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32. Los estilos en la poesía - Lope de Vega

Tema en 'Escuela de poética "Eduardo L. de la Barra"' comenzado por edelabarra, 29 de Septiembre de 2009. Respuestas: 4 | Visitas: 11798

  1. edelabarra

    edelabarra Mod. Enseñante. Mod. foro: Una imagen, un poema

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    Hombre
    Los estilos literarios.

    Lope de Vega

    [​IMG]

    Félix Lope de Vega y Carpio,
    (n. y m. en Madrid, 1562-1635).

    Fue una de las figuras máximas de la literatura universal.

    De gran fecundidad creadora, le dio al teatro español, una nueva estructura, en oposición a la rigidez del teatro francés, con versos polimétricos, cambios cronológicos, espaciales y temáticos, que defendió vivamente en su libro “Arte nuevo de hacer comedias”.

    Tuvo un ilustre maestro, el genial escritor, poeta y músico Vicente Espinel, inventor de la décima espinela y también genio musical que agregó una cuerda a la guitarra.

    Tuvo muchos amores en su vida, la actriz Elena de Ossorio (Filis), relación que terminó mal, un matrimonio con Isabel de Urbina (Belisa), a la que había raptado, un segundo matrimonio con Juana Guardo, pero luego conoce al amor de su vida, Micaela de Luján (Camila Lucinda) y por último su amor con Marta de Nevares (Amarilis) quien dolorosamente, quedó ciega y perdió la razón falleciendo en 1632. Un año después, su hija Antonia Clara (Clarilis) huyó de su casa con un galán, y nunca volvió a verla. Murio el 27 de agosto de 1635.

    Murio el 27 de agosto de 1635.

    Escribía tan rápido e inspirado, que le bastaban cinco horas, para escribir una comedia de ocho páginas, almorzar, escribir una carta con cincuenta tercetos y regar todo su jardín, cómo el mismo lo cuenta, según su biógrafo y discípulo Juan Pérez de Montalbán.

    Por su enorme producción literaria, se lo llama con justicia, “El Fénix de los Ingenios”.

    Produjo, según Montalbán, 1800 comedias, de las que se conocen 500, fue poeta lírico, épico, festivo, popular, poemas didácticos, mitológicos, cómicos, narrativos, bucólicos, místicos,

    Independientemente de su teatro, Lope tendrá siempre un lugar excepcional en las antologías de la poesía española, con sus villancicos:

    VILLANCICOS

    1

    Nace el alba clara,
    la noche pisa,
    del cielo la risa
    su paz declara;
    el tiempo se para
    por sólo vella,
    desterrando la noche
    de nuestras penas.

    Para ser señora
    del cielo, levanta
    esta niña santa
    su luz aurora;
    él canta, ella llora
    divinas perlas,
    desterrando la noche
    de nuestras penas.

    Aquella luz pura
    del Sol procede,
    porque cuanto puede
    le da hermosura;
    el alba segura
    que viene cerca,
    desterrando la noche
    de nuestras penas.

    Este primer villancico, tiene una estructura de versos de 6-5-6-5-6-5-7-5 sílabas, rimas A-B-B-A-A-c-D-c siendo las mayúsculas consonantes y las minúsculas asonancias. Su estilo sencillo, casi ingenuo, convierte estos villancicos en verdaderas obras de arte poético.

    2

    Las pajas del pesebre,
    niño de Belén,
    hoy son flores y rosas,
    mañana serán hiel.

    Lloráis entre las pajas
    de frío que tenéis,
    hermoso niño mío,
    y de calor también.

    Dormid, cordero santo,
    mi vida, no lloréis,
    que si os escucha el lobo,
    vendrá por vos, mi bien.

    Dormid entre las pajas,
    que aunque frías las veis,
    hoy son flores y rosas,
    mañana serán hiel.

    Las que para abrigaros
    tan blandas hoy se ven
    serán mañana espinas
    en corona cruel.

    Mas no quiero deciros,
    aunque vos lo sabéis,
    palabras de pesar
    en días de placer.

    Que aunque tan grandes deudas
    en paja cobréis,
    hoy son flores y rosas,
    mañana serán hiel.

