Confidencias

mary mura · 4 de Septiembre de 2011

Como siempre decirte que sos un perfecto escritor de relatos.Este me ha emocionado mucho porque siempre me han interesado las relaciones humanas ,las que son verdaderas y las que no ,esas que esconden todo bajo la alfombra o las que dicen para no blanquear la verdad "La ropa sucia se lava en casa" ,nada mas agragar felicitaciones y estrellas si me dejan

hasta pronto

dulcinista · 5 de Septiembre de 2011

Gracias por tu comentario mi estimado Sergio Bermudez. Te dejo un abrazo.

dulcinista · 5 de Septiembre de 2011

Gracias mi estimada Mary Mura por tu presencia entre mis relatos. Un beso.

Osa · 5 de Septiembre de 2011

dulcinista dijo: ↑

Mamá, la semana pasada estuvo ahí Nelia, y seguro ya te habrá ido con el cuento de mi infidelidad, y yo me pregunto qué le importa a nadie mis cosas, si duermo o salgo con alguien por las noches, pero, claro, Nelia deseando contar cosas, aunque ésta vez las reconozco como ciertas, no como cuando te contó que andaba liada con un ingeniero, mentira, pero ahora sí, ésta vez tiene razón Nelia. Gerardo es tan hombre, alguien diametralmente opuesto a Jorge siempre tan serio, tan puntual, tan educado. Tú no lo conoces; ya iremos a veros probablemente este verano. Jorge aún no sabe nada, siempre en las nubes, como un perro seguro de no dejar escapar su presa. No pongas esa cara, mamá, el mundo no se acaba ahí, la vida no es tan solo un hombre, una debe buscar la felicidad cueste lo que cueste. Desde esta ciudad maloliente y ruidosa oigo tus reproches, y seguro ya me habrás repudiado como me has amenazado tantas veces con hacer; pero ya lo sabes, no me importa, ya no soy aquella niña llorando nada más oír tus primeras palabras regañándome por hacer alguna travesura. No mamá, no me importa que digas con fingidas lágrimas en los ojos eres una mala hija egoísta matándome a disgustos, y no sé a quién has salido, y en mi familia todos han sido siempre muy decentes; te veo también poniendo a papá en contra mía, convenciéndolo y llevándolo al terreno más apropiado para tus intereses.
Por otra parte sabrás Nelia ha tenido una niña gorda y oronda como ella; mamá, si la vieras, es preciosa, tan gordita, y unos ojos azules y tristes mirando en su carita colorada; se parece tanto a su madre, es su vivo retrato, tan solo se diferencia de ella en una cosa: siempre permanece callada, bueno, dice Nelia que a la hora de comer berrea como una condenada. Los niños son una bendición del cielo, aunque ya lo sabes de sobra, no los soporto, queriendo coger todo; en la casa no hay nada a salvo con un niño de por medio. Y luego está el tiempo libre, adiós a la lectura y al cine y a los fines de semanas y a las copas con los amigos. Antes de olvidarme, llevamos varios días sin ver a Nelia, le han salido en la cara unos granos que la afean mucho, y claro, no se atreve a dejarse ver en público con esa cara, según ella monstruosa; aunque no es para tanto, pero ya sabes cómo es, todo lo agiganta, esa manía suya de agrandar todo lo negativo es algo enfermizo. Mamá, recuerdo ahora la vez que Nelia te dijo su marido se acuesta con una bailarina húngara; los había perseguido durante varios meses con una constancia de detective o espía, y te dijo que todos los viernes por la noche entraba primero él y luego ella en la pensión La Española de la calle Miguel Servet y salían de madrugada; y te acordarás, luego resultó ser imaginaciones suyas. Pobre Nelia, se aburría e inventaba historias. Tu dijiste la perdonaremos, la pérdida del bebé la ha trastornado, ya se le pasará, vuestro padre es un marido ejemplar. Recordarás, mamá, cómo todos te ayudamos a disipar la escasa desconfianza que tú podías albergar. Pobre papá, dije yo, él siempre tan trabajador, siempre tan pendiente de su familia, hasta ver la sonrisa nuevamente en tu cara. A papá nunca le dijimos nada, no es necesario, dijiste tú, pero yo veía el miedo