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Grazia Deledda (premio Nobel de Literatura 1926), algunos poemas

Tema en 'Poetisas y prosistas famosas' comenzado por El regreso de Alfonsina, 4 de Junio de 2023. Respuestas: 3 | Visitas: 1054

  1. El regreso de Alfonsina

    El regreso de Alfonsina Poeta que considera el portal su segunda casa

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    "Un hombre libre es siempre adecuado para una mujer libre: todo lo que necesitamos es amor"

    Grazia Deledda​


    Grazia nació en la localidad sarda de Nuoro en 1871 en el seno de una familia acomodada y bien numerosa.
    Siguiendo los mandatos de la época y, sobre todo, las restricciones impuestas para las mujeres, no pudo tomar clases regulares fuera de la instrucción primaria por lo que se formó de manera autodidacta en estudios literarios. A los diecisiete años, con escasas herramientas, pero fuerte convicción y talento, escribió cuentos que se publicaron en magazines dedicados a temas femeninos.
    Empezó a destacar como escritora con algunos relatos que publicó la revista L'ultima moda. Se considera que su primera obra exitosa se publicó en 1890 y fue En el azul. Al poco tiempo de casarse con Palmiro Madesani, la escritora se traslada a Roma. Desde allí publica Almas honestas (1895) y El viejo de la montaña (1900), ambos trabajos con los que la crítica comienza a interesarse en su trabajo. En paralelo, Grazia también realizaba colaboraciones en la revista La Sardegna, Piccola rivista y Nuova Antologia.
    En 1903 se consagra como escritora con la publicación de Elias Portolu, iniciando una prolífera carrera con la escritura sin parar de novelas y obras de teatro, entre ellas Cenizas (1904), La hiedra (1906), Hasta el límite (1911), Colombi e Sparvieri (1912), Cañas al viento (1913), El incendio en el olivar (1918), El Dios de los vientos (1922). Cenizas fue también una película de 1916 interpretada por Eleonora Duse.
    En 1926 recibe el premio Nobel de Literatura y se proyecta como escritora de reconocimiento mundial.
    Fallece el 15 de agosto del 1936 en Roma.




    Dos poemas de su juventud:



    Hacia lo desconocido


    Y ahora te dejamos, oh rosada, oh bella

    ciudad del mar. Adiós. Embarcados hacia

    desconocidas playas zarpamos sobre

    una vasta nave negra. El golfo ríe

    como un lago a la luna, y los faros brillan

    sobre el cielo y en las aguas. De la quilla

    brota un río de plata, que se eleva

    delante luminoso. Con lentitud

    se disipa en el horizonte la amada

    tierra y declina como estrella el último

    faro – ¿Fue acaso un sueño?- El alma extraviada

    observa el inmenso círculo del mar

    y se atemoriza frente al infinito,

    a lo que deja en el pasado, a cuanto

    encontrará en el futuro. Pero una voz

    querida así le habla: -¿Ves tú la pura

    luna que acompañar parece esta nave?

    ¿Ves la luminosa estela que parece

    plateada calle que a la luna lleva?

    No te acongojes, oh pequeña salvaje,

    no llores si distante ves el celeste

    espejismo de tu tierra natal:

    el mundo, en todos lados bello, será nuestro

    mientras que la dulce y como miel amada

    luna de nuestro amor resplandezca:

    y resplandecerá siempre, frente a nuestros

    pasos extendiendo una brillante senda.


    De La Luna de Miel. Publicada por primera vez en Vita Nuova, Rivista mensile illustrata di lettere, arti e scienze; directora Clelia Bertini Attilj: Roma, año II, mayo 1900, n. 6



    ***

    La senda de los sueños


    Yo voy por la sidérea
    senda de los sueños: sola
    en lo profundo de una desierta
    isla desconocida;
    voy pensativa y sola,
    mas no salvaje y muda;
    y, del sendero experta,
    cruzo osada
    de los sueños la callada
    estepa verde, siempre.

    La hora es tranquila y silenciosa
    sobre los matorrales y helechos
    de oro, la luz enciende
    tenues reflejos dorados
    de anochecer; de las encinas
    de rubias y delicadas
    flores baja un robusto
    perfume de potentes
    castos sentimientos
    de fuerza y juventud.

    Yo voy sola: en el cruce,
    sobre cuyo fondo, al aire
    lácteo, un sutil tembloroso
    arbusto desvanece; el mar
    lejano, solitaria
    vaga visión, aparece;
    el mar, que cual amante,
    amada y odiada esfinge,
    inexorable estrecha
    los brazos a mi alrededor.