    Dejad el tierno llanto,
    divino Emanüel,
    que perlas entre pajas
    se pierden sin por qué.

    No piense vuestra madre
    que ya Jerusalén
    previene sus dolores,
    y llore con Joseph.

    Que aunque pajas no sean
    corona para Rey,
    hoy son flores y rosas,
    mañana serán hiel.


    3

    De una Virgen hermosa
    celos tiene el sol,
    porque vio en sus brazos
    otro sol mayor.

    Cuando del Oriente
    salió el sol dorado,
    y otro sol helado
    miró tan ardiente,
    quitó de la frente
    la corona bella,
    y a los pies de la estrella
    su lumbre adoró,
    porque vio en sus brazos
    otro sol mayor.

    «Hermosa María,
    dice el sol vencido,
    de vos ha nacido
    el sol que podía
    dar al mundo el día
    que ha deseado».
    Esto dijo humillado
    a María el sol,
    porque vio en sus brazos
    otro sol mayor.

    4

    Zagalejo de perlas,
    hijo del Alba,
    ¿dónde vais que hace frío
    tan de mañana?

    Como sois lucero
    del alma mía,
    al traer el día
    nacéis primero;
    pastor y cordero
    sin choza y lana,
    ¿dónde vais que hace frío
    tan de mañana?

    Perlas en los ojos,
    risa en la boca,
    las almas provoca
    a placer y enojos;
    cabellitos rojos,
    boca de grana,
    ¿dónde vais que hace frío
    tan de mañana?

    Que tenéis que hacer,
    pastorcito santo,
    madrugando tanto
    lo dais a entender;
    aunque vais a ver
    disfrazado el alma,
    ¿dónde vais que hace frío
    tan de mañana?


    5

    La Niña a quien dijo el Ángel
    que estaba de gracia llena,
    cuando de ser de Dios madre
    le trujo tan altas nuevas,

    ya le mira en un pesebre,
    llorando lágrimas tiernas,
    que obligándose a ser hombre,
    también se obliga a sus penas.

    ¿Qué tenéis, dulce Jesús?,
    le dice la Niña bella;
    ¿tan presto sentís mis ojos
    el dolor de mi pobreza?

    Yo no tengo otros palacios
    en que recibiros pueda,
    sino mis brazos y pechos,
    que os regalan y sustentan.

    No puedo más, amor mío,
    porque si yo más pudiera,
    vos sabéis que vuestros cielos
    envidiaran mi riqueza.

    El niño recién nacido
    no mueve la pura lengua,
    aunque es la sabiduría
    de su eterno Padre inmensa.

    Mas revelándole al alma
    de la Virgen la respuesta,
    cubrió de sueño en sus brazos
    blandamente sus estrellas.

    Ella entonces desatando
    la voz regalada y tierna,
    así tuvo a su armonía
    la de los cielos suspensa.

    Pues andáis en las palmas,
    Ángeles santos,
    que se duerme mi niño,
    tened los ramos.

    Palmas de Belén
    que mueven airados
    los furiosos vientos
    que suenan tanto.

    No le hagáis ruido,
    corred más paso,
    que se duerme mi niño,
    tened los ramos.

    El niño divino,
    que está cansado
    de llorar en la tierra
    por su descanso,

    sosegar quiere un poco
    del tierno llanto,
    que se duerme mi niño,
    tened los ramos.

    Rigurosos yelos
    le están cercando,
    ya veis que no tengo
    con qué guardarlo.

    Ángeles divinos
    que vais volando,
    que se duerme mi niño,
    tened los ramos.

    y canciones como:

    CANCIÓN

    ¡Oh libertad preciosa,
    no comparada al oro,
    ni al bien mayor de la espaciosa tierra,
    más rica y más gozosa
    que el precioso tesoro
    que el mar del sur entre su nácar cierra;
    con armas, sangre y guerra,
    con las vidas y famas,
    conquistado en el mundo;
    paz dulce, amor profundo
    que el mar aparta y a tu bien nos llamas;
    en ti sola se anida
    oro, tesoro, paz, bien, gloria y vida!

