Alpiste

Sin ganas de surcar el cielo andaba
un pobre loro que, en su jaula preso,
con voz sonora y con sorbido seso,
de su amo los discursos recitaba.

A base de agua y pan el ave estaba
perdiendo, a fin de cuentas, pluma y peso,
pero a su dueño le compró el progreso,
a cambio del mendrugo que le daba.

Tanto se fue quedando el loro triste,
que decidió ofrecerle su amo un trato,
mezclando el pan aguado con alpiste;

y el pájaro, entre ruidos de sus tripas,
repite sin cesar el mismo dato,
aunque nunca le llegue para pipas.

 

Me ha gustado, Tomasa, se te dan bien los sonetos, pobre loro; triste y con ruidos de hambre en las tripas, es una pena que “nunca le llegue para pipas” porque a los loros les gustan mucho, tengo una experiencia muy triste con un loro, calla, calla, mejor no hacer un poema con eso.

Un abrazo y buen día donde quieras que estés.

 

Realmente encantador tu poema.
Un gusto leerte.
Saludos.

 

Hay otros de loros que es mejor no contarlos

 

Me ruborizo, goodlooking. Gracias y un saludo.

 

Hola, Maroc. Hay tanto loro triste estos días, que una no puede sino compadecerse de las cautivas criaturas. Un saludo.

 

Yo sí que estoy encantada con tu comentario, angelcesar. Un saludo.

 

Un excelente soneto con un tema muy particular, me gustó leerte.
Besitos cariñosos vuelen a tus mejillas.

 

No me digas.

 

Me alegro, Anamer. Saludos.