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Eugenio Montale

Tema en 'Biblioteca de Poetas consagrados en verso libre' comenzado por lluvia de enero, 20 de Mayo de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 1295

  1. lluvia de enero

    lluvia de enero Simplemente mujer

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    Eugenio Montale
    (1896-1981) Poeta, ensayista y crítico de música italiano nacido en Génova el 12 de octubre de 1896. Inició sus estudios de letras en su ciudad natal, dedicándose sobre todo a la frecuentación de los clásicos italianos, de la novela francesa y de filósofos como Schopenhauer o Croce, pero los interrumpió por motivos de salud y para aprender canto lírico. Intervino como oficial de infantería en la Primera Guerra Mundial, al terminó de la cual empezó a relacionarse con los círculos literarios de Génova y Turín, llegando a participar en la fundación de la revista Primo tempo, muy influyente pese a que sólo se publicaron ocho números.
    En su primera colección de poemas, Huesos de sepia (1925), casi todos ambientados en los paisajes y escenarios en los que pasó su infancia, expuso ya los temas más característicos de su poética: un sentimiento de cansancio y de soledad, una angustiosa desconfianza en la vida y la conciencia de la inutilidad de cualquier lucha, que, sin embargo, no le empujaban a la autocompasión, a una actitud resignada o al abandono de la esperanza. A través de endecasílabos fragmentados, en un casi sinfónico empleo del verso libre, expresó allí el "mal de vivir": la irremediable derrota del hombre, que se halla prisionero en el mundo.
    Su siguiente libro fue La casa dei doganieri (1932), y ya en el tercero, Le occasioni (1939), sin abandonar la introspección pesimista, parecía abrirse un resquicio a la presencia de "ocasiones" o casualidades, esos hechos fortuitos que modifican las certidumbres o la vida cotidiana, y que se convertirían en elementos centrales de su poética de madurez.
    Tras Finisterre (1943) publicó La bufera e altro (1956), uno de sus más celebrados libros, y acaso el punto en el que su poesía "directa pero difícil, familiar pero esencial, prosaica pero con frecuencia sublime", al decir de su traductor Manuel Durán, concilia el escepticismo con la vitalidad, un difícil equilibrio que lo diferenciará de todos sus contemporáneos.
    Ya en la vejez, Montale entregará todavía las crónicas de Cuaderno de cuatro años (1977), la sabiduría teórica de Sobre la poesía (1976), y fundamentalmente los memorables poemas de amor que integran las dos partes de Xenia (1964-1969) y el testamento de su estética y su concepción del mundo que significó Satura (1971).

    Montale aportó una visión absolutamente personal de la problemática y las inquietudes del hombre contemporáneo, partiendo de los hallazgos formales del simbolismo y del decadentismo, a los que enriqueció con una voz inconfundible. Considerado con frecuencia uno de los fundadores del hermetismo italiano de entreguerras, la singularidad de su poética desborda no obstante los presupuestos teóricos de este movimiento. En 1975 se le concedió el premio Nobel de Literatura.

    Eugenio Montale falleció en Milán el 12 de septiembre de 1981

    Datos biográficos extraídos de: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/montale.htm



    ***************​


    MAESTRAL

    Se ha rehecho la calma
    en el aire: la mar picada parlotea entre los escollos.
    En la aquietada costa, en las huertas, apenas bambolean
    las palmas.

    Una caricia deslustra
    la línea del mar y la trastorna
    un instante, soplo leve que allí se estrella y aun
    el camino alcanza.

    Fulge en la claridad
    la vasta extensión, se encrespa, pronto se allana dichosa
    y refleja en su vasto corazón esa mi pobre
    vida turbada.

    ¡Oh tronco mío que muestras,
    en esta lenta embriaguez,
    un renacido aspecto con los floridos vástagos
    sobre tus manos, mira:

    bajo el denso azul
    del cielo un ave marina vuela;
    nunca descansa: porque todas las imágenes llevan escrito:
    «más allá»!



    ***************​


    DOS EN EL CREPÚSCULO


    Fluye entre tú y yo en el mirador
    un claror submarino que deforma
    perfiles de colinas y tu rostro.
    Está en un fondo huidizo, cada gesto
    tuyo es ajeno a ti; entra sin huella
    y se esfuma, en el medio que cubre
    cada estela, cerrándose a tu paso:
    tú aquí conmigo, en este aire bajado
    para sellar el sopor de las rocas.
    Yo, caído
    en el poder que pesa en torno, cedo
    al sortilegio de no reconocer
    de mí ya nada fuera de mí: si alzo
    el brazo apenas, se me vuelve ajeno
    mi acto, se parte en un cristal, ignota
    y oscurecida su memoria, y ya
    el gesto no me pertenece; si hablo,
    yo escucho atónito aquella voz
    descender a su gama más remota
    o muerta en el aire que no la sostiene.
    Así, en el punto que resiste a la última
    consunción de la luz,
    dura el desmayo; y luego un soplo eleva
    los valles en frenético temblor
    y arranca de las frondas un rumor
    muy leve que se extiende
    entre rápidos humos y las luces primeras
    dibujan ya los muelles.
    ...las palabras
    entre nosotros caen suaves. Te miro
    en un blando reflejo. Yo no sé
    si te conozco; sé que nunca estuve
    de ti tan separado como en este tardío
    retorno. Unos instantes han quemado
    todo de nosotros: salvo dos rostros,
    dos máscaras donde se graba una sonrisa
    desganada.
    Fluye entre tú y yo en el mirador
    un claror submarino que deforma
    perfiles de colinas y tu rostro.
    Está en un fondo huidizo, cada gesto
    tuyo es ajeno a ti; entra sin huella
    y se esfuma, en el medio que cubre
    cada estela, cerrándose a tu paso:
    tú aquí conmigo, en este aire bajado
    para sellar el sopor de las rocas.
    Yo, caído
    en el poder que pesa en torno, cedo
    al sortilegio de no reconocer
    de mí ya nada fuera de mí: si alzo
    el brazo apenas, se me vuelve ajeno
    mi acto, se parte en un cristal, ignota
    y oscurecida su memoria, y ya
    el gesto no me pertenece; si hablo,
    yo escucho atónito aquella voz
    descender a su gama más remota
    o muerta en el aire que no la sostiene.
    Así, en el punto que resiste a la última
    consunción de la luz,
    dura el desmayo; y luego un soplo eleva
    los valles en frenético temblor
    y arranca de las frondas un rumor
    muy leve que se extiende
    entre rápidos humos y las luces primeras
    dibujan ya los muelles.
    ...las palabras
    entre nosotros caen suaves. Te miro
    en un blando reflejo. Yo no sé
    si te conozco; sé que nunca estuve
    de ti tan separado como en este tardío
    retorno. Unos instantes han quemado
    todo de nosotros: salvo dos rostros,
    dos máscaras donde se graba una sonrisa
    desganada.


    Traducción: Jesús López Pacheco


    ***************​
     
    #1

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