    (se puede apreciar, en la primera estrofa de esta composición, el amor por la libertad que manifestaba Lope, como un bien supremo; son estancias, donde combina endecasílabos y heptasílabos).

    Cuando de las humanas
    tinieblas vi el cielo
    la luz, principio de mis dulces días,
    aquellas tres hermanas
    que nuestro humano velo
    tejiendo, llevan por inciertas vías,
    las duras penas mías
    trocaron en la gloria
    que en libertad poseo,
    con siempre igual deseo,
    donde verá por mi dichosa historia
    quien más leyere en ella
    que es dulce libertad lo menos della.

    Yo, pues, señor exento
    desta montaña y prado,
    gozo la gloria y libertad que tengo.
    Soberbio pensamiento
    jamás ha derribado
    la vida humilde y pobre que sostengo.
    Cuando a las manos vengo
    con el muchacho ciego,
    haciendo rostro embisto,
    venzo, triunfo y resisto
    la flecha, el arco, la ponzoña, el fuego,
    y con libre albedrío
    lloro el ajeno mal y canto el mío.

    Cuando la aurora baña
    con el rocío
    de aljófar celestial el monte y prado,
    salgo de mi cabaña,
    riberas de este río,
    a dar el nuevo pasto a mi ganado,
    y cuando el sol dorado
    muestra sus fuerzas graves,
    al sueño el pecho inclino
    debajo un sauce o pino,
    oyendo el son de las parleras aves
    o ya gozando el aura
    donde el perdido aliento se restaura.

    Cuando la noche oscura
    con su estrellado manto
    el claro día en su tiniebla encierra,
    y suena en la espesura
    el tenebroso canto
    de los nocturnos hijos de la tierra,
    al pie de aquesta sierra
    con rústicas palabras
    mi ganadillo cuento
    y el corazón contento
    del gobierno de ovejas y de cabras,
    la temerosa cuenta
    del cuidadoso rey me representa.

    Aquí la verde pera
    con la manzana fermosa,
    de gualda y roja sangre matizada,
    y de color rosa
    la cermeña olorosa
    tengo, y la endrina de color morada;
    aquí de la enramada
    parra que el olmo enlaza,
    melosas uvas cojo;
    y en cantidad recojo,
    al tiempo que las ramas desenlaza
    el caluroso estío,
    membrillos que coronan este río.

    No me da descontento
    el hábito costoso
    que de lascivo el pecho noble infama;
    es mi dulce sustento
    del campo generoso
    estas silvestres frutas que derrama;
    mi regalada cama,
    de blanda pieles y hojas,
    que algún rey la envidiara,
    y de ti, fuente clara,
    que, bullendo, el arena y agua arrojas,
    estos cristales puros,
    sustentos pobres, pero bien seguros.

    Estése el cortesano
    procurando a su gusto
    la blanda cama y el mejor sustento;
    bese la ingrata mano
    del poderoso injusto,
    formando torres de esperanza al viento;
    viva y muera sediento
    por el honroso oficio,
    y goce yo del suelo,
    al aire, al sol y al hielo,
    ocupado en mi rústico ejercicio;
    que más vale pobreza
    en paz que en guerra mísera riqueza.

    Ni temo al poderoso
    ni al rico lisonjero,
    ni soy camaleón del que gobierna,
    ni me tiene envidioso
    la ambición y el deseo
    de ajena gloria ni de fama eterna;
    carne sabrosa y tierna,
    vino aromatizado,
    pan blanco de aquel día,
    en prado, en fuente fría,
    halla un pastor con hambre fatigado,
    que el grande y el pequeño
    somos iguales lo que dura el sueño.

    o también, la siguiente:


    POBRE BARQUILLA MÍA

    ¡Pobre barquilla mía,
    entre peñascos rota,
    sin velas desvela,
    y entre las olas sola!​


    Vemos en esta primera estrofa, como un intento de realizar un poema con eco, idea que más adelante abandona, sólo conservando las asonancias en versos pares.


    ¿Adónde vas perdida?
    ¿Adónde, di, te engolfas?
    Que no hay deseos cuerdos
    con esperanzas locas.