reflejado en tu rostro, el miedo a perder ese orden familiar que te hace fuerte, casi indestructible. Yo sé, necesitas de ese orden establecido para ser feliz, para no derrumbarte. Quisiera que esta carta sirviera para unirnos más. Mamá, si conocieras a Gerardo, si fueses capaz de entrar en sus cosas como yo he entrado en ellas, sus silencios, su voz arrulladora y cálida, sus caricias, sus besos; porque mamá, ahora sé que el amor no era eso que tú decías, ese soportarse diariamente esperando algún detalle o gesto ambiguo para creer que eso es el amor. En cuanto a Jorge, lo soportará con entereza, al principio cuando me oiga decirlo pondrá esa cara de asombro como cuando prueba la sopa sin nada de sal; luego subirá a su cuarto a leer como todas las tardes, y al bajar para la cena, después de haber reflexionado largamente, dirá yo no soy tu dueño puedes irte si lo deseas.
Mamá, acaban de llamar por teléfono, ha venido la sirvienta a decirme que alguien, una voz de hombre, un familiar de Nelia, probablemente su marido Andrés, le ha dicho que han llevado a Nelia al hospital, parece ser el corazón. Voy a cambiarme de ropa, mamá, debo ir al hospital, es mi deber estar en estos momentos de dolor al lado de Nelia y de Andrés, la pobre Nelia se lo merece. Suena nuevamente el teléfono, mamá, seguramente buenas noticias, no era tan grave como en un principio parecía; aquí está nuevamente la sirvienta, Marta me comunica que Nelia acaba de morir exactamente a las siete menos tres minutos de esta tarde domingo diez de mayo. Miro por la ventana y veo la gigantesca sombra que proyecta la vieja higuera. Cómo vamos a hacer ahora sin Nelia, mamá, precisamente ahora que está la niña y la primavera parece rodear todas las cosas como de un halo de felicidad. Mamá, aquí hace un calor de verano. No sabes la suerte que tienes de vivir ahí en el norte, puedes salir a la calle a la hora que quieras y pasear. Debes venir al entierro, y aprovecha para enterrar también tu matrimonio, porque ese orden familiar tuyo que tanto necesitas se derrumba. Mamá, si vas a la calle Miguel Servet, aún encontrarás, al final, la pensión La Española, y si entras en ella, verás al dueño calvo y altísimo, y si miras el registro de entrada del año ochenta y seis, comprobarás que el nombre de Jacinto Macías aparece muchas veces; si miras el calendario, comprobarás que las fechas apuntadas al lado del nombre coinciden siempre con un viernes, y fíjate bien en la jota de jacinto, es exactamente igual a la que hace papá. Ah, otra cosa, Jacinto Macías es el nombre de un compañero de trabajo; ya sabes, tu marido nunca ha tenido demasiada imaginación.Todos, Nino, Pep y yo dudábamos si decirte la verdad o callarnos; te mentimos por piedad, o quizás también por seguir con ese orden establecido, ese orden de tú y papá y nosotros tres. Te quiero, mamá, hasta la vista.

Eladio Parreño Elías

2-Agosto-1994

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Eladio,

consigues que lea todo con curiosidad e intriga, como siempre.
Ahora es por internet y la señora de seguro se hubiera caido sobre
el teclado jajaja.... siento reir en algo tan serio saco sonrisas
donde hay tristezas a veces. Lo importante de todo es que al final
se supo la verdad amigo y eso cuenta no? ...
Muerte, verdad, alegrias, chismes y tristezas, todo en una carta amigo.
Gracias por compartir. Abrazos con mucho respeto y cariño. Osa.:::blush:::

dulcinista · 5 de Septiembre de 2011

Osa dijo: ↑

Eladio,

consigues que lea todo con curiosidad e intriga, como siempre.
Ahora es por internet y la señora de seguro se hubiera caido sobre
el teclado jajaja.... siento reir en algo tan serio saco sonrisas
donde hay tristezas a veces. Lo importante de todo es que al final
se supo la verdad amigo y eso cuenta no? ...
Muerte, verdad, alegrias, chismes y tristezas, todo en una carta amigo.
Gracias por compartir. Abrazos con mucho respeto y cariño. Osa.:::blush:::

