Habrá que abra

Habrá que abra​

(El brujo)​

No pienses que los tiempos cambian,
ni creas que ahora viste y calza el sol;
si las palabras son del viento,
en esos vuelos que te fuiste,
encontrarás el eco de mi voz.

Imposible es que no sepas
que lo mío fue un delirio,
del orgasmo aquel me dejas,
las estrellas y un martirio;
universo que se aleja
del placer que estuvo vivo,
ahora es humo que me lleva
tan veloz hacia el olvido.

Nada sea resquemor,
que en las noches me despierto
y deambulo por el piso;
huelo aromas de espesor,
me acuesto, todo ha sido,
y mi cama es por desierto
un oasis soñador.

Habrá quien abra,
un modelo de sí mismo;
¡qué mimético es el sol!
Una pantera, una cabra,
una abeja y su aguijón;
una máquina somera,
una idea que nació,
que se hizo carne,
y fue una piedra
en el planeta evolución.

Me enseñó sólo una pierna,
el medio monte mito,
una media con su liga,
y media braga que es excito.

En su noche hay luna tierna,
en la mía el duro agito,
y me cae la saliva
en lascivo gorgorito.

Abro el muro que es la piedra
en las carnes del coito,
espirales se me llevan,
y al morirme… resucito.

Se desmaya la vieja
ante el glande tan hinchado,
por pensar en lo traviesa
semejante ahorcado.

Habrá que abra,
habrá que tumbe,
a la de tres
la luna cunde;
señal que habla,
sol japonés.

La cinta,
adjunta a la noria
gime de sucia,
suena de herrumbre;
y yo en la noche
que el sueño anuncia,
sobre la arena
que me emborrache.

Todo me asfixia
ante la pena,
que noto un frío
en la condena,
y espero un vivo
que no se escarche.

El brujo suda
en los calores
cuando se excita;
salta en tambores,
maracas liza;
yo me sonrío
por el despliegue,
de semejante
sagrada misa.​