    Como las altas naves,
    te apartas animosa
    de la vecina tierra,
    y al fiero mar te arrojas.

    Igual en las fortunas,
    mayor en las congojas,
    pequeña en la defensas,
    incitas a las ondas.

    Advierte que te llevan
    a dar entre las rocas
    de la soberbia envidia,
    naufragio de las honras.

    Cuando por las riberas
    andabas costa a costa,
    nunca del mar temiste
    las iras procelosas.

    Segura navegabas,
    que por la tierra propia
    nunca el peligro es mucho
    adonde el agua es poca.

    Verdad es que en la patria
    no es la virtud dichosa,
    ni se estima la perla
    hasta dejar la concha.

    Dirás que muchas barcas
    con el favor en popa,
    saliendo desdichadas,
    volvieron venturosas.

    No mires los ejemplos
    de las que van y tornan,
    que a muchas ha perdido
    la dicha de las otras.

    Para los altos mares
    no llevas, cautelosa,
    ni velas de mentiras,
    ni remos de lisonjas.

    ¿Quién te engañó, barquilla?
    Vuelve, vuelve la proa:
    que presumir de nave
    fortunas ocasiona.

    ¿Qué jarcias te entretejen?
    ¿Qué ricas banderolas
    azote son del viento
    y de las aguas sombra?

    ¿en qué gavia descubres,
    del árbol alta copa,
    la tierra en perspectiva,
    del mar incultas orlas?

    ¿En qué celajes fundas
    que es bien echar la sonda,
    cuando, perdido el rumbo,
    erraste la derrota?

    Si te sepulta arena,
    ¿qué sirve fama heroica?
    Que nunca desdichados
    sus pensamientos logran.

    ¿Qué importa que te ciñan
    ramas verdes o rojas,
    que en selvas de corales
    salados césped brota?

    Laureles de la orilla
    solamente coronan
    navíos de alto bordo
    que jarcias de oro adornan.

    No quieras que yo sea,
    por tu soberbia pompa,
    Faetonte de barqueros
    que los laureles lloran.

    Pasaron ya los tiempos
    cuando, lamiendo rosas,
    el céfiro bullía
    y suspiraba aromas.

    Ya fieros huracanes
    tan arrogantes soplan
    que, salpicando estrellas,
    del sol la frente mojan.

    Ya los valientes rayos
    de la vulcana forja,
    en vez de torres altas,
    abrasan pobres chozas.

    Contenta con tus redes,
    a la playa arenosa
    mojado me sacabas;
    pero vivo,¿qué importa?

    Cuando de rojo nácar
    se afeitaba la aurora,
    más peces te llenaban
    que ella lloraba aljófar.

    Al bello sol que adoro
    enjuta ya la ropa,
    nos daba una cabaña
    la cama de sus hojas.

    Esposo me llamaba,
    yo la llamaba esposa,
    parándose de envidia
    la celestial antorcha.

    Sin pleito, sin disgusto,
    la muerte nos divorcia;
    ¡ay de la pobre barca
    que en lágrima se ahoga!

    Quedad sobre la arena,
    inútiles escotas,
    que no ha menester velas
    quien a su bien torna.

    Si con eternas plantas
    las fijas luces doras,
    ¡oh dueño de mi barca!,
    y en dulce paz reposas.

    Merezca que le pidas
    al bien que eterno gozas
    que adonde estás me lleve,
    más pura y más hermosa.

    Mi honesto amor te obligue,
    que no es digna victoria
    para quejas humanas
    ser las deidades sordas.

    Mas, ¡ay!, que no me escuchas.
    pero la vida es corta:
    viviendo, todo falta;
    muriendo, todo sobra.​


    Romances como el de:


    A MIS SOLEDADES VOY

    A mis soledades voy,
    de mis soledades vengo,
    porque para andar conmigo
    me bastan mis pensamientos.

    ¡No sé qué tiene la aldea
    donde vivo y donde muero,
    que con venir de mí mismo
    no puedo venir más lejos!

    Ni estoy bien ni mal conmigo;
    mas dice mi entendimiento
    que un hombre que todo es alma
    está cautivo en su cuerpo.

