Harina, leche de vaca y dos huevos de gallina.

Novias tuve...
Ya no me aman.
El Mar las engulle,
como si fueran créppes franceses,
enrollados, con miel de abejas,
y jugo de limón, por dentro.
Como dice el cocinero vasco,
Karlos Arguiñano: Rico, rico,
y con fundamento.





Últimamente, Barbie y Ken,
me hacen mucha gracia.
Apuesto, definitivamente, por ellos.
Pero esa delgadez perfeccionista,
y el afán de salir retratado
en las revistas del Corazón,
o prensa rosa, me recuerda
que la verdadera vida está
en los espíritus;





novias tuve, que se dieron a la fuga.
Al verme sin afeitar,
les parezco un terrorista.
Y si no, soy maricón, o quizá
el Mar no me soporte.





Me adentro en él, y no me hace papilla.
No me traga, no me mastica.
Y eso, a ver a quién se lo explico...
No me entienden, no me hablan.
Yo prefiero beberme el Mar y el río.
No me sientan bien el vino ni los licores.


No me Trotski, Stalin, Lenin.
Ni me Hitler, Mussolini.
Es decir que no son imperativos.
¡ Humanidad, el estilo sigue vivo !
Pero a costa de perder a sus harenes,
en las arenas de la playa.

 

Las novias estaban encinta, y tenían que dar a luz.
Parieron unos bebés que me enorgullecen.
Pero el trance del parto, a sus madres, les dolió horrores.
Por ello, María de las Angustias, y María de los Dolores.


Las pobres me persiguen, para que les pague por sus Servicios prestados.





Y no llevo dinero suelto, ¡ Tendré que trabajar duro !
Veo negro, a corto y medio plazo, mi Futuro.
Más africano que en Nigeria.
Más pobre de solemnidad, que en Ghana.


Tan al Sur, ¡ Porca miseria ! Me expulsaron de Acapulco y Punta Cana.





Tengo entendido que soy su marido,
desde el punto y hora en que las dejé preñadas.
Pero tiran de mí, y de mis orejas, para que abra el oído.
Disfrutaré de la Música, y junto a Dumbo, por la ventana saldré volando.


En Stereo, donde sea posible. Alta fidelidad, como el Príncipe de Gales.