Diario de un poeta arrepentido

Diario de un poeta arrepentido,
de un campesino que emigró a la ciudad
con tan solo un par de mudas de pulmones limpios en su hatillo
y un certificado de haber asistido a misa todos los domingos,
pero que no le sirvió de mucho
y ya la primera noche de su particular travesía del desierto
cayó rendido ante las tentaciones del diablo
escondido tras las formas infinitas de un cuerpo de mujer,
mujer vestida tan solo con el perfume del misterio
que respondía al nombre de Rosario de la Cruz
pero él prefirió llamarle Martirio,
con ella nunca necesito cuidados paliativos
pero aún no me explico
cómo después de haberse suicidado tantas veces
clavándose clavos oxidados en las manos en su crucifijo
aún tuviera ganas de volver a por más.
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