    De a ratos un orgulloso y ardiente
    sentido de ignotas cosas
    viene de otros mares: como
    aliento de funesta
    fiebre me sacude: escondidas
    vienen con extrañas ropas
    larvas infinitas: por el nombre
    me llaman, y un encantamiento
    que parece risa y es llanto
    tejen a su vez danzando.

    Y entonces un vértigo
    de acres deseos me empuja:
    y entonces hacia el cielo
    la risa embriagada,
    te impreco, oh inicua esfinge,
    oh mar fatal y odiado;
    es entonces que siento y anhelo
    del patrio halcón el vuelo
    y del solitario suelo
    me alzo invocando al cielo.

    ¡Los cielos, los cielos! ¡Los vértices
    de oro del Arte! ¡A los tronos
    más excelsos de la fama
    subir! Pero poco a poco
    de las arduas visiones
    suave me devuelve
    a mí una voz; el fuego
    bajo destruye la horda
    de criminales larvas; y blanco
    regresa el rostro una vez más.

    Oh dulce voz, oh rezumante
    perfumada voz apacible,
    de los sueños íntimos y puros
    voz, que ríes y cantas
    por la desierta senda;
    ante ti me inclino: las santas
    flores del gordolobo, los puros
    lirios y los helechos de oro
    beso, perdón imploro,
    y sigo mi camino.

    Adelante, adelante; el alma
    siempre camina y sueña,
    no ve nunca las espinas,
    ama las cosas buenas,
    aborrece la mentira
    odia la adulación…
    ¿Qué importa si el confin
    de su camino verde
    es ignoto, si se pierde
    en tierra, en cielo, en mar?



    -------------------------------------



    LA PRIMAVERA

    El invierno había refrescado también

    el color de las rocas. Desde el monte descendían

    venas de plata, mil riachuelos silenciosos,

    relucientes en el verde vivo de la hierba.

    Un sobresalto del torrente en el fondo del valle

    entre melocotones y almendras florecidas, y todo era puro,

    joven, fresco, bajo la luz plateada del cielo.


    Grazia Deledda- Italia

    Traducción del italiano al español: Leonel Licea




    Somos sardos

    Somos españoles, africanos, fenicios, cartagineses, romanos, árabes, pisanos, bizantinos, piamonteses.

    Somos la escoba de color amarillo dorado que cae sobre senderos rocosos como enormes lámparas encendidas.

    Somos la soledad salvaje, el silencio inmenso y profundo,

    el resplandor del cielo, la flor blanca de la jara.


    Somos el reino ininterrumpido del lentisco, de las olas que corren sobre el granito antiguo, de la rosa de perro, del viento, de la inmensidad del mar.

    Somos tierra de largos silencios, de horizontes vastos y puros, de plantas sombrías, de montañas quemadas por el sol y la venganza.


    Somos sardos.

    .

    Traducción © Matilda Colarossi 2019




    Una hoja cae

    Cae una hoja que parece

    teñida por el sol, que al caer

    tiene la iridiscencia de una mariposa;

    pero en cuanto llega al suelo

    se funde con la sombra, ya muerta.

    Tomado de:

    https://blogs.transparent.com/italian/grazia-deledda/






    https://es.wikipedia.org/wiki/Grazia_Deledda
     
    #1
    Última modificación: 4 de Junio de 2023
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  2. libelula

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    Querida Eva, qué alegría me dá que nos hayas traido hasta aquí a esta escritora y poeta,premio Nobel. Que, al menos yó desconocía.
    Gracias por este regalo.
    Un abrazo.
    Isabel
     
    #2
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  3. El regreso de Alfonsina

    El regreso de Alfonsina Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Yo tampoco la había leído, solo sabía de su existencia. De los poemas que he traído los que más me gusta son los dos últimos. El de "Una hoja cae"
    me parece tan rotundo y a la vez tan sencillo...con poco, lo dice todo.
    Siempre es un gusto descubrir y pasearse por los versos de estas grandes poetas, la verdad que sí.
    Un abrazo grande, Isabel.
    Gracias por tu compañía,
    Eva
     
    #3
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  4. libelula

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    A mi tembién me gusta, más que nada, ese poema, quizás me sorprende encontrar en ellos la misma mirada que, sin conocerla, acompaña nuestra inspiración, mirando a una "hoja al caer".
    Un placer de lectura Eva.
    Gracias a tí.
    Isabel
     
    #4
    Última modificación: 7 de Junio de 2023
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