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Muchas gracias a ti mi querida Osita por tu presencia en mis relatos. Como ves en esta carta los hijos no siempre tienen piedad de los padres. Disfruto destrozando sistemas establecidos y tirando por tierra verdades que no siempre lo son. Contar con tu amistad es de las mejores cosas de esta página. Te deseo mucha felicidad para tu vida. Un fuerte beso de alma a alma.

laurapillina · 18 de Septiembre de 2011

Hola Dulcinista!,ante todo, perdón por la tardanza...
jajajaja ¡Que arte tieneees!, pensarás que soy muy reiterativa pero aparte de, como otros lectores han comentao, de como hilas y llevas la temática, yo me quedo con tus descripciones... si bien, aquí no describes paisajes(escenarios físicos), pero si personalidades(escenarios psiquicos) y no puedo más que decir que eres alucinante... que habilidad...
En cuanto al contenido, pues como siempre, dejas al lector que saque sus propias conclusiones, y vaya recogiendo vela como se dice aquí en mi tierra ... dejas al lector varios aspectos en los que pensar... eso es lo que más me gusta de tus relatos o prosa (relaciones afectivas, el como se juzga a los demás, la frialdad ante las acciones, la fachada, la Hipocresía y el mal que provoca, frente a la verdad y etc...etc...) como siempre Eladio, un verdadero placer pasar, un abrazo Laura :0D

