El corazón de la muerte

Amartelados al precipicio,
hacia alguna nube que nos sede,
aspirando entre mis pulmones,
arrepentimiento,
promesas,
que me envenenan en cada sueño,

sinuoso el sendero que nos retuerce,
certero el final de cada pagina,

siempre motas,
que revolotean como estrellas,

siempre puntos,
somos la sequedad de la conciencia,

fuimos frases encriptadas,
repitiendo cada sollozo
para aprender del olvido,
para imaginar un cielo,
aun prohibido,
aun inexistente,

en las estelas que desdibujan el horizonte,
la esperanza
de un vació que nos desvanece,

en las entrañas de nuestro cuerpo,
la duda se mece,
anunciando la sangre,
que tarde o temprano se evidencia,
en el quebrantado espejo
de la ominosa costumbre rutinaria,

en vano,
vivimos con un destino sellado,
los momentos efervescen con ansiedad
en lo recóndito de un sentido desconocido,

preguntándole a la muerte,

¿acaso no es tu tiempo mi única ilusión?

todo se pudre en el vientre de tu razón,
y aún así
nuestra perseverancia ciega triunfa,
obsequiando dolor
por una honestidad que se pudre,

porque así sentimos,

palpitando aún sin sangre,

la inexistencia conoce su final,

somos llagas de su famélico corazón.

 

Corazón afligido.

Saludos

 

Dentro de esos espacios de convivencias continuas... hablando verdades, ciertamente "todo es... como no es" En otras palabras, "todo tiene su tiempo" Y, lo que tiene que pasar...
igualmente, tarde o temprano pasará. Me gusto vuestro poema.
Cordialmente: