Del corazón de los sicarios

Para residir un vacío con otro vacío
el corazón escribe solo con sus agujeros,
los naturales o los adquiridos,
en el aire u otras cortezas menos fluidas.

En los paredones de una bodega en San Pedro
pude leer los corazones de doce sicarios,
una docena de hoyos interrumpidos
a mitad de un tabique de pómez y cemento
con margen nimbado en grana desvaída:
del otro lado estaba la claridad del domingo
ardiendo de entre las milpas,
pero atrapados en una horizontalidad sin fondo
los corazones parpadeaban la dureza ciega
de su más profundo e inexorable latido.

Nada en esos ojos huecos se traducía como alma,
nada ahí significaba vida; si acaso, destino.
La bala que acribilló al asesino de veinte años
atravesó el mismo corazón que tenía a los cinco.

31 de agosto de 2021​

 

Venderse para matar, que es lo que hacen los sicarios, nunca será respetable. Es un poema duro, con un final excelente. Me gustó mucho. Un abrazo.

 

Muchas gracias por tu lectura y tu comentario, compañero Marcos.
Va mi cordial saludo.

 

Hola, amigo.

No pienso que existan ni bondad ni maldad innatas, ni manejo términos maniqueos en el análisis de esta problemática social que azota ferozmente a mi país.

Este caso es real y sucedió hace algunos años en el pueblo remoto donde nació mi madre: doce presuntos sicarios se rindieron luego un enfrentamiento con elementos del ejército, pero fueron ejecutados sumariamente. Muchos lugareños -incluida mi abuela, dicho sea de paso- tenían la idea de que se lo merecían: ojo por ojo, un Estado sicario para matar sicarios. Sin embargo, desde mi privilegio de no estar en su situación, me di a la tarea de buscar un rastro de empatía por estos criminales ultimados y solo pude imaginar que nadie sueña con ser sicario a los cinco años. Los poderes fácticos del crimen organizado -en complicidad muchas veces con el poder legalmente estatuido- saben cómo seducir a grupos especialmente vulnerables con sus sueños de opio... y la cuerda siempre se revienta por donde es más débil.

Muchas gracias, amigo Sergio, por tu lectura y por expresarme tu sentir y parecer. Te envío mi siempre cordial abrazo.

 

Esto que dices, buen amigo, es lo que más me indigna de la narcocultura y sus productos mediáticos que hacen parecer deseable dedicarse a estas actividades atroces: muchos jovencitos de mi país sueñan con tener una vida de narco empezando desde abajo, matones a sueldo, que es donde suelen quedarse, despedazados.

Me ha costado años intentar escribir sobre lo que vi, y un mes para obtener apenas algo pálido respecto a lo que siento.
Muchas gracias por tu puntual lectura y tu opinión. Ahí va mi cordial abrazo.

 

Compañera María, muchas gracias por tu lectura y por la expresión de tu sentir sobre este texto que apenas es un limitado reflejo de un preocupación de muchas personas en mi país.
Te envío un cordial abrazo.

 

Ciertamente los niños de cinco años como mucho sueñan con pisar charcos. Lo de tu país me parece muy triste a la vez de inexplicable (en el contexto actual de un país norteamericano). No sé cuánto puede quedar de corazón infantil en un sicario de veinte años, supongo que algo sí, (y es que pienso que nadie nunca dejamos de ser del todo los niños que fuimos). Lo que no tengo dudas es que es verdaderamente triste.
Excelente poema, Pedro, y si me permites una opinión personal respecto al aspecto formal/técnico del poema, para mi gusto usas demasiado las asonancias finales (y no solo en este poema), cuando un poeta de tu talento y clase no lo necesita para dotar de buena sonoridad y ritmo a sus trabajos (ya sabes que soy un "detractor" reconocido de la rima en la poesía actual ). Pero en cualquier caso el poema, como te dije antes, me ha gustado mucho.

Mis sinceras felicitaciones y un fuerte abrazo amigo.