    Entiendo lo que me basta,
    y solamente no entiendo
    cómo se sufre a sí mismo
    un ignorante soberbio.

    De cuantas cosas me cansan,
    fácilmente me defiendo;
    pero no puedo guardarme
    de los peligros de un necio.

    El dirá que yo lo soy,
    pero con falso argumento,
    que humildad y necedad
    no caben en un sujeto.

    La diferencia conozco,
    porque en él y en mí contemplo,
    su locura en su arrogancia,
    mi humildad en su desprecio.

    O sabe naturaleza
    más que supo en otro tiempo,
    o tantos que nacen sabios
    es porque lo dicen ellos.

    Sólo sé que no sé nada,
    dijo un filósofo, haciendo
    la cuenta con su humildad,
    adonde lo más es menos.

    No me precio de entendido,
    de desdichado me precio,
    que los que no son dichosos,
    ¿cómo pueden ser discretos?

    No puede durar el mundo,
    porque dicen, y lo creo,
    que suena a vidrio quebrado
    y que ha de romperse presto.

    Señales son del jüicio
    ver que todos le perdemos,
    unos por carta de más
    otros por cartas de menos.

    Dijeron que antiguamente
    se fue la verdad al cielo;
    tal la pusieron los hombres
    que desde entonces no ha vuelto.

    En dos edades vivimos
    los propios y los ajenos:
    la de plata los extraños
    y la de cobre los nuestros.

    ¿A quién no dará cuidado,
    si es español verdadero,
    ver los hombres a lo antiguo
    y el valor a lo moderno?

    Dijo Dios que comería
    su pan el hombre primero
    con el sudor de su cara
    por quebrar su mandamiento,

    y algunos inobedientes
    a la vergüenza y al miedo,
    con las prendas de su honor
    han trocado los efectos.

    Virtud y filosofía
    peregrina como ciegos;
    el uno se lleva al otro,
    llorando van y pidiendo.

    Dos polos tiene la tierra,
    universal movimiento;
    la mejor vida el favor,
    la mejor sangre el dinero.

    Oigo tañer las campanas,
    y no me espanto, aunque puedo,
    que en lugar de tantas cruces
    haya tantos hombres muertos.

    Mirando estoy los sepulcros
    cuyos mármoles eternos
    están diciendo sin lengua
    que no lo fueron sus dueños.

    ¡Oh, bien haya quien los hizo,
    porque solamente en ellos
    de los poderosos grandes
    se vengaron los pequeños!

    Fea pintan a la envidia,
    yo confieso que la tengo
    de unos hombres que no saben
    quién vive pared en medio.

    Sin libros y sin papeles,
    sin tratos, cuentas ni cuentos,
    cuando quieren escribir
    piden prestado el tintero.

    Sin ser pobres ni ser ricos,
    tienen chimenea y huerto;
    no los despiertan cuidados,
    ni pretensiones, ni pleitos.

    Ni murmuraron del grande,
    ni ofendieron al pequeño;
    nunca, como yo, afirmaron
    parabién, ni pascua dieron.

    Con esta envidia que digo
    y lo que paso en silencio,
    a mis soledades voy,
    de mis soledades vengo.​


    y Hortelano era Belardo…:

    Hortelano era Belardo

    Hortelano era Belardo
    de las huertas de Valencia,
    que los trabajos obligan
    a lo que el hombre no piensa.

    Pasado el hebrero loco,
    flores para mayo siembra,
    que quiere que su esperanza
    dé fruto a la primavera.

    El trébol para las niñas
    pone al lado de la huerta,
    porque la fruta de amor
    de las tres hojas aprenda.

    Albahacas amarillas,
    a partes verdes y secas,
    trasplanta para casadas
    que pasan ya de los treinta;

    y para las viudas pone
    muchos lirios y verbena,
    porque lo verde del alma
    encubre la saya negra.

    Torongil para muchachas
    de aquellas que ya comienzan
    a deletrear mentiras,
    que hay poca verdad en ellas.

    El apio a las opiladas,
    y a las preñadas almendras;
    para melindrosas cardos
    y ortigas para las viejas.