ALBUJA BRAVO GUILLERMO · 18 de Septiembre de 2011

dulcinista dijo: ↑

Mamá, la semana pasada estuvo ahí Nelia, y seguro ya te habrá ido con el cuento de mi infidelidad, y yo me pregunto qué le importa a nadie mis cosas, si duermo o salgo con alguien por las noches, pero, claro, Nelia deseando contar cosas, aunque ésta vez las reconozco como ciertas, no como cuando te contó que andaba liada con un ingeniero, mentira, pero ahora sí, ésta vez tiene razón Nelia. Gerardo es tan hombre, alguien diametralmente opuesto a Jorge siempre tan serio, tan puntual, tan educado. Tú no lo conoces; ya iremos a veros probablemente este verano. Jorge aún no sabe nada, siempre en las nubes, como un perro seguro de no dejar escapar su presa. No pongas esa cara, mamá, el mundo no se acaba ahí, la vida no es tan solo un hombre, una debe buscar la felicidad cueste lo que cueste. Desde esta ciudad maloliente y ruidosa oigo tus reproches, y seguro ya me habrás repudiado como me has amenazado tantas veces con hacer; pero ya lo sabes, no me importa, ya no soy aquella niña llorando nada más oír tus primeras palabras regañándome por hacer alguna travesura. No mamá, no me importa que digas con fingidas lágrimas en los ojos eres una mala hija egoísta matándome a disgustos, y no sé a quién has salido, y en mi familia todos han sido siempre muy decentes; te veo también poniendo a papá en contra mía, convenciéndolo y llevándolo al terreno más apropiado para tus intereses.
Por otra parte sabrás Nelia ha tenido una niña gorda y oronda como ella; mamá, si la vieras, es preciosa, tan gordita, y unos ojos azules y tristes mirando en su carita colorada; se parece tanto a su madre, es su vivo retrato, tan solo se diferencia de ella en una cosa: siempre permanece callada, bueno, dice Nelia que a la hora de comer berrea como una condenada. Los niños son una bendición del cielo, aunque ya lo sabes de sobra, no los soporto, queriendo coger todo; en la casa no hay nada a salvo con un niño de por medio. Y luego está el tiempo libre, adiós a la lectura y al cine y a los fines de semanas y a las copas con los amigos. Antes de olvidarme, llevamos varios días sin ver a Nelia, le han salido en la cara unos granos que la afean mucho, y claro, no se atreve a dejarse ver en público con esa cara, según ella monstruosa; aunque no es para tanto, pero ya sabes cómo es, todo lo agiganta, esa manía suya de agrandar todo lo negativo es algo enfermizo. Mamá, recuerdo ahora la vez que Nelia te dijo su marido se acuesta con una bailarina húngara; los había perseguido durante varios meses con una constancia de detective o espía, y te dijo que todos los viernes por la noche entraba primero él y luego ella en la pensión La Española de la calle Miguel Servet y salían de madrugada; y te acordarás, luego resultó ser imaginaciones suyas. Pobre Nelia, se aburría e inventaba historias. Tu dijiste la perdonaremos, la pérdida del bebé la ha trastornado, ya se le pasará, vuestro padre es un marido ejemplar. Recordarás, mamá, cómo todos te ayudamos a disipar la escasa desconfianza que tú podías albergar. Pobre papá, dije yo, él siempre tan trabajador, siempre tan pendiente de su familia, hasta ver la sonrisa nuevamente en tu cara. A papá nunca le dijimos nada, no es necesario, dijiste tú, pero yo veía el miedo reflejado en tu rostro, el miedo a perder ese orden familiar que te hace fuerte, casi indestructible. Yo sé, necesitas de ese orden establecido para ser feliz, para no derrumbarte. Quisiera que esta carta sirviera para unirnos más. Mamá, si conocieras a Gerardo, si fueses capaz de entrar en sus cosas como yo he entrado en ellas, sus silencios, su voz arrulladora y cálida, sus caricias, sus besos; porque mamá, ahora sé que el amor no era eso que tú decías, ese soportarse diariamente esperando algún detalle o gesto ambiguo para creer que eso es el amor. En cuanto a Jorge, lo soportará con entereza, al principio cuando me oiga decirlo pondrá esa cara de asombro como cuando prueba la sopa sin nada de sal; luego subirá a su cuarto a leer como todas las tardes, y al bajar para la cena, después de haber reflexionado largamente, dirá yo no soy tu dueño puedes irte si lo deseas.
Mamá, acaban de llamar por teléfono, ha venido la sirvienta a decirme que alguien, una voz de hombre, un familiar de Nelia, probablemente su marido Andrés, le ha dicho que han llevado a Nelia al hospital, parece ser el corazón. Voy a cambiarme de ropa, mamá, debo ir al hospital, es mi deber estar en estos momentos de dolor al lado de Nelia y de Andrés, la pobre Nelia se lo merece. Suena nuevamente el teléfono, mamá, seguramente buenas noticias, no era tan grave como en un principio parecía; aquí está nuevamente la sirvienta, Marta me comunica que Nelia acaba de morir exactamente a las siete menos tres minutos de esta tarde domingo diez de mayo. Miro por la ventana y veo la gigantesca sombra que proyecta la vieja higuera. Cómo vamos a hacer ahora sin Nelia, mamá, precisamente ahora que está la niña y la primavera parece rodear todas las cosas como de un halo de felicidad. Mamá, aquí hace un calor de verano. No sabes la suerte que tienes de vivir ahí en el norte, puedes salir a la calle a la hora que quieras y pasear. Debes venir al entierro, y aprovecha para enterrar también tu matrimonio, porque ese orden familiar tuyo que tanto necesitas se derrumba. Mamá, si vas a la calle Miguel Servet, aún encontrarás, al final, la pensión La Española, y si entras en ella, verás al dueño calvo y altísimo, y si miras el registro de entrada del año ochenta y seis, comprobarás que el nombre de Jacinto Macías aparece muchas veces; si miras el calendario, comprobarás que las fechas apuntadas al lado del nombre coinciden siempre con un viernes, y fíjate bien en la jota de jacinto, es exactamente igual a la que hace papá. Ah, otra cosa, Jacinto Macías es el nombre de un compañero de trabajo; ya sabes, tu marido nunca ha tenido demasiada imaginación.Todos, Nino, Pep y yo dudábamos si decirte la verdad o callarnos; te mentimos por piedad, o quizás también por seguir con ese orden establecido, ese orden de tú y papá y nosotros tres. Te quiero, mamá, hasta la vista.

