Ecos ancestrales

Ecos ancestrales
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En los pliegues de tu alma,
en tu corazón de madre
y en tus labios de amapola
se prodigan mil cantares
en acordes de poesía
que, en tu vientre de arenales,
germinan y dan el fruto
del amor que conciliaste.
A tu rostro amanecido
acuden, faustas, las aves,
es el canto de la alondra
dulce caricia en el aire.
Cuando el silencio no calla,
Cuando las palabras arden,
sus ecos van pregonando
con arrullos ancestrales
que es privilegio y grandeza
el disfrutar de una madre.

Lomafresquita

 

Creo que todos nuestros silencios siempre deberían estar poblados de palabras de amor y sabiduría.
Es un tema conmovedor, porque somos descendencia y semilla germinada de aquellos que decidieron traernos a este mundo.
Y toda madre estaría emocionada al leer este bello poema.
Es un gusto iniciar mi mañana con tus letras tan llenas de armonía y luz.
Un abrazo.

 

Gracias mi querida Ceci por iluminar estas humildes letras con tu cálida y acogedora mirada. Sí, querida amiga, somos semillas de amor y hemos de germinar floreciendo como una hermosa rosa y así poblar de aromas y belleza todas las almas que nos rodean, y una madre es esa belleza en estado puro que esparce el amor como una bendición por toda la tierra dándo la vida por sus hijos e hijas.
Muy agradecida por obsequiarme con tu entrañable compañía y con tus bellas, nobles y generosas palabras, un millón de besos....muááácksssss

 

Gracias mi queridísima Isabel por tu presencia tan encantadora en estos versos dedicados a las madres en general y a la mía en particular, yo también la perdí y fue en el año 2002 y cada día la echo de menos y así será mientras yo viva.
Ayyy una nunca puede ni quiere dejar de ser madre y el recuerdo de la crianza de nuestros hijos permanecerá inalterable siempre, esos ojitos, como tú bien dices, nos conquistaron el alma desde el mismo momento en que los abrieron a la luz.
Miles de besos para ti, mi entrañable tocaya, mil bendiciones en tu vida y en cuanto te rodea querida amiga y admirable poeta....muáááckssssss

 

Vienen a la memoria los recuerdos de una vida, especialmente de una infancia vivida al arrullo de la madre. Y no hay regazo como el suyo, ni manos que mejor acaricien, ni besos que dejen más hondura en el poso que marcan en el corazón. Al pasar el tiempo, veneras sus arrugas, tomas sus manos para ser tú quien ahora las llene de calor. Amor de madre que se entrega generoso y duradero, como una roca en que se anclan nuestras vidas para tener un referente.
¡Que bonitos son tus versos, Isabel! Y cuántos recuerdos traen al lector. Penetran tus palabras en el alma y allí dibujan ese perfil evocador que cada uno de nosotros llevamos en el corazón.
Un gran abrazo y muchos besos, junto con mi admiración.

 

Qué poéticamente defines el querer inmenso de una madre, su cariño, su fortaleza y su alma entera nos la entrega a cada momento, y sí querido amigo es para venerar cada una de sus arrugas, cada una de sus miradas y cada una de sus caricias. Dios te bendiga por dejarme tan maravilloso mensaje y por regalarme con tu querida presencia estos ratitos tan maravillosos.
Muchos besos para ti, entrañable amigo y admirable escritor llenos de cariño y de admiración.....muáááácksssssss