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A DECIR MI DOLOR Y TUS HAZANAS

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por ZAHOIS, 16 de Septiembre de 2005. Respuestas: 0 | Visitas: 1810

  1. ZAHOIS

    ZAHOIS Poeta fiel al portal

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    A decir mi dolor y tus hazañas



    Miguel de Cervantes Saavedra
    De Don Quijote de la Mancha Parte I Capítulo XIV. Fragmento de Canción de Grisóstomo.





    Ya que quieres, cruel, que se publique,
    de lengua en lengua y de una en otra gente,
    del áspero rigor tuyo la fuerza,
    haré que el mismo infierno comunique
    al triste pecho mío un son doliente,
    con que el uso común de mi voz tuerza.
    Y al par de mi deseo, que se esfuerza
    a decir mi dolor y tus hazañas,
    de la espantable voz irá el acento,
    y en él mezcladas, por mayor tormento,
    pedazos de las míseras entrañas.

    Escucha, pues, y presta atento oído,
    no al concertado son, sino al rüido
    que de lo hondo de mi amargo pecho,
    llevado de un forzoso desvarío,
    por gusto mío sale y tu despecho.

    El rugir del león, del lobo fiero
    el temeroso aullido, el silbo horrendo
    de escamosa serpiente, el espantable
    baladro de algún monstruo, el agorero
    graznar de la corneja, y el estruendo
    del viento contrastado en mar instable;
    del ya vencido toro el implacable
    bramido, y de la viuda tortolilla
    el sentible arrullar; el triste canto
    del envidiado búho, con el llanto
    de toda la infernal negra cuadrilla,
    salgan con la doliente ánima fuera,
    mezclados en un son, de tal manera
    que se confundan los sentidos todos,
    pues la pena cruel que en mí se halla
    para contarla pide nuevos modos.

    De tanta confusión no las arenas
    del padre Tajo oirán los tristes ecos,
    ni del famoso Betis las olivas:
    que allí se esparcirán mis duras penas
    en altos riscos y en profundos huecos,
    con muerta lengua y con palabras vivas;
    o ya en oscuros valles, o en esquivas
    playas, desnudas de contrato humano,
    o adonde el sol jamás mostró su lumbre,
    o entre la venenosa muchedumbre
    de fieras que alimenta el libio llano;
    que, puesto que en los páramos desiertos
    los ecos roncos de mi mal, inciertos,
    suenen con tu rigor tan sin segundo,
    por privilegio de mis cortos hados,
    serán llevados por el ancho mundo.
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