Eladio Parreño Elías

2-Agosto-1994

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ELADIO

Curiosas, entretenidas e interesantes confidencias.

Un fuerte abrazo.

dulcinista · 18 de Septiembre de 2011

Muchas gracias por tu comentario mi estimada Laura. Me alegra que te haya gustado mi relato. Un fuerte abrazo de amigo.

dulcinista · 18 de Septiembre de 2011

Gracias por tu presencia, Guillermo. Un abrazo.

MARIANNE · 18 de Septiembre de 2013

dulcinista dijo: ↑

Mamá, la semana pasada estuvo ahí Nelia, y seguro ya te habrá ido con el cuento de mi infidelidad, y yo me pregunto qué le importa a nadie mis cosas, si duermo o salgo con alguien por las noches, pero, claro, Nelia deseando contar cosas, aunque ésta vez las reconozco como ciertas, no como cuando te contó que andaba liada con un ingeniero, mentira, pero ahora sí, ésta vez tiene razón Nelia. Gerardo es tan hombre, alguien diametralmente opuesto a Jorge siempre tan serio, tan puntual, tan educado. Tú no lo conoces; ya iremos a veros probablemente este verano. Jorge aún no sabe nada, siempre en las nubes, como un perro seguro de no dejar escapar su presa. No pongas esa cara, mamá, el mundo no se acaba ahí, la vida no es tan solo un hombre, una debe buscar la felicidad cueste lo que cueste. Desde esta ciudad maloliente y ruidosa oigo tus reproches, y seguro ya me habrás repudiado como me has amenazado tantas veces con hacer; pero ya lo sabes, no me importa, ya no soy aquella niña llorando nada más oír tus primeras palabras regañándome por hacer alguna travesura. No mamá, no me importa que digas con fingidas lágrimas en los ojos eres una mala hija egoísta matándome a disgustos, y no sé a quién has salido, y en mi familia todos han sido siempre muy decentes; te veo también poniendo a papá en contra mía, convenciéndolo y llevándolo al terreno más apropiado para tus intereses.
Por otra parte sabrás Nelia ha tenido una niña gorda y oronda como ella; mamá, si la vieras, es preciosa, tan gordita, y unos ojos azules y tristes mirando en su carita colorada; se parece tanto a su madre, es su vivo retrato, tan solo se diferencia de ella en una cosa: siempre permanece callada, bueno, dice Nelia que a la hora de comer berrea como una condenada. Los niños son una bendición del cielo, aunque ya lo sabes de sobra, no los soporto, queriendo coger todo; en la casa no hay nada a salvo con un niño de por medio. Y luego está el tiempo libre, adiós a la lectura y al cine y a los fines de semanas y a las copas con los amigos. Antes de olvidarme, llevamos varios días sin ver a Nelia, le han salido en la cara unos granos que la afean mucho, y claro, no se atreve a dejarse ver en público con esa cara, según ella monstruosa; aunque no es para tanto, pero ya sabes cómo es, todo lo agiganta, esa manía suya de agrandar todo lo negativo es algo enfermizo. Mamá, recuerdo ahora la vez que Nelia te dijo su marido se acuesta con una bailarina húngara; los había perseguido durante varios meses con una constancia de detective o espía, y te dijo que todos los viernes por la noche entraba primero él y luego ella en la pensión La Española de la calle Miguel Servet y salían de madrugada; y te acordarás, luego resultó ser imaginaciones suyas. Pobre Nelia, se aburría e inventaba historias. Tu dijiste