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Cofradía- D. A. Vasquez Rivero (Audiopoema).

Tema en 'Poemas Recitados' comenzado por D. A. Vasquez Rivero., 11 de Abril de 2017. Respuestas: 1 | Visitas: 728

  1. D. A. Vasquez Rivero.

    D. A. Vasquez Rivero. Poeta recién llegado

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    COFRADÍA
    por D. A. Vasquez Rivero

    Del más espeluznante plenilunio,
    brotaron en la noche los espectros.
    Los vi mientras vagaba por la costa,
    tenían de los monjes el aspecto.

    Mi asombro oyó el dolor del flagelante
    en coro desgarrante de lamentos.
    Mi mente, descreída por su parte,
    del cuerpo precisó el experimento.

    De modo que, acercándome a una roca,
    oculto en ese sitio hueco y frío,
    testigo fui de aquella maravilla:
    ¡Cien ánimas flotaban sobre el río!

    Con un ondear de sedas invisibles,
    giraban sobre las broncíneas olas;
    empero al son del vals algún encanto,
    volvió las que eran muchas a una sola.

    Y fue esta luz la que se hundió en el fondo,
    que levantó en el río una muralla,
    con una ebullición tan imponente
    que pareciera el Tártaro su hornalla.

    Allí permaneció el vidrioso bloque,
    la púa de mi intriga en su acechanza;
    tras éste perfilábanse las islas,
    buscando deformarse en lontananza.

    De pronto, resurgiendo entre las crestas;
    fundiéndose al silencio de la nada,
    se alzó en una aspersión de azul tiniebla,
    la espectro-cofradía transformada.

    ¡Ahora era de equinos la estantigua!
    La más noble tropilla de alazanos.
    Con un lustroso pelo de algarrobo,
    trotaban sobre el agua, soberanos.

    Sus crines eran altos pajonales,
    en surco hasta la nuca y erizados.
    Movían la cerviz de un lado al otro
    como si un paladín fuera montado.

    Sin más, después de un relinchar violento,
    abiertos, los ollares relumbraron
    e hinchando con esfuerzo sus carrillos,
    tremendas llamaradas vomitaron.

    La peña protegióme de su ira,
    detrás de mí vi arbustos crepitando.
    (Sin duda era un tropel tenaz y arisco
    que al cielo se le estaba revelando).

    No sé qué hierba cruel e inoportuna,
    logró que en estornudos me torciera.
    Y que tan pronto escuche desde lejos,
    un semental se acerque a mi trinchera.

    ¡Jamás había sentido tanto miedo!
    Cuando me percaté muy cerca estaba,
    soltando su rebuzne quejumbroso,
    oliendo con su hocico mis pisadas.

    Una pequeña grieta en mi refugio
    dejó entrever al bravo galopante.
    La cola le llegaba a las cuartillas,
    su andar era soberbio y elegante.

    Lanzando un fogonazo hacia mi roca,
    de pronto el animal me estaba hablando:
    “¡Ven, sal de ese lugar, ya puedo verte!”
    Lo hice poco a poco, temblando.

    Me puse de rodillas, frente suyo.
    (Recuerdo comenzar a santiguarme).
    La poderosa bestia me miraba,
    con evidentes ganas de aplastarme.

    Bufando en desafío petulante,
    la fiera se acercaba y pude ver;
    que allá en el río un rayo fulminante
    desparramó a los suyos por doquier.

    Con un rebote torpe, desbocado
    “¡Es Hécate!”- exclamaron al caer.
    Y en pánico, aturdidos y cegados,
    en su temor echaron a correr.

    Incluso mi verdugo, atormentado,
    temblando avizoraba dónde huir.
    Pero una voz potente dijo: “¡Vuelvan!”
    “¡Pues... ¿Quién les dio permiso de salir?!”

    En lo alto de los cielos una dama
    hacía su imprevista aparición.
    Hierofanía en flores coronada,
    ceñida a su figura el himatión.

    De las fronteras regia soberana,
    guardiana del hierático portal.
    Con voz de trueno a todos comandaba:
    “¡Retornen a su forma original!”

    Sumisos, los caballos respondieron,
    y prestos a su forma retornaron.
    Cien monjes eran tras un pestañeo,
    los mismos que del haz lunar brotaron.

    Despacio, muy despacio se movieron,
    al centro de las aguas levitaron.
    De chispas, un millar los envolvieron
    y al mundo de los muertos regresaron.

    Rotundo fue el silencio a su partida
    ¡Que alivio!- dije. – Todo ha terminado.
    Me descubrí perdido en un mutismo
    y hasta el amanecer quedé hechizado.

    Ahora ya no vago por la costa,
    desde ese día un miedo me apresó:
    Presiento que si vuelvo a esas orillas,
    espectro de las noches seré yo.

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  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Tremebundo poema nos recitas con buena declamación puntuando los momentos más aterradores. El ritmo del endecasílabo permite una buena cadencia. He disfrutado escuchando tus versos en tu voz.
    Aplaude y...[​IMG]
     
    #2

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