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ANDRÉS BELLO - Venezuela

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por VAGABUNDO, 13 de Marzo de 2005. Respuestas: 0 | Visitas: 9635

  1. VAGABUNDO

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    ANDRÉS BELLO
    (1781 – 1865)

    Nació en Caracas, Venezuela el 29 de noviembre de 1781. Su formación cultural se vio influenciada por hechos como el de haber sido educado por sacerdotes, haberse relacionado con enciclopedistas y haber tenido ilustres amigos como Humboldt. De su brillante curriculum se conoce que dio lecciones gratuitas de geografía a Bolívar, dos años menor que él. Fue enviado con Bolívar y López Méndez a gestionar el apoyo inglés en 1810, se quedó en Londres, donde vivió dando lecciones de latín y castellano hasta 1822, en que obtuvo el nombramiento de secretario interino de la legación de Chile, y después, el de secretario de la de Colombia; en 1829 se trasladó a Santiago de Chile, donde fue rector de la Universidad Nacional e influyó decisivamente en el desarrollo cultural del país. Este venezolano, quien tanto hizo por la educación pública en Chile, personifica las orientaciones y personificaciones de una cultura hispanoamericana independiente.

    Sus dos poemas fundamentales los publicó en las revistas que editó en Londres: en la "Biblioteca Americana", su "Alocución a la Poesía", parte de una composición que debió titularse "América" y que no llegó a la realidad; en su "Repertorio Americano", la "Silva a la agricultura de la Zona Tórrida"; ya en sus primeras poesías se advierte la influencia de Virgilio y la orientación neoclásica que no abandonaría nunca el poeta, a pesar de ciertas chispas de romanticismo. Sus silvas a la poesía y a la agricultura constituyen el grito de la independencia literaria hispanoamericana; la guerra se ganó, hay que construir la paz en una dedicación constante al cultivo del espíritu y del campo de América; las lecciones de Virgilio y los consejos de Humboldt se conjugan para una realización neoclásica, didáctica y descriptiva. La inquietud del poeta neoclásico por el romanticismo lo lleva a intentos singulares, como el de la "Pière pour tous" de Víctor Hugo pero en versión española que intituló "Oración para todos" publicada en 1830, de la cual hay quienes afirman que no es una traducción sino una adaptación superior al original. La reconstrucción del "Poema del Cid" nos presenta la imagen del erudito moderno que supo captar y asimilar el tono europeo con sencillez y elegancia espiritual; los "Principios de Derecho de Gentes", de 1847, nos presentan al jurista capaz y preparado que se desempeña certeramente en la política internacional.

    Quizás el aspecto más perdurable de su personalidad es el de filólogo, el obras como la ya citada del "Cid", sus "Principios de Ortología" y sobre todo "Gramática Castellana", obra de sencillez revolucionaria impregnada de la intuición genial de Andrés Bello. La Real Academia Española de la Lengua lo nombró miembro honorario en 1851; Hispanoamérica lo considera un caudillo intelectual de su independencia y lo venera como maestro de las generaciones modernas hispanoamericanas. Murió en Santiago de Chile en 1865.

    (Secretaría de Educación Pública, México)
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    Algunos de sus poemas:

    EL ANAUCO

    Irrite la codicia
    por rumbos ignorados
    a la sonante Tetis
    y bramadores austros;
    el pino que habitaba
    del Betis fortunado
    las márgenes amenas
    vestidas de amaranto,
    impunemente admire
    los deliciosos campos
    del Ganges caudaloso,
    de aromas coronado.

    Tú, verde y apacible
    ribera del Anauco,
    para mí más alegre,
    que los bosques idalios
    y las vegas hermosas
    de la plácida Pafos,
    resonarás continuo
    con mis humildes cantos;
    y cuando ya mi sombra
    sobre el funesto barco
    visite del Erebo
    los valles solitarios,
    en tus umbrías selvas
    y retirados antros
    erraré cual un día,
    tal vez abandonando
    la silenciosa margen
    de los estigios lagos.

    La turba dolorida
    de los pueblos cercanos
    evocará mis manes
    con lastimero llanto;
    y ante la triste tumba,
    de funerales ramos
    vestida, y olorosa
    con perfumes indianos,
    dirá llorando Filis:
    "Aquí descansa Fabio".

    ¡Mil veces venturoso!
    Pero, tú, desdichado,
    por bárbaras naciones
    lejos del clima patrio
    débilmente vaciles
    al peso de los años.
    Devoren tu cadáver
    los canes sanguinarios
    que apacienta Caribdis
    en sus rudos peñascos;
    ni aplaque tus cenizas
    con ayes lastimados
    la pérfida consorte
    ceñida de otros brazos.



