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30. Los estilos literarios. Quevedo; Góngora

Tema en 'Escuela de poética "Eduardo L. de la Barra"' comenzado por edelabarra, 14 de Septiembre de 2009. Respuestas: 5 | Visitas: 14979

  1. edelabarra

    edelabarra Mod. Enseñante. Mod. foro: Una imagen, un poema

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    Los estilos literarios.

    Quevedo; Góngora

    [​IMG]

    Don Francisco de Quevedo y Villegas, Caballero de la Orden de Santiago y señor de la Villa de Juan Abad, es y será siempre para nosotros, simplemente Quevedo.

    Nació en 1580 y murió en 1645.
    Hablaba hebreo, griego, latín, hasta sabía arameo y en total dominaba catorce idiomas;
    Tuvo una juventud agitada y se vio envuelto en numerosas intrigas cortesanas y religiosas,
    como consecuencia de las cuales, sufrió prisión en su Torre de Juan Abad, una vida plena de injusticias y sinsabores, agrió mucho su carácter y provocó su crisis religiosa y espiritual, pero desarrolló una genial actividad literaria;

    Sus sinsabores, entre ellos su fracaso matrimonial, influyeron mucho en el cinismo de su pluma, y granjeándose muchos enemigos, es encarcelado por tercera vez en el monasterio de San Marcos, en una húmeda mazmorra. Eso merma gravemente su salud, por lo que luego de ser liberado, muere dos años después. De su obra e verso se conservan unos 900 poemas, de su prosa se destacan “La vida del buscón llamado don Pablos”, “Política de Dios y gobierno de Cristo”; “Vida de marco Bruto”; “Los sueños” y Los nombres de Cristo”.

    Escribió las páginas burlescas y satíricas más brillantes y populares de la literatura española.

    Eso no impidió que realizara textos de gran altura lírica y textos morales y políticos de gran profundidad intelectual, que lo convirtieron en el principal representante del barroco español y en el conceptista por excelencia.
    Zahirió a sus enemigos de una manera cruel, como en el conocidos soneto:

    A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ

    Érase un hombre a una nariz pegado,
    Érase una nariz superlativa,
    Érase una alquitara medio viva,
    Érase un peje espada mal barbado;
    Era un reloj de sol mal encarado.
    Érase un elefante boca arriba,
    Érase una nariz sayón y escriba,
    Un Ovidio Nasón mal narigado.
    Érase el espolón de una galera,
    Érase una pirámide de Egito,
    Los doce tribus de narices era;
    Érase un naricísimo infinito,
    Frisón archinariz, caratulera,
    Sabañón garrafal morado y frito. (Quevedo)

    en su poesía amorosa, exploró el amor como lo que da sentido a la vida;
    por ejemplo en uno de los más bellos sonetos de las letras españolas,
    donde el amor vence a la muerte:

    AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    Sombra que me llevare el blanco día,
    Y podrá desatar esta alma mía
    Hora, a su afán ansioso lisonjera;
    Mas no de esotra parte en la ribera
    Dejará la memoria, en donde ardía:
    Nadar sabe mi llama el agua fría,
    Y perder el respeto a ley severa.
    Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
    Venas, que humor a tanto fuego han dado,
    Médulas, que han gloriosamente ardido,
    Su cuerpo dejará, no su cuidado;
    Serán ceniza, mas tendrá sentido;
    Polvo serán, mas polvo enamorado. (Quevedo)

    Pero ante todo, lo intrínseco de Quevedo fue el uso de la palabra, que en una irreverente y permanente genialidad creadora, utilizó, deformó, convirtió y lució, como nadie lo supo hacer en tiempos pasado ni futuros. Según Borges, él, como representante del Barroco, tuvo esa vanidad en la fabricación de estructuras verbales que buscaban el asombro, constituyendo así el defecto esencial de carácter ético, que denunciaba la vanidad del artista. Fue el rey de la forma, abriéndose camino en sus letras, la pasión, como elemento indispensable de la obra estética.