    Lechugas para briosas
    que cuando llueve se queman,
    mastuerzo para las frías,
    y ajenjos para las feas.

    De los vestidos que un tiempo
    trujo en la Corte, de seda,
    ha hecho para las aves
    un espantajo de higuera.

    Las lechuguillazas grandes,
    almidonadas y tiesas,
    y el sombrero boleado
    que adorna cuello y cabeza;

    y sobre un jubón de raso
    la más guarnecida cuera,
    sin olvidarse las calzas
    españolas y tudescas.

    Andando regando un día,
    vióle en medio de la higuera
    y riéndole de velle,
    le dice desta manera:

    “¡Oh ricos despojos
    de mi edad primera
    y trofeos vivos
    de esperanzas muertas!

    ¡Qué bien parecéis
    de dentro y de fuera,
    sobre que habéis dado
    fin a mi tragedia!

    ¡Galas y penachos
    de mi soldadesca,
    un tiempo colores
    y agora tristeza!

    Un día de Pascua
    os llevé a mi aldea,
    por galas costosas,
    invenciones nuevas.

    Desde su balcón
    me vio una doncella,
    con el pecho blanco
    y la ceja negra.

    Dejóse burlar,
    caséme con ella,
    que es bien que se paguen
    tan honrosas deudas.

    Supo mi delito
    aquella morena
    que reinaba en Troya
    cuando fue mi reina.

    Hizo de mis cosas
    una grande hoguera,
    tomando venganza
    en plumas y letras”​


    Sonetos como “Suelta mi manso mayoral extraño”, en queja por el amor que lo abandonó por un noble.


    Soneto


    Suelta mi manso, mayoral extraño,
    pues otro tienes de tu igual decoro;
    deja la prenda que en el alma adoro,
    perdida por tu bien y por mi daño.

    Ponle su esquila de labrado estaño
    y no le engañen tus collares de oro;
    toma en albricias este blanco toro
    que a las primeras yerbas cumple un año.

    Si pides señas, tiene el vellocino
    pardo, encrespado, y los ojuelos tiene
    como durmiendo en regalado sueño.

    Si piensas que no soy su dueño, Alcino,
    suelta y verásle si a mi choza viene,
    que aun tienen sal las manos de su dueño.


    O aquel:

    ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?

    ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
    ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
    que a mi puerta, cubierto de rocío,
    pasas las noches del invierno escuras?

    ¡Oh. cuánto fueron mis entrañas duras,
    pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
    si de mi ingratitud el hielo frío
    secó las llagas de tus plantas puras!

    ¡Cuántas veces el ángel me decía:
    "Alma, asómate agora a la ventana;
    verás con cuánto amor llamar porfía!"

    ¡Y cuántas, hermosura soberana,
    "Mañana le abriremos", respondía,
    para lo mismo responder mañana!

    O este de amarga ironía:


    Es la mujer del hombre lo más bueno,
    y locura decir que lo más malo,
    su vida suele ser y su regalo,
    su muerte suele ser y su veneno.

    Cielo a los ojos, cándido y sereno,
    que muchas veces al infierno igualo,
    por raro al mundo su valor señalo,
    por falso al hombre su rigor condeno.

    Ella nos da su sangre, ella nos cría,
    no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
    es un ángel, y a veces una arpía.

    Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
    y es la mujer al fin como sangría,
    que a veces da salud, y a veces mata.


    Pastor que con tus silbos amorosos:

    Pastor que con tus silbos amorosos
    me despertaste del profundo sueño;
    tú, que hiciste cayado dese leño
    en que tiendes los brazos poderosos,

    vuelve los ojos a mi fe piadosos,
    pues te confieso por mi amor y dueño,
    y la palabra de seguirte empeño
    tus dulces silbos y tus pies hermosos.

    Oye, Pastor que por amores mueres,
    no te espante el rigor de mis pecados,
    pues tan amigo de rendidos eres;

    espera, pues, y escucha mis cuidados.
    Pero, ¿cómo te digo que me esperes,
    si estás para esperar los pies clavados?


