí por donde anduvieras, al candor de piedra única igual a la siguiente y a la anterior, sin afán superior hasta que este poeta te dio voz, como flores que sin color acaso fuesen, un despertar en brazos de cieno, un respirar de la montaña, un cuchillo calizo que afilan erosiones de las eras, latido férreo, sangre de mineral, o compostura de arenas, piedra de mi casa, piedra de tu casa, la tierra. II Piedra potencia eterna, nacida como nace una estrella, cumbre de filos por bandera, hogar, cobijo y morada de lagartijas que cuelgan tus venas, colchón de rayos de sol, asolada tu espera por quien te dio voz, lideras tu guerra sin cuartel, antes de yo nacer, tú dabas alientos al suelo sin importar pertenecer, siempre fuiste siempre eras su piel, de la cantera, al nicho, del mausoleo, al caserón viejo, del silo al castillo, tu fortaleza empedernida, tu aval de honda certera, Siempre estabas siempre estuviste, como río a su voz del mar, osado no fui yo quien te encontró, solo fui encargado de darte moción verdadera ojalá pudieses contestarme mi piedrita bella. III Devuélveme a tu vida eterna, del soto a tu quimera verdadera, clávame la oscuridad de tu cueva, en esta esfera pulida sin espera, risco de tu sien enarbolada, millones de hijos esencia desnuda de tu alma pura, techo sin compostura del ser invertebrado, techumbre que pizarra llora, su azabache de cristal, tu sangre de fuego y agua que nunca te alcanza sólo partirte puede, grieta de helada, tus filamentos que encaran tu azar de vida sin dueño a tu sangre de musgo me cuelgo, en verde musgo tu fantasma muerdo, vida de herramienta, azar de la idea, al paraje que te conforma al que sostienes su vida siendo el suelo techo de esta hacienda, si tuvieses dolores todos gritarían que se acabase la muerte en la tierra. El Castellano
Reminiscencia armada de anzuelo Agita la severa onda, un aletear del sargazo entre gusanos que hilan pescadores del pescuezo de sus anzuelos. Yo en tierra neutralizo la tibieza del sol, entre mis fúlgidos cabellos, reviento azares como lijas subordinadas, enmiendo errores de estos sueños que corren, carraspea mi trilladora un sonido de semillas que estallan sin carcasa, estoy afilando mi idea esperando que llegue el día. Traspuesto a seguir el halo impertinente, entre senil fuelle, es el sonido de la tormenta, partirme el rayo acaso pudiese, venga que viene entre iris insomnes descorchados, fieles a fulgurar regazos de redondos brazos, quién osado que cree que posee salud. A la muerte miente. Va entre forrajes y gramas secuaces, avanza estos dientes solares, gritan rayos estelares su alacridad entre solares sedientos de cielo, es una finca y un cobertizo nublado, donde el grano ahuyenta que fue arrancado, es la tierra una azada permisiva que todo traga, voy más allá de mi encumbrada malva, mi taciturna sien nunca despega, habrá que avanzar mi nariz por campos de la perdiz, en la rivera del Arlanza echar el sueño a flotar, y que se ahogue mi funeral. El Castellano a 21-04-2017