Delincuencia callejera

DELINCUENCIA CALLEJERA

Voy directo al grano:
Gracias querida luna por iluminar mi camino,
Mientras cometía algunos actos delictivos,
Robar plátanos, coser bolsas con oro, y ademas,
Porque algunas noches salía a asesinar algunos duendes coloridos,
¡Cuantas veces nos confundimos de rostro!
El barro se ve bastante bien a mitad de mes,
Por ello, pude ensuciar con éxito las paredes y la ventana,
Especialmente la ventana,
De nuestro representante legal.

Agradecido me encuentro,
Por haber dado vuelta la luz dorada,
Ahora todo es plateado,
(Observación destacada)
Cosa que me permitió confundir con razones irresponsables,
A las iglesias y los templos,
Con estanques y puentes de ríos de agua clara.

Aprovechando mi vista ciega temporal,
Yo me paraba en medio de la calle,
E interpelaba a los vehículos motorizados,
Que me gritaban sin razón.

Pero la sombra es la sombra.

Me batía a muerte con el aire,
Me ponía de cabeza frente a mi propia casa,
Gritaba con voz de tony,
Algunos garabatos propios de la luna,
Corría donde podía,
Corría arrancando de las luces,
Arrancando de las esquinas,
De las aceras,
Luego las asustaba por sorpresa.

Corría desnudo con los brazos abiertos,
Algunos me veían desde lugares secretos,
¡La culpa era del abismo!
¡La culpa era de las enseñanzas ,
De los maestros zurdos!
¡De la luna misma y su luz tentadora!

De a poco se me caía el pelo,
Adelgazaba lo necesario,
Según la ley de las santas ramas,
Mi ojos volvían a su eje,
Me ponía de pie,
Y el sol aparecía entre las montañas,
Según la ley de las santas ramas.

Ahora vieja y cucurucha,
Dormía una buena siesta,
Escondida al final de la casa.