Ataraxia (parte II)

Eran días salidos de esas obras
de paisajes impresionistas,
que tanto me gustan...

El resplandor del sol,
besaba las aguas del río
y al entrar en contacto
nacían tonalidades verdosas
que traían esperanza.

La quietud nos encantaba,
permanecíamos "ahí",
"allá" e incluso "aquí".

¡Claridad de mi vida!
siendo tan jóvenes...
¡Cómo hemos tenido tanto!
porque aunque nada
nos pertenecía...
El instante era tan nuestro.

¡Instantes! ¡Eso nos bastaba!
Los ojos, definitivamente
son las puertas del alma.

Tú y yo (juntos),
sí que sabíamos cuándo
abrir nuestras puertas.

La profundidad del río,
los atardeceres en la punta de
nuestras narices,
los cielos arrebolados,
las criaturas del silencio,
el aire que susurraba al oído,
las calles llenas de piedritas,
la brisa que empapó los cabellos.
Tu mano, la mía.
La vida que transcurría alrededor.

En esa ataraxia
nos encontrábamos,
siendo parte del paisaje
y sin dudarlo,
paisaje mismo.

 

Me ha gustado, es un bello poema. Saludos cordiales, Spasst.

 

Ciertamente, en tu poema se siente esa cálida paz de dos corazones que con profundidan sienten
al unísono sus mejores sentimientos.
Bellísimo sentir, estimada compañera.