la perdonaremos, la pérdida del bebé la ha trastornado, ya se le pasará, vuestro padre es un marido ejemplar. Recordarás, mamá, cómo todos te ayudamos a disipar la escasa desconfianza que tú podías albergar. Pobre papá, dije yo, él siempre tan trabajador, siempre tan pendiente de su familia, hasta ver la sonrisa nuevamente en tu cara. A papá nunca le dijimos nada, no es necesario, dijiste tú, pero yo veía el miedo reflejado en tu rostro, el miedo a perder ese orden familiar que te hace fuerte, casi indestructible. Yo sé, necesitas de ese orden establecido para ser feliz, para no derrumbarte. Quisiera que esta carta sirviera para unirnos más. Mamá, si conocieras a Gerardo, si fueses capaz de entrar en sus cosas como yo he entrado en ellas, sus silencios, su voz arrulladora y cálida, sus caricias, sus besos; porque mamá, ahora sé que el amor no era eso que tú decías, ese soportarse diariamente esperando algún detalle o gesto ambiguo para creer que eso es el amor. En cuanto a Jorge, lo soportará con entereza, al principio cuando me oiga decirlo pondrá esa cara de asombro como cuando prueba la sopa sin nada de sal; luego subirá a su cuarto a leer como todas las tardes, y al bajar para la cena, después de haber reflexionado largamente, dirá yo no soy tu dueño puedes irte si lo deseas.
Mamá, acaban de llamar por teléfono, ha venido la sirvienta a decirme que alguien, una voz de hombre, un familiar de Nelia, probablemente su marido Andrés, le ha dicho que han llevado a Nelia al hospital, parece ser el corazón. Voy a cambiarme de ropa, mamá, debo ir al hospital, es mi deber estar en estos momentos de dolor al lado de Nelia y de Andrés, la pobre Nelia se lo merece. Suena nuevamente el teléfono, mamá, seguramente buenas noticias, no era tan grave como en un principio parecía; aquí está nuevamente la sirvienta, Marta me comunica que Nelia acaba de morir exactamente a las siete menos tres minutos de esta tarde domingo diez de mayo. Miro por la ventana y veo la gigantesca sombra que proyecta la vieja higuera. Cómo vamos a hacer ahora sin Nelia, mamá, precisamente ahora que está la niña y la primavera parece rodear todas las cosas como de un halo de felicidad. Mamá, aquí hace un calor de verano. No sabes la suerte que tienes de vivir ahí en el norte, puedes salir a la calle a la hora que quieras y pasear. Debes venir al entierro, y aprovecha para enterrar también tu matrimonio, porque ese orden familiar tuyo que tanto necesitas se derrumba. Mamá, si vas a la calle Miguel Servet, aún encontrarás, al final, la pensión La Española, y si entras en ella, verás al dueño calvo y altísimo, y si miras el registro de entrada del año ochenta y seis, comprobarás que el nombre de Jacinto Macías aparece muchas veces; si miras el calendario, comprobarás que las fechas apuntadas al lado del nombre coinciden siempre con un viernes, y fíjate bien en la jota de jacinto, es exactamente igual a la que hace papá. Ah, otra cosa, Jacinto Macías es el nombre de un compañero de trabajo; ya sabes, tu marido nunca ha tenido demasiada imaginación.Todos, Nino, Pep y yo dudábamos si decirte la verdad o callarnos; te mentimos por piedad, o quizás también por seguir con ese orden establecido, ese orden de tú y papá y nosotros tres. Te quiero, mamá, hasta la vista.

