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El mundo de los intelectuales

Tema en 'Salón de Poetas y Prosistas' comenzado por Keisso, 13 de Enero de 2006. Respuestas: 0 | Visitas: 1459

  1. Keisso

    Keisso Poeta recién llegado

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    2 de Diciembre de 2005
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    ¿Qué es el mundo para nosotros? Existe un mundo inmediato, material, que hay que tener en cuenta para proveernos de lo que necesitamos para vivir. El mundo del trabajo, las relaciones, etc. Pero el mundo real de las personas, ¿cuál es? Una dama sufre de depresión, esa palabra, ese significante “depresión” organiza completamente la vida de esa dama, es la idea fuerza que organiza el resto de los significantes que dan cuenta de la vida de la dama. Cada persona tiene un conjunto de ideas-fuerza que organizan su vida, el que busca trabajo desde hace tiempo tiene la idea “buscar trabajo” como la organizadora de toda su vida. La dama o el hombre que busca pareja, tienen esa idea fuerza como la organizadora de sus vidas. El político tiene la idea fuerza “el poder”, etc. Todas las ideas fuerza que he mencionado tienen algo en común: parten del entorno inmediato de la persona, es posible deducirlas de la situación de la persona, de lo que hacen. Digamos que la relación entre las ideas fuerza que organizan la vida de la persona y que conforman su mundo, y el mundo que se ve en sus situaciones, constituye una relación inmediata. Todo está fuertemente enrabado. Con la religión la cosa cambia, las ideas fuerza están algo más alejadas de la inmediatez material y tosca. Aquí se habla de espiritualidad debido a que el mundo de estas personas está fuertemente constituido a partir de ideas fuerza que no se desprenden directamente de la realidad, sino de un mito, una doctrina. Algo parecido ocurre con las personas fuertemente ideologizadas, o que adhieren a cualquier tipo de doctrina filosófica. Un religioso puede convivir con alguien fuertemente ideologizado políticamente, y con un médico, y a pesar de lo próximo que se encuentran físicamente, viven en mundos completamente distintos, pero completamente distintos.

    Hace unos minutos estuve en un chat, una dama propuso como tema de conversación la infidelidad, partiendo de la creencia de que el infiel era alguien que buscaba fuera de la pareja lo que no podía encontrar en la pareja. Le dije que no era así necesariamente, alguien que está muy feliz con su pareja, igual puede ser infiel porque sí, porque además de gustarle su mujer, le gusta también otra mujer. Constituye una falsa creencia pensar que el amor verdadero sólo se da con una sola persona en un momento de la vida. Creencias de este tipo alimenta las fantasías de muchas personas, y cuando le conté esto a la dama, hubo un clic en su mundo, su mundo cambió sensiblemente, este cambio se dio al tener que reestructurar simbólicamente su forma de ver la infidelidad. Porque así es el mundo de las personas, depende de cómo se represente, de las posibilidades de representación, y cuando estas se agudizan el mundo cambia, pero también cambia cuando se adquieren nuevas formas de percibir el mundo y las distintas cosas significativas que contiene para nosotros. Algunas personas viven en mundos de caricaturas, con infinidad de creencias jamás revisadas, con problemas imaginarios que parten de estas creencias. Epícteto dijo que no son las cosas las que nos afectan, sino las opiniones que tenemos acerca de las cosas.

    ¿Qué ocurre cuando las facultades de representación se agudizan? Bueno, en primer lugar el mundo cambia, se hace más claro y preciso, falsos problemas desaparecen para siempre de la vida, puede que aparezcan otros, pero más reales. El intelectual tiene una mejor conciencia de las cosas, más la posibilidad de encontrar solución a los problemas a partir de la reestructuración de los mismos, pues el intelectual está en condiciones de desarrollar nuevos puntos de vista. Pero existe otro elemento muy importante a tener en cuenta: como nuestro mundo está determinado por las ideas fuerza que lo organizan, y el intelectual se encuentra más libre para elegir aquellas ideas fuerza que desea que polaricen su mundo, el mundo de los intelectuales se separa mucho más del de las personas más dependientes de la inmediatez de las cosas. El intelectual puede elegir el mundo en el que desea vivir. Posibilidad que no está a disposición de quienes no poseen grandes facultades de representación, ni demasiada cultura. El mundo de los intelectuales es más rico, infinitamente más rico que el de las demás personas completamente determinadas por la inmediatez de sus vidas.

    Pero existe otro componente a tener en cuenta, esa libertad tiene un precio: la soledad. Un intelectual no puede relacionarse de igual a igual con otros que no posean su capacidad de representación, y también se puede encontrar aislado de quienes también son intelectuales como él. El motivo es muy sencillo: el mundo de las personas con poca capacidad de discriminación, es bastante similar, el mundo de los obreros que trabajan en una fábrica es prácticamente similar para todos ellos, por lo que se encuentran más próximos entre sí que en el caso de intelectuales que trabajen en una universidad, donde sus mundos pueden diferir mucho. El mundo de los intelectuales es mucho más particular y propio que el de las demás personas. Dos escritores pueden no tener nada en común. Dos arquitectos pueden tener tantas diferencias que no reconocen tener nada en común, salvo el nombre de su profesión.

    La individualidad se acrecienta en los intelectuales.

    Junto a la ventaja de poder crearse mundos más ricos y satisfactorios, el intelectual puede tomar conciencia de la separación con las demás personas, aún de sus pares. Puede tomar conciencia de su individualidad y de lo distinto que es con respecto a todas las demás personas. Pienso en las ideologías que quieren borrar las diferencias de las personas, borrarlas hacia abajo, igualarlas a una supuesta conciencia de clase; qué ridículas que son, constituyen la amputación de lo mejor que tiene el hombre: la posibilidad de crearse mundos a su imagen y semejanza.

    A veces se emplea como descalificativo el que alguien viva en su mundo propio, cuando es una de las mayores conquistas de la inteligencia humana. Sin esta flexibilidad de la condición humana, ¡qué sería la vida! La calidad de vida depende completamente de esta posibilidad.

    Es curioso que muchos intelectuales quieran renunciar a esta realidad y fingir que pertenecen a otros estratos a los que no pertenecen. Ese populismo siempre lo vi como una impostura. Populismo muchas veces acompañado con el alcohol, tal vez para nublar la conciencia de las diferencias.
     
    #1

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