    Quevedo inicia una importante composición con el ingrato verso
    “No he de callar por más que con el dedo…” libertad que sólo se puede permitir un genio de la expresión, diciendo en el mismo poema, “ y rumia luz en campos celestiales.”
    Cuando dice:
    “El coram vobis iluminado de panarras, con arreboles de brindis”, no es otra cosa que una pura estructura verbal y una vanilocuencia ostentosa.
    Siendo él un enamorado permanente, su carácter había caido en su madurez, en un amargo cinic¡smo que el vuelca en genialidades y escritos inolvidables:
    (Fragmento de donde “Refiere su nacimiento”):

    ………………………………………………..
    No hay necio que no me hable,
    ni vieja que no me quiera,
    ni pobre que no me pida,
    ni rico que no me ofenda.
    No hay camino que no yerre,
    ni juego donde no pierda,
    ni amigo que no me engañe,
    ni enemigo que no tenga.
    …………………………………………….

    Su rivalidad con Góngora, diferencias que el tiempo ha borrado, tanto en esencia como en estilo, se basó en la disputa entre el culteranismo de Góngora y el conceptismo de Quevedo, ambos distintas caras de una misma moneda, el Barroco español.

    Góngora

    [​IMG]

    Don Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba, españa el 11 de julio de 1561 y murió allí, en 1627.

    Hijo de Don Francisco de Argote y de doña Leonor de Góngora

    Antepuso el apellido de su madre al de su padre, comenzando las transposiciones, como lo haría luego con el mundo de las palabras.

    Se inspiró en la belleza, no en el amor o la religión.
    Sus poesías populares eran clarísimas (Le decían “ángel de luz”) y sus poemas cultos eran prácticamente herméticos y reservada su interpretación a los cenáculos del mundo cultísimo de sus relaciones.
    Entre ellos se encuentran:
    El romancillo “Hermana Marica”, donde relata un episodio infantil,
    “Las flores del romero” de delicado sentimentalismo,
    “Ande yo caliente y ríase la gente”, de vena satírico jocosa,

    (1581)
    Ándeme yo caliente
    y ríase la gente.

    Traten otros del gobierno
    del mundo y sus monarquías,
    mientras gobiernan mis días
    mantequillas y pan tierno,
    y las mañanas de invierno
    naranjada y aguardiente,
    y ríase la gente.

    Coma en dorada vajilla
    el príncipe mil cuidados,
    como píldoras dorados;
    que yo en mi pobre mesilla
    quiero más una morcilla
    que en el asador reviente,
    y ríase la gente.

    Cuando cubra las montañas
    de blanca nieve el enero,
    tenga yo lleno el brasero
    de bellotas y castañas,
    y quien las dulces patrañas
    del rey que rabió me cuente,
    y ríase la gente.

    Busque muy en hora buena
    el mercader nuevos soles;
    yo conchas y caracoles
    entre la menuda arena,
    escuchando a filomena
    sobre el chopo de la fuente,
    y ríase la gente.

    Pase a media noche el mar,
    y arda en amorosa llama
    Leandro por ver su dama;
    que yo más quiero pasar
    del golfo de mi lagar
    la blanca o roja corriente,
    y ríase la gente.

    Pues amor es tan crüel,
    que de Píramo y su amada
    hace tálamo una espada,
    do se junten ella y él,
    sea mi Tisbe un pastel,
    y la espada sea mi diente,
    y ríase la gente.

    “Romance de Angélica y Medoro”, de tema caballeresco,
    “Granada” de tipo descriptivo,
    “Al nacimienrto de Cristo”, de tema religioso.

    En su poesía culta, Góngora describió la naturaleza con sus más bellos matices,
    apelando a todos los recursos de la versificación,
    en dulces endecasílabos magistralmente tratados.

    De la brevedad engañosa de la vida (1623)

    Menos solicitó veloz saeta
    destinada señal que mordió aguda;
    agonal carro por la arena muda
    no coronó con más silencio meta

    que presurosa corre, que secreta
    a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
    fiera que sea de razón desnuda,
    cada Sol repetido es un cometa.

