"Deja tu piropo"

Porque me besen, muero
tus dos labios de fresa,
roja y fresca, güero.

 

El mar se tiende en la arena
cansado de su bravura,
la madrugada se llena
de su inmensidad y pena
por no tener tu ternura.

Todos cumplimos sentencia
de unas amargas querellas,
perdimos nuestra paciencia
por tu prologada ausencia
yo, la mar, y las estrellas.

 

.

 

Azahar y poesía
llegan del Guadalquivir,
en este mar, ¿quién diría?
que las iba a recibir.

Pero, ¡¡¡qué grandísima alegría!!!, encontrarte por aquí, no te puedes imaginar lo emocionado que estoy. Ahora mismo voy a buscar tus poemas, querido poeta. Un grandísimo abrazo.

 

Me ocasiona contento,
la componenda del verso;
pero me parece teso,
cumplirle con el octeto.

 

Justamente su bravura,
hace su playa, anhelada:
sol, arena y agua salada
producen tintes de ternura.

 

La estrofa de tu mar
hizo un poema
de espuma y de cristal
sobre la arena.

 

Sobre arena de cristal,
rimando estoy ahora
para seguirte la trova
que no te puedo ganar.

 

Dejaste en el rompiente
tu nombre escrito
y el mar que vino a verte
lo ha recogido.

 

Sobre versos arenosos
paso a dejarles mi rima,
deslizándose en reposos,
mi saludo se avecina.

 

No se si será un piropo pero si unos versos un poco subido de tono para decirle a alguien que acabas de conocer:

quisiera ser tu índice,
húmedo en tu vientre

 

Como la madrugada
cae en la aurora
yo muero en tu mirada
que me devora.

 

Si el tenerte delante
es mi agonía,
tu ausencia en un instante
me mataría.

 

Dejo plasmadas disculpas,
para Luis, mi compañero;
no haré comentario, nada
en el rincón piropero.

 

Las monedas de oro
que me encontré,
cuando te vi, ¡tesoro!
Las desprecié.

 

Se esparce la mañana
sobre la flores,
esparciendo fragancias,
luz y colores.

 

Si tanto es el olor
que se derrama
el tuyo es el mejor
porque me inflama.

 

Queridos amigos, dejo mi aporte. Un sutil piropo.
A un paso de los endecasílabos, uniendo versos heptasílabos y pentasílabos.
En una cuarteta:

Como el ave del bosque, canturreas.
Como agua de las nubes, precipitas.
Como un botón de rosa necesitas
navegar siempre libre con tus mareas.
Rodrigo del Río​

 

Tienes la frescura de un invierno
en el campo abrasado de un verano
y también la belleza de lo eterno
en el hecho sencillo de lo humano.

 

Fue de pronto, mi suerte cambiaría,
dejaba de repente de estar triste,
al ver que con tu mano recogiste
el verso que mi alma te escribía.

 

Si dulce es la mañana
de claro sol que envía
tu garbo y hermosura
que enerva la pasión,
más triste queda todo
cuando oscurece el día
al ver que tú te marchas
con otro corazón.

 

¡Uy! por un Luzbel como tú...
mi alma la entregaría.

 

¡Uy!... A este angelito
lo quiero en mi cabecera.

 

¿Cuándo me dejas poner
tus zapatos bajo mi cama?

 

¿Quién me quitó la vida
del corazón?
Cuando curó tu herida
se me paró.

 

Su verso es una joya destellante,
que adornan los paisajes desteñidos,
y emanan como flores palpitantes;
con semillas de sueños, ya cumplidos.

 

Se duerme el lento día y aún te espero;
dormida en las ausencias temblorosas,
deshojo aquellos restos del florero
sus cartas, dulces versos, y sus rosas.

 

La noche se embelesa con la luna
que sale cada día más brillante
y a mí me deja absorto la fortuna
de un verso tan hermoso y elegante.