Eladio Parreño Elías

2-Agosto-1994

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vaya cosas que nos cuentas, muy interesante, grato leerte

dulcinista · 19 de Septiembre de 2013

MARIAN GONZALES dijo: ↑

vaya cosas que nos cuentas, muy interesante, grato leerte
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Gracias amiga, un beso.

nube blanca · 19 de Septiembre de 2013

Jejejej mira por donde iba a ir a la biblioteca y que mejor
que encontrar estas letras tan interesantes mi querido
amigo Eladio, que como siempre admiro tu talento creativo
y la imaginación que corre por esa cabecita.
Geniales letras guapo, tu pluma volará siempre por las
nubes. Un abrazo y un beso de tu amiga que tqm. Tere

Lourdes C · 18 de Octubre de 2013

dulcinista dijo: ↑

Mamá, la semana pasada estuvo ahí Nelia, y seguro ya te habrá ido con el cuento de mi infidelidad, y yo me pregunto qué le importa a nadie mis cosas, si duermo o salgo con alguien por las noches, pero, claro, Nelia deseando contar cosas, aunque ésta vez las reconozco como ciertas, no como cuando te contó que andaba liada con un ingeniero, mentira, pero ahora sí, ésta vez tiene razón Nelia. Gerardo es tan hombre, alguien diametralmente opuesto a Jorge siempre tan serio, tan puntual, tan educado. Tú no lo conoces; ya iremos a veros probablemente este verano. Jorge aún no sabe nada, siempre en las nubes, como un perro seguro de no dejar escapar su presa. No pongas esa cara, mamá, el mundo no se acaba ahí, la vida no es tan solo un hombre, una debe buscar la felicidad cueste lo que cueste. Desde esta ciudad maloliente y ruidosa oigo tus reproches, y seguro ya me habrás repudiado como me has amenazado tantas veces con hacer; pero ya lo sabes, no me importa, ya no soy aquella niña llorando nada más oír tus primeras palabras regañándome por hacer alguna travesura. No mamá, no me importa que digas con fingidas lágrimas en los ojos eres una mala hija egoísta matándome a disgustos, y no sé a quién has salido, y en mi familia todos han sido siempre muy decentes; te veo también poniendo a papá en contra mía, convenciéndolo y llevándolo al terreno más apropiado para tus intereses.
Por otra parte sabrás Nelia ha tenido una niña gorda y oronda como ella; mamá, si la vieras, es preciosa, tan gordita, y unos ojos azules y tristes mirando en su carita colorada; se parece tanto a su madre, es su vivo retrato, tan solo se diferencia de ella en una cosa: siempre permanece callada, bueno, dice Nelia que a la hora de comer berrea como una condenada. Los niños son una bendición del cielo, aunque ya lo sabes de sobra, no los soporto, queriendo coger todo; en la casa no hay nada a salvo con un niño de por medio. Y luego está el tiempo libre, adiós a la lectura y al cine y a los fines de semanas y a las copas con los amigos. Antes de olvidarme, llevamos varios días sin ver a Nelia, le han salido en la cara unos granos que la afean mucho, y claro, no se atreve a dejarse ver en público con esa cara, según ella monstruosa; aunque no es para tanto, pero ya sabes cómo es, todo lo agiganta, esa manía suya de agrandar todo lo negativo es algo enfermizo. Mamá, recuerdo ahora la vez que Nelia te dijo su marido se acuesta con una bailarina húngara; los había perseguido durante varios meses con una constancia de detective o espía, y te dijo que todos los viernes por la noche entraba primero él y luego ella en la pensión La Española de la calle Miguel Servet y salían de madrugada; y te acordarás, luego resultó ser imaginaciones suyas. Pobre Nelia, se aburría e inventaba historias. Tu dijiste la perdonaremos, la pérdida del bebé la ha trastornado, ya se le pasará, vuestro padre es un marido ejemplar. Recordarás, mamá, cómo todos te ayudamos a disipar la escasa desconfianza que tú podías albergar. Pobre papá, dije yo, él siempre tan trabajador, siempre tan pendiente de su familia, hasta ver la sonrisa nuevamente en tu cara. A papá nunca le dijimos nada, no es necesario, dijiste