    ¿Confiésalo Cartago y tú lo ignoras?
    Peligro corres, Licio, si porfías
    en seguir sombras y abrazar engaños.

    Mal te perdonarán a ti las horas,
    las horas que limando están los días,
    los días que royendo están los años.


    Interpretación:
    Los primeros versos contienen dos frases intercaladas: [Una] saeta solicitó [la] destinada señal que mordió aguda menos veloz que presurosa corre a su fin nuestra edad; [Un] carro agonal no coronó [la] meta por la arena muda con más silencio que secreta corre a su fin nuestra edad.
    La señal es la diana a la que se dirige la flecha. Notemos la aliteración de eses en los dos primeros versos.
    Los carros de carreras (agonales) daban siete vueltas sobre la arena del circo, y en cada una de ellas tenían que girar dos veces alrededor de las metas situadas en los extremos de la pista recta. El giro era una maniobra muy peligrosa, en la que muchos áurigas perdían el control y se salían de la pista. Por eso a menudo el público guardaba un silencio sepulcral cuando un favorito llegaba a la meta y se mantenía la tensión hasta que la superaba.
    Un cometa era una señal de un mal presagio. A quien es tan necio que duda de la brevedad de la vida, cada Sol que sale y se vuelve a poner es como un cometa que se lo está advirtiendo.
    Las ruinas de Cartago, arrasada por Roma y reducida a la nada, atestiguan lo pasajera que es la pujanza y, en suma, la vida.
    Licio era el nombre con que Góngora se refería a menudo a sí mismo. (Fuente: http://www.uv.es/ivorra/Gongora/Sonetos/Saeta.htm[​IMG] )


    En el uso de la metáfora, se considera un maestro absoluto, donde desecha toda imagen real y utiliza sólo el valor simbólico incorporando solamente aquella de la metáfora, que le valieron el segundo apodo, de “ángel de las tinieblas”. Dámaso Alonso, dedico gran parte de su vida a desentrañar los poemas de esta etapa, dándole una nueva y positiva valoración.

    (1621)

    Guarda corderos zagala

    Guarda corderos, zagala,
    zagala, no guardes fe;
    que quien te hizo pastora
    no te excusó de mujer.

    La pureza del armiño,
    que tan celebrada es,
    vístela con el pellico
    y desnúdala con él.

    Deja a las piedras lo firme,
    advirtiendo que tal vez,
    a pesar de su dureza,
    obedecen al cincel.

    Resiste al viento la encina,
    mas con el villano pie;
    que con las hojas corteses,
    a cualquier céfiro cree.

    Aquella hermosa vid
    que abrazada al olmo ves,
    parte pámpanos discreta
    con el vecino laurel.

    Tortolilla gemidora,
    depuesto el casto desdén,
    tálamo hizo segundo
    los ramos de aquel ciprés.

    No para una abeja sola
    sus hojas guarda el clavel:
    beben otras el aljófar
    que borda su rosicler.

    El cristal de aquel arroyo,
    undosamente fïel,
    niega al ausente su imagen
    hasta que lo vuelve a ver.

    La inconstancia al fin da plumas
    al hijo de Venus, que
    poblando dellas sus alas,
    viste sus flechas también.

    No pues tu libre albedrío
    lo tiranice interés,
    ni amor que de singular
    tenga más que de infïel.

    Sacude preciosos yugos,
    coyundas de oro no den,
    sino cordones de lana,
    al suelto cabello ley.

    Mal hayas tú si constante
    mirares al sol, y quien
    tan águila fuere en esto,
    dos veces mal haya y tres.

    Mal hayas tú si imitares,
    en lasciva candidez,
    las aves de la deidad
    que primero espuma fue

    Solicitando prolija
    la ingratitud de un doncel,
    ninfa de las selvas ya
    vocal sombra vino a ser.

    Si quieres pues, zagaleja,
    de tu hermosura crüel
    dar entera voz al valle,
    desprecia mi parecer.

