el narco, la filosofía empresarial y un domingo

Y usted los mira a través de las pantallas de la televisión por cable distribuida vía satélite.

Los mira por la mañana mientras se toma el café que abre el desayuno. O por las tardes después de llegar cansado a su casa, después de quitarse la chaqueta la corbata, los zapatos estrechos para aliviar la presión en sus dedos.

Se pone cómodo y los mira.

No es necesario esperar mucho tiempo, aparecen, aparecen de inmediato.

Primero se ven imágenes de calles polvorientas y muros carcomidos por el tiempo y las batallas con los factores meteorológicos que de una u otra manera las carcomen. No falta en las imágenes callejeras la presencia de algún perro decrepito, miembro de alguna familia paupérrima, tan lastimados en sus cuerpos por los efectos del hambre como el can.

Eso ve.
También mira vehículos semidestruidos, de esos que usted se pregunta cómo es posible que sigan andando.

Todo esto que usted mira sucede en fracciones de segundo.
Es el ambiente. Propio para espacios que se tienen que coordinar en segundos para causar los efectos esperados en dos o tres minutos, justo el tiempo para conservar la atención y enseguida introducir a la teleaudiencia los anuncios de los patrocinadores.

Después de la voz viene el gesto de la lectora de notas periodistas ante las cámaras.
Es estudiado, grave, similar al de un predicador de holocaustos contemplados y reprobados.
Se precisa tal actitud para lograr el impacto esperado: crear consciencia, hacer opinión pública.

Rostros escogidos, gestos estudiados, miradas con presunta "autoridad moral".
Luego siguen las imágenes.
Los cuerpos heridos o mutilados.
Sangre, debe haber sangre.
Debe verse con claridad el rítcus mortis de la víctima. Caído y cubierto de sangre y polvo.
Es mejor si se notan los orificios de las balas.
Es mejor si se ven los andrajos mugrientos que cubren su desnudez y el calzado lleno de polvo. Una mezcla de sangre y polvo sobre el cuerpo sería todo una fortuna para la imagen a proyectar y la contundencia de lo que viene.

¡Bárbaros! ¡Sanguinarios! ¡Salvajes!.

El lector de noticias habla de la amenaza que significan estos individuos, estos grupos, estas organizaciones mafiosas, delictivas,
Siguen las cifras de muertos, de adictos. Luego datos económicos de los costes que su actividad delincuencial ocasiona a las arcas públicas.

¿Cuántas veces al día se difunde? Quién lo sabe.
Muchas veces a todas horas y por todos los canales.

Lo que los leedores de noticias no dicen es quién permite o propicia el consumo, la adicción.
¿Quién, detrás de los títeres analfabetas y grotescos que se presentan ante las pantallas, es el verdadero dueño del negocio?

Por qué desaparecen las toneladas y toneladas de narcóticos al cruzar las fronteras como si se diluyeran en las aguas inquietas de alguna playa. Ahí debe haber una organización perfecta y protegida que pone a disposición de los consumidores el producto como si fuera una empresa de clase mundial. Perfecta y segura.

Para completar el negocio, los pagos vuelven al tercer mundo (siempre culpable) como armamento. Buen armamento. Lo que va quedando de las invasiones en búsqueda de petroleo u otros recursos ajenos. Lo que ya es obsoleto en el arte de matar seres humanos con eficiencia de cirujano.

Aquí los muertos, los riesgos, las imágenes descarnadas de los transeúntes caídos por quedar entre dos fuegos.
Aquí el tráfico de personas.
La prostitución infantil.
El turismo sexual para personajes VIP.

Nada de eso sería posible sin el cobijo de la corrupción institucional. Los funcionarios honestos son despedidos, desplazados o desaparecidos. Desde fuera se propicia la corrupción.
Se financia y bendice a quién se compromete con devoción fanática a hacer la voluntad de quien lo patrocina y apadrina.
En el paquete está incluida la gente, los desamparados para servir de mulas, de carne de cañón.
Se incluyen lo recursos de cada nación puestos a los pies de los multimillonarios dueños de todas las industrias legales e ilegales.
Dinero es dinero.
Las leyes no están hechas en ningún lugar del mundo para ellos, no son el pueblo, el pueblo es de ellos.

Nada está fuera de control, todo negocio está en control y produciendo todos los días.
Las muertes, las adicciones, las víctimas son parte del negocio, de la infraestructura del placer.

