Fragmentos de mi

Vivir en libertad cautiva,
atado a la cabecera de tu cama de cedro,
cuidando tus sueños,
enjuagando tus lágrimas,
postrando un beso en tu frente cuando tus sueños emergen lastimeros,
viviendo en libertad a través de mi amor,
perdido en el horizonte de mis sueños,
regido por las esperanzas que brotan sin cesar a través de mis memorias,
escupidas de mi pluma para inmortalizarlas vividas en estos escritos de pasión y locura.

Y heme aquí,
acariciando en la obscuridad tu silueta de humo,
perdido en la locura de tu esencia enfrascada,
embriagado hasta el cansancio con el néctar dulce de tu aroma a rosas,
embelesado por el recuerdo de tus besos olvidados,
viviendo, simplemente viviendo entre las ráfagas de viento que me consumen recias,
y como buscarte en cada palmo de mis anhelos,
si te encuentro lejana y me llenas de tus besos ausentes.

Dime tu hermosa doncella,
en que pedazo de tierra debo sembrar la semilla de mi afecto
para que su fruto crezca y se cosechen tus besos de miel y almendra.
Y sin embargo ahora fragmentos de mi circulan en el aire
en forma de palabras que en el viento se esconden,
todos te tienen como su dueña indiscutible,
una hermosa rosa que deshojada prevalece,
una sombra en el cielo de mi amor,
una luz que aluza impávida mí horizonte.

Y sigo aquí embriagándome nuevamente hasta el vacio de tu recuerdo en mi memoria,
segadora de sueños y botones de amapola,
te siento mía aun cuando el hastió me corroe las entrañas,
en mis noches atormentadas por los fantasmas del auguro
y me pregunto inquietante,
¿Dónde estás ahora que no estás conmigo?
Pero tu respuesta no llega a mí
y me quede esperando, sentado en un risco,
mirando la luna atrevida que pretende aluzar la obscuridad de mi mundo.

Debo confesarte tímido que hoy desperté llorando al recordar un sueño que me visito nocturno,
y en mi mente no cabe en cognición si fue este en su premura un destello de verdad
o solamente el resultado de la tristeza que me embarga,
te soñé en alegría,
te soñé lejos de mí,
oh triste mi realidad se eleva,
al darme cuenta que ese sueño es ya una realidad que me atosiga
y que se ha vuelto la lapida que cubre el camposanto de mis añoranzas.