tú, pero yo veía el miedo reflejado en tu rostro, el miedo a perder ese orden familiar que te hace fuerte, casi indestructible. Yo sé, necesitas de ese orden establecido para ser feliz, para no derrumbarte. Quisiera que esta carta sirviera para unirnos más. Mamá, si conocieras a Gerardo, si fueses capaz de entrar en sus cosas como yo he entrado en ellas, sus silencios, su voz arrulladora y cálida, sus caricias, sus besos; porque mamá, ahora sé que el amor no era eso que tú decías, ese soportarse diariamente esperando algún detalle o gesto ambiguo para creer que eso es el amor. En cuanto a Jorge, lo soportará con entereza, al principio cuando me oiga decirlo pondrá esa cara de asombro como cuando prueba la sopa sin nada de sal; luego subirá a su cuarto a leer como todas las tardes, y al bajar para la cena, después de haber reflexionado largamente, dirá yo no soy tu dueño puedes irte si lo deseas.
Mamá, acaban de llamar por teléfono, ha venido la sirvienta a decirme que alguien, una voz de hombre, un familiar de Nelia, probablemente su marido Andrés, le ha dicho que han llevado a Nelia al hospital, parece ser el corazón. Voy a cambiarme de ropa, mamá, debo ir al hospital, es mi deber estar en estos momentos de dolor al lado de Nelia y de Andrés, la pobre Nelia se lo merece. Suena nuevamente el teléfono, mamá, seguramente buenas noticias, no era tan grave como en un principio parecía; aquí está nuevamente la sirvienta, Marta me comunica que Nelia acaba de morir exactamente a las siete menos tres minutos de esta tarde domingo diez de mayo. Miro por la ventana y veo la gigantesca sombra que proyecta la vieja higuera. Cómo vamos a hacer ahora sin Nelia, mamá, precisamente ahora que está la niña y la primavera parece rodear todas las cosas como de un halo de felicidad. Mamá, aquí hace un calor de verano. No sabes la suerte que tienes de vivir ahí en el norte, puedes salir a la calle a la hora que quieras y pasear. Debes venir al entierro, y aprovecha para enterrar también tu matrimonio, porque ese orden familiar tuyo que tanto necesitas se derrumba. Mamá, si vas a la calle Miguel Servet, aún encontrarás, al final, la pensión La Española, y si entras en ella, verás al dueño calvo y altísimo, y si miras el registro de entrada del año ochenta y seis, comprobarás que el nombre de Jacinto Macías aparece muchas veces; si miras el calendario, comprobarás que las fechas apuntadas al lado del nombre coinciden siempre con un viernes, y fíjate bien en la jota de Jacinto, es exactamente igual a la que hace papá. Ah, otra cosa, Jacinto Macías es el nombre de un compañero de trabajo; ya sabes, tu marido nunca ha tenido demasiada imaginación.Todos, Nino, Pep y yo dudábamos si decirte la verdad o callarnos; te mentimos por piedad, o quizás también por seguir con ese orden establecido, ese orden de tú y papá y nosotros tres. Te quiero, mamá, hasta la vista.

Eladio Parreño Elías

2-Agosto-1994

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Te leía y recordé la historia de Ana Karenina.
Eres un Gran Escritor y te felicito por ello.
Es impresionante que bien escrita esta esta
carts. Es como que al irla leyendo esta uno
presente mientras ella le escribe.
Es para mi un placer leerte.
Te felicito por tu Gran Talento.
Saludos y Bendiciones.

Rugby 10.12.2013 · 25 de Octubre de 2013

Una hermosisima y muy profunda prosa esta que nos regala Eladio. Una carta con muchos párrafos que hacen poner la piel de gallina, como antes de que existiera toda esta tecnología y derramabamos letra a letra nuestro sentir. Felicitaciones y saludos poeta

lore1 · 25 de Octubre de 2013

Genial como siempre. Gracias por compartir. Un abrazo.

dulcinista · 31 de Octubre de 2013

Gracias TERE, un abrazo.

dulcinista · 31 de Octubre de 2013

Gracias LOURDES, un abrazo.

dulcinista · 31 de Octubre de 2013

Gracias RUBGY, un abrazo.

dulcinista · 31 de Octubre de 2013

Gracias LORE1, un abrazo.

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