    Cuelga sangriento de la cama al suelo:

    Cuelga sangriento de la cama al suelo
    el hombro diestro del feroz tirano,
    que opuesto al muro de Betulia en vano,
    despidió contra sí rayos al cielo.

    Revuelto con el ansia el rojo velo
    del pabellón a la siniestra mano,
    descubre el espectáculo inhumano
    del tronco horrible, convertido en hielo.

    Vertido Baco, el fuerte arnés afea
    los vasos y la mesa derribada,
    duermen las guardas, que tan mal emplea;

    y sobre la muralla coronada
    del pueblo de Israel, la casta hebrea
    con la cabeza resplandece armada.


    Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro:

    Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
    y la cándida víctima levanto,
    de mi atrevida indignidad me espanto
    y la piedad de vuestro pecho admiro.

    Tal vez el alma con temor retiro,
    tal vez la doy al amoroso llanto,
    que arrepentido de ofenderos tanto
    con ansias temo y con dolor suspiro.

    Volved los ojos a mirarme humanos,
    que por las sendas de mi error siniestras
    me despeñaron pensamientos vanos;

    no sean tantas las miserias nuestras
    que a quien os tuvo en sus indignas manos
    Vos le dejéis de las divinas vuestras.

    Otro soneto:

    Desmayarse, atreverse, estar furioso,
    áspero, tierno, liberal, esquivo,
    alentado, mortal, difunto, vivo,
    leal, traidor, cobarde y animoso;

    no hallar fuera del bien centro y reposo,
    mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
    enojado, valiente, fugitivo,
    satisfecho, ofendido, receloso;

    huir el rostro al claro desengaño,
    beber veneno por licor süave,
    olvidar el provecho, amar el daño;

    creer que un cielo en un infierno cabe,
    dar la vida y el alma a un desengaño;
    esto es amor, quien lo probó lo sabe.


    Angélica, cuyas dos primeras octavas son las que siguen:

    “Bellas armas de amor, estrellas puras,
    divino resplandor de mi sentido,
    que por mis versos viviréis seguras
    que vuestra clara luz sepulte olvido;
    puesto que estéis por larga ausencia escuras,
    que blandamente me miréis os pido,
    para que el sol, como en cristal pequeño,
    me abrase el alma de quien fuisteis dueño.

    Que en el ardiente aquel humilde ingenio
    que os consagré desde mis tiernos años,
    y siendo voz mi luz, Euterpe y Genio,
    causa fatal de mis dichosos daños;
    sin otro aliento ni favor Cilenio,
    otra Daphnes laurel, propios y extraños
    oirán cantar en disfrazado velo
    la hermosura mayor que ha visto el suelo.”

    y sobre todo éste, delicioso, dedicado al pajarillo de Lucinda que tanto recuerda algunos poemas de Cátulo:

    Daba sustento a un pajarillo un día
    Lucinda, y por los hierros del portillo
    fuésele de la jaula el pajarillo
    al libre viento en que vivir solía.

    Con un suspiro a la ocasión tardía
    tendió la mano, y no pudiendo asillo,
    dijo (y de las mejillas amarillo
    volvió el clavel, que entre su nieve ardía):
    -¿Adónde vas, por despreciar el nido,
    al peligro de ligas y de balas,
    y el dueño huyes, que tu pico adora?

    Oyóla el pajarillo enternecido,
    y a la antigua prisión volvió las alas;
    que tanto puede uan mujer que llora.

    Fue contemporáneo de Cervantes, a quien remedó en sus ovillejos, haciendo éste poema en una de sus obras, llamada “Ilustre fregona”, cuyo título tomó igualmente de una de las Novelas de Cervantes. Esto no se sabe si fue un homenaje o un intento de hacer una parodia o imitación burlesca de lo de Cervantes.

