A Don Alejandro Algara

“Que su voz nos ofrendara . . .”

Falleció Alejandro Algara,
ojalá me equivocara,
se murió, nos abandona,
su ser melodías no entona.

Apesadumbrado Apolo,
el Dios ha quedado solo,
la música no se escucha,
la vida perdió una lucha.

Los cenzontles, los jilgueros,
los pájaros agoreros,
han cerrado su piquito,
su pecho se hizo chiquito.

El gremio de los tenores,
él fue, al fin, de los mejores,
también acalla garganta,
está de luto, no canta.

Pues la pena los embarga,
la jornada será larga,
de silencio sepulcral
sin movimiento orquestal.

Hay tristeza y amargura,
blanca, negra, partitura
cubre ataúd del cantor,
hay rezos, llanto, dolor.

Mortaja, lúgubre nota,
la copla ha quedado rota,
feneció Alejandro Algara,
en el cielo sigue a Lara.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 18 de abril del 2020
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)

 

Era de La Mancha, Quijote,
¡ Maricón el que no bote !
Y en Democracia, votamos,
en la urna, al candidato de turno.


Una vez dentro de la discoteca,
que parece, de la Música,
la Meca, pues no Meca del Cine,
dado que eso es Hollywood...


Una vez dentro de esa mezquita
sonora, cuya bola de cristales,
rota o gira, alrededor de su propio eje,
volvemos a encontrarnos, al anochecer.


Y nos manifestamos, como el Cid
Campeador, que en buena hora,
cinchó espada. Lo que ocurre
es que las bebidas alcohólicas,


en la barra luminosa de neón,
junto al agua tónica,
que contiene quinina, o al kiwi,
piña colada y granadina,


provocan un colocón,
como ese Mar Caribe, y ese Malecón,
propios de la Habana. Y a las 3
de la mañana, vuelven, a casa, vuelven,


si no en Taxi, caminando, en el coche





de San Fernando.
Especialmente, si celebran
Noche-Vieja o fin de año,
tras la ingesta pertinente de doce uvas,


en memoria de las doce casas zodiacales.


Pop, Rock'N'Roll, Rap,
Blues, Rumba, Flamenco,
Jazz, Blues, Swing, Tango argentino,
salsa, bachata, cha-cha-chá,


¿ Cruel destino ?


Ha muerto quien nos inspiraba.
Ha muerto, como Carlos Gardel,
Charles Aznavour o Edith Piaf.
Y sin embargo, por fin cesó la algarabía.


Duerme en pijama, encima de un sofá.


Duerme, después de tanta rocambolesca melodía.