    ÉGLOGA
    Imitación de Virgilio

    Tirsis, habitador del Tajo umbrío,
    con el más vivo fuego a Clori amaba;
    a Clori, que, con rústico desvío,
    las tiernas ansias del pastor pagaba.
    La verde margen del ameno río,
    tal vez buscando alivio, visitaba;
    y a la distante causa de sus males,
    desesperado enviaba quejas tales:
    No huye tanto, pastora, el corderillo
    del tigre atroz, como de mí te alejas,
    ni teme tanto al buitre el pajarillo,
    ni tanto al voraz lobo las ovejas.
    La fe no estimas de un amor sencillo,
    ni siquiera, inhumana, oyes mis quejas;
    por ti olvido las rústicas labores,
    por ti fábula soy de los pastores.

    "Al cabo, al cabo, Clori, tu obstinada
    ingratitud me causará la muerte;
    mi historia en esos árboles grabada
    dirá entonces que muero por quererte;
    tantos de quienes eres adorada
    leerán con pavor mi triste suerte;
    nadie entonces querrá decirte amores,
    y execrarán tu nombre los pastores.

    "Ya la sombra del bosque entrelazado
    los animales mismos apetecen;
    bajo el césped que tapiza el prado,
    los pintados lagartos se guarecen.
    Si afecta las dehesas el ganado,
    si la viña los pájaros guarnecen,
    yo solo, por seguir mi bien esquivo,
    sufro el rigor del alto can estivo.

    "Tú mi amor menosprecias insensata,
    y no falta pastora en esta aldea
    que, si el nudo en que gimo, un dios desata,
    con Tirsis venturosa no se crea.
    ¿No me fuera mejor, di, ninfa ingrata,
    mis obsequios rendir a Galatea,
    o admitir los halagos de Tirrena,
    aunque rosada tú, y ella morena?

    "¿Acaso, hermosa Clori, la nevada
    blancura de tu tez te ensoberbece?
    El color, como rosa delicada,
    a la menor injuria se amortece.
    La pálida violeta es apreciada,
    y lánguido el jazmín tal vez fallece,
    sin que del ramo, que adornaba ufano,
    las ninfas le desprendan con su mano.

    "Mi amor y tu belleza maldecía,
    tendido una ocasión sobre la arena,
    y Tirrena, que acaso me veía,
    -¡oh Venus, dijo, de injusticias llena;
    lejos de unir las almas, diosa impía,
    las divide y separa tu cadena!...
    De Clori sufres tú las esquiveces,
    y yo te adoro a ti que me aborreces.-

    "¡Ah! No sé por qué causa amor tan fino
    puede ser a tus ojos tan odioso;
    cualquier pastor, cuando el rabel afino,
    escucha mis tonadas envidioso.
    ¿No cubre estas praderas de contino
    mi cándido rebaño numeroso?
    ¿Acaso en julio, o en el crudo invierno,
    me falta fruto sazonado y tierno?

    "Ni tampoco es horrible mi figura,
    si no me engaño al verme retratado
    en el cristal de esa corriente pura;
    y a fe que a ese pastor afortunado
    que supo dominar alma tan dura,
    si a competir conmigo fuese osado,
    en gentileza, talle y bizarría,
    siendo tú misma juez, le excedería.

    "Ven a vivir conmigo, ninfa hermosa;
    ¡ven! mira las Drïadas, que te ofrecen
    en canastos la esencia de la rosa,
    y para ti los campos enriquecen.
    Para ti sola guardo la abundosa
    copia de frutos que en mi huerto crecen;
    para ti sola el verde suelo pinto
    con el clavel, la viola y el jacinto.

    "Acuérdate del tiempo en que solías,
    cuando niña, venir a mi cercado,
    y las tiernas manzanas me pedías
    aún cubiertas del vello delicado.
    Desde la tierra entonces no podías
    alcanzar el racimo colorado;
    y después que tus medios apurabas,
    mi socorro solícita implorabas.

    "Entonces era yo vuestro caudillo,
    mi tercer lustro apenas comenzado,
    sobresaliendo en el pueril corrillo,
    como en la alfombra del ameno prado
    descuella entre las yerbas el tomillo.
    Desde entonces Amor, Amor malvado,
    me asestaste traidor la flecha impía
    que me atormenta y hiere noche y día.

    "¡Ah! Tú no sabes, Clori, qué escarmiento
    guarda Jove al mortal ingrato y duro;
    hay destinado sólo a su tormento
    en el lóbrego Averno un antro oscuro;
    en su carne cebado, un buitre hambriento
    le despedaza con el pico impuro,
    y el corazón viviente devorado
    padece a cada instante renovado.

    "Mas, ¡ay de mí! que en vano, en vano envío
    a la inhumana mi doliente acento.
    ¿Qué delirio, qué sueño es este mío?
    Prender quise la sombra, atar el viento,
    seguir el humo y detener el río.
    Y mientras lo imposible loco intento,
    tengo en casa la vid medio podada,
    y en el bosque la grey abandonada.

    "¿Qué fruto saco de elevar al cielo
    esta continua lúgubre querella?
    Ni encender puedo un corazón de hielo,
    ni torcer el influjo de mi estrella.
    Si Clori desestima mi desvelo,
    sabrá premiarle otra pastora bella.
    Ya baja el sol al occidente frío;
    vuelve, vuelve al redil, ganado mío".
     
    #1

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