    ¿Quién da la muerte a Avendaño??
    Un engaño.
    Y ¿quién trueca en mal mi bien?
    Un desdén.
    ¿Quién da vida a mis recelos?
    Los celos.
    Siendo así quieren los cielos
    que muera desconfiado,
    Pues contra mí se han juntado
    engaño, desdén y celos. (Lope de Vega)

    Que recuerdan los siguientes versos del texto del Quijote:

    ¿Quién menoscaba mis bienes?
    Desdenes.
    ¿Y quién aumenta mis duelos?
    Los celos.
    ¿Y quién prueba mi paciencia?
    Ausencia.
    De ese modo en mi dolencia
    Ningún remedio se alcanza.
    Pues me matan la esperanza,
    Desdenes, celos y ausencia. Cervantes)


    ¿Quién me causa este dolor?
    Amor.
    ¿Y quién mi gloria repugna?
    Fortuna.
    ¿Y quién consiente mi duelo?
    El cielo.
    De ese modo yo recelo
    Morir deste mal extraño,
    Pues se aúnan en mi daño
    Amor fortuna y el cielo.

    ¿Quién mejorará mi suerte?
    La muerte.
    Y el bien de amor ¿quién le alcanza?
    Mudanza.
    Y sus males ¿quién los cura?
    Locura.
    De ese modo no es cordura
    Querer curar la pasión,
    Cuando los remedios son:
    Muerte, mudanza y locura. (Cervantes)

    Hubo cierta rivalidad entre estos dos grandes; Cervantes en su famoso prólogo del Quijote, envía una andanada (presuntamente ) a Lope, criticando sus “librotes”, pero lo admiraba, como dijo en varias oportunidades: Prólogo de sus comedias (1615): “…del reinado casi exclusivo de Lope sobre la escena española, compartido principalmente con el Dr. Ramón”, “cuyos trabajos (dice) fueron los más después de los del gran Lope”; Dijo Quevedo: “…que me acuerdo yo antes que si no eran comedias del buen Lope de Vega y Ramón (otro conocido comediante), no había otra cosa…”

    Y si me preguntaran a mí, qué distinguía al estilo de Lope de Vega, diría que más que un estilo determinado, lo que lo distinguió fue su enorme preoducción e inspiración interminable, con hallazgos de ingenio cada tanto y una corrección estructural en toda su obra, la que fue muy dispersa y distinta, cubriendo todo el espectro de las posibilidades poéticas.
    Su calidad más que la de un gran genio, fue la de un correctísimo escritor, que logró muchas páginas memorables, sin el vuelo en el uso del lenguaje que distinguió a Quevedo o a Góngora, pero sí dejó su huella en la literatura universal, como el más prolífico de los escritores y el más inspirado comediante.

    Muchas gracias por su atención;
    edelabarra.
     

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    #1
    Última modificación por un moderador: 11 de Mayo de 2015
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    ¡Que barbaridad! Cuantísimo trabajo implica recopilar y dar a conocer los clásicos del siglo de oro castellano.
    ¡Y cuanto no sabemos de ellos! Un buen repaso a estos poemas permite darnos cuenta de que todo lo que escribimos ya fue escrito, al menos podré decir que al no conocer de antes estos sonetos na ha habido plagio alguno aunque pueda haber parecidos en algunas de mis composiciones...:::banana:::

    Se agradece, amigo Eduardo, tu dedicación en informarnos y enseñarnos.

    [​IMG]
     
    #2
  3. cesarfco.cd

    cesarfco.cd Corrector Corrector/a

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    El conocimiento es tan amplio... ¿nos alcanzará una vida para nadar en todas sus riveras?

    Gracias Maestro. Recibe un fraternal abrazo desde México.
     
    #3
  4. edelabarra

    edelabarra Mod. Enseñante. Mod. foro: Una imagen, un poema

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    Gracias a ti, estimado Maramín, por acercarte con tu atento comentario;
    es cierto lo que dices, no alcanzaría una vida para un estudio exahustivo de estos temas,
    sólo trato de dar un pantallazo y un par de opiniones;
    ten en cuenta que Lope hizo según su biógrafo, 1800 comedias,
    y aquí no he puesto ninguna...
    Un abrazo,
    Eduardo.
     
    #4
  5. edelabarra

    edelabarra Mod. Enseñante. Mod. foro: Una imagen, un poema

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    Muchas gracias a tí, estimado César, por tu presencia constante en mis escritos, eres muy atento;
    un abrazo,
    edelabarra
     
    #5

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