Los rostros estudiados de los lectores de noticias de las cadenas hablan con confianza.
Saben que están en muchos sitios y saben cuál es su misión: establecen esa verdad autorizada y usted la cree a pie juntillas "porque se lo dicen en la tele".
Ellos saben que desde la sala de los hogares no surgirá una mente inteligente y crítica que cuestiones la información que leen.
Nadie es tan tonto como para discutir con una pantalla de cuarzo.
Todo queda sellado, protegido.
El Intelectual ha sido sustituido por El Comentarista: un sujeto que repite goebelianamente comentarios autorizados, lo que se quiere meter en las consciencias de toda la gente común.

Usted mira y escucha a los monigotes de su pantalla y se siente extraterrestre.
Ése, no es "su mundo", lo siente, lo percibe; se confunde.
A lo mejor acude a su terapeuta y encuentra que éste siente la misma sensación de extravío que usted.
Tiene que ganarse la vida y le recomienda que lea todo tipo de filosofía chatarra, parte del proyecto conspiracional, para que usted se asimile suave y armónicamente a la irrealidad.

Lo hará "alquimista" de medio pelo, será experto en vigilar su queso, o aprenderá a soñar que vende su ferrari como mero hobbie existencial.
Aprenderá a que decir No puede atraer influencias cósmicas desastrozas, debe darle vuelta al No, seguir las normas del la programación fraudolingüística para causar efectos positivos en la humanidad.

Algo le ha pasado a la realidad que nuestra mente no la percibe tal como se nos muestra en los medios de comunicación. Puede decirse que la realidad está proscrita de nuestras visiones. Es un efecto ajeno para quienes quieran integrarse al más prodigioso de los futuros: el mundo virtual.

Sentimos el advenimiento de la nueva época cuando se pusieron de moda los eufemismos hasta hacerse moda, credo.

Los discursos hablan de una lucha en contra de las adicciones triunfal que es ficticia. Cada vez hay más adictos a las drogas. Cada vez se hace más mercado para el producto. La realidad se ha vuelto eludible como ámbito para la felicidad. Se buscan paraísos estimulados como respuesta a un mundo y una vida que se nos niega como derecho en los hechos, aunque se nos pondere en los discursos.

Debe aprender y repetir como letanía sagrada: que todo lo que le sucede es exclusivamente su responsabilidad, que es usted el que debe modificar sus actitudes y percepciones.
No culpe a otros, menos al sistema, que es sagrado.
NO lo quiera cambiar, será declarado terrorista, loco o violento.

El sistema es incuestionable.

Es más, tienen usted prohibido llamarle SISTEMA. Cuando escuche a alguien que le habla de SISTEMA, rechácelo, apártese de él. Debe usted sentir que le duele la cabeza al escuchar o leer a un tipo así.

Del rostro de las pantallas, que son virtuales, paso a otro rostro virtual. Es el rostro de un poeta que jamás aspiró a ser profeta pero de alguna forma lo fue.

"Cuentos" -dice-.
"Me sé todos los cuentos"
"que no quiero que me cuenten cuentos"

Los reyes no son mágicos, sabios y bondadosos. Algunos cazan especies en extinción como diversión, derecho; otros son pederastas, desviados y degenerados, corruptos.

Las princesas no son de azúcar, ni muy bellas ni dignas de admiración por sus virtudes.

Los imperios no defienden las democracias, la libertad. Son pretextos para la invasión y el saqueo.
Sus soldados no defienden su forma de vida. Son meros peones para proteger y conseguir los deseos y ambiciones de los grandes empresarios que se sirven de sus gobiernos para aumentar exponencialmente sus fortunas.


Son cuentos, nos han llenado de cuentos

Salimos de nuestras calles para meternos al mundo de los cuentos.
Ése que debemos hacer posible, aunque no lo miremos con nuestros ojos en ningún sitio.

Usted debe ver que su mundo ( el, en desarrollo) es un horror que "lleva la adicción y la muerte" a otras latitudes.
No debe pensar que la adicción es el mercado que la origina el narcotráfico.
No debe pensar que detrás de los tipos, malencarados, analfabetas y grotescos, hay personajes influyentes y poderosos que son los verdaderos dueños del negocio.
Usted debe pensar que la industria de las armas NO tienen nada que ver con la promoción de guerras de todo tipo y que es una de las grandes benefactoras del narcotráfico,

Usted debe pensar "como se debe de pensar".

No se diga tonto, use términos subliminales. Estamos en la era de la decencia.
Una época en que a la realidad se le ponen florecitas para que se vea bien, y además, perfume.

Ay no. La tele no tienen nada que ver...

Es domingo, hay café y ganas de teclear algo


luego le checo detalles