    Interpretación:

    v. 2: Fe es fidelidad.
    v. 3: Que Dios, al hacerte pastora, no hizo que dejaras de ser mujer. (La mujer es voluble por naturaleza.)
    v. 5: La piel del armiño se usaba en peletería. Le dice que se vista con la pureza de la piel del armiño, pero que cuando se quite el pellico abandone también su pureza, que no se conserve pura.
    v. 13: El pie de la encina es firme como los villanos, sus hojas son volubles como los cortesanos.
    v. 17: Antiguamente era costumbre hacer que las vides treparan sobre los olmos, y la forma en que éstas se abrazaban al árbol es una metáfora clásica para el abrazo de unos amantes. "Parte" es "comparte".
    v. 29: El arroyo olvida a quien se refleja en él hasta que vuelve.
    v. 33: La inconstancia hace voluble al Amor.
    v. 37: No te mantengas fiel ni por interés ni por amor (en el que predomine el querer a un solo hombre frente a la infidelidad).
    v. 41: Que tu pelo no se sujete por yugos de oro, sino por cordones de lana.
    v. 45: Se creía que las águilas podían mirar directamente al sol.
    v. 49: Los cisnes, aves de Venus, nacida de la espuma del mar.
    v. 53: Eco, buscando el amor de Narciso, terminó convertida en eco.
    v. 57: Si quieres dar al valle, no medias voces, como Eco, sino tu voz entera, es decir, si quieres llenar los valles con tus lamentos, no sigas mi consejo. (Fuente: http://www.uv.es/ivorra/Gongora/Sonetos/Saeta.htm[​IMG] )


    En sus obras poéticas “Las soledades”, “El panegírico del Duque de Lerma”, “El Polifemo”, bajo la oscuridad interpretativa, brilla la nitidez de una lengua en depurada perfección y el esplendor de las imágenes radiantes.

    Dijo de él Cervantes:

    Aquel que tiene de escribir la llave,
    con gracia y agudeza en tanto extremo,
    que su igual en el orbe no se sabe,
    es don Luis de Góngora, a quien temo
    agraviar en mis cortas alabanzas,
    aunque las suba al grado más supremo. (Miguel de Cervantes)



    Muchas gracias por su atención;
    edelabarra.
     

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    #1
    Última modificación por un moderador: 11 de Mayo de 2015
    A FJMalpica le gusta esto.
  2. cesarfco.cd

    cesarfco.cd Corrector Corrector/a

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    De nuevo, gracias mil Eduardo por acercarnos a la historia.

    Un abrazo.
     
    #2
  3. edelabarra

    edelabarra Mod. Enseñante. Mod. foro: Una imagen, un poema

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    Muchas gracias estimado César, por acercarte a mis escritos;
    no viene mal, aprender un poquito;
    un saludo cordial,
    edelabarra
     
    #3
  4. GUISE

    GUISE Invitado

    gracias profe por el aporte seguiré leyendo por cierto en un rato coloco aquel poema que dejamos pendiente y lo recitaré jiji besos profe
     
    #4
  5. edelabarra

    edelabarra Mod. Enseñante. Mod. foro: Una imagen, un poema

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    Muchas gracias, querida Guise, por tu visita;
    me alegra que te intereses por la vida de tan grandes hombres como fueron Quevedo y Góngora;
    no es necesario profundizar mucho, para darse cuenta de la dimensión de su obra, realizada con los pobres recursos de esa época; las dificultades en las comunicaciones, los traslados y la censura terrible a la libre expresión.
    Un beso,
    Eduardo.
     
    #5
  6. edelabarra

    edelabarra Mod. Enseñante. Mod. foro: Una imagen, un poema

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    Gracias a tí, querida Louisa, por preocuparte e interesarte, en estas pequeñas cosas, que en su momento fueron las que forjaron el idioma;
    esos hombres, como Cervantes y tantos otros, son los que hicieron de la lengua castellana, lo que es hoy en día;
    un abrazo, querida amiga,
    Eduardo.
     
    #6

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