Fantasmas que adoro...

Eran dos voces entres risas infantiles,
eran más risas que voces, mas infantiles que otra cosa…
Amor… han de ser los niños me dices.

Era el sonar de pasos en el entablado,
era el sonar de: saltos, juegos, bailes, trampolines.
Amor… han de ser los niños me dices.

De pronto...
El sonar de voces se hace llantos,
esos pasos gigantes corren al vacío,
comienzo a despertar del éxtasis del olvido,
a recordar entonces lo ocurrido.
El dolor de lo perdido.
¡Qué dolor, que inmenso dolor!
Me he quedado solo, entre todo este frío.
Y ya que estas aquí conmigo,
te digo amor… cuida bien de mis hijos.